«Los anillos de una serpiente son aún más complicadosque los agujeros de una topera»Gilles Deleuze «(…) se ha insistido bastante sobre la fisonomía aterrorizanteque puede asumir el Intelecto General cuando no se traduceen una esfera pública, presionando como un poder impersonal y despótico»Paolo Virno Una breve historia de la World Wide Web «Vago, […]
«Los anillos de una serpiente son aún más complicados
que los agujeros de una topera»
Gilles Deleuze
«(…) se ha insistido bastante sobre la fisonomía aterrorizante
que puede asumir el Intelecto General cuando no se traduce
en una esfera pública, presionando como un poder impersonal y despótico»
Paolo Virno
Una breve historia de la World Wide Web
«Vago, pero excitante» [‘Vague, but exciting’], fueron las palabras garabateadas por Mike Sendall sobre la tapa de la propuesta del joven físico Tim Berners-Lee, en la que esbozaba teóricamente el funcionamiento de un proceso de administración de la información en base a un sistema de interconexión de hipertextos. En aquella propuesta se encontraba el núcleo teórico y técnico de lo que hoy conocemos como World Wide Web. Para su formulación, Berners-Lee se enfrentó a un problema en el que ya con anterioridad había reflexionado Vannevar Bush, a quien muchos consideran el verdadero padre de Internet. En un documento ya histórico para la historia de la computación intitulado As we may thing , Bush analizaba el existente, y ya por entonces creciente archivo de «saberes de la humanidad», y la forma en la que éste puede convertirse en un depósito común al que puedan ingresar investigadores de cualquier latitud para ampliar sus conocimientos y así poder avanzar en sus propias investigaciones. La propuesta central de este documento radicaba en lo que él mismo denominó como Memex, un dispositivo «en el que una persona almacena todos sus libros, archivos y comunicaciones, y que está mecanizado de modo que puede consultarse con una gran velocidad y flexibilidad»1 . La investigación científica abierta a la reflexión de nuevos tópicos ilustra el contexto dentro del cual apareció el citado documento. El final de la II Guerra Mundial y la reorganización geoestratégica global permitió, dentro de las dos resultantes potencias mundiales hegemónicas, la inversión de esfuerzos y recursos en problemas ya no relacionados directamente con la derrota militar del enemigo en el campo de batalla, sino con la emergencia de una necesaria superioridad tecnológica, científica y militar sobre la otra potencia y, con ello, sobre el resto de países derrotados o dominados. La guerra fría, podríamos decir, fue el comienzo de la guerra virtual, dentro de la cual la información, y su comunicación de un punto a otro, se convirtieron en asuntos estratégicos para la seguridad nacional. Con ello, además, la guerra, por vez primera en la historia de la humanidad, se desterritorializa del campo físico y directo de la batalla cuerpo a cuerpo y se fuga hacia el espacio exterior; posteriormente y como consecuencia de este movimiento, el nuevo lugar de la guerra es el ciberespacio.
¿Cómo construir entonces un sistema de comunicaciones que permitiera compartir la información hospedada en puntos físicamente distantes? Es decir, ¿cómo materializar la idea del Memex de Bush? El lanzamiento del Sputnik I en 1957 espoleó a los Estados Unidos para que asumiera seriamente la investigación de un sistema distribuido de nodos interconectados que le permitiera a la información tener distintos caminos para llegar a su destino. De esta manera, si un punto del camino había sido atacado, habrían muchos otros por donde la información podría pasar para llegar a su destino. Pensado desde un principio con fines militares, este sistema de comunicación, que luego se expandiría bajo el nombre de Internet, empezó a ser utilizado con fines académicos, luego comerciales y finalmente civiles, desde finales de 1969.
En este contexto, el logro de Berners-Lee residió en aunar dos tecnologías -la del hipertexto y la de Internet-, en lo que él mismo denominó como Word Wide Web. Todo ello concluyó en un lenguaje de programación denominado html, en un navegador que permitía leer la información maquetada en este lenguaje, y en un servidor que facilita la intercomunicación entre la terminal del usuario y la información alojada en él. Poco más de veinte años han pasado desde aquél momento que cambió definitivamente el rumbo de Internet.
Internet y Web: dos capas diferentes
«The Web is an application that runs on the
Internet, which is an electronic network
that transmits packets of information among millions
of computers according to a few open protocols
Controlar la totalidad de Internet exige hacerse cargo del control de cada una de las capas de las que ella se compone. Si Internet es una red de terminales conectados entre sí y con otros servidores que, a través del protocolo TCP/IP, permite transmitir y compartir información, entendemos entonces por capas las diferentes conexiones que funcionan sobre ella. USENET, ftp, pop, imap ó html, streams de audio y video, apps, widgets u otras aplicaciones hacen parte de la variedad de conexiones que existen actualmente en esta red de redes. Por eso podemos decir entonces que Internet puede funcionar sin la tecnología de la World Wide Web, mientras qude no pasa lo mismo en sentido contrario, es decir, la WWW no puede existir sin Internet.
Debido a su universalidad y por lo tanto a su uso masivo, la web es la capa que más importancia y desarrollo ha convocado. Tres aspectos principalmente han ayudado a su masificación. En primer lugar, la creación de navegadores con interfaces gráficas de usuario (GUI) cada vez más amables; segundo, por la universalidad de los estándares de programación web; tercero, por la utilización de un solo protocolo TCP/IP que permite una conexión sin restricciones entre terminales y servidores. Por su importancia ganada gracias a su uso masivo, la web se ha convertido en un campo de disputas que tienen como eje transversal el control comercial y policial de los contenidos y de los comportamientos e intereses de sus usuarios.
Web: una red neutral
El debate ha tomado renovada importancia en las últimas semanas a causa de un artículo que Berners-Lee publicó en la revista Scientific American del mes de noviembre intitulado Long Live the Web: A Call for Continued Open Standards and Neutrality . En éste, el autor defiende los principios embrionarios de la web: libertad de crear y compartir información con cualquier persona a través de hipervínculos relacionados entre sí por medio de una dirección única (URI ó URL) asignada a cada página web. Esto significa que la información contenida en una página web e identificada con una URL podrá ser compartida por cualquier otra persona con una conexión a Internet, sin permisos o protocolos complementarios. Adicionalmente, los estándares web permiten que un usuario pueda acceder a aquella información sin importar su sistema operativo o el tipo de navegador que posea.
Esta libertad emergente de la la web ha sido aprovechada por individuos y organizaciones a nivel global para cuestionar el poder hegemónico de los grandes medios masivos de comunicación y para encontrar nuevos escenarios de enunciación de unos discursos que nunca hubieran encontrado espacio en los medios de comunicación más tradicionales. La web, en este sentido, ha permitido erosionar el poder monolítico de los media más comerciales y de los trust multimediales ascendentes; mas, al mismo tiempo, ha permitido el nacimiento y consolidación de nuevas y poderosas corporaciones interesadas en controlarla. Por eso, dice Berners-Lee, los ataques a la web son en el fondo ataques contra esa libertad que ha ganado la nueva sociedad interconectada.
En el artículo citado, el autor destaca las tres fuentes principales de donde provienen estos ataques: de los gobiernos, de las empresas prestadoras del servicio de Internet y de la creación de los llamados «walled gardens» de las redes sociales o de grandes compañías web. De los gobiernos y organizaciones internacionales como la Unión Europea se espera una legislación más coercitiva y limitativa de los derechos de los usuarios2. Bajo la idea todavía actual de la lucha contra el terrorismo, en este caso el terrorismo electrónico, y en beneficio de las grandes corporaciones de la industria cultural para resguardar sus derechos de propiedad intelectual, los Estados y organizaciones supranacionales han empezado a adoptar o a discutir una legislatura que se corresponda con estos intereses3. Esto ha conllevado a que la información privada distribuida o alojada en los servidores de estos países4 pueda ser objeto de control por parte de organismos de inteligencia o de agencias del Estado en busca de sospechosos de terrorismo, hackers o piratas informáticos que pongan en riesgo el poder Imperial y el margen de ganancias de las grandes corporaciones de la industria cultural. Además de vulnerar la privacidad de los usuarios, estas leyes permiten potencialmente la censura de determinados contenidos que puedan ir en contra de los intereses de determinados gobiernos o de determinadas empresas. Las presiones de los Estados Unidos sobre la ICANN5 para que elimine las DNS de algunas páginas web que violan las leyes de derechos de propiedad es una evidencia de este gran interés por parte de las grandes compañías y sus representantes estatales6.
Por otro lado, según el acuerdo, las conexiones móviles de Internet, a través smartphones o tablepc’s por ejemplo, no entrarán a formar parte de lo que se ha denominado ‘neutralidad de Internet’9. Así, los principios fundamentales sobre los que descansa la web abierta no serán necesariamente aplicados en el creciente mercado de las conexiones de Internet inalábricas. Como dice Eliot Van Buskirk en la edición digital del mes de agosto de la revista Wired, «None of these wireline broadband rules would apply to the wireless internet, with the exception of «transparency,» so the concept of net neutrality on the wirelessly-accessed public internet would be dead on arrival»10. Por eso, frente a la cacareada libertad ilimitada del ciberespacio, un básico análisis de economía política de la comunicación debería aclararnos cuál es el papel de las empresas que controlan la parte física de las redes y el poder que el última instancia ellas pueden ejercer sobre todo el entretejido de la red. A pesar de su carácter virtual, las redes electrónicas tienen su sustento físico en los cables submarinos de fibra óptica, en los satélites dedicados a la transmisión de datos y hasta en las mismas redes de conexión eléctrica. Así, no es poco el poder que estas empresas concentran sobre la totalidad de la red.
Rutinas y fidelización, ó ¿qué es lo que hacemos en Internet?
«Real-time display is expensive, but you’re not paying for it. It’s «free.»
You pay by renting a little piece of your brain to the Krakatoa HeadsUp
Advertising Corporation, which beams clever poetic messages twice an hour»
Pero tal vez el golpe más contundente puede provenir de los mismos usuarios de Internet. El crecimiento exponencial de las redes sociales ha permitido poner a disposición de sus dueños un enorme poder sobre la Web, y gran parte del futuro de ésta puede depender de ellos. Para Berners-Lee, el problema relacionado con las redes sociales tiene que ver con la posible fragmentación de ese casi infinito «interconnected information space», que es la World Wide Web. En efecto, cuando un sitio web como Facebook, con millones de usuarios registrados11, impide compartir la información que estos usuarios han alojado en sus servidores, se crea entonces un espacio privativo; un, como se ha denominado, ‘Walled Garden’. Estos Walled Gardens rompen con la neutalidad de la red, con los estándares de programación12 y con la premisa básica de distribución libre de los contenidos.
Un Walled Garden se caracteriza, primero, porque la información carece de una URL. Esto significa que, a pesar de que a través de nuestro navegador podamos ingresar a la página web de un Walled Garden y acceder a la información que se hospeda en él, no vamos a poder compartirla con otros usuarios que no pertenezcan a la comunidad de ese espacio cerrado de información. La información está en Internet, pero no en la web, es decir, no es accesible.
Segundo, por la utilización de protocolos privativos que limitan la universalidad de conexión entre terminales y entre servidores. Un ejemplo de ello es anticipado por el mismo Berners-Lee: «Apple’s iTunes system, for example, identifies songs and videos using URIs that are open. But instead of «http:» the addresses begin with «itunes:,» which is proprietary. You can access an «itunes:» link only using Apple’s proprietary iTunes program» .
Tercero, por las apps, gatgets y por la emergencia de lo que algún día la revista Wired llamó Push Media y el modelo del Computer Cloud. El fenómeno de los gatgets y de las apps es bien conocido. Se trata de pequeños programas que buscan y procesan información a petición de intereses específicos del usuario, como el estado del tiempo o el tráfico aéreo, por ejemplo. Hay apps que corren sobre la web, pero hay muchas otras que no necesitan de la interfaz web para funcionar: conectan directamente el terminal del usuario con el servidor a través de nuevos protocolos y programas que desechan el universal http. El ejemplo más conocido es el de las aplicaciones privativas de los iphones o de las nuevas Ipad. Un periódico diseñado especialmente para el Ipad, como el próximo The Daily, de Rupert Murdoch, estará disponible sólo para sus abonados, excluyéndose a sí mismos del resto de Internet. Es esta una buena apuesta de quien tiene mucho para apostar, pero seguirla será una decisión difícil hasta para los grandes medios, quienes han sido conscientes de que uno de los mayores potenciales de la web reside en la posibilidad de llegar a un mercado de millones de consumidores, y que además saben que ésto sólo se logra cuando el acceso a la información es ‘universal’13. Como dice Berners-Lee: «(…) many companies spend money to develop extraordinary applications precisely because they are confident the applications will work for anyone, regardless of the computer hardware, operating system or Internet service provider (ISP) they are using-all made possible by the Web’s open standards» . Sin embargo, el potencial de las apps y apis, en la actualidad, no es menor. David Cuen, en su blog de la BBC, resalta cómo «Las apps son un paraíso para [las] empresas. Son plataformas cerradas, no se puede bloquear la publicidad y los editores deciden qué información comparten y cuál no» 14.
Las apuestas están abiertas y la suerte está determinada en parte por los mismos usuarios de la Web. Por ello, más allá de los Walled Gardes y de los intentos de control corporativos, el punto neurálgico reside en el comportamiento de los usuarios. En la era de la inteligencia colectiva, son los mismos internautas lo que dan o quitan el poder a la web. Según estadísticas de Compete, una empresa de análisis web, «the top 10 Web sites accounted for 31 percent of US pageviews in 2001, 40 percent in 2006, and about 75 percent in 2010» . Esto significa que, a pesar del aumento de usuarios conectados y de páginas visitadas, el tráfico de Internet está centralizando el poder de la red en unos pocos super-nodos estrechamente relacionados en la mayoría de los casos a grandes corporaciones informáticas. Por ejemplo ¿qué sería de Facebook sin sus más de 500 millones de usuarios libremente afiliados en sus servidores? Si cada uno de estos usuarios utilizara una red social alternativa, si no pasara cada vez más tiempo revisando sus propias actualizaciones y las de los demás, y si no siguiera la tendencia de centralizar todos sus comportamientos y actividades en un solo sitio web, por nombrar sólo algunas pocas rutinas, ¿Facebook tendría el poder y la influencia de la actualmente goza? Por eso, más allá de sus aspectos puramente técnicos, el asunto revela su aspecto político cuando el último y más importante lugar de toda esta ecuación lo ocupa cada uno y cada una de los usuarios y usuarias de Internet y de la WWW. Son sus decisiones, rutinas, comportamientos, deseos y gustos los que se han convertido en mercancía, señalando una tendencia que es identificada por los expertos en marketing para crear escenarios en los que triunfa de nuevo el poder del capital y de sus ganancias. Además, en un mundo donde la información es parte esencial del nuevo capital especulativo, los usuarios terminan siendo trabajadores al servicio de estas empresas. Todo el tiempo invertido en estas redes o espacios privados subiendo información a sus servidores es tiempo de ganancia corporativa en la infoeconomía. Por eso, una cuarta fuente de estos intentos, y que no anota Berners-Lee literalmente, proviene los mismos usuarios y usuarias del sistema.
El artículo de portada de la revista Wired del mes de septiembre con el grandilocuente título de The Web Is Dead. Long Live the Internet , despertó gran controversia entre defensores y contradictores de la web abierta. Firmado por Chris Anderson, editor en jefe de la revista, y por Michael Wolff , periodista de tecnología, el artículo, que parece más una necrología que una predicción de tendencias, insiste en vestir a la Web con su mortaja final. El gráfico estadístico que acompaña al artículo muestra un descenso del tráfico web y un aumento de otros tipos de conexiones sobre Internet como argumento demostrativo de su hipótesis. Sin embargo, una lectura atenta de estas estadísticas ha levantado suspicacias sobre la lectura que de él hacen los autores. Para Rob Beschizza, de Boing Boing, «It doesn’t even seem to be the case that the Web’s ongoing growth has slowed. It’s rather been joined by even more explosive growth in file-sharing and video, which is often embedded in the Web in any case.» 15 Nota de la cual tomó también referencia la sección Bits , del diario New York Times , aclarando que, «(…) if you change the graph to show actual traffic growth online, you can see hockey-stick-like growth over every aspect of the Internet through the past two decades, including the Web». Y añade que: «So as more devices become connected to the Internet, even if they’re built to access beautiful walled gardens, like mobile apps or TV-specific interfaces, they will continue to access the Web too, enabling each platform to grow concurrently» 16. Por tanto, a pesar que el gráfico muestra un ascenso grandioso de las apps y apis, no se deduce de ello un descenso de la Web. Por el contrario, se podría sostener que su tráfico aún sigue en alza. Bastaría ver cómo la web empieza a ser conocida entre millones de personas de países periféricos que encuentran en esta tecnología su primer contacto con Internet. Además, las apps y apis corresponden todavía a un sector minoritario del total de población que tiene acceso a Internet, no sólo por sus costos -mientras que la web es gratuita- sino también por los dispositivos -smartphones, tables, e-readers, etc.- desde los cuales se hace obligatorio acceder.
A pesar de ello, no es allí donde debería detenerse el análisis del mencionado artículo. Lo que está en realidad detrás de todos estos intentos por controlar la web, y con ella Internet, se encuentra allí dramáticamente expuesto. Para Anderson, las compañías deben seguir las tendencias para sobrevivir en este mundo caótico de Internet. Pero ¿cuáles son esas tendencias? ¿Quién las impone? Aquí entran en juego dos aspectos que se complementan recíprocamente y que dificultan la distinción entre la causalidad primera de una en la otra: lo que hace el usuario y lo que quiere hacer el usuario. ¿Y qué es lo que hace el usuario? Según Anderson,
« You wake up and check your email on your bedside iPad – that’s one app. During breakfast you browse Facebook, Twitter, and The New York Times – three more apps. On the way to the office, you listen to a podcast on your smartphone. Another app. At work, you scroll through RSS feeds in a reader and have Skype and IM conversations. More apps. At the end of the day, you come home, make dinner while listening to Pandora, play some games on Xbox Live, and watch a movie on Netflix’s streaming service. You’ve spent the day on the Internet – but not on the Web. And you are not alone».
Dejando de lado la problemática socioeconómica acerca del estrecho, pero al mismo tiempo creciente universo de quienes pueden ejercer este tipo de rutinas, lo sustancial radica en resaltar cómo éstas aparecen y benefician las ganancias de muchas compañías. Las rutinas se convierten en una de las formas en la que la actual sociedad de control ejerce su poder desde los más profundos deseos de las personas. En un control masivamente personalizado, las rutinas son aprovechadas por el marketing de la infoeconomía. Las grandes compañías las aprovechan con el fin de lograr fidelidad y lealtad por parte de sus frecuentes consumidores. Como dice Sharon Gaudin en la revista Computer World refiriéndose a la disputa entre Google y Facebook, «The big picture is that both companies are looking for the same thing: lots of users who stick around for longer times» 17. En el caso de la WWW, los Walled Gardens son la mejor expresión de este aprovechamiento: refuerzan las rutinas, ofreciendo a sus usuarios una automatización de las mismas, permiten que los comerciales de sus anunciantes sean inevitablemente consumidos y, de paso, recaudan una información particularmente rica sobre hábitos, deseos, contactos y, en general, sobre gran parte de la vida ‘privada’ de sus afiliados.
Pero ¿qué hacer con aquellos usuarios y con aquellas utilizaciones de la web que escapan a los análisis de sus marketing analyzers? Una Internet cerrada no sólo es un sueño actual de las gobernancias autoritarias. Este sueño es compartido también por muchas corporaciones que ven en la Web un sistema por fuera de control o, más bien, por fuera de su control. Los mismos editores de la revista lo dejan claro: «(…) eventually our tolerance for the delirious chaos of infinite competition finds its limits». A lo que añade Michael Wolff: «Finally, after years of experimentation, content companies came to a disturbing conclusion: The Web did not work.» Pareciera entonces que el parte de defunción de la Web es más un deseo que una realidad. La Web no funciona, pero ¿para quién no funciona? Hasta ahora, entre otras cosas, ha funcionado para que muchos de sus usuarios compartan información; para ampliar la libertad de expresión y comunicación; para extender y acrecentar conocimientos y poner en contacto redes y personas en favor de una sociedad menos cerrada. Pero tal vez por eso mismo es que no ha funcionado para quienes imaginan una red de grandes islas privadas, sin mayores competencias. A estos intereses corresponden los adelantados obituarios sobre la muerte de la Web . Si no, basta leer una frase de Steve Jobs: «Forget best practice, open standards and copying other’s models – just do what you think is best for your customer!18«. Ya sabemos que lo mejor para tu consumidor es lo mejor para tu empresa. Y ya sabemos también que lo mejor para tu consumidor es que siempre se quede contigo, -¡pero sólo contigo!, en ese mundo que has creado para él19. Y para despejar cualquier duda, Wolff remata con la siguiente frase: «If we’re moving away from the open Web, it’s at least in part because of the rising dominance of businesspeople more inclined to think in the all-or-nothing terms of traditional media than in the come-one-come-all collectivist utopianism of the Web» .
Una de las denominaciones más repetidas en los últimos años de la emergencia de las redes electrónicas y de la tecnología interactiva es la de prosumidor. Con ella se intenta resaltar el papel activo que supuestamente tienen ahora los usuarios con estas nuevas tecnologías. Las plataformas web acumulan una rebosante información elaborada por los mismos usuarios y no por las empresas que las administran. Ya no son éstas las creadoras de los contenidos, sino que son los usuarios quienes los producen y los que interactivamente deciden el qué y el cuándo. Mas las tendencias parecen indicar otra perspectiva. Para la revista Wired, Internet «(…) are less about the searching and more about the getting». Según esta mirada, estaríamos pasando entonces de un usuario activo que se escabulle en ese gran mar de información, a otro diferente que simplemente paga para que ésta le llegue y pueda ser consumida fácilmente. Es lo que en la misma revista Kevin Kelly y Gary Wolf denominaron hace más de 13 años como push media20: «Content is pushed to you, in contrast to the invitational pull you make when you click on the Web». En ese mismo artículo nos ilustran sobre la forma en la que funcionaría esta tecnología:
» The image to hold in mind is an amusement park, full of experiences and information coming at you in many forms, some scripted, some serendipitous. It may be intense, it may be ambient, but it always assumes you are available. Push media arrive automatically – on your desktop, in your email, via your pager. You won’t choose whether to turn them on, only whether to turn them off. And there will be many incentives not to.»
Buenos ejemplos de ello son presentados en la película Minority Report, protagonizada por Tom Cruise, o en la ya clásica serie de comerciales de AT&T, You Will21 , mas con una pequeña diferencia: se les ‘olvidó’ poner la opción de «turn off». No sabemos exactamente por qué nos hace recordar a Winston Smith, el personaje de George Orwell, pero parece que esta interactividad va a ser más heterónoma que autónoma. En efecto, el push media no sería más sino la imposibilidad de salir de un ambiente tecnológico de interfaces inmersivas pletóricas de información comercial, policial y de entretenimiento cultural, en donde el usuario ya no escoge lo que quiere ver, sino lo que le ‘recomiendan’ ver. Esta visión se corresponde muy bien con el estilo de vida que Wired, las corporaciones interesadas en este negocio y muchos gobiernos, esperan para la sociedad del futuro:
» After a hard day at work, who wants to come home and craft an experience by prospecting for a granule of intelligence or amusement that’s buried in 100 billion Web sites? There are times you want the content to steer you. It’s worth paying for selections, edits, digests, synthesis, and branded creations. Or you can sit in your chair and become absorbed in a multiplayer game that has been in progress all day, that knows your skill level, can locate your friends, and is just waiting (if not begging) for your attention».
Para agregar más adelante: «When you are young, you have more time than money, and LimeWire is worth the hassle. As you get older, you have more money than time». Cansados de tantas opciones, según los autores, los usuarios se volcarán masivamente hacia una especie de pereza informática, esperando que sus apps o apis favoritas hagan el trabajo por ellos, dejando a su paso ganadores y perdedores. Pierde la diversidad de la información; pierde la autonomía; pierde la creación y la innovación independiente; pierde la privacidad y la intimidad y, en últimas, pierde la libertad. Ganan las compañías informáticas y publicitarias; gana el control policial y estatal; ganan las restricciones por derechos de autor; ganan las ISP; ganan los grandes conglomerados multimediales; gana la buena gobernanza mundial del poder hegemónico del capital.
«Sólo el que se abre una línea de fuga puede fundar;
pero, recíprocamente, sólo el que funda
logra encontrar el paso para partir de Egipto»
A las heterotopías que se han abierto con las nuevas tecnologías y los nuevos modos de comunicación debemos añadir muchas otras más que nos permitan ver en el espejo ya no la ausencia física de lo que está más allá, sino la presencia omnipresente, física y virtual, que resiste a ser finalmente vencida. Muchos acontecimientos desde Seattle en 1999 y el nacimiento de un movimiento global como Indymedia, hasta los cientos de mirrors creados espontáneamente para ayudar a destapar la hipocresía estatal del Imperio a través de los cables de Wikileaks, prometen no pocos combates en los que la disidencia, los rechazados, los marginados y algunos privilegiados asqueados de sus propios privilegios hacen suyas las herramientas de las que se vale el poder del control: la velocidad, la instantaneidad, la interactividad, la omnipresencia. Frente a la sociedad de control: más veloces, más astutos, más acompañados, más ilimitados, más anónimos.
En este sentido, ¿cuáles son los imaginarios que debemos crear y que debemos recordar en torno al papel de la tecnología en nuestras vidas diarias? Hay detrás de las redes electrónicas, de la web, y en general detrás de toda técnica y tecnología, una fantasía que aún seguimos soñando, en la que la solidaridad y la libertad vencen la competencia humanamente salvaje de las ganancias, de la exclusión y del privilegio. La web abierta ha permitido a muchas personas inventar encuentros, compartir conocimientos, exigir autonomía, contar y recordar nuevas y viejas historias, combatir la ausencia y la indiferencia, intentar crear nuevas formas de vida. Defenderla y ampliarla es una necesidad, pero para despertar del sueño tenemos la necesidad ir más allá. En estas nuevas ciudades binarias debemos construir nuevos lugares, nuevas barricadas, nuevos exilios y nuevas fugas que nos permitan urbanizar las redes electrónicas con una arquitectura des-centralizada, des-jerarquizada y des-elitizada. Y en la web muchos y muchas hemos encontrado un nuevo lugar para okupar. Sólo de esta manera la libertad virtual puede convertirse en una libertad actual.
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1Bush, Vannevar. Atlantic Monthly. Julio, 1945. Tomado de: http://biblioweb.sindominio.net/pensamiento/vbush-es.html
2Interesantes los cables de wikileaks que revelan la forma en la que el gobierno de los EEUU presiona a los demás países para que adopten una legislación acorde con los derechos de autor de sus empresas del entretenimiento más grandes e influyentes. Ver por ejemplo las presiones sobre España reveladas hace pocos días: http://www.elpais.com/documentossecretos/tema/pirateria_en_espana/
3 «In France a law created in 2009, named Hadopi, allowed a new agency by the same name to disconnect a household from the Internet for a year if someone in the household was alleged by a media company to have ripped off music or video. After much opposition, in October the Constitutional Council of France required a judge to review a case before access was revoked, but if approved, the household could be disconnected without due process. In the U.K., the Digital Economy Act, hastily passed in April, allows the government to order an ISP to terminate the Internet connection of anyone who appears on a list of individuals suspected of copyright infringement. In September the U.S. Senate introduced the Combating Online Infringement and Counterfeits Act, which would allow the government to create a blacklist of Web sites-hosted on or off U.S. soil-that are accused of infringement and to pressure or require all ISPs to block access to those sites».
4Tratar de buscar la cantidad de servidores que hay en EEUU y en otros países para ver que el riesgo aumenta cuando la información mundial pasa por unos pocos super-nodos.
5La ICANN es la organización internacional encargada de administrar todos los nombres de dominio público a través de los cuales podemos acceder a un sitio web.
6En este sentido cabe destacar la creciente importancia que viene tomando la propuesta de creación de un sistema de DNS alternativo, que esté por fuera de la jurisdicción de la ICANN y, por tanto, fuera de toda presión e interés corporativo o estatal. En palabras de Peter Sunde, co-fundador del portal thepiratebay, «el principal problema del DNS no es la ICANN, sino que los gobiernos y las compañías pueden controlar la ICANN». Tomado de: http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=46427&origen=notiweb
7Y que además demuestran que la única posición verdadera es la de las ganancias. O si no. ¿cómo explicar los recientes reclamos de parte de Google contra Facebook por el hecho de que los usuarios de éste no puedan compartir su información personal con el servicio de aquél? Pareciera que la web cerrada es buena cuando sus intereses comerciales se ven favorecidos, pero es mala cuando va en detrimento de sus ganancias. Ver por ejemplo el cuadro de ganancias comparativas entre Google y Facebook en el reportaje de la BBC: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2010/11/101117_1115_facebook_google_batalla_web_redessociales_internet_dc.shtml. También, el comunicado de prensa de Google intitulado Trap my contacts now en donde advierte los efectos nocivos de una web cerrada, en clara referencia a Facebook y sus políticas de privacidad de la información: http://www.google.com/mail/help/contacts_export_confirm.html
8http://policyblog.verizon.com/BlogPost/742/JointPolicyProposalforanOpenInternet.aspx y http://googlepublicpolicy.blogspot.com/2010/08/joint-policy-proposal-for-open-internet.html
9http://www.savetheinternet.com/
10http://www.wired.com/epicenter/2010/08/google-verizon-propose-open-vs-paid-internets/
11Un interesante mapa sobre los países en donde se concentra el tráfico de Facebook fue publicado por Paul Botler, un ingeniero del equipo interno de infraestructura de datos de Facebook. en la siguiente página: http://sphotos.ak.fbcdn.net/hphotos-ak-snc4/hs1382.snc4/163413_479288597199_9445547199_5658562_14158417_n.jpg
13El mejor antecedente es el fracaso económico del primer Walled Garden formado por la empresa AOL en 1996.
14 http://www.bbc.co.uk/blogs/mundo/un_mundo_feliz/2010/06/las_apps_son_el_futuro_rian_o.html
15 http://www.boingboing.net/2010/08/17/is-the-web-really-de.html
16 http://bits.blogs.nytimes.com/2010/08/17/the-growth-of-the-dying-web/?ref=technology
17http://www.computerworld.com/s/article/9195978/Google_Facebook_duke_it_out_over_user_data
18 Steve Jobs, citado en http://blogs.forrester.com/george_colony/10-08-27-app_internet_next_wave
19 La creación de estos espacios privados en donde se reúnen muchos servicios bajo la administración y control de una sola empresa es una de las grandes enseñanzas aprendidas por los analistas de marketing. La ciudad de Walt Dysney, bautizada Celebration, no es ni una casualidad ni una particularidad.
20 http://www.wired.com/wired/archive/5.03/ff_push.html
21http://www.youtube.com/watch?v=TZb0avfQme8
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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.