Los procesos electorales y la democracia en América Latina y particularmente en Bolivia han estado marcados por los condicionamientos del imperialismo norteamericano no solamente en términos de aceptar o vetar candidaturas sino por su clara intervención a través de una infinidad de recursos y mecanismos con el objetivo de mantener su control hegemónico en la […]
Los procesos electorales y la democracia en América Latina y particularmente en Bolivia han estado marcados por los condicionamientos del imperialismo norteamericano no solamente en términos de aceptar o vetar candidaturas sino por su clara intervención a través de una infinidad de recursos y mecanismos con el objetivo de mantener su control hegemónico en la región y es así que las actuales campañas electorales en el país tienen como uno de sus protagonistas aparentemente silencioso al gobierno de Washington.
De manera extraña, debido a que no existen relaciones diplomáticas entre Bolivia y Estados Unidos desde 2008 por la expulsión del embajador norteamericano Philip Golberg acusado de injerencia en asuntos internos, hace pocas semanas llegó a Bolivia un enviado de la administración de Donald Trump, Michael OReilly, secretario adjunto para el hemisferio occidental, para «observar» la situación boliviana, en tanto que el encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos en La Paz, Bruce Williamson, declaraba que su país «no apoya a candidatos ni a partidos políticos».
Anteriormente, abril de 2019, los senadores norteamericanos Ted Cruz, Bob Menendez y Dick Durbin impulsaron una resolución de su Cámara con el objetivo de presionar para que se impida la habilitación de Evo Morales Ayma como candidato a la presidencia de Bolivia y, en esa misma línea, el gobierno de Trump ha descertificado a Bolivia por la producción de coca cuando el país ha disminuido sostenidamente la producción de la hoja.
CANDIDATOS FRENTE A ESTADOS UNIDOS
En ese contexto los principales candidatos a las elecciones presidenciales del 20 de octubre próximo se han pronunciado al respecto de manera diferenciada. Mientras Evo Morales (39% de las encuestas) ha manifestado su rechazo a cualquier injerencia imperialista en Bolivia defendiendo la soberanía y la dignidad nacionales, Oscar Ortiz (10%) y Carlos Mesa (22%) se han pronunciado por la inmediata reanudación de relaciones diplomáticas entre La Paz y Washington, inclusive los parlamentarios del partido del primero han pedido a Trump intervenir en Bolivia para impedir la candidatura del actual presidente y el segundo tiene antecedentes de haber gestionado la inmunidad de las tropas militares norteamericanas que ingresen a Bolivia cuando fue presidente interino en 2004.
De igual manera, frente a los gobiernos de Cuba y Venezuela, con quienes Morales tiene una excelente relación y apoyos mutuos, Mesa y Ortiz impugnan estas relaciones y manifiestan críticas a los gobiernos de estos países en convergencia con la administración de Trump y al mismo tiempo respaldan las políticas de Macri en Argentina y Bolsonaro en Brasil.
En las propuestas económicas también se advierten las inclinaciones divergentes de los candidatos, puesto que mientras Mesa y Ortiz se pronuncian por reanudar las relaciones comerciales en los términos determinados por los tratados de libre comercio y reducir el papel económico del Estado, Morales defiende las políticas de defensa del mercado interno, la industrialización de las materias primase, el impulso estatal y la integración de América Latina y el Caribe para superar el modelo primario exportador basado en la venta de minerales, soya e hidrocarburos.
ANTECEDENTES DE LA INJERENCIA IMPERIALISTA
En las campañas electorales del 2002 el entonces embajador de Estados Unidos en Bolivia, Manuel Rocha, de pronunció pública y abiertamente en contra de la candidatura de Evo Morales e incluso amenazó a Bolivia si éste era elegido presidente y luego, durante el primer gobierno de Morales, el embajador Golberg impulsó, junto a dirigentes de las regiones del oriente boliviano, el federalismo y el separatismo de estas regiones, como antes lo hizo en la región de los Balcanes. Por esta razón fue expulsado del país.
Posteriormente el gobierno boliviano determinó la salida de la Drug Enforcement Administración (DEA), USAID y la Misión Militar Norteamericana que, junto a varias Fundaciones, medios de comunicación nacionales y extranjeros, redes de internet y ONGs, desarrollaron y aún desarrollan millonarias campañas de desprestigio del gobierno y el presidente bolivianos, incluidas las guerras de rumores y noticias falsas con el objetivo de influir en la votación.
En los medios cercanos al gobierno, a la Central Obrera Boliviana (COB) y a los movimientos sociales no se descarta que en las semanas previas a las elecciones se presenten denuncias escandalosas o se generen rumores en contra de los candidatos del Movimiento Al Socialismo (MAS) Evo Morales y Alvaro Garcia Linera, como ocurrió en las elecciones en otros países de la región.
Eduardo Paz Rada. Sociólogo boliviano y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.
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