México es un país en peligro de balcanización. Las constantes disputas electorales, la delincuencia organizada y los distintos intereses globales, contribuyen día con día a la polarización. Mi interés no es el de propiciar una nueva fractura al interior de nuestra sociedad, por el contrario, deseo poner una señal de alerta ante un fenómeno que, […]
México es un país en peligro de balcanización. Las constantes disputas electorales, la delincuencia organizada y los distintos intereses globales, contribuyen día con día a la polarización. Mi interés no es el de propiciar una nueva fractura al interior de nuestra sociedad, por el contrario, deseo poner una señal de alerta ante un fenómeno que, a mi parecer, se recrudecerá en los tiempos por venir.
Para expresar esta idea necesitaré crear, de manera arbitraria, dos grupos sociales, a saber: zapatistas y «milennials».
Zapatistas
México es el país con mayor población indígena de toda América, con un 11% de la población nacional dentro de este segmento, del cual, el 85% se sitúa en el sur del país, zona de mayor influencia del ejercito zapatista de liberación nacional (EZLN). Aunque ni todos los indígenas, ni todos los habitantes del sur de México son afines a las ideas de este grupo, su influencia se refleja de manera muy clara en organizaciones como el congreso nacional indigenista (CNI). Así pues, llamaremos a este grupo de influencia: «zapatista».
Milennials
Una forma superficial de llamar a los nacidos en fechas próximas y/o posteriores al año 2000, que aquí aplicaremos, de manera exclusiva, a los habitantes de las principales concentraciones urbanas del país. Ciudadanos de última generación, equipados con vanguardias culturales del orden internacional que se distribuye a través de la Internet. Pertenecientes a la generación que más ha consumido y más ha contaminado el planeta a lo largo de su historia. Una masa difusa, cuyos principales rasgos en común se obtienen a través de lo que consumen: «milennials».
Estas categorías sociales no son, por supuesto, algo que me haya sacado de la manga. Se trata de formas ya bastante comunes de des-calificación, dentro del contexto polarizado del discurso público. Son, como siempre, la negación del otro para auto afirmarse; la exacerbación del otro para negarse a si mismo. Milennials y zapatistas, como etiquetas del escarnio social, obedecen a razones de fondo muy parecidas.
Por el lado de los milennials, se trata de ridiculización. La ridiculización de una generación emergente, es material ya muy viejo; es expresión de defensa ante la amenaza, ante lo inevitable: los que hoy son jóvenes, serán los adultos del mañana y gobernaran el mundo. A menos que se les domestique desde ahora. De ahí la necesidad de disminuirlos y llevarlos a la autonegación, como parte del adoctrinamiento social.
El caso de los zapatistas es el de «enemigo común», de la raza inferior que amenaza con contaminar la propia, cuya figura se hace negativa a fuerza de calificaciones tales como la ignorancia, visión común que se tiene del indígena, gracias al racismo heredado de la sociedad colonial.
Pero estos grupos, milennials y zapatistas, a pesar de los prejuicios que los hermanan, lejos de formar un frente común se presentan desde dos escenarios diametralmente opuestos, cuyas diferencias tienden a ensancharse hacia el futuro, corriendo el riesgo de convertirse en actores antagónicos.
Veamos en que se basan sus diferencias
– Los milennials son animales de ciudad; son, por lo tanto, consumidores. Sus opciones de organización se resumen a lo que oferta el mercado. Esto es, los partidos políticos. Un abanico que va de PRI y PAN, hasta MORENA. La tendencia es el desencanto por la vida pública y el ausentismo para con los procesos llamados Democráticos.
– Los zapatistas están organizados en formas tradicionales, correspondientes a la producción agrícola y campesina. Las políticas Neo-liberales han afectado profundamente sus medios de supervivencia, obligándolos a plantearse formas de resistencia. Su tendencia a la organización política ha crecido exponencial mente en los últimos veinte años.
– La generación de los milennials se sitúa en el punto más bajo de crecimiento de la población, a niveles históricos. Siendo el promedio de un hijo por pareja, o hijo único. Un fenómeno de crecimiento poblacional, reflejo de los países industrializados del mundo, donde la población tiende a disminuir, provocando así una crisis en los sistemas de pensiones y del aparato industrial en general.
– los zapatistas, contrario a la tendencia nacional, tienen un indice reproductivo idéntico al de Guatemala: de más de dos hijos por pareja. O sea, que la población va en crecimiento.
-Los milennials son, en su mayoría, hijos únicos.
– Los zapatistas provienen de familias numerosas, pobres, con una visión del mundo condicionada por la escasez de recursos, cuyas circunstancias enfatizan la tendencia a la solidaridad y la empatía con el infortunio.
– Entre los milennials el acceso a la tecnología, la información y la educación académica son factibles, su visión del mundo está poderosamente influida por estos medios que, a través de los aparatos con mayor difusión, limitan el conocimiento a intereses particulares.
– Para los zapatistas, el material didáctico de primera mano es el entorno.
Conclusiones
El antagonismo entre estos grupos humanos se sostiene en el prejuicio, en el miedo impuesto por la instrumentación de los aparatos mediáticos, en el pos-colonialismo, en la propaganda y un largo etcétera con quinientos años de desarrollo. Sus dispares escenarios y perspectivas culturales pueden contribuir a ensanchar sus diferencias, en provecho de intereses ajenos.
La marginación de las minorías étnicas, vista con normalidad durante largos años, puede llegar a un punto de inflexión, provocado por los índices en el crecimiento de la población (donde los que hoy son mayoría tienden a disminuir y viceversa), cambiando el equilibrio de fuerzas hasta ahora conocido. La disparidad de intereses, entre nuevos grupos de poder, podría provocar una división de la sociedad mexicana en un futuro mediano.
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