1. La competencia por la Presidencia de México es absoluta y radicalmente desigual. En Tanto el candidato López Obrador lleva 18 años visitando y haciendo mítines en todas las poblaciones del país, los candidatos del PRI, el PAN y la independiente Zavala, en su vida habían organizado o realizado asamblea, mitin o concentración alguna. El […]
1. La competencia por la Presidencia de México es absoluta y radicalmente desigual. En Tanto el candidato López Obrador lleva 18 años visitando y haciendo mítines en todas las poblaciones del país, los candidatos del PRI, el PAN y la independiente Zavala, en su vida habían organizado o realizado asamblea, mitin o concentración alguna. El Bronco ocupó la gubernatura y había hecho campaña política en Nuevo León. Por el número de actos presididos y los discursos pronunciados la diferencia es de mil por uno. Más aún, nunca en la historia algún candidato en sus recorridos de campaña presidencial ha hecho más de 60 visitas, una o dos por cada entidad del país.
2. Madero, Carranza, De la Huerta, Obregón, Calles, en sus batallas durante la Revolución (1910-17) recorrieron cinco seis estados por necesidades muy concretas. A partir de 1929, cuando se funda el PRI, las campañas políticas son secundarias porque los votos de la población jamás fueron importantes porque todo, todito, se decidía desde la Presidencia, el PRI y sus aliados. La realidad es que no eran campañas políticas porque cada gobernador aseguraba una o dos concentraciones con miles de «acarreados» en camiones de carga o ferrocarriles y plantaban rígidamente al candidato para leer o pronunciar un discurso que nadie entendía o escuchaba. Hoy es otra cosa.
3. López Obrador, seguramente desde sus primera batallas en los años 80 entre los campesinos y trabajadores petroleros del estado de Tabasco, se clavó en la cabeza, en la mente, que tendría que ser gobernador, luego presidente, para solucionar los problemas del país. Como observador estuve en unos 50 mítines de él en Yucatán y en la CDMX en los que nunca dijo un discurso de menos de 40 minutos, siendo éstos mucho más prolongados en audiencias campesinas. Y esto de los 18 mil mítines en comprobable. En Yucatán por ejemplo los jueves realizaba cuatro mítines, los viernes, sábado y domingo concluía los 16 de la semana; luego se iba al DF donde hacía otros actos.
4. Así, realizando cuatro mítines cada día, 20 a la semana, unos mil (1000) cada año, hemos visto un López Obrador trasladándose en avión comercial a los estados y en camionetas recorriendo pueblo, tras pueblo durante 18 años. Si esto no es una profunda fe, creencia, religión clavada hasta los tuétanos, puta pues no sé qué será. Pero así han sido todos los grandes creyentes en la humanidad, los grandes luchadores sociales que han destacado en el mundo. Por ello, cuando digo que la competencia es radicalmente desigual, no invento nada. A Yucatán, donde he radicado los últimos 30 años, López Obrador lo ha visitado más de 20 veces realizando igual número de actos.
5. Pero llegar a la Presidencia de la República nunca en la historia ha sido para los políticos honestos, más capaces y más trabajadores. Conociendo las historias personales, familiares, políticas, de cada presidente, por lo menos desde 1917, nadie trabajó visitando comunidades en todo México como López Obrador. Todos presidentes del PRI fueron seleccionados por el presidente en turno, con excepción de del actual (Peña Nieto) que al parecer llegó con el apoyo o mediante el «amasiato» con Felipe Calderón del PAN. Si López Obrador llega se lo deberá a su trabajo tan grande como intenso de hacer alrededor de 18 mil actos y sus discursos.
6. El candidato presidencial del PRI, José Meade, fue toda su vida un alto funcionario de diferentes gobiernos del PRI y el PAN. Jamás tomó iniciativa alguna que no fuera avalada por «el señor presidente» en turno. Fue siempre un alto burócrata, con muy altos salarios, obediente de sus jefes. Incluso, en sus dos o tres primeros discursos de campaña de hace unos meses, hablaba y hablaba y no arrancaba aplauso alguno; tuvo que recibir la recomendación de un jilguero del PRI de que al final de cada frase gritara las dos últimas palabras para recibir algún aplauso. Me imagino que entre 10 días todavía estará gritando incluso en su casa.
7. El candidato del PAN, Ricardo Anaya -a pesar de su facilidad de palabra- jamás ha sido un tribuno, mucho menos un defensor de los intereses del pueblo. Dedicó parte de su juvenil vida a la asesoría política de funcionarios panistas y a realizar negocios a la sombra del poder. Tanto Anaya como Meade y Zavala, jamás organizaron acto público alguno. El Bronco sí es un político con experiencia, pero su concepción política no es nacional, sino plenamente local o regional. Por ello cualquiera puede afirmar y reconfirmar que la competencia presidencial no es tal. Por ello en algunas frases del debate el Bronco dijo: ¡para qué las elecciones, mejor le ponemos aquí la banda presidencial a López Obrador!
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