1. Dolia Estévez, destacada periodista de EEUU, acaba de revelar en el programa de Carmen Aristegui, que con base en sus investigaciones, el presidente de EEUU Donald Trump trató muy mal (con mucho despotismo y autoritarismo) al presidente de México Enrique Peña Nieto en la conferencia telefónica de una hora del pasado 26 de enero. […]
1. Dolia Estévez, destacada periodista de EEUU, acaba de revelar en el programa de Carmen Aristegui, que con base en sus investigaciones, el presidente de EEUU Donald Trump trató muy mal (con mucho despotismo y autoritarismo) al presidente de México Enrique Peña Nieto en la conferencia telefónica de una hora del pasado 26 de enero. Los periodistas como Estévez – esos que les llaman periodistas de investigación- poseen la capacidad de investigar hasta el fondo de las noticias averiguando aquí y allá, hilando cabos y conociendo bien el contexto. Por ello, conociendo su trabajo de años, Dolia se ha ganado la confianza de su público.
2. Como dirían por acá: «Trump trató tan mal a Peña que hasta le dijo de lo que iba morir». Obvio, si Peña en vez de Trump hubiera hablado con Obama, Bush, Clinton o Reagan en sus presidencias -que fueron políticos golpistas, intervencionistas y asesinos- lo hubiesen tratado maravillosamente haciéndole creer que México es un gran país, que lo quieren mucho, mientras lo explotan, saquean y oprimen. Peña es un presidente igual de corrupto y funesto que los que lo antecedieron (llámense Salinas, Zedillo, Fox, Calderón) Ni Peña ni ninguno pudo haber mantenido una conducta digna frente a Trump y no creo que alguien ante la situación de México, la tenga.
3. Si a Trump no lo asesinan por los mismos yanquis, como al presidente John Kennedy, a su hermano Robert y a Luther King; si no lo desconocen como al presidente Nixon y no le descubren una amante como al presidente Clinton, pues podrán crearle o inventarle otra salida porque no es «políticamente normal» su comportamiento. ¿Podría descartarse que le echen una bomba en la Casa Blanca o en la casa presidencial? Declarar contra siete países musulmanes, revivir el famoso «eje del mal» para amenazarlo, entrar a discusiones bobas con México sobre un muro y su pago cuando se sabe que México durante un siglo siempre ha pagado los «platos rotos», denota cierto desequilibrio mental.
4. Pero la bronca es que México tiene un siglo o más de dependencia hacia los EEUU. Quizá desde 1822-23 de la Doctrina Monroe que México aceptó con la cabeza gacha; luego vino la «independencia» de Texas y la Guerra de 1846-48. Peña es indudablemente cobarde, funesto, vende patrias, traidor y todo lo que se quiera, pero ningún presidente ha podido levantar de manera valiente la voz a los yanquis, mucho menos Fox que se entregó placenteramente en su rancho y defendiendo el ALCA a «Jorgito» Bush. El problema es la dependencia de México hacia los EEUU que se ha quintuplicado a partir de 1982 con la imposición del neoliberalismo y la privatización de bancos, tierras, industrias, comunicaciones, etcétera.
5. Peña, para aminorar su pena, debe renunciar inmediatamente. Pero sería un tanto injusto que fuera a la cárcel si no lo acompaña Salinas, Zedillo, Fox y Calderón. Probablemente por ese comportamiento muy reprobable y corrupto de sus presidentes y políticos, fuera de México se piensa que toda la nación es corrupta. ¿Con qué cara «nos representan» esos gobernantes, con qué prestigio pueden defenderse con dignidad? Por ello Trump los trata con la punta del pie; sabe que el pueblo no los quiere y cuando hablan de «Unidad Nacional» es cuando se dan cuenta de que la población no los apoya. Por ello Peña tiene que renunciar y ser sustituido por un gobierno de esos que les llaman de «salvación nacional» y un movimiento de masas en las calles.
6. Lo grave es que gobierno y empresarios siempre encuentran una salida. Cuando el gran movimiento de masas ha crecido en la calles protestando contra el gasolinazo y exigiendo la renuncia de Peña Nieto, aparece lo de Trump que busca desviar el movimiento en las calles. Está bien el movimiento, pero la sola manifestación o marcha de 100 mil o 200 mil trabajadores sirve de poco si no se hacen bloqueos permanentes de tres o cinco días a aeropuertos, carreteras, avenidas, glorietas, bancos y demás instituciones. Hoy las marchas parecen «paseítos» a los que no hacen caso. No deben citarse marchas sino bloqueos y ocupaciones que paralicen la ciudad; si no, es un simple divertimento.
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