Introducción En anteriores escritos se ha argumentado que el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) significa, en efecto, una ruptura política con el régimen anterior, es decir, con una forma de dominación que había prevalecido desde la imposición de las políticas económicas neoliberales (1). Desde nuestra perspectiva, el enorme descontento en la población […]
Introducción
En anteriores escritos se ha argumentado que el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) significa, en efecto, una ruptura política con el régimen anterior, es decir, con una forma de dominación que había prevalecido desde la imposición de las políticas económicas neoliberales (1).
Desde nuestra perspectiva, el enorme descontento en la población provocado por el neoliberalismo y la amenaza latente de una explosión social en caso de repetir un fraude electoral en la disputa presidencial, levantó una gran ola de votos que tuvo que ser respetada, permitiendo un gobierno de AMLO.
Por su ideología política y su estilo de gobernar, se preveía que AMLO encabezaría un gobierno bonapartista, encuadrado, de manera tardía, en el ciclo de gobiernos progresistas latinoamericanos, que nunca rompieron ni con el neoliberalismo ni con el capitalismo (2).
Los primeros 100 días de gobierno de AMLO confirman tal previsión.
Sin embargo, AMLO mismo se presenta como antineoliberal y afirma que está acabando con él. Un pensamiento crítico debe poner en duda toda afirmación que viene del poder político, de modo que es necesario preguntarse: ¿es verdad que el gobierno de AMLO es antineoliberal?
Si se reflexiona y se examina con rigor a este nuevo gobierno, se impone una respuesta tajante: No, el gobierno de AMLO no es ni pretende ser antineoliberal porque:
En primer lugar, el neoliberalismo, como debiera saberse, no es una forma de gobierno sino la promoción de una política económica capitalista de acumulación.
En segundo lugar, el gobierno de AMLO no ha atacado las formas de acumulación capitalista neoliberal instituidas sino que las ha mantenido y reforzado.
Por último, el gobierno de AMLO es parte de un Estado capitalista cuya estructura política-jurídica salvaguarda al sistema capitalista y la forma de acumulación capitalista neoliberal; obviamente no es un gobierno revolucionario que busca un cambio de las estructuras políticas y del sistema económico.
A continuación, desarrollaré mis argumentos, aclararé dudas y objeciones e intentaré refutar a los que piensan que el gobierno de AMLO es antineoliberal. Al final, presentaré mis conclusiones.
100 días de AMLO, todo está dicho: neoliberalismo económico con una nueva forma política
En sus conferencias mañaneras, AMLO ha insistido, una y otra vez, que su gobierno ha roto con el neoliberalismo. También ha repetido que lo que caracteriza a su gobierno es la lucha contra la corrupción, la cual es, según él, el problema más grave de México.
A partir de lo que AMLO afirma, tal vez algunos pensarán que el neoliberalismo se reduce a gobiernos corruptos que favorecen a ciertos políticos y empresarios, a lo que ha llamado «la mafia del poder». Pero AMLO ignora o no quiere decir que el neoliberalismo es una política económica que estructuró una forma salvaje de explotación y acumulación capitalista. Cuestionando la simplificación que hace AMLO de lo que significa el neoliberalismo, argumentaremos que su gobierno no es ni pretende ser antineoliberal.
Primero, como decíamos antes, el neoliberalismo no es una forma de gobierno, corrupta o no, sino la promoción de una política económica capitalista de acumulación .
Como se ha explicado en varios escritos de importantes teóricos (3), el neoliberalismo implica un viraje del capitalismo mundial que se logró imponer por dictaduras militares (Chile), aventuras militaristas de gobiernos imperialistas (Thatcher y Reagan) o por organismos financieros internacionales (Fondo Monetaria Internacional y Banco Mundial), dependientes del gobierno de Estados Unidos, a partir de las obligaciones de la Deuda Externa (como en México y muchos otros países más).
Como se sabe, esas políticas neoliberales impusieron la desregulación del Capital transnacional, en inversiones y comercio, que se tradujeron en tratados de libre comercio. Asimismo, se promovió que se desmantelara el Estado social (privatizaciones de servicios públicos, reducciones del presupuesto social, derrumbe salarial y eliminación de derechos laborales), sin importar el deterioro de las condiciones de vida de la mayoría de la población.
Todas estas políticas económicas neoliberales generaron un cambio en la acumulación capitalista mundial, que ha sido caracterizado como «acumulación por desposesión» de un nuevo imperialismo que busca por todos los medios recrudecer la explotación de la fuerza de trabajo humana y de los recursos naturales (4). Desde nuestro punto de vista, esta nueva y más agresiva acumulación por despojo (de bienes públicos, energéticos; de bienes comunales, biodiversidad; de bienes humanos, agua) se articula con los mecanismos de la acumulación capitalista y la refuerza.
Ese despojo ha tenido como mecanismos principales:
1. El pago puntual de intereses de una Deuda Externa, en gran parte ilegítima, que determina que enormes cantidades de las riquezas producidas en nuestro país sean transferidas a manos privadas capitales extranjeros o nacionales. Hace unos años, Eric Toussaint, nos explicaba por qué esa Deuda se volvió una Deuda Eterna:
«Entre 1982 y 2000, la deuda externa de México casi triplicó (pasando de 57 mil millones de dólares a 157 mil millones) mientras el país pagó a sus acreedores 8 veces lo que debía (según el Banco Mundial, México reembolsó 478 mil millones de dólares). El país reembolsa endeudándose. La deuda externa se vuelve eterna. El pago de la deuda externa mexicana representa, como para los otros países del Tercer Mundo, una enorme transferencia de ingresos de los trabajadores y de los pequeños y medianos productores hacia los capitalistas poseedores de títulos de la deuda externa.» (5)
Sin embargo, ahora todo está peor: sin consultas públicas ni claridad en su uso, «la deuda pública bruta pasó de 2.673.571 millones de pesos en el año 2008 a 10.265.445 millones de pesos en el año 2018, un aumento de aproximadamente 284% en 11 años.» (6)
Cabe señalar que ese aumento de la deuda pública no ha servido para incrementar el gasto social sino, al revés, éste ha sido utilizado ¡para refinanciar la deuda pública! De hecho, una parte significativa del presupuesto público del gobierno mexicano se ha convertido en una fuente de acumulación de los grandes capitales pues se transfieren recursos del gasto social, para la educación, salud, medio ambiente, salario y desarrollo social, hacia el pago del servicio de la deuda pública.
2. Otro mecanismo de despojo ha sido el enorme deterioro salarial de los trabajadores mexicanos que, en realidad, ha significado una caída abismal de los salarios: el poder adquisitivo del mínimo se contrajo hasta el 82%. Desde hace años y hasta la fecha, México tiene los salarios mínimos más bajos del mundo así como la tasa de explotación más grande del mundo. Esto quiere decir que la sobrexplotación se generalizó en México y se volvió una forma de acumulación capitalista saqueando el propio fondo salarial que debía permitir la reproducción de la fuerza de trabajo.
Este despojo salarial se reforzó con la drástica reducción de la inversión pública impuesta por el FMI y el BM que terminó con el llamado «salario social»: si ese apoyo indirecto era el 10.8% del PIB en 1981, para el 2009 era sólo el 3%. Entre otras cosas, esto significó que el subsidio alimentario se redujera del 1.25 por ciento del Producto Interno Bruto en 1983 al 0.37 por ciento en 1988; también acarreó la reducción del gasto público en el campo: si entre 1980-1982 esas inversiones representaban el 1.48% del PIB, en 2007-2009 apenas alcanzan el 0.15%; esta contracción del gasto público afectó trabajos y servicios públicos como la salud, la educación, la vivienda, etc.
En el sector primario la situación de los trabajadores es peor: el 34 por ciento de esta población no recibe ingresos, el 6.42 por ciento recibe la mitad del salario mínimo, el 18.2 hasta un salario mínimo y el 28 por ciento hasta dos salarios mínimos. Para presionar todavía más la baja salarial las políticas neoliberales volvieron al desempleo en estructural: la PEA aumenta en 6 millones de gente en edad de trabajar y sólo se ofrece un millón de empleos.
Y de los que tienen la fortuna de trabajar, los salarios no les alcanzan para vivir fuera de la pobreza: el 41 de la PEA tienen ingresos que no le permiten adquirir la canasta básica. De hecho, los que trabajan sufren una sobrexplotación del trabajo, extensiva (jornadas más largas) e intensiva (mayor productividad en el tiempo): de acuerdo a investigaciones al respecto, si en 1976, de 8 hrs. de jornada, 4.38 eran plusvalía para el empresario y 3.22 de salario para trabajador; en 2004, de 8 hrs. de jornada, 7.47 son plusvalía para empresario y 0.13 de salario para el trabajador. La jornada promedio en México es de 9 y media horas. Por si fuera poco, los tiempos neoliberales generalizaron el trabajo precario (sin derechos ni prestaciones): la PEA de 2004 era de 43 millones; de ellos, 26 millones eran trabajadores asalariados, pero sólo recibían prestaciones 15 millones; eso significa que más de 10 millones de trabajos precarios. Esta ofensiva neoliberal contra los trabajadores no sólo despojó al trabajo vivo de sus medios de vida, también le expropió su vida futura al privatizar las pensiones para el beneficio del Capital especulativo. Por otro lado, los excluidos permanentes del trabajo se incorporaron al empleo informal, que también se volvió estructural. A ellos habría que agregar los más de 5 millones de migrantes mexicanos que trabajan en Estados Unidos en condiciones de semi-esclavitud. Por supuesto, todo ello viola la Constitución, la Ley Federal del Trabajo y los acuerdos internacionales. Todo ello se puede resumir del modo siguiente: de 1982 a 2009 el número de pobres pasó de 32 millones a 60 millones: con 30 años de neoliberalismo su fracaso más contundente es que la pobreza se duplicó. (7)
3. Otra forma de desposesión fue la privatización de los bienes públicos, que fue acelerada desde el gobierno de Miguel de la Madrid: el Estado controlaba, todavía en diciembre de 1982, 1,155 entidades paraestatales: 724 eran empresas de participación estatal mayoritaria, 75 de participación minoritaria, 103 eran organismos descentralizados y 223 eran fideicomisos. En sólo cinco años, del 1º de diciembre de 1983 al 30 de noviembre de 1988, se desincorporaron o privatizaron 741 entidades paraestatales. Fue en el sector industrial en donde se llevó a cabo el mayor número de «desincorporaciones»: de 412 empresas paraestatales que se tenían sólo quedaron 153. De esta manera, el Estado abandonó 22 áreas de la actividad económica, de acuerdo con la clasificación del Censo Industrial: alimentos, turismo, fabricación de maquinaria, industria química, etc. Ello significaba dejar de apoyar la nutrición de millones de mexicanos, eliminar servicios sociales, dejar de producir medicinas, etc. Con el gobierno de Salinas de Gortari se llevó a cabo la más grande venta, entrega y saqueo de empresas públicas. Se ofrecieron a precio de remate a un grupo selecto, a cambio de acciones y sobornos -y todo ello salió a la luz pública cuando se reveló el origen de la fortuna de Raúl Salinas de Gortari por más de 100 millones de dólares. Durante el gobierno de Salinas, en unos meses remataron 18 instituciones de crédito a una nueva clase empresarial ligada a Salinas de Gortari. En 5 años, de 1988 a 1993, se remataron 159 empresas púbicas; entre ellas estaban empresas tan importantes como las que se dedicaban a la telefonía, los bancos, las televisoras, minas, siderúrgicas, fábricas… Y luego se siguieron con tierras, autopistas, puertos, aeropuertos, electricidad, negocios en PEMEX… (8)
4. Otro mecanismo de despojo o desposesión ha sido la promoción de la privatización de los recursos naturales y la biodiversidad. De hecho, esta forma de saqueo nos retrotrae a la preponderancia de formas de explotación extractivistas del siglo XVII pero con tecnologías del siglo XXI. Todo recurso natural utilizado por el Capital para su acumulación y reproducción ampliada es despojado, como el petróleo, los minerales, la biodiversidad.
Despojo de petróleo
Durante estos tiempos neoliberales, el saqueo del petróleo y su canalización a Estados Unidos ha sido enorme, pero eso no ha sido todo: se cede el petróleo crudo a unas cuantas compañías norteamericanas para comprárselo después, pero refinado y convertido en gasolina, a las mismas. En los últimos años, México ha sido una fuente de suministro de petróleo al mercado estadunidense: si en 1993 representaba el 12.7% de la importaciones de Estados Unidos, en los últimos años ha promediado un 15%, según datos de la Administración de Información de Energía (AIE) de Estados Unidos. Si en 1993 se transfirieron 314 millones 961 mil barriles, en 2006 aumentó a 575 millones 501 mil barriles. De hecho, Estados Unidos consumió sólo en 2006 10 millones 127 mil barriles diarios de petróleo de otros países, principalmente de Canadá, México, Arabia Saudita, Venezuela y Nigeria, los cuales en conjunto aportaron el 68.7 por ciento del total. Ese año México contribuyó con un millón 556 mil de barriles al día, en total 575 millones 501 mil barriles (9).
Despojo de minerales
Durante años México ha exportado toneladas de Oro de Durango, Sonora, Querétaro, Zacatecas, Guanajuato; de Plata de Zacatecas, Durango, Chihuahua, Estado de México, San Luis Potosí; de Plomo de Zacatecas, Chihuahua, Durango, San Luis Potosí; de Cobre de Sonora, Zacatecas, San Luis Potosí, Chihuahua, México; de Zinc de Zacatecas, Chihuahua, San Luis Potosí, México, Durango, etc.
En 26 entidades de nuestro país, la minería es la principal actividad económica: de ellas, cada año se extraen toneladas de minerales. Pero en todas ellas sigue creciendo el desempleo y la miseria material, a la que se añade la ecológica. Esto es así porque esta industria sólo busca extraer la mayor cantidad de minerales en el menor tiempo posible, sin importar las consecuencias sociales y/o ecológicas. Con los métodos brutales de la minería a cielo abierto, en 2008 se extrajeron del subsuelo mexicano 50 mil 365 toneladas de oro, que equivalen a 15 mil 698 millones 429 mil 400 pesos. Gran parte de esa riqueza no renovable se arrancó de Aguascalientes, de donde se extrajeron 2 millones 668 mil 28 toneladas de plata y 397 mil 306 toneladas de zinc. De Sonora se sustrajeron 46 mil 844 toneladas de wollastonita, necesaria en la cerámica industrial y para recubrimientos. De diversos estados de la república mexicana se sacan toneladas de barita (México es 7º productor mundial de la misma), azufre (16º productor), celestita (3º lugar mundial), plomo (5º lugar), molibdeno (6º lugar), fierro (15º lugar), cadmio, antimonio, perlita, fosforita y diatomita, etc. Esta extracción de minerales es, dicen Saxe Fernández y Gian Carlo Delgado, «vital para mantener la hegemonía estadounidense» pues muchos de esos minerales son «estratégicos» para Estados Unidos, el cual depende de ellos para sus proyectos militares e industriales (10).
Despojo de biodiversidad
En 1990, el 95% de las exportaciones de madera y sus manufacturas eran para Estados Unidos. En 2004 la proporción aumentó hasta más del 97%. Miles de hectáreas de bosques y selvas de México se sacrifican para producir manufacturas utilizadas y consumidas, principalmente, en Estados Unidos.
También se extraen de México cada año miles de toneladas frutas y hortalizas, principalmente tomates y aguacates. Gran parte de nuestros productos agrícolas, pero también cervezas y alimentos pesqueros, se exportan a Estados Unidos. Si nos va bien y los precios no se derrumban, México exporta casi el 80% de su producción de café.
Como país mega-diverso, con 34 de los 36 ecoclimas existentes y el 14.4% del total de las especies vivas en el planeta, México sea uno de los blancos principales de la biopiratería. Para Gian Carlo Delgado, los proyectos de biopiratería de las grandes corporaciones son mayúsculos: se trata de un saqueo masivo y sistemático a través de «corredores biológicos». Por ejemplo, el «Corredor Biológico Mesoamericano» que esté al servicio de las corporaciones multinacionales: de apropiarse del 11% de la biodiversidad mundial concentrada en Mesoamérica, de su variedad de paisajes, ecosistemas, especies y genes, incluyendo todos los procesos asociados. Los grandes Capitales Biotecnológicos se proponen hacerlo mediante un sistema de bioprospección mundial y un sistema mundial de propiedad intelectual (patentes), así como con el incondicional apoyo del régimen neoliberal mexicano y el Banco Mundial. De hecho, el proyecto del «Corredor Biológico Mesoamericano» fue presentado por el Banco Mundial en el 2000, respaldado por multinacionales más interesadas en la biopiratería que en el «conservacionismo». (11)
Por estos y otros medios, el Capital ha saqueado a México de sus energéticos, de sus minerales valiosos, de sus bosques y selvas, de sus mejores productos agropecuarios, etc.
Es verdad que estas brutales políticas de despojo neoliberales requirieron gobiernos autoritarios, policíacos y militares, para contener el descontento popular.
Sin embargo, el neoliberalismo económico ha admitido otras formas de gobernanza, de modo que ha sido gestionado por autoproclamados «socialistas» franceses, españoles, griegos, en Europa; por «demócratas» o «republicanos» en Estados Unidos; por priístas o panistas, en colaboración con perredistas, en México. Cabe señalar que todos los gobiernos y partidos que han impuesto o mantenido al neoliberalismo se han desgastado políticamente hasta generar un explicable rechazo en su contra que se ha reflejado en las elecciones. Con una enorme legitimidad popular, por el voto contra los partidos identificados con las políticas neoliberales, AMLO mantiene el neoliberalismo económico aunque intenta modificar su forma de gestión política, incluyendo políticas públicas asistencialistas así como simulacros de consultas democráticas en las que nunca hay espacio y tiempo para que se escuche la postura opuesta, para que se lleve a cabo un debate informado y mecanismos de participación legales respetados.
Segundo, el gobierno de AMLO no ha atacado las formas de acumulación capitalista neoliberal sino que las mantiene y refuerza.
Pese a todos sus autoproclamas antineoliberales de AMLO en la presidencia del nuevo gobierno mexicano, lo cierto es que no sólo se mantienen intocados los mecanismos de acumulación por desposesión neoliberales sino que no se cuestionan ni se pretende eliminarlos.
El gobierno de AMLO sigue con el pago puntual de una Deuda Externa ilegítima, que podría ser cuestionada para obligar a una renegociación de la misma (como ha ocurrido incluso en gobiernos progresistas latinoamericanos).
El gobierno de AMLO no se propone una verdadera recuperación salarial pese a que los trabajadores mexicanos padecen los salarios más bajos del mundo y la sobreexplotación capitalista más aguda del planeta.
El gobierno de AMLO mantiene el extractivismo ecocida, como se ha podido constatar cuando prometió no tocar los negocios mineros o cuando propuso megaproyectos ecocidas como el tren maya o la hidroeléctrica de Morelos.
El gobierno de AMLO mantiene sin problemas la desregulación comercial y de inversiones, sin pretender renegociar siquiera el otrora Tratado de Libre Comercio, pese a sus efectos nocivos para la economía mexicana.
El gobierno de AMLO no se plantea nacionalizaciones (PEMEX, por ejemplo) ni romper convenios rapaces con empresas privadas para recuperar la soberanía política y económica, pero se compromete a pagarles sus intereses, aunque los critique públicamente.
El gobierno de AMLO no se compromete con volver a levantar el Estado social (seguridad social, educación pública, vivienda, etc.), sino que lanza un asistencialismo individualizado que captura potenciales votantes, manteniendo en el abandono tareas sociales del Estado, como las guarderías para los trabajadores, la educación y empleo con derechos a los jóvenes, etc..
En fin, el gobierno de AMLO no se propone desmontar las contra-reformas neoliberales estructurales ni convocar a una nueva Asamblea Constituyente, que es el medio político eficaz para hacerlo.
Por cierto esas formas de acumulación capitalista neoliberal que el gobierno de AMLO deja intocadas son la verdadera fuente de la violencia que vive México: sobre el territorio del despojo (mineras, maquiladoras, megaproyectos de todo tipo) se levanta, revela y explica el mapa de la violencia de nuestro país (desapariciones, feminicidios, asesinatos de periodistas, ecologistas, defensores de derechos humanos, activistas). Como este nuevo gobierno de AMLO no ataca de raíz el origen de la violencia, vuelve a echar gasolina al fuego de la violencia neoliberal con su ya aprobada guardia nacional.
Tercero, el gobierno de AMLO es un gobierno de un Estado capitalista con una forma de acumulación neoliberal y no un gobierno revolucionario que busca transformaciones radicales.
El presidente AMLO y su partido mayoritario MORENA son, ahora, los representantes y garantes de la ley y el orden de nuestro país. Un país capitalista, semicolonial, subordinado al imperialismo norteamericano, saqueado y profundamente desigual, patriarcalista y económicamente ecocida.
Más que transformar ese país que es nuestro México, quieren gobernarlo.
Como gobernantes y representantes del poder político, están comprometidos con la defensa de la propiedad privada, el respeto a sus obligaciones con los tratados neoliberales del despojo, el orden social. Cuentan ya con una guardia nacional para pacificar al territorio mexicano.
Como los liberales decimonónicos y modernos, practican el liberalismo económico, se olvidan de la cuestión social (desigualdades, explotación de los trabajadores, opresión de las mujeres, destrucción de la naturaleza, generalización de la miseria) y se obsesionan por la cuestión política (leyes y reformas para gobernar).
Su Cuarta Transformación parece reducirse a instituir un capitalismo sin corruptelas, cosa imposible en este primitivo sistema de fetichistas adoradores de la mercancía del dinero que da más dinero (Capital) y del capitalismo delincuencial neoliberal.
Cuando AMLO dice que pretende separar el poder político del poder económico y, al mismo tiempo, desea mantener buenas relaciones con los grandes empresarios (que son una ínfima minoría), proponiéndoles proyectos públicos para que inviertan y saquen ganancias, se contradice y subordina el poder político al económico. Se vuelve él mismo el criticado mayordomo del poder económico.
En realidad, superar al neoliberalismo implica romper con el capitalismo, en lo económico, político y jurídico, pero también en lo imaginario: requiere desgarrar el mito del Progreso económico, capitalista, fosilista (basado en energía fósil), depredador, inhumano y bárbaro.
La Cuarta Transformación se volverá una caricatura de sí misma o una nueva fachada política de las formas de acumulación capitalista y neoliberal si no se propone cambiar el modelo de producción, distribución y consumo que termine con la explotación capitalista, imperialista y ecocida, que promueva la desigualdad y termine con la pobreza y el hambre, que promueva formas de autogestión de la producción y el consumo, que buscando el Buen Vivir promueva el trabajo y la vida digna para todos, gestionado colectivamente y ecológicamente nuestra relación con la naturaleza.
Una verdadera Cuarta Transformación en México será revolucionaria, ecosocialista, o no será. Si la llamada Cuarta Transformación no se vuelve una revolución permanente que avanza hacia el ecosocialismo, sólo servirá para relegitimar al propio neoliberalismo, se desgastará rápidamente y abrirá la puerta al poder político a la derecha más retrógrada y bárbara. Y no es que vea el futuro: veo el pasado camino recorrido por algunos gobiernos llamados progresistas de América Latina.
Para avanzar en esa vía se requiere un auténtico antineoliberalismo político que incida directamente en el modelo de acumulación capitalista neoliberal:
Que pugne por recupere la soberanía política nacional, económica, alimentaria, tecnológica, cultural.
Que se proponga no pagar una Deuda Externa ilegítima.
Que busque terminar con el extractivismo y el ecocidio, que inicie una transición energética de la energía fósil a la solar, dando un ejemplo al mundo entero de compromiso por reducir gases de efecto invernadero y de verdadera preocupación por el Calentamiento planetario.
Que se comprometa con una verdadera recuperación salarial así como con la generalización de un trabajo digno para todos.
Que levante un Estado social sostenido en una democracia participativa, autogestiva.
Que avance en una política de nacionalizaciones, expropiaciones, redisribución de la riqueza privatizada.
Que promueva una Asamblea Constituyente que plasme otro proyecto de país, justo e igualitario, soberano, y determine las leyes e instituciones necesarias para llevarlo a cabo.
Que utilice el poder político explícito del Estado, reformado y vuelto auténticamente democrático, como una herramienta para desmontar tanto al neoliberalismo como al capitalismo, iniciando así una verdadera y radical transformación de la sociedad.
Conclusión
En resumen, el gobierno de AMLO no es ni pretende ser antineoliberal, aunque la inmensa mayoría de mexicanos que votaron por él también votaron contra las políticas neoliberales y el modelo de acumulación por desposesión que instituyeron en nuestro país.
Pese a que AMLO pretende reducir al neoliberalismo a un régimen político corrupto, los mexicanos padecemos al neoliberalismo económico con los bajos salarios que recibimos, la sobreexplotación laboral que sufrimos, la pobreza que nos rodea, la violencia que no disminuye, los megaproyectos ecocidas que siguen generando resistencias, el visible desastre económico de nuestro país que parece no ofrecer un futuro a las próximas generaciones.
El neoliberalismo económico, como modelo de acumulación capitalista, hasta ahora sigue intocado por el gobierno de AMLO y su partido MORENA. Pero ya los trabajadores vuelven a hacer huelgas para la recuperación salarial, pueblos enteros de Morelos se rebelan contra la hidroeléctrica y declaran al presidente AMLO como persona no grata en sus comunidades, miles de mujeres le gritan al nuevo gobierno que los derechos no se consultan, Muy pronto, comunidades del sureste protestarán contra el proyecto etnocida y ecocida del tren maya, y muchos estaremos a su lado. No falta poco para que las luchas de los trabajadores por sus salarios y sus derechos se generalicen, y un nuevo movimiento obrero surgirá. Las luchas ecosociales, que siguen vivas contra mineras y despojos diversos, se organizarán y unirán para defender la vida.
Pese a las confusiones que fomenta el gobierno de AMLO, las luchas antineoliberales seguirán, se unirán, se fortalecerán.
Poco a poco comprenderán que este gobierno no va a solucionar sus demandas ni a realizar una verdadera transformación de México. Entenderán, entenderemos, que seremos nosotros, los que combatimos al neoliberalismo económico, los que con todos transformaremos a México.
Para hacerlo debemos comprender, pero lo comprenderemos, que requerimos independencia política de este gobierno y su partido así como una fuerza política antineoliberal y anticapitalista para llevar las luchas de resistencia a la lucha ofensiva, política y estratégica que transforme a nuestro país para que sea del pueblo y los trabajadores.
Notas:
(1) Andrés Lund Medina, «El fin del régimen político-oligárquico neoliberal en México», en Rebelión, 16-07-2018
http://www.rebelion.org/
(2) Andrés Lund Medina, «El callejón sin salida de los «progresismos» latinoamericanos», en Rebelión, 07-09-2018
http://www.rebelion.org/
(3) Perry Anderson, «Historia y lecciones del neoliberalismo», en: Marxismo crítico
https://marxismocritico.com/
(4) Harvey, David.
(5) Eric Toussaint, «México: El escándalo silencioso de la deuda externa y del modelo neoliberal», en CADTM, julio de 2002
http://www.cadtm.org/Mexico-
(6) John Freddy Gómez y Camila Andrea Galindo, «La Deuda Pública en México y su papel en la construcción de un estado autoritario al servicio del capital», en CADTM, 15 de abril de 2018
http://www.cadtm.org/La-Deuda-
(7) Lund, Andrés. México en la discordancia de los tiempos, UCI-red, México 2010.
(8) Lund, Idem.
(9) Lund, Idem.
(10) Gian Carlo Delgado. «La piratería del conocimiento indígena de la biodiversidad», en La Jornada – Suplemento «La Jornada del Campo», México, 10 de abril de 2000. En:
http://www.giandelgado.net/
(11) Gian Carlo Delgado. «Corredor Biológico Mesoamericano al servicio de las corporaciones multinacionales», en Ambientico. No. 105. Universidad Nacional. Costa Rica, junio de 2002. En:
http://www.giandelgado.net/
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