Uno de los libros más interesantes que se han publicado en los últimos meses a nivel del Estado español es el que nos ocupa en las siguientes líneas. «Eternas Cicatrices» es un excelente libro de 454 páginas escrito, elaborado y autoeditado por Juan Carlos Azkoitia, que desde su experiencia radiofónica en Hala-Bedi Irratia a finales […]
Uno de los libros más interesantes que se han publicado en los últimos meses a nivel del Estado español es el que nos ocupa en las siguientes líneas. «Eternas Cicatrices» es un excelente libro de 454 páginas escrito, elaborado y autoeditado por Juan Carlos Azkoitia, que desde su experiencia radiofónica en Hala-Bedi Irratia a finales de los 80, conoció en profundidad a Cicatriz, una de las bandas más legendarias del rock vasco de los 80-90, y ha puesto negro sobre blanco toda su historia.
En esta magnífica obra Juan Carlos aporta numerosa e interesantísima documentación gráfica inédita, fotos, pegatinas, carteles de conciertos, los testimonios de infinidad de músicos que compartieron conciertos, fiestas y locales de ensayo con los «Zika», amigos personales y sobre todo, las memorias de Natxo Etxebarrieta, quien hizo en los últimos meses de su vida varias entrevistas con el autor que terminaron por estructurar un relato autobiográfico sumamente interesante y que ofrece un privilegiado prisma de observación para conocer más y mejor la historia de esta controvertida pero fascinante banda. Un libro a través del cual es posible conocer también la historia de la combativa e irredenta Euskadi de los años 80, cuya banda sonora plasmaron nombres como los de Eskorbuto, La Polla Records, Vulpes, Hertzainak, Barricada, RIP y por supuesto, Cicatriz. Dejemos ahora que sea el propio Juan Carlos, a través de nuestras preguntas, el que nos vaya desvelando más detalles de esta historia que hoy os recomendamos.
Juan Carlos ¿de dónde viene tu vinculación con Cicatriz, cómo y cuándo les conociste y cómo surgió la idea y la oportunidad de hacer este libro?
«A Cicatriz los escuché por primera vez en 1987, en mi época de estudiante cuando un compañero de clase me pasó la cinta original en cassette del disco «Inadaptados». Ya al año siguiente, en 1988, antes de que Natxo tuviera el accidente de moto les vi por primera vez en directo y flipé mucho con la espontaneidad y la fuerza que tenía en el escenario la banda. A partir de los 90 fui conociendo personalmente a todos, salvo al primer guitarra José Arteaga, «Pepín», que murió en 1990 y no llegué a conocerle ni tampoco a verle en directo.
Recuerdo a finales de 1990, cuando Natxo estaba más recuperado del accidente, cuando aún andaba con muletas, andaba por la parte vieja, en la calle Zapa pasando costo y nos decía: «chavales, vamos a sacar un nuevo disco y lo vamos a grabar en Londres». Y efectivamente así fue, el año siguiente grabaron el segundo disco «4-2-1». En 1994 yo estaba realizando el programa de radio libre «Pesadilla del punk rock» de Hala Bedi Irratia, colaboraba en muchos fanzines, también en la revista musical El Tubo y es cuando a raíz de la muerte de José Luis Rodrigo «Pakito» y del que fue el último concierto de Cicatriz en 1994, les planteo la posibilidad el año siguiente de tener una serie de entrevistas con Natxo y Pedrito, todavía vivos. En 1995, Pedrito entró en la fase terminal de su enfermedad, fueron los últimos meses de su vida y no me dio tiempo a entrevistarle. Entonces contacté con Natxo, le volví a plantear la historia y le interesó el proyecto, con lo que se animó a participar y narrar la historia de Cicatriz relatada por él mismo. Ese relato se ha convertido definitivamente en las memorias de Natxo para el libro».
Creo que es muy notable el hecho de que a través de la historia de Cicatriz, en este libro también se puede conocer como fue en cierta medida la historia de la cultura popular en Euskadi, en especial desde el ámbito de la música más reivindicativa. ¿Era ese otro de los objetivos del libro?
«Si, por supuesto, uno de los objetivos del libro era dar oportunidad a que se expresase libremente todo el mundo, que fuera muy participativo, quien quisiera aportar sus opiniones, adelante, y en el caso algunas personas que no han querido participar por motivos personales se ha respetado su decisión. Se ha profundizado en la historia de Cicatriz y las memorias de Natxo relatan vivencias personales. El libro recoge muchos testimonios y opiniones de otros músicos y gente cercana a la banda, abarca a muchas personas y grupos de la época aportando de esta manera una visión conjunta para recomponer una visión global de toda la escena musical y social, y como bien expresas, la historia cultural, la cultura popular en aquella Euskadi. La Euskadi luchadora, inquieta, inconformista, rebelde, combativa y reivindicativa de los años 80 y 90; en ese aspecto muy distinta a la sociedad actual del siglo XXI, más globalizada, digitalizada, individualista, egoísta, insolidaria, adormecida, tranquila, sumisa y pacífica».
Has recogido en este libro numerosos testimonios tanto de miembros del grupo como de personas muy allegadas a ellos. Sin embargo llama la atención el hecho de que la que fue miembro de Cicatriz en el comienzo y pareja sentimental de Natxo Etxebarrieta, La Poti, no ha querido participar en este trabajo ¿Por qué?
«Marieli Arróniz, la Poti, fue la primera cantante de Cicatriz en la matriz en los inicios, solo el primer año y pico de formación de la banda, es cierto. Aunque ya había estado en los 80, después durante los 90 estuvo residiendo una larga temporada en Londres y se desconectó bastante de toda la movida. Regresó a Vitoria-Gasteiz hace unos cuantos años y ahora lleva otra vida muy diferente, tiene otras responsabilidades, está trabajando, es madre y al recordar todo aquello, y como le despierta recuerdos muy dolorosos, no le ha apetecido comentar nada. Muchas muertes alrededor, Natxo entre ellos, que fue su pareja, como bien decías, otros de los compañeros de Cicatriz también muertos, muchas personas conocidas del entorno cercano… se unen recuerdos muy duros, sentimientos muy personales, viejas heridas sin cicatrizar y ha preferido no participar aportando sus testimonios y vivencias.
Parecido ha sido el caso de Mamen Rodrigo de Vulpes y Anticuerpos, al recordar tantas muertes, entre ellas la del batería Pedrito, que también fue su pareja, ello le producía mucho dolor y no ha querido comentar nada. Tampoco gente muy vinculada a Cicatriz como Lola, amiga de la banda desde los inicios a la que le dedican la famosa canción, ni Dieguillo Garay, bajista de Quemando ruedas, amigo y seguidor de la banda desde los inicios, que tocó los 2 últimos conciertos de Cicatriz en 1994 en sustitución del bajista fallecido José Luis Rodrigo Pakito han querido intervenir.
Después, en 1995, Natxo expulsó a Dieguillo del grupo, y en su lugar entró Mikel Irazoki de Bizkar Hezurra, grupo paralelo en el que tocó Goar Iñurrieta. Hay que decir con el nuevo bajista Cicatriz a partir de 1995 aunque tenían previsto tocar y presentar los discos «Colgado por ti» y el disco «en directo», ya no salieron del local de ensayo, al irse muriendo y desintegrándose la banda en cuestión de meses.
Cuando salió el libro, además de regalarle un ejemplar al superviviente Goar, también se lo regalé a todas las personas que habían aportado sus testimonios, a los familiares de Cicatriz, la familia de Natxo, su madre y hermanos, a un hermano de Arteaga «Pepín», a un hermano de Pakito y en el caso de Pedrito, como no tenía familia al ser hijo adoptado y haber muerto sus padres adoptivos se lo regalé a Mamen Rodrigo, que fue pareja suya. Marieli la Poti, al final me comentó que también tiene el libro. Y también lo tienen el resto de los músicos de las bandas que acompañaron en los proyectos de Goar Cicatriz (noviembre 2009-enero 2011) y Zarpazo a Cicatriz (abril 2015 -diciembre 2016).
Por lo que cuentas en el libro, tanto a través de tu trato personal como por las entrevistas para el libro, pasaste mucho tiempo muy cerca de Natxo, sobre todo en su etapa final. ¿Cómo viviste, a un nivel más humano, más íntimo, esa lenta travesía hacia la muerte que tu viste en primera persona?
«¡¡¡Uffff!!! pues fue muy intensa, muy activa, agridulce, pero sobre todo muy dolorosa. En esos encuentros en casa de Natxo, en esas «kedadas cicatriceras zikatrizeras», entrevistándole, narrando sus vivencias que definitivamente se han quedado plasmadas en memorias, siempre salía de su casa con la muerte muy presente, dudando si era aquel día, aquella tarde en esas visitas, la última vez que le iba a ver con vida. Hay que recordar que Natxo estaba muy enfermo, padecía sida y cáncer en estado terminal, y observar los dolores, las limitaciones corporales que tenía que soportar diariamente ante su quebradizo estado de salud se hacía muy doloroso para todos los que estábamos cerca de él. Aún así, hasta el final, no estuvo solo en ningún momento, estuvo siempre arropado por su familia y sus amistades de verdad. A nivel mental estaba totalmente cuerdo y estos encuentros y visitas fueron un arreón de energías positivas para seguir luchando adelante hasta el final, preparando la salida del último disco en directo, que salió en el verano de 1995. Fíjate, se estaba muriendo y quedaba para ir a ensayar, tenía ilusión por seguir tirando adelante, seguir viviendo, ensayando, con ganas de volver a tocar en directo con la formación renovada, futuros proyectos, como la salida de este libro, hasta que finalmente murió.
El grupo se separó definitivamente y en señal de duelo y respeto a los seres más cercanos, el proyecto del libro quedó paralizado durante varios años después. Para mí la salida del libro ha sido una gran liberación, también un reto personal, una deuda pendiente con Cicatriz, con Natxo, con todos los seguidores incondicionales y al fin y al cabo, yo soy un mensajero que simplemente traslado, transcribo sus opiniones, un biógrafo musical que hago de puente entre el pasado y el presente con la muerte vista sobre sí misma, creando al final esta «criatura maldita»… convertida en libro, Cicatriz eternas cicatrices…».
Natxo tenía por su tío Txabi Etxebarrieta, uno de los primeros líderes de ETA durante el franquismo, una vinculación obvia con la izquierda abertzale, e incluso en el libro cuentas que él, siendo muy joven, querría haber formado parte de ETA, pero que sin embargo optó por dedicarse al rock e incluso fue muy crítico con determinados postulados de la izquierda abertzale y se distanció de ellos, fenómeno que fue relativamente frecuente entre muchos grupos de rock que no querían que se les pudiera instrumentalizar políticamente por la «Martxa eta Borroka» o por HB. Paradójico ¿no? ¿cómo te explicaron esa, no sé hasta qué punto, contradicción entre defender en sus letras una actitud rebelde, subversiva, combativa y no coincidir con organizaciones políticas que podrían haber asumido parte de sus planteamientos?
«Es una pregunta muy compleja y delicada, que da lugar a diferentes interpretaciones y puntos de vista diferentes por parte de mucha gente y músicos pertenecientes a las bandas de la época al tener unos ideales distintos unos de otros, unos más y otros menos políticos y/o nacionalistas. Si es cierto que los primeros años de Natxo, que creció en los últimos años de la dictadura hasta la adolescencia como relata en las memorias, la conexión con el tema político era muy profunda. Hay que recordar que en efecto, su tío Txabi Etxebarrieta en tiempos de la dictadura fue el primer militante de ETA que murió tiroteado en un cruce de disparos y se convirtió en un gudari, un héroe patriota vasco, para toda la izquierda abertzale militante.
Después, al ir creciendo Natxo y descubrir a principios de los 80 el rock, para él se abrió una vida totalmente nueva, llegó mucho aire fresco dando lugar a un espacio nuevo de libertades, lo cual unido a experimentar con drogas duras se convirtió en el paradigma de la subversión. Ahí fue cuando su vida dio un giro de 180 grados y se desmarcó más de la política aún sabiendo que en su familia estaba muy presente siempre en la memoria la trágica muerte de su tío militante Txabi.
En tiempos de la Transición, para un sector nacionalista de la izquierda abertzale tradicional conservadora, el fenómeno del rock se vio como un movimiento postmodernista, innovador, incluso imperialista yankee y anglosajón que según su mentalidad, tenía el peligro de contaminar y hacer perder la esencia pura de la cultura vasca y euskaldun, mientras que en los 80, al ver que el movimiento va entrando y cobrando cada vez, cada año más fuerza, al remover conciencias, el fenómeno del rock se politiza bastante en Euskadi a partir de 1983-84, aprovechando primero la etiqueta de rock radikal vasco y después con la campaña «martxa ta borroka»- marcha y lucha- de Herri Batasuna, partido político que en los años 80 tuvo un gran crecimiento social.
HB gobernó en varios ayuntamientos y bajó a las cloacas de la sociedad, a los pueblos, barrios, ciudades, a las calles, a las tabernas, interesándose por esa explosión de grupos de rock radikales que en cierta manera compartían ideales con ellos en las letras de sus canciones, en unos mensajes de claro ataque al sistema establecido, contra los poderes fácticos del Estado ante la represión policial muy fuerte en aquellos años de plomo, con el plan zona especial norte. Al estar sometidos bajo estado policial a una represión muy grande y existir gran agitación sociopolítica, al haber un conflicto armado, ETA, GAL, una sociedad muy movilizada, muy luchadora, muchas protestas, luchas sociales, obreras, estudiantiles, todo ello tenía un reflejo en el rock vasco, sin duda alguna. Natxo relata en las memorias que Cicatriz se desvincularon del rollo político pronto, tocaron 4 ó 5 conciertos en la campaña «martxa ta borroka», pero en una entrevista, al hacer unas declaraciones que parece ser que no gustaron en el entorno de HB, les dejaron de contratar y se terminaron aquellos conciertos. Su personalidad, su estilo de rock no tenía nada que ver con una juventud alegre y combativa, era marginal y poco combativa al estar enganchada a la heroína. Pienso que desde los 90, el rock también se ha fusionado con el folklore y con más sonidos y está más integrado, forma parte de la cultura contemporánea del pueblo».
A nivel personal, ¿cuál fue el mejor concierto que viste de Cicatriz?
«Difícil respuesta, pues he visto varios inolvidables y multitudinarios, pero sí me parecieron muy emotivos y en cierta manera especiales dos de ellos. Después de un largo parón, la reaparición en los 90, el 8 de junio de 1991 con unas 3.000 personas y sobre todo, el penúltimo que tocaron el 30 de septiembre de 1994 en Vitoria Gasteiz, en el Polideportivo de Adurza como homenaje a Pakito Cicatriz, que murió de sida aquel verano. Por el ambientazo que se respiraba días y semanas antes del Festival y lo bien que sonaron todas las bandas, con aquel gran recibimiento, aquel público tan entregado, alrededor de 4.000-5.000 personas y observar cómo iba llegando, cómo se avecinaba a mediados de los 90 el final de una época y una banda de rock & roll como Cicatriz, es algo que ahora recuerdo de manera muy emotiva».
Siempre se ha mantenido, en un criterio que personalmente comparto, que la heroína fue un arma muy sutilmente utilizada por los gobiernos españoles permitiendo su tráfico y distribución en Euskal herria para amansar y neutralizar el potencial reivindicativo que muchos jóvenes podrían desarrollar en un país con un alto grado de conflictividad social, luchas obreras, paro, represión, más allá del conflicto con el Estado español y la actuación de ETA… ¿Crees que Cicatriz puede o pudo ser un ejemplo de esa estrategia de uso de las drogas como elemento para desmovilizar, adormecer o alejar de una actitud de lucha en la calle a muchos jóvenes en los 80?
«Está claro que sí, Cicatriz fueron un claro ejemplo de transgresión al sistema, y arriesgaron inocentemente sus vidas siendo carne de cañón para el sistema con el consumo de heroína y sus dramáticas consecuencias. Por eso representan el lado más duro, callejero, maldito en comparación con otras bandas, pensemos en la tragedia que supone la tragedia de pérdidas humanas con 4 muertos, un hecho insólito para un grupo de rock vasco de los 80- 90. Eskorbuto y R.I.P. también tuvieron vidas paralelas y otras bandas como Vómito, Odio, Ultimatum, Desorden, también tuvieron alguno de sus componentes enganchados que se quedó en los 90 en el camino, además de tanta gente, seguidores y amistades de las bandas que fueron atrapadas en el abismo de las drogas duras muriendo a lo largo de los 90. Una generación maldita y perdida que galopó en un caballo salvaje llamado heroína. El capítulo 18 del libro, las drogas y la autodestrucción, ha sido el más difícil de desarrollar al intentar plasmar de manera resumida información al respecto y estar escrito a tumba abierta, visceral, descarnado, salvaje y real.
«Eternas Cicatrices» es hasta donde sé, una autoedición. Siendo un libro tan rico en referencias a toda la cultura popular vasca y al rock vasco de esa época, ¿no ofreciste a ninguna editorial vasca, como Txalaparta, por ejemplo, editar este libro? ¿la autoedición fue tu primera opción desde el principio?
«Al ser un proyecto personal sobre una banda muy especial, me planteé la idea de la autogestión desde el principio y mantuve esa opción hasta el final, tenía que ser un proyecto autoeditado. Sí que estuve con negociaciones cuando lo estaba terminando con la Editorial Baga Biga, pero no lo vieron claro, tenían pendientes otras publicaciones, otras promociones y no les interesó editarlo, se desmarcaron del proyecto. Después de autoeditar las dos primeras ediciones, la Editorial Txalaparta me comentó en la Azoka feria de Durango 2016 que estaban interesados en publicarlo. Nos reunimos en el invierno de 2017, estudié a fondo las cláusulas, condiciones y al ver que el producto final que ofrecían ellos era peor en cuanto a calidad del papel, unido a los altos porcentajes que se llevan las editoriales en comparación con los autores, tomé la decisión final, no sacarlo con ellos y de hecho, la tercera edición que salió en verano 2017 fue también autoeditada.
Es cierto que una editorial sólida como Txalaparta encaja perfectamente para una publicación de un libro musical sobre Cicatriz y el alcance de su difusión en cuanto a puntos de venta puede ser mayor, pero al final preferí hacerlo de esta manera. Ser autónomo tiene sus pros y sus contras, hay que declarar a Hacienda trimestralmente, pero ello permite poder facturar, y de esta manera se tiene un control total de la distribución y volumen de ventas. Hoy en día un libro de estas características, sin tener precios de venta abusivos, tiene un gran potencial de seguidores incondicionales y se ha ido forjando su propio recorrido en canales de distribución alternativos, librerías y tiendas, donde se comercializa perfectamente.
Ha habido ya presentaciones del libro en Vitoria-Gasteiz, Izarra-Álava, Madrid, Barcelona, Zaragoza, Albox Almería, Portugalete, Feria Azoka de Durango-Bizkaia y en Santander. El libro ha tenido buena aceptación, ha llegado y está llegando a casas de muchos lectores, está llegando a hospitales, cárceles… La autogestión ha funcionado y prueba de ello, aquí está el resultado: 1 año y 4 meses después de la salida de la 1ª edición, más de 2.000 libros vendidos hasta ahora y 3 ediciones en un intervalo de 10 meses. Algunas decenas de ejemplares han ido traspasando fronteras al continente americano desde el sur de USA hasta Chile y Argentina. Especialmente México y Argentina, países donde se vive muy intensamente el rock es donde más ejemplares han ido llegando. En ese aspecto, la distribución y venta ha ido muy rápido, se ha expandido como el virus del «¡¡¡zikaaa!!!» a la velocidad del viento y ha sido el mejor homenaje que se podía hacer a esta banda que vivieron muy deprisa, siempre a tope y les gustaba la velocidad a ritmos vertiginosos».
«Rock Radikal Vasco». Una denominación, una etiqueta, un fenómeno real… ¿Qué es para ti? ¿tiene sentido para ti esa denominación, significa algo real o no?
«El famoso RRV, rock radikal vasco fue una etiqueta musical creada por la discográfica navarra Soñua, por parte de Marino Goñi y José Mari Blasco en 1983. El primer concierto denominado como de rock radikal vasco se hizo el 22 de octubre de 1983 en Tudela, sur de Navarra, como concierto antinuclear y contra el campo de tiro de las Bárdenas. El objetivo, está claro, era dar promoción y salida a los grupos de rock vasco navarros que iban surgiendo a partir de los 80. Durante el período de 1983-1988 fueron los años de máximo esplendor de la etiqueta, si bien es cierto que a medida que se iba entrando en la década de los 90, muchas bandas iban conociéndose y consagrándose más a nivel peninsular y latinoamericano, especialmente México.
A nivel del País Vasco y Navarra y en su conjunto toda Euskal Herria, en la década de los 90 ya había trascendido la etiqueta, se hablaba directamente de grupos de rock vasco de los 80, de los 90, en cambio fuera, la etiqueta a partir de los 90 se fue haciendo más popular y empezó a ser considerada parte de un movimiento, fenómeno que por el contenido crítico de protesta y denuncia en muchas letras tuvo mucha repercusión musical y social incluso fuera de Euskadi.
Recuerdo la diferencia que había a inicios de los 90 en las tiendas de discos de Euskadi todo aquel tipo de rock vasco de los 80-90 venía clasificado en orden alfabético directamente o una estantería donde se recopilaba la música local. Sin embargo fuera, por ejemplo en Madrid, en algunas tiendas de discos llamaba la atención cómo había un apartado especial, dedicado a grupos de rock radikal vasco. Las bandas que lo lograron, y que estuvieron en primer orden de la etiqueta fueron Barricada, La Polla Records, Hertzainak y Kortatu, curiosamente cada una de una provincia o territorio histórico diferente. El caso es que gracias a entrar en aquella etiqueta tuvieron más actuaciones, tocar semanalmente, comisiones de fiestas, salas, gaztetxes y fueron de los pocos grupos y músicos privilegiados que pudieron replantearse vivir exclusivamente de la música a partir de los 90″.
Tras este excelente trabajo, ¿tienes en mente más libros como éste, aproximarte de alguna manera a otros grupos o fenómenos musicales en otros libros?
«Si te digo la verdad, con todo el trabajo de distribución, facturación, ventas, trabajar las redes sociales, he estado muy ocupado al compatibilizar todo esto con mis otros trabajos y en los dos últimos años no he tenido tiempo libre como para plantearme ni centrarme en serio en publicar otro libro. Sí sería interesante un librito sobre R.I.P., otra banda de la época, disuelta en el 2003 y con 3 músicos de la banda fallecidos, también muy querida en la escena y que yo sepa, sí ha habido por parte de 2 personas la idea de publicar un libro sobre la banda, entre ellas un amigo muy cercano al grupo desde los inicios, pero el proyecto ha estado parado desde hace varios años. Sin embargo sé que va para adelante y se está ultimando un dossier sobre R.I.P. en el que sí voy a colaborar ahora aportando reflexiones, valoraciones personales, algunas fotos y alguna entrevista que hice a la banda».
A alguien que no haya escuchado nunca antes a Cicatriz ¿cómo le recomendarías que los escuche y los disfrute, cómo tratarías de estimularle para que los descubra?
«Que escuche todos los discos y verá la diversidad de estilos musicales que encierra su carrera, ya que al producirse diversos cambios de formación, su evolución de los 80 a los 90 es sumamente interesante. Al escuchar su música se darán cuenta de la fuerza, de la garra y de la energía en una banda de rock, su actitud desafiante contestataria, urbana. Después y a nivel personal ya se irán decantando por los temas y discos que más les gusten. A pesar de no llegar a tener una gran cantidad de discos Cicatriz tiene un amplio repertorio musical. Tenemos las maketas de Cicatriz en la matriz, 3 temas del disco compartido, ‘Cicatriz Kortatu Kontuz Hi Jotakie’, el gran disco «Inadaptados», y en los años 90, 3 discos, «4 años 2 meses y un día», «Colgado por ti» y «En directo», una discografía en la que encontramos desde el punk rock en los años 80, hasta el rock de los 90. A mí personalmente, que soy muy melómano, me gustan todos los discos, pero con diferencia mi preferido y que más me marcó fue «Inadaptados». Es muy interesante hacer el experimento de comparar el disco «Inadaptados» con el disco «Colgado por ti», que son los más diferentes entre sí, parece que se escuchan 2 bandas distintas, y apenas transcurrió un intervalo de 6 años. En la diversidad y amalgama de sonidos está la riqueza musical que tuvo siempre la banda».
¿Qué te parece el homenaje «Zarpazo a Cicatriz»? ¿has visto alguna de sus actuaciones?
«Ya conocía a algunos de sus integrantes antes de formar el proyecto y me ha parecido una banda que ha hecho de corazón un sincero homenaje con fecha de caducidad, que terminó el 2016, aunque yo ya les planteé que hubiesen prolongado un año más la gira hasta el 30-12-2017 y así hubiesen tocado en más lugares y zonas en las que no llegó a tocar nunca Cicatriz. Se lo tomaron muy en serio, ensayando, engranando muy bien los temas, sonando compactos, sólidos… está claro que en ese proyecto, la voz ha marcado la diferencia al ser el cantante Gaizka, hermano de Natxo, y tener ese timbre de voz tan similar. Les he seguido vía facebook, desde la página de Cicatriz, les he visto en varias ocasiones, en fiestas en Zamudio-Bizkaia, en Azkoitia-Gipuzkoa y 5 veces el 2016 en el Bilbao Gaztetxe Zorroza. En Vitoria-Gasteiz les he visto en las fiestas del barrio de Arana y coincidió con la salida del libro. Vi también la despedida el 30 de diciembre de 2016 en Vitoria-Gasteiz en una sala Jimmy Jazz repleta y una velada inolvidable en vísperas de una Nochevieja, adelantada una noche antes».
Gracias por tu tiempo, Juan Carlos. Un gran abrazo. Jo Ta Ke!
Fuente original: http://www.loquesomos.org/eternas-cicatrices-una-emotiva-historia-rock-vasco/