Este profesor de Economía Política, autor de ‘Bioeconomía y capitalismo cognitivo’, explica los mecanismos de acumulación generados desde internet.
DIAGONAL: En su libro explica los mecanismosde expropiación del conocimiento por parte del capital ¿Hay un expolio de saberes por parte de esa empresas como Google?
ANDREA FUMAGALLI: Desde luego. Pero el caso de Google no es un caso aislado, es lo habitual.Otro ejemplo que señalo es Facebook. Facebook se arroga la explotación de todo el material que aparece publicado, desde los textos a las imágenes. Si eso no es una expropiación… Lo que ocurre es que la mayoría de los usuarios de redes sociales perciben la actividad en las mismas como una actividad de ocio y por tanto no productiva, como podía ser ver la TV hace treinta años. En realidad, hoy por hoy ha cambiado estructuralmente la relación entre el trabajo productivo y el trabajo improductivo. En un contexto de explotación capitalista basado cada vez más en la producción inmaterial, la participación en la cooperación social es ya en sí misma un acto que produce valor, es decir, un acto productivo en el sentido marxista del término (productor de plusvalía). Ver la TV moviliza a la audiencia y se relaciona con la contratación de espacios publicitarios, al igual que escribir en Facebook suministra una serie de información para una política publicitaria «personalizada».
D.: ¿En qué consiste el control que ejercen empresas como Google o Facebook?
A.F.: Además de crear «valor», las redes sociales desempeñan también la función de control social y de homogeneización de los gustos y las preferencias. Hoy en día, lo que constituía la disciplina social de los años del fordismo, en el sentido deleuziano y foucaultiano, se ha convertido en autocontrol y en deseo de enmarcarse en clichés predefinidos en base a un imaginario que privilegia el individualismo en detrimento de la individualidad. La necesidad de «estar ahí», en el sentido de aparecer, transforma las diferencias humanas (de género, de formación, de territorio), en las que se basa el proceso de explotación contemporáneo, en formas de autocontrol en las que se basa el proceso de homologación cerebral y de represión cultural.
D.: ¿En qué consiste ese desarrollo en el tiempo de la apropiación de conocimiento y qué diferencia hay con la usuramaterial?
A.F.: La producción inmaterial no está sujeta a la usura, como la producción material, pero está sujeta a convertirse en obsoleta (vieja). El conocimiento presenta un ciclo de vida de naturaleza dinámica que define una nueva forma de división del trabajo que denominamos «cognitiva» y que se suma a la de las tareas de cada individuo.
D.: ¿En qué parámetros se puede producir una «rebelión» contra las empresas que vampirizan ese conocimiento?
A.F.: La ética hacker desempeña un papel fundamental por cuanto que interpreta la cooperación social como producción de valores de uso y no de intercambio. Esto implica que no todo puede ni debe ser sometido a un proceso de mercantilización. Nos encontramos ante una profunda contradicción: los derechos de propiedad intelectual consienten la monetarización del conocimiento, convirtiendo un bien no escaso ni en competencia, como el conocimiento, en un bien escaso, porque puede recibir una remuneración adecuada; e impidiendo el progreso de las economías de red y por tanto el desarrollo de la propia cooperación social (el general intellect) de la que se nutre la explotación capitalista. La explotación del conocimiento como factor productivo se topa con límites en su difusión. Por otra parte, la reapropiación del conocimiento como valor de uso, por tanto ajeno a la mercantilización, requeriría formas de remuneración adecuadas no capitalistas. La hipótesis de la renta básica sería la más apropiada.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Usar-las-redes-produce-valor.html