Introducción Supongamos que este 7 de junio le hacen caso a las órdenes del INE y sacan su credencial, se forman en la fila frente a su casilla y votan. ¿México va a cambiar? ¿El gobierno de Peña Nieto va a abandonar su forma de gobernar con terrorismo de Estado? ¿En verdad ya no habrá […]
Introducción
Supongamos que este 7 de junio le hacen caso a las órdenes del INE y sacan su credencial, se forman en la fila frente a su casilla y votan.
¿México va a cambiar? ¿El gobierno de Peña Nieto va a abandonar su forma de gobernar con terrorismo de Estado? ¿En verdad ya no habrá más Ayotzinapa, antes Tlatlaya, después Apatzingán, ahora San Quintín? ¿Después de estas elecciones ya no habrá matanzas y desapariciones forzadas? ¿Las contra-reformas neoliberales que eliminaron derechos laborales y pusieron a la venta todas las riquezas públicas de la nación se detendrán? ¿Se terminará con la miseria material, ecológica y espiritual de la inmensa mayoría de mexicanos? ¿México dejará de tener los primeros lugares en sobreexplotación, desempleo y exclusión? ¿Se detendrán los megaproyectos que devastan los sistemas ecológicos para saquear nuestras riquezas naturales? ¿Habrá más empleos?
-No, nada de eso va a ocurrir. Este 7 de junio tendremos elecciones federales y locales de 500 diputados federales y 640 diputados locales, de 9 gubernaturas, de 993 alcaldías y 16 delegados políticos en el DF. No podemos decir que habrá una renovación política del país ni de sus políticos y políticas porque la gran mayoría de los candidatos llevan años saltando de un puesto a otro y, a veces, de un partido a otro (por lo regular del PRI al PAN, al PRD, a MORENA o a cualquier otro).
-Ante este panorama, ¿debemos o no participar en estas elecciones y votar por alguna de las opciones políticas que nos ofrecen?
-Creemos que este 7 de junio el pueblo y los trabajadores mexicanos no debemos participar en estas elecciones y no asistir a las urnas a votar. Tenemos varias razones para sostener esta opinión.
En primer lugar, porque este proceso electoral sólo está sirviendo para que el régimen político mexicano en crisis recupere una legitimidad política muy dañada.
En segundo lugar, porque estas elecciones sólo están desviando la atención de la gente a una propaganda política cada vez más demagógica y vacía de contenidos, velando las verdaderas e importantes cuestiones sociales y políticas del país.
En tercer lugar, porque en estas elecciones no hay ningún partido que represente y defienda políticamente al pueblo y a los trabajadores.
En cuarto lugar, porque estas elecciones políticas no son tan decisivas e importantes como pueden serlo, en ocasiones, las presidenciales.
A continuación trataremos de apuntalar las razones ofrecidas.
Desarrollo
A través de múltiples y reiterados espots televisivos, el «honorable» INE nos ordena votar. Si alguien duda de ir a votar, lo regañan y lo señalan como irresponsable. Por otro lado, la propaganda vacía de ideas, sentimentaloide y falaz de los partidos políticos institucionales nos convoca a votar por ellos. Demagógicamente, nos pintan un México mejor. Se nos dice que debemos cumplir con nuestras obligaciones ciudadanas y asistir a las urnas este próximo 7 de junio.
-Entonces, ¿debemos cumplir como ciudadanos y votar este 7 de junio?
-Sostenemos que no.
En primer lugar, porque las elecciones próximas sólo servirán para restituir algo de la dañada legitimidad del régimen y del gobierno del PRI.
Como sabemos, este proceso electoral ocurre cuando los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa siguen desaparecidos y cuando se ha probado la participación de la policía local, federal y del ejército. Además, miles de mexicanos indignados protestaron en todo el país, demandado que aparezcan, se castigue a los culpables, llegando incluso a plantear la caída del gobierno de Peña Nieto. Creemos que estas movilizaciones abrieron una crisis de legitimidad del gobierno del PRI y de Peña Nieto. Ir a votar, en este contexto, aunque sea en contra del PRI, es restituir la legitimidad del régimen, de los partidos políticos y, en consecuencia, del gobierno.
Es preferible para el gobierno y los partidos políticos institucionales encauzar el enorme descontento popular en las urnas a que sigan las protestas masiva y nacionalmente en las plazas públicas del país. Como es notorio, al gobierno y a los partidos políticos ya se les olvidó lo ocurrido en Ayotzinapa pues a ellos sólo les interesan las campañas electorales (=dinero) y las elecciones (=puestos políticos). Por supuesto, no quieren hablar de Ayotzinapa: un crimen de lesa humanidad en la cual el Estado carga una ineludible responsabilidad, porque el delito de la desaparición forzada implica la participación activa o pasiva de oficiales estatales, y esto está totalmente comprobado y difundido en distintos medios nacionales e internacionales.
En segundo lugar, creemos que se debe rechazar este proceso electoral porque estas elecciones sólo están desviando la atención de la gente a una propaganda política cada vez más demagógica y vacía de contenidos, velando u ocultando las verdaderas e importantes cuestiones sociales y políticas del país.
-¿Qué cosas no se dicen en la propaganda de los partidos? ¿Qué compromisos eluden? ¿Cuál es la cuestión social en México?
-Ningún partido, ni los supuestos partidos de izquierda, está comprometido con terminar con la explotación de los trabajadores, la opresión de las mujeres o la devastación ecológica. Ningún partido institucional es anticapitalista ni consecuentemente antimperialista. Ningún partido institucional habla de que la mayoría de la población, más del 80%, vive en la pobreza, y que ello es indignante. Los partidos institucionales prometen generar empleo, pero abriendo la inversión al capital extranjero, que sólo genera más explotación, desigualdad y saqueo de nuestras riquezas. Ninguno se propone recuperar los derechos laborales perdidos, frenar los megaproyectos, detener el ecocidio o terminar con los feminicidios. Nadie dice que las mejores medidas para terminar con la delincuencia y su violencia son empleos dignos para todos así como educación pública y gratuita para todos los niños, los jóvenes y los que quieran seguir estudiando. Ningún partido político institucional se propone terminar con la miseria, la explotación y todo tipo de opresión; recuperar la Soberanía nacional y defender nuestros recursos naturales para el desarrollo social del país; erradicar la cultura patriarcal, dar fin a la violencia contra las mujeres y promover una efectiva equidad de género. Ningún partido político institucional está realmente comprometido con promover la igualdad y la justicia social, frenar el ecocidio y rescatar el campo, porque todos ellos han asimilado la lógica neoliberal que habla de una necesaria inversión de capitales para el desarrollo económico (de unos cuantos).
Estas son algunas cuestiones sociales verdaderamente importantes, de las que los partidos políticos no hablan ni discuten en estas elecciones.
-¿Y cuál es la cuestión política de la que tampoco se habla en este proceso electoral?
-El principal problema político del país, que ningún partido institucional menciona, es la descomposición del propio Estado mexicano. Un Estado que ya no atiende a sus obligaciones constitucionales (que incluso ha asesinado a la Constitución de 1917), que no defiende la independencia y soberanía de México, que es incapaz de controlar la violencia que recorre a la nación porque la utiliza para reforzar el control social y la represión. Un Estado político descompuesto que ha desmantelado al Estado social y ha dejado que se colapse al Estado de Derecho. Un Estado en manos de políticos profesionales que sólo sirven a los empresarios y que se dedican a privatizar todo lo público para hacer negocios (privatizando guarderías infantiles aunque no tengan mínimas condiciones de seguridad y luego se incendien con los niños adentro). Un Estado corrupto, en donde es difícil distinguir al delincuente del funcionario público. Un Estado en donde los políticos hacen negocios con el narco. Un narco-Estado. Un Estado incapaz de generar apoyos populares y por ello se dedica a organizar nuevos fraudes electorales y a sofocar cada vez más violentamente las protestas sociales. Un Estado que está naturalizando el terrorismo de Estado como método para gobernar. Por eso Ayotzinapa, Tlatlaya, Apatzingán y la brutal represión a los jornaleros de San Quintín. De esto no hablan los partidos políticos institucionales que participan en estas próximas elecciones ya que todos ellos han sido cómplices, por comisión o por omisión, de que los mexicanos padezcamos un Estado enajenado, violento y contrapuesto a la sociedad.
En tercer lugar, creemos que el pueblo trabajador no debe ir a las urnas porque en estas elecciones no hay ningún partido que represente y defienda políticamente al pueblo y a los trabajadores.
Al fondo, a la derecha, tenemos al PRI y al PAN. El PRI hace tiempo abandonó su «nacionalismo revolucionario» cardenista y se volvió neoliberal, abiertamente pro-empresarial y subordinado al imperialismo, pero sin dejar de lado sus formas autoritarias de gobernar. El PAN nació contra las medidas nacionalistas y populares del cardenismo y luego fue asaltado por los empresarios del norte del país y la ultraderecha para hacerlo neoliberal y corrupto. En el otro extremo, a la izquierda, encontramos un enorme vacío. El PRD quiso correrse tanto al centro que se pasó a la derecha y se volvió un partido funcional para el sistema, capaz de pactos políticos y electorales con el PAN o con el propio PRI. El resto de partidos son satélites que giran alrededor de estos tres partidos. MORENA es el nuevo partido de López Obrador pero también quiere ocupar el centro (su destino es volverse otro PRD) y por eso pretende reconciliar los intereses antagónicos de los empresarios y los trabajadores, pero a la hora de lanzar candidatos se impusieron empresarios y expriístas.
En México falta un verdadero partido de izquierda, clasista, de los trabajadores, comprometido en representar y luchar por sus intereses, por disputar el poder para cambiar radicalmente la política y la economía y ponerlas al servicio del pueblo trabajador, democráticamente, con una perspectiva feminista y ecologista.
Nosotros estamos convencidos de que es necesario y urgente crear ese partido amplio de los trabajadores y por eso estamos comprometidos en la construcción de la Organización política del Pueblo y los Trabajadores (OPT) junto con compañeros de la resistencia del SME y todas las organizaciones sociales y políticas que compartan la necesidad de pasar de las luchas sectoriales a la lucha política para disputar el poder.
En cuarto lugar, no vale la pena ir a ilusionarse con estas elecciones porque en realidad son intermedias y no son tan importantes como pueden serlo, a veces, las elecciones presidenciales.
Por eso, llamamos a los trabajadores a no acudir a las urnas este 7 de junio.
Aclaramos que no estamos en contra de la democracia o los procesos electorales. En realidad, la democracia -como gobierno del pueblo- es una demanda del pueblo trabajador, y fuente integrante del pensamiento socialista, desde el siglo XIX. Este ideal de Democracia, en su significado radical, cuestionó, y cuestiona aún, a la supuesta «democracia» liberal como gobierno de políticos profesionales que sirven a los empresarios. Como socialistas, seguimos luchando por una democracia que sea gobierno del pueblo, para el pueblo, por el pueblo. Por supuesto, tampoco estamos en contra de derechos políticos como reunirse y organizarse, manifestarse y expresarse por escrito, formar organizaciones políticas, postularse para puestos de cargos públicos, votar, etc., pero luchamos contra los límites que la Dictadura del Capital le impone a una verdadera democracia, contra la burocratización del poder y por ampliar la democracia y la autogestión a todos los espacios sociales (¡incluso en el trabajo!). Sostenemos que una democracia efectiva no es posible con el capitalismo, pero no por ello dejamos de luchar por ella en el presente y en este sistema. Nosotros defendemos un proyecto socialista con libertades políticas, partidos y democracia. Sin embargo, votar este 7 de junio es restituirle legitimidad al régimen, desviar la atención a las verdaderas cuestiones sociales y políticas de nuestro país, apoyar a partidos políticos que no nos representan en unas elecciones intermedias que no son decisivas para el destino del país.
Se nos objetará que no votar es renunciar a los derechos políticos. De hecho, cuando llamamos a no acudir a la urnas este 7 de junio eso es, también, ejercer un derecho político. Hacer una campaña con este punto de vista es hacer política, pero no institucional. Seguir llamando a manifestarnos contra lo que sucedió en Ayotzinapa, marchar apoyando a las Caravanas en defensa del agua, el territorio el trabajo y la vida, luchar la solución a las justificadas demandas del SME, pugnar por la unidad de todos los movimientos para crear una fuerza social y política que dispute el poder, es hacer política pero al lado de los trabajadores que hoy se movilizan. Decir que eso es más importante, en este momento, que unas elecciones que pretenden encubrir estos problemas, es un derecho político y una postura más digna y significativa que formarse en la fila y votar por candidatos que se han colocado al margen de estas demandas y estos movimientos.
Todavía es necesario refutar el argumento contrario que plantea que no votar es apoyar al gobierno. Nosotros sostenemos exactamente lo contrario: votar, incluso contra el PRI, en estas próximas elecciones, con un gobierno desprestigiado e impugnado por miles de manifestantes que exigieron «¡Fuera Peña Nieto!», con un régimen político herido por una crisis de legitimidad, es volver a lo que analistas cínicos llaman la «normalidad democrática». Formados en la fila para votar se abandonan las grandes movilizaciones y los esfuerzos de unidad de los movimientos sociales para impulsar un verdadero cambio político: todo por un voto individual que será aprovechado en la lucha de los partidos políticos por ganar recursos y cargos. En esta coyuntura particular, el voto aunque sea contra el gobierno apoya a un régimen político (la supuesta «democracia» liberal) y un sistema (capitalista) que sostienen al gobierno actual.
Otro argumento que debemos cuestionar es el que plantea que debemos votar por MORENA porque es un nuevo partido que puede impulsar un cambio en México. Como se sabe (o debiera saberse), MORENA de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) pretende ser un partido pluriclasista, en donde deben confluir los intereses de los empresarios honestos y de los trabajadores nacionalistas. ¿Eso puede ser posible? ¿Puede un partido pluriclasista, de empresarios y trabajadores, impulsar un cambio a favor de los trabajadores? ¿Por qué MORENA tiene más candidatos de empresarios que de trabajadores? Se dice que MORENA es un partido para el cambio, pero no se compromete con las luchas y movilizaciones del pueblo. MORENA confía en un cambio pacífico y electoral, pero los «poderes fácticos» (la mafia en el poder, como dice AMLO) le han hecho fraude electoral dos veces seguidas a su caudillo. Después del último fraude, AMLO prefirió construir MORENA en vez de seguir con las movilizaciones contra el naciente gobierno de Peña Nieto. De hecho, gracias a ello, el gobierno del PRI pudo imponer sus últimas contra-reformas estructurales. Algunos piensan que MORENA es un partido nacionalista pero en realidad es otro partido institucional absorbido por la lógica liberal (canalizar las luchas sociales y políticas a la lucha electoral). Por eso, a diferencia de otros nacionalistas revolucionarios, que en su lucha política se vuelven anticapitalistas revolucionarios, en AMLO lo liberal se impone sobre su ideal nacionalista. Un verdadero nacionalista y demócrata, con el apoyo de masas que tiene AMLO, ya hubiera llamado a una insurrección política, a una permanente resistencia civil y social (no violenta), contra estos últimos gobiernos neoliberales (del PRI y del PAN) y sus contra-reformas. Sin embargo, a AMLO y a su partido (¡no democrático!) sólo les interesan las elecciones y quedar bien con la televisión, que de todos modos se lanzará contra su líder si realmente llega a tener la posibilidad de ganar la Presidencia otra vez… Pero estas son unas elecciones intermedias y ya vemos cómo MORENA se encamina a volverse un nuevo PRD con un Caudillo que impone candidatos para ganar votos como sea… Por todo ello, para nosotros la opción política no es un partido pluriclasista como MORENA sino un partido clasista como la naciente OPT.
Conclusiones
En resumen, estamos convencidos de que este 7 de junio no debemos ir a las urnas a depositar un voto (aunque lo anulemos con una consigna sobre Ayotzinapa o tachándolo todo) pues éste se contabilizará para luego decir que en México hay Democracia y que la mayoría de los mexicanos prefieren votar que manifestarse públicamente o luchar por sus demandas…
Exhortamos a los trabajadores a seguir luchando por sus intereses y unirse a la OPT para construir el partido político que no sólo represente y defienda a los trabajadores sino que dispute el poder político para impulsar los cambios radicales que se requieren para hacer de México un país independiente y soberano, igualitario y justo, con una verdadera democracia y libertades políticas, sin explotación ni patriarcalismo, ecosocialista.
Andrés Lund Medina, CP del PRT
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.