Nada más oportuno en los momentos que vivimos, de cara al proceso electoral en Estados Unidos que corre a toda velocidad, que la lectura del libro de Jean Meyer editado y puesto a disposición del público en 2008. El libro destaca una variedad de propiedades hasta hoy desconocidas en la construcción de la clase política […]
Nada más oportuno en los momentos que vivimos, de cara al proceso electoral en Estados Unidos que corre a toda velocidad, que la lectura del libro de Jean Meyer editado y puesto a disposición del público en 2008.
El libro destaca una variedad de propiedades hasta hoy desconocidas en la construcción de la clase política estadounidense, en especial la formación de sus élites individualizadas como étnicas, religiosas e incluso criminales, que el autor descubre en una minuciosa investigación en la arena estadounidense, rompiendo asi la escabrosa tradición de que sólo la clase política mexicana fuese observada por estadounidense para facilitar los malabarismos cibernéticos y las yuxtaposiciones que reclama el modelo económico y financiero.
Por fin un analista, francomexicano, aborda el tema de las oscuridades del Partido demócrata y las exhibe bajo el impacto de la luz a los electores que no tienen procedencia anglosajona, como los latinos, los chinos, los irlandeses, los polacos o los costarricenses. Los italianos y los judíos habrían de formar la élite demócrata criminal dentro del PD, como lo demuestra el segundo capítulo de El Padrino. Y así lo confirman las fichas de la Enciclopedia del crimen, que es un libro clásico en EE.UU.
La iglesia católica estadounidense acogió a los inmigrantes, a los que abrazó con gesto protector la corriente llamada nativista con la que el protestantismo que habría de escoger la trinchera del Partido republicano se opondría en lo sucesivo al ascenso del catolicismo. Ambas corrientes religiosas cuyo vestuario criminal es indiscutible y su papel oligárquico, ha sido intocable. La pérdida de intocabilidad de las élites ha sido lamentada por el geoestratega del grupo demócrata: Z. Brzezinski. No hay tranquilidad en el mundo de habla inglesa y mucho menos en Estados Unidos cuya geografía política es amenazada por el ascendente secesionismo que por el momento tiene su centro en Texas, según dedefensa.org.
Fue entre 1911 y 1914 cuando asomó en el escenario estadounidense la incompatibilidad del fundamentalismo protestante confrontado con el integrismo católico de factura francesa. El fundamentalismo aparece de la mano de los folletos difundidos por los presbiterianos con el encabezado de The fundamentals. Ambas corrientes hoy abarcan espacios espirituales irreductibles, conquistados paulatinamente desde hace ya un siglo.
Meyer ha analizado al sinarquismo como proyecto fascista para México y a la cristiada como un atrevido forcejeo por debilitar al régimen revolucionario mexicano cuando éste inauguró la tendencia incontenible a obedecer los designios imperiales en 1914 y a partir de esta fecha. El esfuerzo de los católicos de EE.UU. se limitó a apoyar la diplomacia que diera lugar al adefesio que vivimos: el modus operandi de la iglesia y el estado mexicanos en un matrimonio contra natura. Tardará muchos años en ser evaluada en su justa dimensión la obra histórica de Jean Meyer.
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