En el mes de marzo iniciarán de forma oficial las campañas políticas para la elección de un nuevo Presidente o Presidenta de la República, gobernadores -en algunos estados-, diputados, senadores, alcaldes y demás puestos políticos, que con base en las reglas del juego que establece el Instituto Nacional Electoral (INE), serán votados el 2 de junio de este año en curso.
Si bien las campañas, llamadas pre-precampañas y luego sólo precampañas, iniciaron hace meses y dejaron ver la continuidad de la mayoría de las políticas ahora existentes, así como el deseo de cientos de políticos con cargo que buscarán ser reelegidos (sin que hayan servido a la sociedad como deben), lo que ya de por sí habla mal del sistema electoral, ahora llegará el turno a la difusión abierta de las propuestas -o al menos eso se supone-, porque en procesos anteriores se ha podido notar que si algo falta es justamente propuestas que sirvan a la sociedad para tomar una decisión. Una carencia ya señalada y que no parece que será resuelta en estos tiempos de muchas imágenes y pocas ideas. Los partidos tradicionales del sistema político mexicano han dejado en claro, desde meses atrás, que estas campañas servirán para el ataque mutuo y la confirmación del oficialismo, ya sea a nivel federal o estatal, pues los partidos en el poder buscan continuidad y los opositores ocupar los cargos para disfrutar de las formas tradicionales de mandato que, dicho de paso, no se distingue por su apego a la legalidad y los principios éticos que juran representar.
La devaluación de la política no es nueva, ya son décadas en las que vemos cómo los discursos políticos se alejan de la realidad, la praxis política no encuentra sustento al compararse el verbo y la acción, además de que las formas éticas y morales han quedado en el olvido, y hoy se premia al político “trampolín o chapulín”, y se denigra a los militantes de base de los mismos partidos que dicen ser “verdaderos entes de bienestar”.
Ante esta realidad, y conforme a lo estipulado en las discusiones acontecidas en su IV Conferencia Política Nacional, del 28 de enero de 2024, el Partido Comunista de México (PCM) ha tomado la decisión de participar en el actual proceso electoral, postulando a través de la figura de Candidatos no registrados (misma que se ubica al final de la boleta electoral), a los siguientes candidatos: 1). A la Presidencia de la República, el candidato es el camarada Marco Vinicio Dávila Juárez, un militante consecuente, cuya vida ha estado regida por la congruencia de lucha a favor de la clase obrera; 2). A la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, el candidato es Ángel Chávez Mancilla, dirigente juvenil comunista, miembro del BP del CC del PCM y director del periódico “El Machete”; y 3). Como candidato al Gobierno de Morelos, Diego Torres, un destacado dirigente sindical y campesino, miembro del Comité Central del PCM. Además, quedan pendientes de anuncio, según el comunicado difundido por el PCM, los candidatos a puestos políticos en los estados de Jalisco y Yucatán.
La participación del PCM en la contienda electoral abre un camino diferente al que hasta ahora se observaba, pues el programa político comunista tiene como eje central del desarrollo y el cumplimiento de los derechos de la clase obrera, a través de la construcción de una sociedad comunista, que dista radicalmente de la devastación capitalista que conocemos en México. Ahora sí, el análisis de las propuestas será fundamental para no seguir el rumbo funesto que hasta hoy vivimos.
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