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Breve excursión sobre ciertos mitos

Pobreza y educación

Fuentes: Rebelión

El 48 % de los niños en el país pervive en la pobreza. Y con el macrismo se redoblan estos índices: 297 pobres se suman cada hora. Varias preguntas nos interpelan como docentes y educadores: ¿Qué hacer? ¿Puede la educación librarnos de este «flagelo»? ¿Cómo enseñar entre tanto empobrecimiento humano? ¿Qué papel le queda a […]

El 48 % de los niños en el país pervive en la pobreza. Y con el macrismo se redoblan estos índices: 297 pobres se suman cada hora. Varias preguntas nos interpelan como docentes y educadores: ¿Qué hacer? ¿Puede la educación librarnos de este «flagelo»? ¿Cómo enseñar entre tanto empobrecimiento humano? ¿Qué papel le queda a la escuela pública frente a esta situación oprobiosa? ¿Cómo fomentar el aprendizaje y el pensamiento crítico en aulas que se parecen más a «galpones digitalizados»?

Veamos que dicen los «oficialistas», porque decirle burgueses, puede sonar irrespetuoso. Para Manuel Álvarez Trongé, presidente de Educar 50, se deben implementar «tres ideas para la acción: 1) Declaración de emergencia educativa. 2) Las mejores escuelas entre los más necesitados 3) Tecnología y educación» (…) así (…)»la buena educación es el mejor camino para erradicar la pobreza si se hace planificada e integralmente con otras asistencias como la social, de salud y de empleo joven» (1).

Seamos contundentes a modo de intento de respuesta: nadie es pobre por su «baja» educación (en sí mismo) sino como resultado de las relaciones sociales de producción que nos explotan. El historiador Alejandro Belkin recuerda algunas cifras: «Hay 628.000 patrones en Argentina y 16.548.000 de trabajadores a su servicio (2)». Se es pobre o no en ese entramado de relaciones de poder; entre el capital y los trabajadores surge la miseria colectiva de los laburantes y la riqueza de un grupúsculo que como afirma Darío Balvidares «traman el destino de los demás». La plutocracia en definitiva nos domina.

¿Los poderosos quieren en verdad las «mejores escuelas públicas» para los niños necesitados, hijos de trabajadores?

En vez de «Más educación, menos pobreza (1)» hay que desentrañar la conexión plutocracia -educación o cuál es la pedagogía del capital.

Hasta ahora podríamos decir que el sistema educativo argentino contribuyó a la «modernización dependiente» del país, como si la educación fuese una variable más en la producción de mercancías, en busca del «desarrollo». La «tres ideas para la acción de Trongé «-modernización tecnológica con cambio social planificado y las mejores escuelas para los niños pobres- en ningún momento y sentido cuestionan el origen del problema: la estructura socio económica producida por el capitalismo. Tomando a Martín Almada, abogado y pedagogo paraguayo, y vía metodología comparada «para esta concepción (de Trongé y el macrismo) la educación se justifica en cuanto habilitación de recursos humanos para aumentar la productividad de la mano de obra. Enarbolarán la bandera de que «la educación es la base del desarrollo», frágil argumento de los reformadores de la educación, inspirados en los principios conservadores de tipo pedagogista, modernizante, es decir, desarrollista». De ahí, las declaraciones frente a empresarios e industriales del Esteban Bullrich: «No les hablo como Ministro de Educación, sino como gerente de Recursos Humanos (3)». También el Ingenieros en Sistemas espetó el 20 de enero pasado: «Estamos convencidos de que la pobreza tiene raíz educativa, igual que los problemas de terrorismo e inmigración (4).

Cabe insistir: no es la escuela quién genera pobres sino el sistema productivo que a la vez que produce mercancías nos forma alienados y cuasi indigentes. En todo caso, las aulas son símil de «galpones» donde los alumnos y docentes sufrimos nuestra pobreza por unas horas.

Y no es casualidad que Trongé, Sánchez Zinny (Director Ejecutivo del Instituto Nacional de Educación Tecnológica) y Bullrich cuasi coincidan. Las provincias en la Argentina -dice el Ministro Nacional- llegaron a un acuerdo «en los valores, competencias y habilidad que deben tener los jóvenes para salir del secundario (4)» mientras que Sánchez Zinny en su artículo «Para el nuevo mundo, nueva educación» subraya: » Esta realidad se percibe todavía más en los institutos terciarios y en las universidades: están muy lejos de las demandas laborales, con carreras largas en años y horas, y poco relacionadas con las competencias y los escenarios del dinámico mundo productivo de las próximas décadas. Además no ponen el énfasis en habilidades socioemocionales, sino en otras que rápidamente se vuelven obsoletas en la actual economía del conocimiento (5)». El titular del INET quiere una escuela más «productiva» aún, en otras palabras, más ganancia empresarial.

En síntesis, encubiertamente o explícitamente, los discursos emergentes del poder de la plutocracia le dan a «la educación el poder de sacarnos de la pobreza hacia el desarrollo»; aunque en verdad vienen a ocultar la relación que determina nuestro presente: 628.000 patrones definen -con el Estado y el gobierno a su favor- el porvenir de 16.548.000 de trabajadores». Y si uno hilara más fino no son más de 500 corporaciones quienes someten nuestros cuerpos.

Como sostiene León Rozitchner: «El propietario del Todo está determinando, con su figura y su poder, la subjetividad de cada súbdito».

Y Trongé, Bullrich y Sánchez Zinny escriben para esos propietarios, y para colmo lo hacen de nosotros, los «pobres». Es hora de otra escuela pública donde la burguesía, sus corporaciones y sus amanuenses ya sean el pasado. Una escuela de los trabajadores será así cuando derrotemos a la plutocracia.

Notas:

  1. Más educación, menos pobreza. Clarín. 04-02-2017
  2. Situación ocupacional de la población urbana total. 4º trimestre de 2010. Fuente: TEL en base a datos del Ministerio de Economía y procesamientos propios de la EPH-INDEC
  3. Página 12. 23-11-2016
  4. Argentina impulsará un acuerdo en el G 20 para crear una formación docente global. Télam.
  5. La Nación. 21-01-2017

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.