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Reseña de Ángeles o robots. La interioridad humana en la sociedad hipertecnológica, de Jordi Pigem (Fragmenta editorial)

«Vale la pena leer libros que se sitúen en un plano radicalmente diferente de los propios planteamentos»

Fuentes: Rebelión

El libro que nos ocupa es una reedición ampliada de una versión original en catalán que obtuvo el Premi Joan Margall. Y no es este el único reconocimiento que ha tenido el autor en sus publicaciones. Jordi Pigem (Barcelona,1964) es un ensayista de prestigio. Pero si observamos las dos editoriales en las que ha publicado […]

El libro que nos ocupa es una reedición ampliada de una versión original en catalán que obtuvo el Premi Joan Margall. Y no es este el único reconocimiento que ha tenido el autor en sus publicaciones. Jordi Pigem (Barcelona,1964) es un ensayista de prestigio. Pero si observamos las dos editoriales en las que ha publicado (Fragmenta y Kairós) ya lo podemos situar en una trayectoria a la que podríamos llamar espiritualista. Este primer análisis se confirma cuando comprobamos que el libro es una reflexión sobre la crisis civilizatoria a partir de la encíclica del Papa Francisco, «Laudato sí», publicada el año 2015. Ciertamente que no es un libro confesional, ya que se situa en una perspectiva mucho más amplia, pero sí se corresponde con una posición teórica que quisiera cuestionar. 

Jordi Pigem afirma que el mundo se encuentra en una situación insostenible. Esto es algo que muchos compartimos. Es una situación sin precedentes en la que la humanidad se sitúa en una deriva que puede ser irreversible y conducirnos a la autodestrucción. Ciertamente. Pigem caracteriza nuestra era (la palabra ya no me parece clara) como la del dominio del «paradigma tecnocrático). La palabra «paradigma», de entrada, que Thomas Khun formuló para referirse a la ciencia, no me parece suficientemente rigurosa para referirse a una época, y menos caracterizarla básicamente como tecnocrática. Podríamos buscar otras, sin reducirla a una, que fueran más claras. Empezando por la economía. Desde el «modo de producción capitalista» de Marx hasta los análisis de Immanuel Wallernstein y Giovanni Arrighi sobre la «economía-mundo». No es posible entender el mundo en que vivimos y las devastaciones ecológicas, el hiperconsumismo, las desigualdades (de las que no habla, por cierto) sin referirnos a ello. Necesitamos otra vez a Marx (y no soy marxista) para dar la vuelta a Hegel. Son las condiciones materiales las que están en la base de nuestra espiritualidad (o de la conciencia). Lo cual no quiere decir que lo segundo sea un efecto o una superestructura de lo segundo. Hay una interacción entre el elemento económico y el ideológico (ahora me volveré althusseriano) pero la espiritualidad y la conciencia son ideología, en el sentido más radical de la palabra. Y falta además completar la tríada con la política. Jordi Pigem tampoco habla de política.

El libro plantea reflexiones interesantes, pero yerra, a mi modo de ver, en el enfoque. En todos los capítulos hay elementos sugerentes, aunque el que me parece más interesante y original es el segundo: el del «homo absortus: tecnoutopías y espejismos» (continuista, de la aceleración, consumista, de la seguridad, dataísta, hipermovilización, tecnoutópico, del progreso). Los otros me parecen desiguales, todos bajo el prisma crítico que he señalado al principio. ¿Espiritualismo contra materialismo? Pues no está claro, quizás la línea está en recuperar un materialismo inmanente crítico (el de Spinoza y Marx) en lugar de ir hacia la trascendencia. Faltan aportaciones fundamentales, como la de Michel Foucault en su definición de la biopolítica y los trabajos de seguidores suyos como Nikolás Rose. La misma noción foucaultiana de «dispositivo» me parece que da más de sí que la de «paradigma tecnocrático».

Pero insisto en que vale la pena leer libros que se sitúen en un plano radicalmente diferente de los propios planteamentos, si están bien escritos y argumentados, para confrontarlos con el propio discurso. Animo a hacerlo. Leer al que está de acuerdo contigo, si no te aporta instrumentos nuevos, es poco productivo. Sirve para la autosatisfacción de confirmarte en lo que ya crees. En este caso me ha servido para replantearme la cuestión fundamental de la que trata el libro, que es la de la encrucijada en que nos encontramos hoy los humanos. El diálogo es justamente ser capaz de escuchar y entender una lógica diferente de la propia. Es lo que me ha proporcionado el libro. La posibilidad de abrirme a un discurso diferente para reforzar lo propios planteamientos. Pero en un movimiento dialéctico que enriquece, porque implica superar la negación.

Un libro ágil, claro, que aporta un punto de vista que es importante conocer. Pero hay que recordarle a Jordi Pigem que sin pasar por la política difícilmente cambiaremos el mundo. Que la política debe complementarse con una transformación ética, que es lo que propone, es también muy cierto. Pero la política, sin ser una condición suficiente, si es necesaria para transformar el «colapso que estamos sufriendo». También quiero acabar diciendo que frente a los robots nunca reivindicaría lo angelical. Los ideales puristas también son peligrosos porque conducen a fundamentalismos. Como decía Spinoza, la mayoría de hombres ( y de gobernantes) se guían por las pasiones, no por la razón. Partamos de esta humanidad imperfecta para crear no un paraíso sino un mundo habitable.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.