Apoyaban sus palabras en los millones de dólares escondidos en paraísos fiscales, en su control total de la economía, en 180 años de apropiación de los caudales públicos, y en 500 años construyendo en la sociedad, sentido común de país colonia, conforme con su destino. Sin contar que la CIA, el Banco Mundial y el […]
Apoyaban sus palabras en los millones de dólares escondidos en paraísos fiscales, en su control total de la economía, en 180 años de apropiación de los caudales públicos, y en 500 años construyendo en la sociedad, sentido común de país colonia, conforme con su destino.
Sin contar que la CIA, el Banco Mundial y el FMI, tenían oficinas dentro de Palacio Quemado; que las logias, ya habían comenzado a contratar un ejército de sicarios croatas «para crear otro país», que los grandes oligopolios de comunicación les pertenecían (les pertenecen), para torcer a su antojo la verdad o la mentira, que el ejército y la policía eran (aun lo son) profundamente pro imperialistas, sin contar que la Iglesia Católica, había bendecido las armas del Comité Cívico, entonces brazo político y militar de la felonía.
Por lo que aquella noche, los oligarcas dieron un beso de buenas noches a sus hijos, le dijeron amablemente a la empleada doméstica que vaya a descansar que todo estaba bien. Este grupúsculo de campesinos soberbios e ignorantes, no les quitarían el sueño.
El primer día de gobierno, el Ministro de la Presidencia, declaró sin creer lo que estaba diciendo: «la CIA, tenía una oficina dentro del Palacio, pero los hemos desalojado»: entonces comenzó el odio y la infamia.
Repitieron la estrategia brutal que habían usado contra el pueblo chileno, escondieron el pan, el azúcar, la carne, el arroz; luego cruzaron las patas sobre la mesita del living y se desparramaron sobre el sofá, a esperar el desarrollo de los acontecimientos.
Viajaron una y otra vez al viejo continente, a decirle al Parlamento Europeo que en Bolivia se vivía «una dictadura comunista que se comía crudos a los niños rubios», por lo que de manera urgente requerían la llegada de Fuerzas de Paz de la ONU (Cascos Azules), para detener la carnicería y garantizar la vida y la independencia de la Nación Camba Croata.
Inventaron himnos y banderas de guerra que añoran la colonia: «La España Grandiosa, con hado benigno aquí plantó el signo de la redención» «…el escudo que España le diera con su lema: Muy leal y muy fiel» (decían) dicen sus canticos.
Para justificar la exclusión, las castas forjaron a fuego lento, una sarta de prejuicios oscurantistas, atribuyendo al hombre y la mujer indígena, estigmas racistas: que son flojos y sucios que beben alcohol hasta desmayarse que tienen hijos con sus hijas que la plata y el oro, es lo único que cuenta en sus vidas: el presidente, rompe uno a uno las taras de las clases dominantes: es el primero en llegar y el último en irse, «…quisiera que el día tuviera 26 o 27 horas» dice.
Que en estos 13 años hubo errores, por supuesto. No los justificamos. Como decía Fidel, «las revoluciones no están hechas por santos» sino por hombres y mujeres que se equivocan y aciertan. Hubo errores, pero en solo trece años, el pueblo ha obtenido más recursos, que las oligarquías en 200 años. Eso sí, muy a contramano de lo que se esperaba de este gobierno en el ámbito cultural, tres millones de personas, no escucharán nunca más conciertos de ranas y culebras en el estómago.
El Comandante Che Guevara, explicaba que «La revolución, no es lo que sale por el caño de un fusil, la revolución es lo que está detrás del fusil» es decir el hombre, la mujer, la sociedad que comienza a creer que el pueblo puede escapar al destino de mendigo que le han impuesto.
Es muy difícil desmontar 500 años de «sentido común colonial que ha naturalizado la exclusión de los pueblos indígenas», complementa el Álvaro, en 180 años de vida republicana, jamás el indígena ha votado por el indígena.
Entonces de un puntapié voló por los aires el tablero de ajedrez. Evo, no solo es indio sino que no estudió. Es solo un dirigente campesino, es solo un dirigente sindical, es el pueblo mismo.
Y quizá por ese minúsculo e insignificante detalle, pocos gobiernos fueron tan odiados como éste. ¡Incluso más que a Banzer y a Sánchez de Lozada! Consumidos por el odio, inventan mentiras e infamias.
Hoy, los enemigos de la revolución de «los nadies«, se llenan la boca con la palabra democracia, los que cogobernaron con todas las dictaduras, los que patrullaban las ciudades buscando personas de extracción indígena para chicotearlas delante de los medios de comunicación, los que emboscaron a campesinos para torturarlos y asesinarlos, los que inventaron niños muertos en Chaparina, los que entregan premios a periodistas narcotraficantes, los que aman la naturaleza y la tierra, pero no a los hijos de la tierra.
«La victoria cultural antecede a la victoria política» señala Gramsci, pero el tozudo sentido común colonial siempre regresa, el portero y el jardinero, piensan y sienten igual que el patrón, creen que porque sacan la basura de los ricos, se convierten en uno de ellos.
«se los dijimos desde el principio; ustedes no van a poder», repiten en sus medios de comunicación que han dedicado la vida entera, a desahuciar toda acción del pueblo.
Pero pasaron trece años y contra todo pronóstico y una vida llenita de sueños y pesadillas, aquí estamos con el machete y la guitarra, «…en nombre del amor ¡gringo de mierda! y algunas otras cuentas atrasadas».
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