Esta nota pensaba llamarse El huevo de la serpiente pero ya apareció un artículo con ese título. Como se sabe, es el nombre de una película de Ingmar Bergman que se refiere al germen del nazismo alemán. Por ahora hablar de nazismo o fascismo en la Argentina sería exagerado, pero que están tratando de incubar […]
Esta nota pensaba llamarse El huevo de la serpiente pero ya apareció un artículo con ese título. Como se sabe, es el nombre de una película de Ingmar Bergman que se refiere al germen del nazismo alemán. Por ahora hablar de nazismo o fascismo en la Argentina sería exagerado, pero que están tratando de incubar un huevo de la serpiente es un hecho cierto.
Hoy se sabe que tanto la renuncia de Alfonsín como la de De la Rúa fueron precedidas por disturbios sociales, asaltos a supermercados, etc., que no fueron espontáneos sino impulsados por punteros políticos. Fue la forma en que el sector más concentrado de la burguesía que opera en el país reemplazó el golpe de estado tradicional.
Durante el gobierno de De la Rúa, el gran estallido popular del 19 y 20 de diciembre y la movilización popular de los años siguientes cambiaron el eje de la relación de fuerzas, colocando al pueblo a la ofensiva y modificando los planes originales de la gran burguesía destituyente. El intento de ésta de retomar el control de la situación provocando los asesinatos de los compañeros Kosteki y Santillán nuevamente fue frustrado por la movilización popular y Duhalde tuvo que llamar a elecciones al poco tiempo.
Lo que está sucediendo ahora de alguna manera repite, modificado, esos dos intentos desestabilizadores-golpistas.
Hay una línea de continuidad en tiempos recientes que va del rechazo de Scioli a ser candidato por el PJ federal, el ataque de fuerzas de choque (protofascistas) que dejó el saldo del asesinato del compañero Mariano Ferreyra, la represión de la gobernación de Formosa a la comunidad Qom, con el asesinato de dos de sus integrantes, y ahora toda esta compleja trama generada en Villa Soldati, otra vez con fuerzas de choque protofascistas como principales protagonistas.
Detrás de esta línea de continuidad está el intento del capital más concentrado, el que gobernó en la década menemista, de retornar al gobierno. Se lo puede observar durante todo el gobierno kirchnerista. En el diario La Nación Grondona demonizaba a Kirchner aún antes que asumiera. Últimamente quisieron lograr que Scioli aceptara su candidatura por el PJ Federal, como una posibilidad cierta de competitividad frente a la candidatura de Cristina. Scioli no aceptó. Con esto se agotaron las posibilidades de la «vía pacífica», puramente electoral. Enseguida sucedió la inesperada muerte de Kirchner, que reveló la irrupción de una gran parte de la población, sobre todo juventud, a favor de los Kirchner.
No quedaba alternativa electoral. El capital más concentrado, el de la década del ’90 -llamésmole en adelante la gran burguesía, la derecha, para simplificar- estaba desorientado. Demonizar al gobierno ya no servía, el pueblo había dado su veredicto, y además Scioli no había aceptado. Uno o dos días antes de la muerte de Kirchner sucedió la muerte de Mariano Ferreyra, ya estaba en los planes de la derecha usar la violencia como recurso desestabilizador. Pero no alcanzó. Luego sucedió lo de Formosa, pero tampoco alcanzó, y entonces sucede lo de Macri en Villa Soldati, y ahora sí la táctica de la derecha podría llegar a tener éxito.
El tenebroso discurso de Macri frente a los medios revela claramente en qué consiste utilizar las fuerzas de choque para desestabilizar al gobierno, desprestigiarlo, y ganar las elecciones.
El fuerte de Cristina, de los Kirchner en general, que les trae aparejado el apoyo generalizado del pueblo, es lo que podríamos englobar en las palabras «derechos humanos», si incluimos en esas palabras no sólo la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final, los juicios a militares, sino también la asignación universal por hijo, la jubilación estatal, etc. Generar un enfrentamiento que sea supuestamente entre vecinos, transmitirlo todo el tiempo por televisión, y acusar al gobierno por esos hechos, tiende a destruir esa imagen progresista del gobierno. Instala el llamado problema de «seguridad» como prioridad número uno, se impone que sin seguridad no puede haber desarrollo, inclusión social, ni nada, y se cambia todo el eje de la situación política. Si esta instalación triunfa, el candidato más apto para ese escenario es alguien de la derecha más radical, en este caso, Macri.
Las dos intervenciones de Macri frente a los medios dejan traslucir este plan con toda claridad. La segunda intervención, contestándole a Aníbal Fernández, que había ratificado la decisión del gobierno de no reprimir, visibilizó más claramente aún este plan. Volvió a mentir incansablemente, como siempre, y acusó al gobierno de no querer colaborar. Era desesperante escucharlo. ¿Cómo nadie le salía al cruce en algún momento? Macri hacía eje en la falta de presencia del gobierno, en la falta de colaboración. Pero dejaba oculta la verdad: Macri le pedía al gobierno que lo ayudara en la represión , y el gobierno ya había dicho claramente que esa «ayuda» no estaba dispuesto a darla. El gobierno, a través de Aníbal Fernández, proponía una solución política, o sea, sentarse con los vecinos, entre ellos los «okupas» y negociar, es decir, establecer algún plan habitacional. Macri proponía represión como única solución. Dos propuestas diferentes, pero Macri hacía aparecer todo como una negativa del gobierno a ayudar en general , y ninguneaba el verdadero carácter de la negativa del gobierno: su voluntad de no reprimir. Macri pretendía instalar artificialmente que la única solución era la represión, y sobre esta base, acusaba al gobierno de no colaborar en la solución del conflicto.
Todos los pasos del conflicto en Villa Soldati, paulatinamente revelados por los medios progresistas, son datos que bien descodificados revelan un plan de la derecha, que después explicaremos con más detalle, teniendo como eje la utilización de las fuerzas de choque con orden de matar a varios «okupas», haciendo pasar todo como un enfrentamiento entre vecinos, o sea instalando que los vecinos librados a su propio albedrío son peligrosísimos, asesinos, etc. Y creando la sensación en la población de la necesidad de orden para poder vivir tranquilos, orden que sólo podría ser garantizado por la policía, metropolitana y federal, aún al costo «inevitable» de algunos muertos. Y se utilizan fuerzas de choque asesinas contra el pueblo, punta de lanza para desarrollar un enfrentamiento de pueblo contra pueblo, necesidad de un estado represivo que asegure el orden y la tranquilidad a la población. No es fascismo, pero es el huevo de la serpiente. Están plantando el huevo, hay que ver si lo pueden empollar.
El discurso de Cristina el viernes, flanqueada por Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto dejó algunas dudas. Es bueno que finalmente actuara, pero problemática la creación del Ministerio de Seguridad y la afirmación de «haremos lo imposible por no tener que reprimir». Parece que «nunca vamos a reprimir» se cambió por «haremos lo imposible…». La creación de Ministerio de Seguridad en cierta forma le da la razón a la derecha, que el eje principal es la necesidad de seguridad, y por ese camino, es probable resbalar hacia la represión. Pero estos son sólo indicios. Hay que ver qué sucede de aquí en adelante. 1
Mi opinión en ese momento era que el gobierno nacional debería olvidarse de la jurisdicción e intervenir directamente, acordando con los «okupas» un plan habitacional, con financiación a la medida de las posibilidades de la gente de terrenos y construcción. Acordarlo, firmarlo, y empezar a ejecutarlo en tiempo record. De esa manera cortar de raíz esta campaña de la derecha a favor de la represión, basándose en la creación de una sensación de inseguridad en la población, y adjudicándole al gobierno nacional la responsabilidad.
En ese momento tampoco estaba de acuerdo con la decisión de la presidenta de llamar a dialogar a Macri a la Rosada. Con todo lo sucedido el sábado, parecía que el gobierno nacional reinstalaba la prioridad de la negociación, de sentarse a una mesa, de resolver los problemas sociales. Parecía que su táctica había ayudado a desnudar las verdaderas intenciones de la derecha representada por Macri. Algo de eso hubo. La conferencia de Macri fue nuevamente deleznable. Retrocedió en apariencia, frente a los hechos, hablando de paz permanentemente. Pero no habló de financiar la construcción de viviendas, la parte que había quedado a su cargo en las negociaciones, y pretendió que había una coincidencia con el gobierno nacional en priorizar la seguridad, basándose en la decisión gubernamental de instalar la prefectura y la gendarmería para evitar hechos de violencia. El verdadero contenido de la conferencia de prensa de Macri es fomentar con todo la violencia. No soluciona nada, y sigue reclamando el desalojo del parque, e intenta movilizar a los vecinos de Lugano contra la ocupación.
El pronóstico es incierto. Hasta ahora, los okupas tienen claro quién es quién, pero el resto de la población habrá que ver. La operación de la derecha todavía puede tener éxito.
Es evidente por lo que dijimos al principio de la nota que es toda la derecha la que está detrás de esta operación, desesperada porque no ve forma de evitar que Cristina gane las próximas elecciones. Es evidente que si las elecciones fueran hoy Cristina arrasaría. La ofensiva de Macri es otro elemento que sugiere que detrás de él está toda la derecha. Es probable que se haya acordado la candidatura de Macri.
Por lo que dijimos al comienzo, la derecha no puede competir con la política social del gobierno, que le ha reportado un apoyo popular imposible de vencer en las elecciones. Embarrar la cancha, patear el tablero, crear un clima de inseguridad, matar gente para que ese clima sea creíble, y proponer un candidato cuyo eje sea la represión que garantice tranquilidad a la población, es la alternativa por la que opta la derecha.
Hay un montón de datos que indican que ésta es la situación que estamos viviendo. Por ejemplo, nadie que tenga un poco de calle puede ignorar que la gente de cualquier barrio no sale a matar con armas de fuego para desalojar a «okupas». El crimen del cuarto muerto, con un balazo en la cabeza, no es una muerte en enfrentamiento de pueblo contra pueblo. Es obra de una fuerza de choque con órdenes precisas de matar, como pasó en Formosa, y como pasó con el compañero Ferreyra.
Ahora se pretende negar la existencia de la cuarta víctima, contra el testimonio del periodista Martín Rojas, del Jefe del SAME Crescenti, del chofer y del medico que viajaban en la ambulancia. Hay que tener mucho poder para negar un hecho así.
Utilizar fuerzas de choque es una herramienta típica del fascismo. El fascismo tiene una naturaleza muy específica, que usualmente no se aclara y, generalmente, se lo vincula con cualquier tipo de represión o dictadura.
El fascismo surge cuando la gran burguesía no puede imponer su explotación ni por medio de gobiernos democráticos parlamentarios, ni por medio de dictaduras militares.
La gran burguesía, que es la que gobernó en la década de los 90, necesita urgentemente volver a gobernar, porque necesita recuperar el nivel de ganancias extraordinarias que tenía en esa década.
Pero que la gran burguesía vuelva a gobernar significaría extremar la explotación tanto de los asalariados como de toda la clase media, lo que provocaría un descontento generalizado. Y en ese caso se expondría a una casi segura rebelión masiva de toda la población. No podría imponer esta política de expoliación extrema, que llevaría a una miseria generalizada, por las formas gubernamentales tradicionales.
No lo podría hacer ni siquiera con una dictadura militar, porque ésta necesita, además de la represión, un mínimo de aceptación, aunque sea pasiva, de una buena parte de la población.
La gran burguesía soluciona este problema dividiendo al pueblo, ya que no puede derrotarlo de conjunto, y utiliza la desesperación que acarrea la miseria que ella misma provoca. Estimula una parte del pueblo contra la otra, y de esta forma derrota a las dos partes. Utiliza los sectores más marginales, y los más cercanos a la derecha, forma fuerzas de choque, y en base a ellas va imponiendo una situación de poder, aprovechándose del caos y el miedo que desencadena. Esto que sucede ahora no es fascismo, pero es protofascismo. La necesidad de la gran burguesía tiene ese carácter. La gran burguesía está usando esta metodología para desprestigiar al gobierno, adjudicándole la responsabilidad de los hechos de violencia. Son los gérmenes de la metodología protofascista que deberá utilizar si logra volver a gobernar.
Que todo esto no suceda depende de que el conjunto del pueblo sepa enfrentar y rechazar los intentos protofascistas.
Por su parte, el gobierno debería negociar directamente con los «okupas» un plan de vivienda, firmarlo, garantizarlo y ejecutarlo en tiempo récord. Se sobreentiende que sin regalar nada, financiando la venta de terrenos y la construcción de viviendas. Esto puede hacerse de muchas formas, la mejor sería por medio de cooperativas, como hace el movimiento Tupac Amaru. Pero es necesario que el gobierno lo haga ya, para desactivar esta nueva operación de la derecha y despejar el camino para continuar con su política populista.
El clima popular que se vivió en el Bicentenario y después del fallecimiento de Kirchner deber prevalecer, desarrollarse, profundizarse, adquirir plena conciencia de sí mismo, y de la situación general, y asumir su propia conducción.
1 La nota de Horacio Verbitsky en Página 12 de hoy, 12.12.10, aclara este punto, y le da una dimensión mucho más razonable. El intento de la presidenta es depurar la Policía Federal para que no vuelva a actuar represivamente, y para eso nombró a Nilda Garré como ministra de Seguridad.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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