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Una semana muy agitada

Fuentes: Rebelión

Nuestro país ha atravesado días con importantes rasgos de movilización popular acompasados con indicios de crisis para el gobierno y sus planes de arrasar con las condiciones de vida de trabajadores y pobres y de sometimiento completo a la lógica del gran capital internacional y local.

La movilización intersectorial y con presencia callejera permanente en Misiones, aún en curso, fue sin duda el hecho más relevante, por su significación en sí misma y por la posibilidad de que sea el preanuncio de otras avanzadas similares en la dinámica de lucha.

Como de costumbre, el presidente Javier Milei intentó copar el escenario con sus desmesuras. La escalada del absurdo conflicto con España y su estrambótica actuación en el Luna Park fueron sus puntos más altos. No hay que dedicar a esos despliegues escandalosos más atención que la que merecen. Desde el gobierno se pretende el copamiento de la agenda comunicacional. Que se hable todo el tiempo del presidente, bien o mal pero que se hable.

No se les está dando, al menos no del todo. Ya hace semanas que despunta una agenda popular de protestas. Fueron hitos insoslayables la gigantesca concentración en defensa de las universidades públicas, el 29 de abril, y el masivo paro nacional de la CGT, el 9 de mayo. La movilización del 1º de ese mes constituyó otro paso importante.

En el estadio porteño se reunieron unos pocos miles de simpatizantes. Casi nada, en comparación con las multitudinarias manifestaciones que marcaron el último mes.

En estos días las luchas populares se condensaron en consonancia con agresiones directas o indirectas desatadas desde el núcleo del poder político y sus aliados.

Días de furia.

La denuncia de que hay miles de toneladas de alimentos retenidos en depósitos dependientes del ministerio de Capital Humano ha puesto en evidencia como pocas veces la indiferencia del gobierno hacia las necesidades sociales.

Sin excluir que haya un componente de dejadez e ineptitud, se trasunta el propósito de desarticulación de todo comportamiento organizado y solidario. Lo indudable es que son millones de argentinas y argentinos los que pasan hambre, mientras el gobierno mantiene un stock injustificado de bienes de primera necesidad, incluso a riesgo de que se pudran sin que nadie pueda consumirlos.

Los comedores populares son indeseables para la finalidad gubernamental de triunfar en una “batalla cultural” para la implantación de una sensibilidad individualista, que sólo conciba al mercado como fuente de “soluciones” sociales. Es muy evidente la tentativa de que toda militancia política y social y cualquier acción colectiva aparezca como motivada por maniobras corruptas e intereses personales.

La respuesta fueron movilizaciones de organizaciones “piqueteras”, la reedición de la “fila del hambre” frente al ministerio y la multiplicación de voces a favor del fortalecimiento de la acción solidaria contra la miseria planificada.

Las organizaciones sociales tienden a confluir en el espacio público para enfrentar los intentos de desprestigio y criminalización de sus esfuerzos. La ministra Sandra Pettovello sigue al frente de su superministerio, imperturbable en apariencia. Lo seguro es que su gestión está cada vez más cuestionada.

Sindicatos estatales se mueven contra la penuria salarial, los despidos, o la combinación de ambos ataques. Los trabajadores judiciales produjeron medidas de fuerza que lograron cierta resonancia nacional.

ATE y otros gremios prepararon en Córdoba una recepción al primer mandatario coloreada por protestas. Que incluyen el corte de puntos de acceso a la ciudad. El desteñido 25 de mayo del oficialismo corre riesgo de suscitar más reclamos que adhesiones.

En el ámbito de los trabajadores privados están en crecimiento protestas sectoriales, en general defensivas. Van en respuesta a despidos o cierres de plantas. En estos últimos casos se insinúa un resurgimiento del movimiento de “empresas recuperadas”, tal como se manifestó en una mediana empresa textil tomada por sus trabajadores ante la deserción del dueño

Sin restarle importancia a las luchas enumeradas más arriba, marcó el tono la ya mencionada y multifacética protesta en la provincia de Misiones, que sigue en pie tras varios días en la calle. Docentes y trabajadores de la salud se movilizaron, en Posadas y varios puntos de la provincia. Incluso trabajadores rurales, como los tareferos de la yerba mate, se sumaron a marchas y ocupaciones.

Mención aparte merece la simultánea protesta de la policía provincial. Que las fuerzas represivas se coloquen en la vereda de enfrente de la coerción estatal a la que encarnan, es siempre un factor de crisis para el poder del Estado. Que confraternicen con trabajadores en paro lo hace aún más preocupante para los intereses del poder represor.

La ministra de Seguridad amagó con una actitud inflexible ante la movilización policial, que hasta ahora no fue acompañada por ninguna medida tangible.

La incógnita radica en si el episodio misionero será un hecho aislado o se proyectará en dirección a otras provincias. En la vecina Corrientes se esparcieron los rumores de “contagio”, hasta ahora no concretados.

Una gestión golpeada.

El gobierno dio muestras de acusar el golpe propinado por los múltiples elementos de crisis que se acumularon en la semana. Además de los ya tratados, impulsados desde abajo, se sumaron otros en el plano institucional y de las políticas públicas.

La renovada postergación del tratamiento de la Ley “Bases” ha sido un factor importante. Interminables y confusas negociaciones no permitieron arribar a un dictamen de comisiones. De todos modos no se deberían sobreestimar las dificultades. La mayoría de las objeciones de los opositores “amigables” plantean cambios de detalle y adaptaciones parciales del proyecto. Lo sustancial del mismo quedaría en pie.

En ese contexto, el tan anunciado “Pacto de Mayo” se desvaneció, al menos en su fecha original. Se optó por mantener un acto empobrecido, sin otra finalidad que festejar el “día de la patria”. Y carente de otras presencias fuera del gobierno que la del gobernador de la provincia, Martín Llaryora, un oficialista vergonzante.

Igual de preocupante para el gobierno fue un incremento del precio del dólar que podría ser el comienzo de una “corrida”. De consumarse constituirá un inconveniente mayúsculo para el sostén de la perspectiva antiinflacionaria.

También se agrandan las versiones de disidencias en el interior del gobierno. Circulan versiones a propósito del inminente reemplazo del jefe de gabinete Nicolás Posse, muy cercano al presidente.

El mismo Milei declaró que podría estar en la mira una amplia recomposición de los ministerios. Al ministro de Economía, Luis Caputo, lo trata con especial deferencia. Habrá que ver qué ocurre con ese vínculo si se profundizan las tensiones económicas y sociales.

El Estimador mensual de actividad económica (EMAE) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), difundido en estos días, dio como resultado una caída de 8,4 % para marzo de este año. Un descenso muy significativo, empeorado porque no se avizoran señales de que pueda revertirse. El desplome se cierne sobre la pérdida de empleos.

La rápida recuperación de la economía en forma de V corre riesgo creciente de ingresar al campo de las mitologías famosas de la historia de las políticas económicas. Junto a los “brotes verdes” y el “segundo semestre” de la presidencia de Mauricio Macri.

Por ahora sólo la disminución del índice de inflación en los últimos dos meses, puede ser anotada en el haber de la gestión económica. Es producto del feroz ajuste fiscal del que alardea el presidente. Y su sostenimiento en el tiempo está en duda.

Por más que prosigue la divulgación de encuestas que señalan que el gobierno mantiene un elevado nivel de popularidad, el crecimiento de los signos de descontento activo es innegable. Asimismo puede palparse una extendida disconformidad, todavía pasiva, pero que podría activarse en breve al calor de los acontecimientos.

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Hasta hace poco cundía cierto desaliento entre quienes se oponen al gobierno por la relativa escasez de luchas y la dificultad para coordinar reclamos sectoriales. Tal como expusimos más arriba, los combates sociales van ahora en aumento. Y los signos de articulación entre diversos reclamos también se incrementan.

La convergencia de demandas de diferente índole y de espacios opositores con referencias variadas presenta señales que pueden ser calificadas de incipientes, pero que no habría que minusvalorar.

El sábado 25 de mayo, en la plaza frente al Congreso Nacional, convergerán en una jornada de lucha y debate organizaciones de los más variados ámbitos: Sindicales, movimientos sociales, feministas, ambientales, de jubilades, de derechos humanos, un gran número de asambleas barriales, agrupaciones estudiantiles. Estarán partidos y agrupaciones de izquierda. Todas las integradas al FIT-U, junto con otras por afuera de ese espacio.

No será sólo un acto, sino un encuentro de discusión orientado a traducirse en un nuevo plano de coincidencias y de acción conjunta. La consigna principal será «Por un plan de lucha hasta derrotar todo el plan de Milei».

¿Alcanza con las múltiples presencias que se reunirán allí? Todavía no, habrá que avanzar en amplitud y profundidad. Lo que no quita que pueda ser un auspicioso comienzo, que atraiga o incluso empuje a la lucha unificada a otros sectores sociales y políticos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.