Como era de imaginar, una enfermedad que se desarrolló de un modo universal debía tener una respuesta del mismo carácter. No quedan dudas que esta peste existe y se está llevando centenares de miles de vidas humanas y que ellas son un mínimo porcentaje de los millones y millones de contagiados.
En Argentina, la proporción de fallecidos en relación a los contagiados es muy baja; por cada 100 contagiados hay menos de dos fallecidos, si hablamos de los mayores de los 60 años esa tasa de letanidad supera el 10%. Volviendo al tema de la vacuna, esta cuestión se ha transformado en un punto de confrontación de las estrategias de potencias mundiales.
Hasta ahora el gobierno argentino hizo variados gestos. El martes 11 de agosto el presidente Albrto Fernández hizo llegar su felicitaciones a Vladimir Putin por el éxito alcanzado en el lanzamiento –un día antes- de la vacuna elaborada por su país; el jueves 13 el ministro de Salud Ginés González García informó que “el país está avanzando para cerrar un acuerdo con la empresa estatal china Sino Pharm”, para desarrollar en Argentina la fase clínica de la vacuna.
El lunes 10, la mitad de los 4.500 voluntarios argentinos, comenzaron a recibir, en el Hospital Militar, las dosis de prueba de la vacuna elaborada por la compañía stadounidense Pfizer y su par alemana BioNTech. La otra mitad solo recibirá placebos para que actúen como un sistema de contralor de la eficacia de las dos dosis que se aplicarán.
Las autoridades de Salud confían que, con esta colaboración, se obtengan algunas ventajas en los procesos de compra y distribución de la vacuna dentro de Argentina.
En medio de esta carrera falta aportar un dato más que interesante, anunciado por el Presidente el miércoles 12: se trata de una vacuna que se haría con colaboración argentina. Ella se aplicaría en una sola dosis y estaría disponible para el primer semestre del año próximo.
Esa “vacuna argentina” la está fabricando el laboratorio inglés Astra Zeneca en colaboración con la británica Universidad de Oxford; y en Argntina la produciría el laboratorio MAbxcience. Su financiamiento estaría a cargo de la Fundación del multimillonario mexicano Carlos Slim y su costo oscilaría entre los tres y cuatro dólares, por unidad.
Se envasaría en México y desde allí –los 150 a 250 millones de unidades producidas- serían distribuidos a toda la región, con excepción de Brasil que está acordando para producir y distribuir la vacuna rusa.
El laboratorio MAbxcience inauguró por la zona de Garín, cercana a la capital, invirtiendo unos 40 millones de dólares, una importante y nueva planta. Ello ocurrió en febrero de este año, cuando comenzaba a difundirse en el mundo lo que se luego se conocería como la pandemia del Covid 19. Ahora en ese lugar se fabricará, bajo licencia inglesa, la vacuna para tratar de frenar ese mal. Hugo Sigman es la figura central de ese emprendimiento y del Grupo INSUD que preside y se extiende por 40 países. Éste se dedica al negocio farmacéutico (80% de sus actividades) y a los agronegocios (particularmente el forestal). Tiene más de 40 mil hectáreas con plantaciones de eucaliptus y pinos en Corrientes y Paraguay. Tampoco deja de incursionar, con fuerte presencia, en la publicación de libros y producción de películas.
Pero todo lo dicho sería incompleto si no reflexionáramos brevemente sobre el significado de la vacuna rusa. El anuncio de Putin generó en Occidente dudas sobre su eficacia y la autenticidad del anuncio efectuado. Esta cuestión y lo que gira en torno a la misma daría para un largo debate acerca del modo que se despliegan los poderes mundiales.
Putin, sabedor de que los más poderosos países occidentales le pisaban los talones, decidió adelantar en un día el anuncio que iba a producirse el martes 11. Para que no se tenga dudas sobre el significado de ese adelanto y su arraigo en la historia es bueno recordar que la vacuna fue denominada “Sputnik V”.
Ese fue el nombre del satélite soviético que en 1957 abrió el espacio a la exploración humana. De ese modo el universo se enteró que esta pandemia contemporánea comenzaría a ser derrotada por una vacuna rusa. Para no quedarse solamente en la historia, Kiril Dmítriev responsable del Fondo de Inversión Directa de Rusia –que financió esta investigación- publicó un extenso informe repasando la tradición rusa en materia de vacunas.
Con ese motivo recordó que la emperatriz rusa Catalina la Grande dirigía ese imperio cuando, en 1768, y que tres décadas antes que tal cuestión fuera solucionada en EEUU, los rusos habían descubierto la vacuna contra la viruela. Rusia ya ha recibido mil millones de solicitudes internacionales de esa vacuna. Estiman que su capacidad productiva rondaría los 500 millones anuales, que comenzarían a estar disponibles en el último trimestre del corriente año. Están planificando su fabricación en otros cinco países, uno de ellos es Brasil donde la producirían en un laboratorio estatal de acuerdo a lo firmado con el gobernador del Estado de Paraná.
Cuba, en asociación con Rusia, está terminando las investigaciones para su propia vacuna.
Covid 19 y la polémica de los números
El presidente Fernández ya puede concentrar legítimamente sus consideraciones sobre esta peste analizándola desde el punto de vista de la importancia de la vacuna, que aparece en un horizonte no tan lejano. Más allá de este hecho hay un par de cuestiones que no pueden soslayarse.
La primera y más importante es que en Argentina –muy probablemente- estamos atravesando el pico de la propagación de este virus. Los datos oficiales no son nada halagüeños, no solo por lo que pasa en el área Metropilitana de Buenos Aires (AMBA), sino que una tendencia del mismo tipo se manifiesta en muchas ciudades del interior.
Todo ello introduce una duda muy grande respecto del futuro inmediato: Lo que debe “abrirse” o no; la posibilidad de las clases presenciales (que tuvieron un módico restablecimiento en la provincia de San Juan) y el temor –siempre presente- a que se agraven las disponibilidades sanitarias, tanto en el aspecto del personal como en lo que respecta a la infraestructura hospitalaria.
El otro tema que se asoma con su costado polémico es la duda que aparece, desde las propias opiniones de algunos funcionarios sobre los números. A nadie le caben dudas sobre el incremento de los casos. El tema que aflora es que muchos de esos casos no se condicen con la fecha de la información proporcionada. El propio viceministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires lo dijo sosteniendo que «es muy probable que haya muchos fallecidos que no se registren en el día debido a retrasos en la carga de datos y aparezcan en informes posteriores”.
El problema es que tal hecho -a veces- supone semanas de demora. Esa advertencia no cuestiona los números absolutos pero sí su distribución diaria, la cual de esta manera se presta a manejos que pueden responder a otros objetivos. El riesgo que eso implica es la pérdida de confianza en las informaciones y propuestas oficiales en materia sanitara.
Todos sabemos la importancia de las mismas para que la población asuma responsablemente, en su vida cotidiana, las medidas adecuadas para transcurrir estas difíciles circunstancias. Esto es particularmente importante en momentos que las cuarentenas iniciales han perdido vigencia.
Son situaciones en los cuales todo queda sujeto a la responsabilidad social de la población, cuando un cansancio moral y sicológico, además de la situación y crisis económica, agobian a la sociedad.
Aunque esta nueva perspectiva cuestione alguno de sus dichos recientes, sobre la vigencia de la cuarentena, el Presidente asumió la situación al sostener: “Que me sigan hablando de cuarentena es algo que me asombra”, ahora sobreviven los controles y apelaciones a extremar la responsabilidad individual bajo los nombres de “aislamiento” y “distanciamiento”.
Inseguridad: no es la prensa ni la Justicia, sino falta de esperanza, desigualdad y pobreza
El tema de la inseguridad vuelve a trepar en las encuestas como uno de los principales problemas actuales. Después de algunas semanas, durante las cuales una estricta cuarentena y las calles vacías dieron una tregua, este problema reaparece con fuerza. Lo dice el comentario general y lo certifican los números.
En la ciudad de Buenos Aires el delito se había reducido en un 40% en el mes de mayo respecto al mes de marzo. En la ciudad de Rosario los números de los heridos por armas de fuego crecieron un 80% entre los datos de abril (en medio de una cuarentena estricta) y junio (con una flexibilización en la circulación). No fueron pocos quienes habían advertido sobre este riesgo.
Desde los grandes medios de prensa se escuchan las críticas a una Justicia que consideran “demasiado liviana y permisiva”. Desde las oficinas de diversos gobiernos cargan las tintas sobre el rol de una prensa que –efectivamente- hace demasiado hincapié sobre la exhibición de los hechos delictivos.
De todos modos se puede afirmar que no son los medios de prensa o la Justicia los mayores responsables de esta situación. Sus principales causas las podemos encontrar en las escasas esperanzas, que la continuidad de este sistema ofrece; en la desigualdad y pobreza que crecen y en esta peste que está multiplicando los males existentes.
Las perspectivas económicas son poco halagüeñas. El Banco Central acaba de hacer público un relevamiento según el cual se estima una caída del 12,5% en el PBI de este año. Unicef, en su reciente Informe sobre Argentina, proyecta un 62,9% de pobreza infantil para fines de año. Otras proyecciones elevan en algunos puntos esa cifra, dando como resultado que se espera que para esa fecha dos de cada tres niños argentinos estarán en la pobreza.
¿Qué pasa con estos datos y el virus? La primera reflexión es que el virus no discrimina, pero sí lo hacen las sociedades. Eso es observable en el hecho que no tienen iguales condiciones para enfrentar esta situación quienes están bien alimentados respecto de otros que no lo están.
Tampoco tienen iguales perspectivas quienes pueden cumplir con el aislamiento social respecto de los otros que residen hacinados en viviendas donde conviven varias personas en una habitación o no se tiene acceso a la infraestructura de los servicios básicos como agua potable o cloacas.
Juan Guahán. Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)