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Una medida a favor de los empresarios

Fuentes: Rebelión

La decisión de no otorgar esta gestión 2016 el segundo aguinaldo (un beneficio laboral establecido el año 2013) va a tener consecuencias económicas y políticas. En lo económico ocasionará que este fin de año haya menos dinero circulante, con lo que las actividades comerciales y de servicios serán duramente afectadas. Muchos internadores comerciales que hicieron […]

La decisión de no otorgar esta gestión 2016 el segundo aguinaldo (un beneficio laboral establecido el año 2013) va a tener consecuencias económicas y políticas. En lo económico ocasionará que este fin de año haya menos dinero circulante, con lo que las actividades comerciales y de servicios serán duramente afectadas. Muchos internadores comerciales que hicieron compras de mercadería, o gente que encargó determinados productos, confiados en que venderían este año lo mismo que el año pasado, no podrán recuperar su inversión, lo que afectará a toda la cadena comercial, tanto a los que operan al mayoreo como a los que venden al detalle. Esta caída en el movimiento comercial afectará también la venta de servicios y repercutirá en los siguientes meses en el sector productivo, con lo que se va a dar un efecto de contracción de la economía boliviana. Esto no dice Luis Arce Catacora, el ministro de Economía y Finanzas Públicas, cuya orientación monetarista y de ajuste fiscal está llevando al gobierno a cometer varias equivocaciones.

¿Y qué pasará con los trabajadores que habían confiado en las palabras del propio Arce, que hasta hace unos meses aseguraba que habría doble aguinaldo esta gestión? ¿Cree el vicepresidente Alvaro García Linera que los obreros van a creer su argumento que «como gobierno estamos cuidando la estabilidad laboral»? No es la primera vez que el vicepresidente repite las razones de los empresarios privados y se alinea con ellos, que también hablan en estos términos paternalistas: «es preferible ganar menos pero tener una fuente de trabajo, porque hay mucho gente que quisiera ocupar tu puesto».

Recuerdo que fue García Linera el artífice de los acuerdos de abril de 2015 con los latifundistas de la Cámara Agropecuaria del Oriente. No me olvido que en julio de ese mismo año, viajó hasta San Cristóbal en Potosí para dar garantías a los ejecutivos japoneses de la transnacional Sumitomo Corporation, de que el gobierno no nacionalizaría esa portentosa mina que explota plata. Actúa así porque el vicepresidente, conforme a la teoría de que nuestra economía debe atravesar por una fase de «capitalismo andino» que planteó hace diez años (ver artículo escrito por AGL titulado «El capitalismo andino amazónico»en Le Monde Diplomatique, de enero de 2006), cree que la burguesía y los inversores externos (a los que se refiere con el eufemismo: «sujetos productivos») pueden cumplir un rol positivo dentro del proceso de cambio. Ahí está la gran diferencia que con él tenemos los que planteamos una orientación consecuentemente antimperialista, por tanto anticapitalista, al proceso boliviano.

No otorgar el segundo aguinaldo tendrá el efecto político de que los trabajadores y la clase media se van a distanciar del gobierno. Y no es poca gente: estamos hablando de 2 millones de asalariados del sector público y privado, que sumados a sus familias hacen por lo menos 5 millones de personas.

Al interior de los sindicatos se van a fortalecer las tendencias opositoras que plantean el discurso de la «independencia de clase», vale decir la ruptura de la clase obrera con el gobierno y el proceso. Ya mismo, en la mentalidad de los obreros de base, debe estar dando vueltas el siguiente razonamiento: si este gobierno hace lo que piden los patrones, entonces no es un gobierno de los trabajadores. ¿No se evaluó esto? Es un daño político enorme que le hacen a nuestro proceso las decisiones económicas que se están tomando.

Decisiones que se basan, según nos dicen, en las cifras del Instituto Nacional de Estadística, que dijo (con una exactitud nunca antes vista y que invita a la sospecha) que el crecimiento había sido del 4,43% del PIB. Vale decir que por el 0,08% (lo que faltaría para el 4,51% fijado por el decreto del año 2013 que estableció el beneficio laboral) se corre el riesgo de dilapidar el respaldo de la base social del proceso. Y eso que causa desconfianza el informe del INE, dirigido por el señor José Luis Pereira, un funcionario de los gobiernos neoliberales que logró, quién sabe cómo, reciclarse en la gestión actual.

¿Quiénes aplauden la decisión de no pagar el segundo aguinaldo? Empresarios de todos los sectores, que sumarán a sus ganancias las previsiones que debieron hacer para el pago del beneficio laboral y que ahora no tendrán que pagar. Aplauden los analistas económicos de derecha (Gonzalo Chávez, Alberto Bonadona, Alejandro Mercado) que elogian la «responsabilidad» y la «racionalidad» del gobierno. Aplauden todos los grandes medios de comunicación privados, que están controlados también por empresarios. Aplaude la derecha (Samuel Doria Medina, Jorge Quiroga, Rubén Costas) que aprovecha el momento para decir que la suspensión del doble aguinaldo es una muestra de que estamos en crisis económica.

Ojalá que algunos dentro del gobierno no se estén engañando pensando que lo hicieron muy bien y que serán pocos que cuestionen una supuesta decisión «técnica». En este caso lo técnico es también político pues el gobierno terminó coincidiendo con los patrones. Esto es lo que importa, lo que queda en la conciencia del pueblo y que seguramente se reflejará en una caída del apoyo ciudadano a la gestión gubernamental.

Alguna vez alguien dijo que había que fijarse con quién coincides y quién te elogia para saber dónde estás parado. Si la burguesía te aplaude y los trabajadores te repudian, quiere decir que las cosas no están yendo como deberían ir, quiere decir que se está perdiendo el rumbo revolucionario. Quiere decir que las tendencias procapitalistas están tomando cada vez más fuerza dentro del proceso y del propio gobierno. Aprendamos de lo que pasó en Brasil con Dilma Roussef, cuyas concesiones a la burguesía y a los grandes capitales llevaron a que el gobierno fuera perdiendo base social popular, hasta que la derecha (dentro y fuera del gobierno) le dio el golpe congresal. Los revolucionarios no podemos permitir que en Bolivia ocurra lo mismo que en Brasil, no podemos dejar que se adueñen de nuestro proceso las tendencias conservadoras.

Que a nadie se le ocurra decir que lo sostenido en este artículo reproduce posiciones de derecha. Para un revolucionario criticar el error cometido con la suspensión del doble aguinaldo es también una forma de defender al proceso y al propio Evo Morales.

Mauro Alcócer es economista y vive en la ciudad de Potosí

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.