Conmemorar el Bicentenario de la independencia de las provincias del Alto Perú -hoy Bolivia- el 6 de agosto no es hacer referencia a la longevidad del Estado, sino al tiempo indefinido de la construcción del Estado republicano, a los actores, sus intereses y sus peculiaridades ideológicas, políticas y culturales.
Un momento de valoración importante es el Centenario, es referencia con relación al tiempo fundacional.
Los ilustres diputados, todos ellos seleccionados y electos en las parroquias católica, porque así lo disponía la convocatoria (febrero 1825) firmada por el Mariscal Sucre, criollos y mestizos formados y educados colonialmente convertidos en republicanos independentistas, fueron los redactores del Acta de la Independencia, para justificar la histórica decisión identificaban al “opresor y miserable Fernando VII” como el mayor exponente de la monarquía invasora, -es importante subrayar, que la mayoría de los diputados, en su condición de ciudadanos de la Audiencia Charcas antes de la derrota de la monarquía se movilizaron proclamando su “fidelidad” y exigiendo la libertad de Fernando VII cuando fue detenido por Bonaparte- también afirman que “cese para con esta privilegiada región la condición degradante de la colonia de España” esta enunciación histórica es trascendental, marca una ruptura política y jurídica con la monarquía colonial, pero también representa el nacimiento de la colonialidad (el racismo: principio organizador de las estructuras sociales y de dominación) como nuevo eje capitalista, político, católico y patriarcal de organización estatal, de las relación de posesión, propiedad sobre la tierra y los recursos naturales y el desconocimiento constitucionalizado de los pueblos y naciones que habitaban en El Alto Perú que subsistieron al genocidio y resistieron al colonialismo.
La redacción del Acta de la Independencia no es superior a una página, en ninguna de sus enunciados menciona las luchas anticoloniales e independentistas de los aymaras, quichuas, mestizos, sino agradece al “Hacedor Santo” y reafirman el principio colonial de que “el sostén inalterable de su santa religión católica, y de los sacrosantos derechos de honor, vida, libertad, igualdad, propiedad y seguridad” regirán a la nueva “nación”.
La primera CPE (1826) propuesto por el Libertador Bolívar tenía influencia de la Revolución Francesa, aunque no dejaba de ser colonialista, reafirma dos ejes fundamentales: la soberanía residía en el pueblo y la nueva República no era confesional católico, separaba al Estado de la Iglesia Católica. Estos dos principios eran un sacrilegio y afrenta para la nueva elite reconvertidos en republicanos independentistas, borraron estos principios en la segunda CPE (1831) que fue redactada luego del primer golpe de estado, el intento de asesinato y expulsión del Mariscal Sucre de Bolivia. Uno de los redactores de la segunda CPE es el criollo Casimiro Olañeta sobrino el español Gral. José Olañeta. Casimiro viajo hasta La Plata, ofreció lealtad de la Audiencia si nombraban a su tío como el nuevo jerarca colonial, ante la negativa y luego de la derrota militar de ejercito realista que comandaba su tío se proclamó independentista, fue electo diputado para participar de la Asamblea Deliberante. En 1828 junto a un grupo de militares lidero el primer golpe de estado, intento el derrocamiento y asesinato del presidente de la República Mariscal Antonio José de Sucre. Olañeta es el prototipo de la descripción de los colonialistas republicanos que se apropiaron de la República de Bolivia.
La conmemoración del centenario de la independencia (1925) se dio en pleno auge del estado oligárquico minero feudal, los antecedentes del tipo de Estado están en: la invasión anglo-chilena a nuestras costas del Pacífico (1879); la perdida de territorio y nuestro enclaustramiento; el ascenso de la oligarquía minera argentífera al control y dirección del Estado (1880-1899), Campero, Arce, Camacho exponentes de esta oligarquía tenían vínculo y dependencia con el gobierno invasor y con empresarios chilenos e ingleses, es decir tuvieron un alto nivel de complicidad en la perdida territorial. A esta fase Sergio Almaraz denominó la creación de la Segunda República.
El nuevo siglo se inaugura con el desplazamiento de los Conservadores por los Liberales y la naciente oligarquía minera estannífera, al igual que sus antecesores , los liberales rubrican la mutilación territorial con la derrota de la Guerra del Acre con Brasil (1903), lo central para los propietarios del poder político no estaba resguardar la integridad territorial con lo que nacimos a la vida republicana, sino en preservar el poder, por ello la detención y asesinado de líder aymara Zarate Willka (1905) fue la demostración de lealtad y fidelidad de los liberales a los dueños de las minas y de la tierra: la oligarquía minero-feudal.
Una subdivisión de los liberales, los republicanos a través de un golpe de estado (1920) cierran un ciclo del partido Liberal, Bautista Saavedra se encumbra en el poder con el auspicio de uno de los diez hombres más ricos del mundo Simón I. Patiño, para validarse en el poder implicaba dar testimonio racial y burgués.
El 1921 masacran a los aymaras del ayllu Jesús de Machaca y en 1923 asesinan en Uncía a los mineros quichuas de las empresas La Salvadora y Estañifera Llallagua, propiedad de Patiño Mines. Represión al indígena como individuo y como pueblo, expropiación de sus tierras y desconocimiento a las autoridades originarias, negar y reprimir derechos sindicales y laborales de los mineros en las minas de la oligarquía era parte de la institucionalidad republicana.
Celebraron el centenario reafirmando el sentido racial y oligárquico minero feudal de la República de Bolivia, los que se consideraban propietarios, eurocéntricos, criollo/mestizos, católicos y además eran solo varones con derechos exclusivos e infinitos.
En tránsito al bicentenario fue la pausa diplomática acordada para evitar la guerra con Paraguay por el Chaco Boreal en el gobierno de Hernando Siles (1929) fue criticada, invalidada y utilizada en la campaña electoral por uno de los exponentes de la oligarquía minera Daniel Salamanca, exacerbo el nacionalismo chauvinista para llevarnos a la guerra, la derrota militar nos mutilo territorialmente, fueron los pasos iniciales post centenario de los republicanos pro-oligarquía.
Contrariamente a la fatalidad que nos condujeron, la tropa compuesta mayoritariamente por aymaras, quechuas y de sectores urbano-populares descubrieron en la guerra en sentido de bolivianidad y volvieron con ideales nacionalistas. Fueron uno de los pilares para la posterior derrota de los propietarios oligárquicos del Estado.
La patria se recuperó en el ideal de clase de los mineros, pese a la masacre militar en las pampas de Catavi (1942) por instrucción de la Patiño Mines y ejecutado por el gobierno no impidió que se funde la gloriosa Federación Sindical de Trabajadores Mineros, uno de sus impulsores fue Juan Lechín que participo en la contienda bélica del Chaco.
El primer y único Congreso Indigenal (1945) que impuso la abolición del pongueaje, conquistó el derecho de circular erradicando la lógica racial criolla urbana que prohibía a los indios caminen por las calles, este acto fundacional liderado por el líder indigenista Luis Ramos Quevedo Rumi-Sunqu rompía el derecho racial sobre los indios de los hacendados feudales hermanos siameses de la oligarquía minera.
La revolución del 52 fue el estallido del acumulo conciencial minero, indígena campesino, popular nacionalista y revolucionario profundamente anti oligárquico minero feudal.
Ciento veintisiete años (1825-1952) después de la fundación de la República recuperamos la patria y conquistamos el derecho universal de votar hombres y mujeres.
Ser un Estado y sociedad democrática era sacrilegio, nos volvieron a confiscar nuestro derecho, fueron a través de los golpes militares, ahora tenía el sello del nuevo patrón imperial del norte, la característica fue la importación del nazismo-fascismo como nueva institucionalidad de la República de Bolivia.
Solo doce años (1952-64) duro la corta primavera democrática nacionalista, pero los que enarbolaban las banderas del nacionalismo revolucionario arriaron de su filosofía lo ‘revolucionario’ se reconvirtieron en nacionalistas de extrema derecha, civiles y militares cogobernaron, quince años después (1979) mineros, fabriles, campesinos, estudiantes universitarios liderados por la COB y la CSUTCB en los días que nuestros muertos vuelven a visitarnos en Todos los Santos enfrentaron a la dictadura, la masacre no doblegó, volvimos a vencer, la democracia llego después de ciento cincuenta y siete años (1982) de la declaratoria de la Independencia con sabor a guardatojo, poncho y pollera para quedarse como patrimonio nacional para que disfruten los que no lucharon por ella.
En ese tiempo el ideal anticolonial de Estado Plurinacional expuesta en la tesis del primer congreso extraordinario de la CSUTCB (1983), el sujeto histórico es la comunidad, se manifiesta como sindicato, pueblo, nación, junta vecinal, la movilización es el medio político para defender y exigir derechos, la respuesta estatal es la misma: represión y asesinato.
En el primer lustro de este siglo desterramos el neoliberalismo preservando la democracia, instalamos la única Asamblea Constituyente elegido democráticamente y aprobamos por primera la CPE por el soberano en ciento ochenta y cuatro años (2009) de vida republicana, constitucionalmente nació el Estado Plurinacional, el parto histórico fue precedido por el triunfo moral y democrático contra el separatismo, el racismo étnico, la marcha multitudinaria más grande de la historia republicana empezó en octubre del 92 conmemorando la resistencia a cinco siglos de invasión y colonialismo, culminó en Plaza Murillo en 20 de octubre del 2008, cientos de miles de hombres y mujeres, llegaron con su historia, su memoria, su identidad, sus luchas, lleno de sudor, luto, lágrimas y esperanza a presenciar el nacimiento del Estado Plurinacional con la convocatoria a referéndum para aprobar la CPE.
El bicentenario representa la construcción del Estado, está ligado inseparablemente a la demanda y exigencia de derechos individuales y colectivos, de los pueblos y naciones indígena originario campesinos que fueron y son negados, desconocidos, vulnerados, violados, que tienen como exponentes a los plebeyos y a la represión como negación de derechos, es la síntesis del poder.
La constitucionalización del Estado Plurinacional es un paso irreversible, aún falta por construir la plurinacionalidad cultural, lingüística, gubernativa, política, económica, productiva, territorial, el derrotero es conflictivo, porque enfrenta a los poderes facticos del colonialismo capitalista republicano.
Un último anote: el 6 se agosto se conmemoro solo el grito independentista, no se hizo alusión relevante al Estado Plurinacional, quizá por eso la ausencia de la Wiphala.
César Navarro Miranda. Escritor y exministro de Estado
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.