La noticia se esparció rápidamente, el resultado de la consulta fue contundente, ganaba la alternativa de Santa Lucía. Esto significaba la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), el proyecto transexenal del actual gobierno. Un aeropuerto que había sido una aspiración de los gobierno neoliberales desde el sexenio de Fox, un […]
La noticia se esparció rápidamente, el resultado de la consulta fue contundente, ganaba la alternativa de Santa Lucía. Esto significaba la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), el proyecto transexenal del actual gobierno. Un aeropuerto que había sido una aspiración de los gobierno neoliberales desde el sexenio de Fox, un proyecto impuesto por la fuerza, con muertos, presos y violaciones. Peña Nieto, aún presidente, fue el encargado de vencer al movimiento de Atenco en contra del aeropuerto (FPDT), obteniendo con ello el beneplácito del gran dinero como político eficaz.
AMLO desde que fue jefe de gobierno del entonces Distrito Federal, se había opuesto a esta obra. En el 2015 había presentado a Santa Lucia como alternativa frente a lo que calificó como un «baúl sin fondo», «una obra faraónica» y «un negoció para unos cuantos». En la campaña electoral de este año se pronunció por la cancelación del NAICM en caso de ganar la presidencia. Sin embargo, la resistencia de las cúpulas empresariales, lo hicieron moderar su postura, optando por una consulta como mecanismo de deliberación.
En distintos sectores había incertidumbre, ¿AMLO cumpliría su palabra de parar la construcción del NAICM? ¿El poder económico lo permitiría? Los aspectos ecológicos, económicos y técnicos, acompañaban un asunto central, la disputa por quién manda en México. Los últimos gobiernos al tiempo que creaban a la nueva oligarquía, se sometían a los dictados del imperialismo y de los grandes intereses económicos. Cada reforma «estructural» fue en beneficio de un pequeño grupo, cada decisión impopular de los gobierno era aplaudida de pie por los poder económico. El gobierno al servicio del interés de unos cuantos se volvió la normalidad, este relación se impuso por el fraude y la fuerza al resto de la sociedad.
El lunes a las 10:00 am AMLO hizo oficial la decisión, el NAICM se cancelará a partir del 1 de diciembre, los compromisos financieros se honrarían y se buscaría negociar con las partes inconformes. Los mercados, los partidos del actual régimen, las cúpulas empresariales y la comentocracia pusieron el grito en el cielo, anunciando tormentas y desastres. Hablaban como supuestos representantes de todo el pueblo, iniciando una campaña de ataques hacia el futuro presidente.
El asunto central tenía que ver con la democracia y con quién manda en México. El nuevo presidente y sus enemigos lo tienen claro. En la conferencia del lunes AMLO reflexionó…
«¿Quién manda? ¿No es el pueblo, los ciudadanos? ¿No es eso la democracia? Ese es el cambio. Entonces se acabó el predominio de una minoría y la vinculación del poder económico y político, que el gobierno esté sólo al servicio de un grupo. El gobierno es de todos, representa a todos y estoy seguro que se entenderá. Cuesta trabajo, porque no termina de desaparecer lo antiguo, lo viejo, lo anacrónico.»
La difícil decisión la tomó AMLO con el apoyo de más de 30 millones de votos y con los participantes de la consulta, ese es su poder frente al poder del dinero de los que se creen amos de este país. Esta disputa abierta nos recuerda que la democracia es un asunto de soberanía y poder popular. La cancelación del NAICM es la primera acción de gobierno de AMLO y el mensaje es claro, hay un nuevo mando y la cuarta transformación va.
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