La sucesión de procesos políticos y económicos desde los últimos 10 años que dieron eclosión en las manos del Presidente Alberto Fernández fueron fútilmente agravadas por la situación viral mundial.
Desde un estancamiento en el crecimiento del producto, una profunda recesión, una involución endeuda dora y una restricción en materia de generación y acumulación de divisas que afecta –en conjunto y simultáneamente– desde la acción gubernamental hasta el turbulento pasar de la mayoría de los argentinos.
A lo que se agrega una Pandemia Global que ha casi paralizado el ímpetu gubernativo del Estado mientras que sus consecuencias calan en lo mas profundo de la población.
Es absolutamente notable –hasta repudiable– el tratamiento mediático de la cuestión donde se deja de lado la desinversión en salud previa a este gobierno –recordemos el paso a Secretaria del Ministerio de Salud– y la impronta de que la premura sanitaria es de exclusiva responsabilidad de la actual gestión donde si mal no se recuerda se intento avanzar en una integración sobre el sector privado de salud algo que no duro ni un par de horas y debió rápidamente ser negado.
Paralelamente los meses entre el triunfo de las PASO, la elección final y la toma del cargo debieron ser de elaboración de un sucinto programa de cara a la sociedad publicitado y de aplicabilidad concreta que hasta debía incluir las iniciativas referidas a la renegociación de los compromisos externos.
Nada hubiera sorprendido a los sectores de poder del tipo de programa a llevar adelante por esta coalición política por lo tanto no se explica porque –quizás hasta hoy– no se lo explicita.
El resto de los países –inclusive los latinoamericanos– están afectos por la misma perversidad viral pero previamente ya contaban con una acción gubernamental y en su mayoría llevaron adelante fuertes acciones para contrarrestar los efectos no deseados.
Hoy han trascurrido mas de 150 días desde la declaración de la Cuarentena en la Argentina donde es destacable un numero moderado de pérdidas humanas en relación al tamaño del país, la dificultad de bajar la curva de contagios –que conlleva a un usufructo mayor del sistema sanitario– y una recesión previa y ya profundizada que encuentra al país en cierto grado de inmovilismo cuando la emergencia de un liderazgo político debería conducir los destinos de la Patria.
Considerar “consensos “con integrantes de la oposición -ex funcionarios macristas– hace recordar la mítica frase de Ernesto Che Guevara «Al Imperialismo ni un tantito así».
Las condiciones mundiales no precipitan un crecimiento relevante lo que afecta –en un mundo global– las perspectivas locales que si son conducidas bajo un programa de economía política integral de aquí al final del mandato presidencial podrían dar una recuperación moderada y alentar un relativo triunfo electoral oficialista el año que viene pues habrá que re considerarle a la sociedad argentina quienes y que han sido los responsables políticos de una devaluación de casi el 600%, un endeudamiento externo de casi el 90 % y de signados casos de corrupción y espionaje al conjunto de la clase tanto política como empresarial.
De continuar en esta especie de letanía gubernamental donde decisiones claves son afectas a varias intermediaciones e internas alusivas el poco animo social –fatigado por el vaivén cambiario y las nuevas modalidades delictivas más entre otras a sumar la verdadera inflación– dará lugar a un alto porcentaje de voto blanco o nulo tal cual fueran la elección previa a la caída del Dr. Fernando de la Rúa en 2001.
Ezequiel Beer es geógrafo UBA y analista político