1. México es de 110 millones de trabajadores; los otros 10 millones son multimillonarios y millonarios dueños de grandes empresas, bancos, grandes comercios, negociantes de finanzas y del narcotráfico; además de ricos, políticos, sus seguidores y subordinados. El petróleo ha sido eje de la vida en México: en 1938 -estando en manos inglesas y yanquis- […]
1. México es de 110 millones de trabajadores; los otros 10 millones son multimillonarios y millonarios dueños de grandes empresas, bancos, grandes comercios, negociantes de finanzas y del narcotráfico; además de ricos, políticos, sus seguidores y subordinados. El petróleo ha sido eje de la vida en México: en 1938 -estando en manos inglesas y yanquis- fue expropiado por la burguesía nacionalista encabezada por el presidente Cárdenas; pero a partir de 1982 (con el neoliberalismo) se aceleró su reprivatización, hasta que en 2012 con las llamadas «reformas estructurales» de Peña Nieto, terminó de entregarse de nuevo al capitalismo privado nacional e internacional.
2. Para conmemorar la expropiación el pasado 18 de marzo, el senador Manuel Bartlett (antes grande del PRI y hoy más destacado que la mayoría «izquierdista») advirtió con mucha razón que quienes impulsaron y aprobaron la reforma constitucional y las leyes secundarias que privatizaron Pemex «deben ser juzgados por traición a la patria», ya que cedieron a los intereses de Estados Unidos en un esquema de integración continental que pone en riego la soberanía nacional. ¿Y quiénes son esos traidores? Los gobiernos y líderes del PRI, PAN, PRD y demás partidos que con el «Pacto por México», votando y arrastrándose como gusanos, apuñalaron al pueblo mexicano.
3. ¿Si 20 líderes de gobiernos del PRI, 20 del PAN y 20 del PRD, así como personajes como Salinas, Cevallos, «los chuchos» y principales empresarios deben ser juzgados por traición a la patria, encarcelados y de ser posible fusilados, quién se encargaría de ajusticiarlos si ellos mismos son el poder, los encargados de las instituciones? Muchos me responderían: «el pueblo», sin darse cuenta que «el pueblo» no tiene poder porque está desorganizado; no tiene conciencia de su fuerza y su razón porque su ideología ha sido formada por los medios de información al servicio de la burguesía. Por ello estamos en México más que jodidos y la clase dominante nos jode más.
4. Que López Obrador puede, al fin, llegar a la Presidencia; esa esperanza han tenido decenas de millones de mexicanos al inicio de las campañas políticas porque los siempre tramposos y vendidos encuestadores le dan el primer lugar para que se ilusionen sus partidarios. Pero tampoco AMLO podría hacer nada contra los «traidores de la patria» porque para llegar a la primera magistratura tiene que firmar que no castigará a nadie «importante», a cambio de apoyo. Me imagino a la parte pequeña del pueblo consciente en las calles exigiéndole a AMLO que encarcele a los traidores; pero también a los consejeros de AMLO pidiéndole que no lo haga porque los empresarios, los medios y el imperialismo se le van a echar encima.
5. Bartlett el expriísta, así como la senadora Laida Sansores (así como lo fue Noroña), son casi los únicos «izquierdistas» entre los legisladores, ha declarado: «las mentiras de la reforma energética de Peña Nieto están a la vista: disminución de las reservas de 37 mil 404 millones de barriles de petróleo crudo en 2014 a 26 mil 140 millones de barriles en 2016. Una disminución de 30 por ciento en tan sólo dos años. El Ejecutivo federal prometió incrementar la producción de petróleo para llegar a los 3 millones de barriles diarios en 2018, pero lo que se logró fue que disminuyera de de 2.5 a 2.1 millones de barriles de petróleo diarios en 2016 y se prevé una baja adicional a 1.9 millones en 2017».
6. ¿Qué hacer entonces con los traidores de México -muy superiores en graves delincuencias que narcotraficantes, secuestradores o asaltantes- si ellos están en el poder y hacen lo que les da la gana? Pues si quiere seguir votando como lo ha hecho durante un siglo para seguir legalizando el poder de quienes lo explotan y someten, puede seguir haciéndolo; pero si desea hacer una revolución radical que acabe con el capitalismo y la desigualdad tiene que liberarse de todas las ataduras y enajenaciones que le han impuesto para distraerlo y hacerlo imbécil. La calle agitada, las fábricas tomadas y los campos ocupados por el pueblo son la única salida para extirpar a los traidores de México.
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