El destino de Wikileaks está ligado al de su creador. Sin dinero, ignorados por los periódicos que recibieron el maná de sus cables y abandonados por algunos de sus más estrechos colaboradores, tanto el sitio web como Julian Assange afrontan un incierto futuro. Si el hacker australiano acaba siendo extraditado a Suecia, su proyecto quedaría […]
El destino de Wikileaks está ligado al de su creador. Sin dinero, ignorados por los periódicos que recibieron el maná de sus cables y abandonados por algunos de sus más estrechos colaboradores, tanto el sitio web como Julian Assange afrontan un incierto futuro. Si el hacker australiano acaba siendo extraditado a Suecia, su proyecto quedaría herido de muerte, según algunos expertos. Pero las filtraciones seguirán.
Assange y Wikileaks están asfixiados económicamente. El primero lleva un año batallando para impedir su extradición. El segundo no ha podido soportar el bloqueo al que lo han sometido Visa, Mastercard, Western Union y PayPal desde el año pasado, viendo como sus ingresos se han reducido un 95%. Sin la entrada de donaciones, Wikileaks decidió el 24 de octubre suspender sus actividades y dedicar el poco dinero que le entra a luchar con el cerco financiero.
Aunque Assange dijo enton-ces que mantenían estrechas colaboraciones con medios de 90 países, los cinco grandes que publicaron la primera oleada de cables de las embajadas de EEUU, hace ahora un año, le han dado la espalda. El conflicto, especialmente duro con el británico The Guardian y el estadounidense The New York Times, provenía, según Assange, del incumplimiento de los acuerdos a los que llegaron. El asunto se enconó aún más cuando Wikileaks decidió publicar el resto de cables del Departamento de Estado de EEUU sin proteger a las fuentes.
El australiano también ha visto cómo algunos de los que le acompañaron en 2006 en la creación de Wikileaks le han abandonado. El más sonado fue ya el año pasado. El alemán Daniel Domscheit-Berg fue el portavoz de la organización hasta septiembre de 2010, cuando la dejó por diferencias con el estilo demasiado personalista de Assange. Con él también se fueron otros, incluido el misterioso The Architect. Este hacker habría sido el creador de un sistema para garantizar la confidencialidad en el envío de filtraciones. Junto a Assange, todavía quedan otros hackers, aunque también están en horas bajas.
«No creo que Wikileaks pueda existir sin Assange,» asegura el investigador de la Universidad de Harvard Tim Maurer. Sin embargo, las filtraciones seguirán. Maurer publicó un estudio sobre el fenómeno Wikileaks en agosto. En él, explicaba que la creación de Assange es sólo el síntoma de un problema nuevo provocado por la tecnología: los gobiernos y las grandes corporaciones dependen de grandes cantidades de datos que pueden ser robados a muy bajo coste y puestos en circulación de manera exponencial.