Una de las primeras cosas que se hicieron notar en el actual proceso electoral fue la gran cantidad de diputados locales, federales y alcaldes que pretenden reelegirse, sin importar que muchos de ellos-ellas no hayan cumplido con sus promesas de campaña ni realizaran alguna acción relevante a favor de la clase trabajadora y los sectores populares, a toda luz la ambición se hace notar, así como el afán de poder de diversos personajes y partidos políticos.
La pandemia de Covid-19 ha limitado muchas de las acostumbradas acciones de campaña, pero no ha limitado el gasto del recurso público sin que eso signifique o se refleje en propuestas reales y fundamentadas para el desarrollo y bienestar de los trabajadores y las trabajadoras, es más, no existen propuestas dirigidas a la clase obrera y mucho menos a solucionar los graves problemas de pobreza, marginación y precariedad que afrontamos en ciudades como Mérida, una de las más caras del país y con el salario minino más bajo. Ningún candidato-candidata ha planteado la revalorización del trabajo y de los salarios, tampoco de la jornada de 8 horas, de los contratos colectivos y el derecho a sindicalizarse, del pago de horas extra, ni la obligación de los patrones a garantizar las condiciones idóneas en el centro de trabajo agravadas por el SARS-CoV-2. Es claro el desinterés y alejamiento de la política capitalista de las verdaderas necesidades, la democracia burguesa reducida al sufragio ha desgastado sus propias formas y desde hace mucho se evidenció su inutilidad a la hora de hablar de justicia, equidad e igualdad.
En Yucatán, lo anterior puede observarse sin mayor esfuerzo, las campañas mediáticas enfatizan rasgos mercantilizados de los postulantes y comunican eufemismos en vez de propuestas, el circo electoral puesto en marcha olvida la finalidad real y el objetivo central de la democracia occidental a la que se suscribe: la búsqueda del bien común, que es desplazada por la búsqueda de la ganancia, el poder y la avaricia. Entre otras cosas, es de notarse la intención del alcalde con licencia de Mérida, Renán Barrera Concha, quien busca un tercer periodo para perpetuarse en el municipio y así asegurar el trampolín a la gubernatura, una campaña que inició desde tiempo atrás y que se ha valido de los recursos públicos durante su mandato municipal en contubernio con el gobierno estatal.
Llama la atención el hecho de que siendo el Partido Acción Nacional (PAN) uno de los más feroces “críticos” del actual presidente nacional (a quien acusan de pretender perpetuarse en el poder mediante la reelección) no vea mal la contradicción de favorecer la candidatura de Renán Barrera por un tercer periodo, ¿o será que eso de la democracia y la reelección solo se aplica cuando conviene? En Mérida, la que Renán ha gobernado, ha proliferado la pobreza-carestía y la segregación de la clase obrera y los sectores populares al ser expulsados de espacios públicos blanqueados para la atracción de capitales y turismo, algo que sucede en toda la entidad. Su eslogan de campaña: “Más Mérida”, sintetiza sus intenciones, pues pretende recibir más de los meridanos a cambio de nada o muy poco, un trato al que está acostumbrada la elite a la que siempre ha buscado pertenecer y favorecer.