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Violar la palabra y la historia

Fuentes: Rebelión

¿Acaso se trata de cieguitos?, ¿Tal vez sea José López, el de la bolsa, el más parecido al del viejo en su sombra en busca de un paraíso detrás del televisor?, ¿será el recuerdo de cuerpos circunscriptos en las márgenes de violaciones sistemáticas?, ¿es el canto ronco que reclama una bolsa que contiene cuerpos espumantes […]

¿Acaso se trata de cieguitos?, ¿Tal vez sea José López, el de la bolsa, el más parecido al del viejo en su sombra en busca de un paraíso detrás del televisor?, ¿será el recuerdo de cuerpos circunscriptos en las márgenes de violaciones sistemáticas?, ¿es el canto ronco que reclama una bolsa que contiene cuerpos espumantes listos para el consumo? Las bolsas se multiplican, mientras los días y las noches hacen piruetas en un aire que apesta en medio de la fuente. Fuente que anida las monedas esperanzadas de un relato que repiquetea en el empedrado de corcho, en medio de la superficie del pantano. Cuerpos que ruedan como viejas cubiertas entre palabras que dislocan el más duro de los huesos. En la noche se apacigua la escritura. Sin embargo el torbellino de ideas hace de relámpago o de puño que intenta empujar el muro de los silencios. El muro de una «cultura del silencio», que intenta callar las voces de quienes sienten el rigor del guante de boxeo. Golpes que atormentan los mentones de millones de sujetos y sujetas, que penden de un hilo que no sujeta. Se fue de boca. Es lo más lejano a un paseo por la Boca o a un partido en la cancha del club homónimo. Se trata de palabras que corren a la velocidad del tiempo de la televisión y de la primicia de la tapa de un diario digital o sus más acechantes competidores: facebook o twitter. Todo en tiempo real, a la medida de IBOPE (mediciones de audiencia minuto a minuto, que cuentan las respiraciones del control remoto o de lo que sirva para cuantificar un minuto de fama o de pantalla, así sea virtual).

Acto 1.

Mauricio Macri distendido en un sillón presto a las preguntas. Manos entrelazadas y piernas cruzadas. La dama de turno que oficia de periodista-preguntadora. Las preguntas y las respuestas que van-vienen y no es una mesa de ping-pong. El presidente, el ungido, que mira con pose de conformismo ante lo logrado hasta la fecha. Conforme con las inversiones que, en la virtualidad de la palabra mediada, salpican el vaso casi vacío y asfixiado en las medianeras de las imposibilidades. Facebook transmite el minuto a minuto, no deja grieta abierta que disperse la atención. La repregunta queda guardada en el cajón de un escritorio que simula dureza para aparentar neutralidad. El presidente pone los puntos sobre la mesa: en Argentina el aborto no se legaliza y pide que respeten su decisión. El planteo de una ilusoria vida ante los pecados del error. Lo que soslaya Macri es que hay más abortos clandestinos que nacimientos en Argentina. Silencia que la OMS ya ha hecho varias recomendaciones a nuestro país en materia de mortalidad materna a causa de abortos en la clandestinidad; la Comisión Interamericana de DDHH también ha advertido sobre el número de mujeres que mueren cada año por abortos clandestinos. Lo que calla es que hay más de 150 mujeres por año que mueren como consecuencia de abortos en las peores condiciones y que esas mujeres son de sectores populares. El presidente pide que se respete su visión. Macri una vez más apela a un acto de fe individual, pone en relieve que es un hombre de creencias rectas. Tan rectas como sus declaraciones sobre sobre las y los desaparecidos. Tan rectas como sus palabras que ponen en duda si son 9 mil o 30 mil quienes no caminan las calles ensangrentadas de la historia. No están para el mandatario nacional. No están, están desaparecidos. Como dijo Videla: no pueden tener un tratamiento especial porque no están. Qué sentido tendrá para Macri ocuparse de algo que no tiene entidad. La cosa es que el presidente sale de gira mediática todas las semanas y la imagen busca elevar tras el maquillaje. El chileno Ariel Dorfman, en su libro «Ensayos quemados. Inocencia y neocolonialismo», habla en uno de sus capítulos sobre los modos de construcción de sentido de la otrora famosa revista Rearder´s Digest. Revista que supo ser protagonista de los hogares de buena familia, entre las décadas de los 70 y 90. Para el pensador trasandino «es evidente que en el fondo, detrás de tanto progreso, novedad, ilustración, el Reader´s basa su dominio en un territorio moral previamente abonado. Los personajes protagónicos y los lectores pasivos comulgan en la misma comunidad. La justicia divina y el ojo editor del Reader´s se identifican. Dentro de este disco rayado, tal como la figura central del artículo recibía, gracias a su individualismo, rectitud, capacidad de superación, los beneficios de la ciencia y del éxito, así el lector recibe los consejos y apropósitos de la revista, comprendiendo que de nada servirán si no demuestra por medio de su conducta personal (primera manifestación de esta conducta: comprar el Reader´s; segunda: sentarse a leerlo; tercera: comentarlo con un amigo) que es el destinatario legítimo de tanto bien pronosticable, y que la confianza que la revista ha depositado en él se verá justificada». Los años pasan, las matrices de pensamiento persisten. Reader´s puede ser Clarín, La Nación o Facebook mismo. Una supuesta relación horizontal en los vínculos entre emisores, emisoras y receptores, receptoras. La interactividad como monólogo virtual de un escenario que reproduce las lógicas de dominación en la compra de discursos moralistas hacia el interior de nuestras comunidades. La vida como revista añosa y entrada en edad que dibuja crucifijos en las mentes. Macri, o Durán Barba, saben que el control monopólico de los medios de des-información permite construir sentidos en sociedades que anclan su memoria en el presente efímero del dedo índice en el botón digital que indica enviar en el teléfono. Convergencias que reducen la vida al mero instante, a ese roce superficial entre la realidad y la distancia entre el dedo y la pantalla. Desde ese lugar erigido en el púlpito presidencial, Macri pone en duda la memoria viva de los y las desaparecidas, de la feroz represión por parte del estado y las consecuencias sangrientas que resultaron en 30 mil cuerpos, 30 mil almas, 30 mil vidas, que al día de hoy no se sabe dónde están. Mientras es enfático en el rechazo de la legalización del aborto respaldándose en la reafirmación de la vida, poco parece preocuparle acerca de la vida de miles de argentinos y argentinas, de hombres y mujeres latinoamericanas, quienes luego de cuatro décadas aún están desaparecidos y desaparecidas. La doble moral emerge como rúbrica de la lógica de muerte. De la ideología de la muerte. Planteó que fue una «guerra sucia» cuando se trata de un genocidio, de los peores en nuestra historia, aunque no por eso el único, en manos del estado y sus cómplices. De allí que puede decir que una Madre de Plaza de Mayo está desquiciada desde hace años, desde la impunidad ideológica de saberse a la altura de Jorge Rafael Videla o del resto de los genocidas que las trataron de las «locas de plaza de Mayo».

Acto 2.

Suena una radio. La voz de Mario Pergolini en el micrófono de la Rock and Pop. Corre el año 2004. La Argentinidad al Palo como emblema de la hecatombe política-económica y social. Mientras llegar a fin de mes era tema de preocupación en cada casa, Mendoza es anfitriona del cierre de la gira de la Bersuit Vergarabat. Las cámaras señalan el escenario. Los camiones que trasladaron instrumentos y utilería dispuestos a montar un show para el registro de las retinas de 15 mil mendocinos y mendocinas. La cancha de la Lepra como escenario de un partido que lideró el recuento de votos, o más bien de billetes que cuanto más verdes más seguros, luego de pesificación de grandes deudas de parte de los grandes empresarios y de Duhalde. Clarín el más beneficiado. La cultura rockera en la arenga de un pogo interminable que alienta la danza frenética del aguante. El bis de despedida: Hociquito de Ratón. El pelado Cordera, líder de la banda, comienza a seleccionar las chicas que subirán al escenario para «pelar», como el propio músico indica a cada una. La voz de Cordera que se pierde con el relato de Pergolini, quien comenta que hacía tiempo no hacían este tema. No hay sillón ni entrevistadora formal. El desenfreno y la cultura del todo vale. Individualismo que se manifiesta en la urgencia por subir al escenario y conocer en minutos las delicias del éxito. El canto de Cordera erigido como símbolo del aguante en tiempos de crisis. Servil rastro en épocas del que se vayan todos. La gira como excusa para un DVD de la banda, el DVD como pretexto para que Jorge Lanata haga las veces de realizador audiovisual. Lanata, Pergolini, Cordera (y agreguemos a Tinelli para que no se sienta solo), unidos por las cámaras y los micrófonos. Ejercicio de poder que impone su presencia. La fama como lugar de pertenencia.

Pasaron unos cuantos años. Cordera sentado en una silla. La silla abraza una mesa. El músico junto a dos docentes de TEA que hacen una práctica con estudiantes de periodismo. De pronto, el machismo y la misoginia entran como personajes principales de una obra que no tiene sostén en el camino. Sus palabras que dicen lo que dicen sobre las formas y las prácticas. Violar como acción de liberación para Cordera. Liberación que impone el rigor del macho que hace sentir la crudeza del «poder ser» mujeres libres. La apropiación de los cuerpos una vez más en la centralidad de la obra. Es que Cordera dijo para el diario La nación que fue como una obra de teatro, como una provocación. Que no lo entendieron los y las estudiantes. Hagamos un ejercicio, veamos las siguientes frases célebres:

  1. Al consultarle sobre los abusos sexuales de Cristian Aldana de El Otro Yo y de José Miguel del Popolo de La ola Que Quería Ser Chau, la respuesta: «Es una aberración de la ley que si una pendeja de 16 años con la concha caliente quiera coger con vos, vos no te las puedas coger«

  2. «Hay mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo porque son histéricas y sienten culpa por no poder tener sexo libremente».

  3. «A mí lo discursivo no me dice nada, ¿qué son los ‘Derechos de la mujer’? A mi háblame como te sentís y te entiendo, pero si me hablas de los derechos no te escucho porque no creo en las leyes de los hombres, si en las de la naturaleza«.

¿Qué es lo que no se entiende?, ¿la violación es algo natural? Las frases son claras y categóricas. Claro, el tema es que Cordera ahora responsabiliza a los y las estudiantes, en particular al estudiante que hizo pública la grabación, por ignorante y no haber entendido que era una provocación para que fuese un ejercicio que rindiera a los fines de la formación práctica en materia de medios de difusión. Sus declaraciones a La Nación marcan la soberbia de la urgencia de salir del pantano: «Toda la conferencia fue como poniéndome en la otra mirada en el otro lugar. Y ese fue mi error. No contar con la otra persona en la responsabilidad de saber lo que es un psicodrama, una obra de teatro, el arte. Llevar el arte a los derechos institucionales son dos lenguajes que no se juntan. Un lenguaje crítico con un lenguaje artístico. No se puede juntar y es ahí donde aparece toda esta locura y me estoy dando cuenta las emociones que moviliza el lenguaje artístico enredado en un lenguaje de derecho constitucional. No hay forma que se concilien esos dos mundos. Y acá me encontré con una pared. No fui entendido, no fui entendido«. La subestimación como motor de la justificación. Un psicodrama que atormentó las conciencias de quienes estuvieron presentes y quienes escucharon la grabación. Una obra magistral de la reproducción de la violencia machista y el patriarcado como eje de la cosificación de los cuerpos y de las vidas de las mujeres. Un lenguaje artístico que hace del cuerpo de la mujer un adorno en el video-clip o una incitación a la violación como método de liberación. Los cuerpos de las mujeres como cosas, como objetos para la satisfacción ajena. Para este nuevo Cordera, el pastor hindú, la separación de estado y arte le permite plantear que es irreconciliable el arte con la justicia, porque la única justicia es la divina, la de arriba, la que nos mira y juzga. Dios único. Dios padre. Dios creador. Dios que reglamenta el antropocentrismo y el predominio del macho por sobre la hembra. Ley natural que no está enemistada con muchas leyes, entre ellas la que arroja a la clandestinidad el aborto. Las expresiones del músico no son justificables siquiera en el marco de un ejercicio de conferencia de prensa, en la cual tuviera que provocar a quienes tienen el trabajo de preguntar. Así de obvio. Así de básica la razón. Violencia simbólica que llama a la apropiación de los cuerpos de las mujeres y de la libre determinación de ellas sobre sus deseos.

Continuará

Las expresiones de Macri y Cordera fueron ampliamente condenadas por organizaciones populares de distintos sectores. Hablar de lo que pasó en TEA con la simulación de conferencia de prensa a Cordera, es poner en relieve que las mujeres son víctimas de femicidios, violaciones, golpes, de muertes por abortos clandestinos. Las declaraciones de Macri violan la memoria de los compañeros y compañeras desaparecidas, durante la última dictadura. Violan y silencian la memoria del genocidio de los anarquistas en el primer centenario. Violan y silencian la memoria de los Pueblos Indígenas que resistieron el mayor genocidio de la humanidad durante la conquista, la colonia y las conformaciones de los Estados-Naciones. Las voces se levantan, y gritan Nunca Más. Nunca Más que está más vivo que nunca.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.