El proceso de transformaciones socio-políticas, económicas y culturales producido en Bolivia en los últimos catorce años puede ser considerado como uno de los más importantes, sino el más trascendental, de la historia de Bolivia por la profundidad de los cambios realizados en las estructuras e instituciones fundamentales y de las rupturas con los cánones establecidos […]
El proceso de transformaciones socio-políticas, económicas y culturales producido en Bolivia en los últimos catorce años puede ser considerado como uno de los más importantes, sino el más trascendental, de la historia de Bolivia por la profundidad de los cambios realizados en las estructuras e instituciones fundamentales y de las rupturas con los cánones establecidos por la dominación imperialista en América Latina, teniendo como protagonista central a las fuerzas del pueblo boliviano expresadas en las organizaciones sindicales, campesinas, indígenas, vecinales, laborales, comunitarias, estudiantiles y gremiales.
La articulación de esas fuerzas fue construida por una pléyade de dirigentes encabezados por Evo Morales Ayma quien, primero como dirigentes sindical de los cocaleros, después como parlamentario indígena-campesino y finalmente como líder del Movimiento Al Socialismo (MAS) y de los Movimientos Sociales, consiguió ganar varias elecciones presidenciales y referéndums y convertirse en el primer presidente de Bolivia que ejerce el cargo con los más altos puntajes de aprobación en más de once años de gestión continua, un record en la historia de Bolivia.
¿Cómo se explica este fenómeno en un país con una tradición de inestabilidad política y social? Básicamente por la rebelión de octubre de 2003, por los mayoritarios consensos políticos, sociales e institucionales conseguidos en el seno de las fuerzas populares del país, por la consecuencia con los mandatos del pueblo movilizados, por la hegemonía construida y por la gestión gubernamental con resultados muy positivos en los ámbitos económicos, sociales, de infraestructura, comunicaciones y de integración poblacional y territorial, derrotando así al proyecto neoliberal, colonialista y pro-imperialista.
LUCHA NACIONAL Y ANTIIMPERIALISTA CONSECUENTE
Por la nacionalización de los hidrocarburos, la recuperación de empresas estatales estratégicas de manos de las transnacionales, los avances en los procesos de industrialización, la protección y desarrollo del mercado interno y la redistribución social y regional de la renta y el excedente nacional en lo económico; así como por la realización de una Asamblea Constituyente que aprobó una nueva Constitución, la titularidad de nuevas elites políticas, económicas y sociales provenientes de las clases subalternas y la participación de mujeres, indígenas y jóvenes en los poderes del Estado y las relaciones de unidad e integración con los países de América Latina en lo político, marcan los rasgos esenciales de este proceso.
El discurso de la lucha por la dignidad y la soberanía ha ido acompañado por decisiones importantes de transformación del orden neoliberal con el protagonismo de los marginados de la historia pasada, la inclusión de millones de «ajenos» a la Bolivia oficial y la identificación de los responsables de la dominación y el coloniaje convertidos en oposición sin alternativa. Por otra parte la voluntad nacionalista y antiimperialista se ha hecho realidad en las instituciones sociales y estatales, tal el caso de las Fuerzas Armadas que se asumen defensoras del proyecto encabezado por los sectores populares, o en las Relaciones Exteriores, donde los titulares son los hombres y mujeres de la calle y no los descendientes de las oligarquías locales, como en el pasado.
EXPERIENCIA PASADA Y DESAFÍO ACTUAL
En la historia nacional son muy pocos los periodos de transformaciones profundas: Luego de la fundación de Bolivia en 1825, en medio de la fragmentación de América Latina por las oligarquías y los imperios, está el esfuerzo del Mariscal Andrés de Santa Cruz de construir la nación boliviana y de formar la Confederación Perú-Boliviana en la década de 1830; y está también la Revolución Nacional de 1952 con las grandes reformas como la Nacionalización de las Minas, la Reforma Agraria y el Voto Universal y el protagonismo del bloque de la Central Obrera Boliviana (COB) con los sindicatos de fabriles, mineros y campesinos armados y vigilantes con el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), durante la década de 1950.
En ambos casos, sin embargo, el resultado fue la pérdida de fuerza e iniciativa de las fuerzas revolucionarias y la irrupción de la oligarquía terrateniente, comercial y minera vinculada a los intereses de la oligarquía chilena aliada del imperialismo inglés, en el primer caso, y de la nueva rosca de terratenientes del oriente, banqueros y especuladores, mineros medianos, transnacionales y grandes comerciantes subsidiarios del imperialismo estadounidense, en el segundo caso.
La pregunta en el momento actual es cómo profundizar el proceso de transformaciones realizados en Bolivia y otros países de la región en los últimos quince años en el nuevo contexto regional y mundial para evitar la restauración neoliberal y oligárquica.
Eduardo Paz Rada. Sociólogo boliviano y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.
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