El 32 de junio de 2011 se celebró una reunión, que había permanecido en secreto hasta ahora, entre Julian Assange y Eric Schmidt, director general de Google. El contenido de la misma se puede conocer ahora a través de la web de WikiLeaks donde se recoge la transcripción de la misma. En aquel momento Assange […]
El 32 de junio de 2011 se celebró una reunión, que había permanecido en secreto hasta ahora, entre Julian Assange y Eric Schmidt, director general de Google. El contenido de la misma se puede conocer ahora a través de la web de WikiLeaks donde se recoge la transcripción de la misma.
En aquel momento Assange se encontraba bajo arresto domiciliario en la campiña británica y recibió la visita de Schmidt, acompañado por Jared Cohen, antiguo asesor de la Secretaria de Estado Hillary Clinton, además de Lisa Shields, del Consejo de Relaciones Exteriores. El motivo de la reunión era intercambiar ideas acerca del libro que estos últimos estaban preparando por entonces, «El nuevo mundo digital», que salió a la venta el pasado mes.
La entrevista es larga, prolija y toca diversos temas. Comienzan hablando de la red de comunicación semiclandestina TOR, así como de la capacidad de poder cambiar las ideas o la mentalidad de los individuos aportando pequeñas cantidades de información que permanecía oculta para ellos, con las consiguiente repercusiones filosóficas y políticas… de ahí el interés de Assange en que a través de WikiLeaks los ciudadanos de todo el mundo tengan acceso a la información que se les oculta.
Assange también revela a grandes rasgos (tampoco va a contar todos los secretos) el método de funcionamiento de WikiLeaks a la hora de proteger la seguridad de sus servidores de posibles ataques así como las estrategias que emplean para mantener sus comunicaciones a salvo de ojos no deseados, al igual que hacen otras iniciativas como The Pirate Bay, de quien también hablan.
En cuanto a la existencia de una especie de «seguro de vida» o «bomba atómica digital», Assange reconoce que queda aún mucha información sin revelar pero que no sería responsable publicarla sin más en caso de necesidad. Assange manifiesta que en todo caso habría que censurar algunas partes puesto que de no hacerlo podría causarse más perjuicio que los beneficios posibles de conocer determinados detalles.
Relativo a la discreción en las comunicaciones, el fundador de WikiLeaks habla de un sistema que codifique los teléfonos móviles y que permita crear una red peer to peer entre los propios dispositivos prescindiendo de las estaciones base con lo que se evitaría un «apagón celular» como el que tuvo lugar en Egipto cuando el hoy depuesto Mubarak «desenchufó» al país.
También se refieren al auge de la moneda virtual Bitcoin y sus posibilidades al no depender de una Casa Central de la Moneda, un medio de pago por el que Assange apuesta sin ninguna duda, haciendo una previsión (que se ha cumplido) relativa al aumento de valor de esta moneda virtual.
La conversación se extiende a lo largo del equivalente a más de un centenar de páginas. Una lectura más que recomendable para conocer entresijos muy variados de un buen número de aspectos, así como permite adentrarnos en las opiniones de Assange en un buen número de interesantes cuestiones.
vINQulo