Recomiendo:
0

La última batalla de Kurt Vonnegut

Un hombre sin patria

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Kurt Vonnegut, a los 82 años, ha publicado más de una docena de libros. El último se llama «A Man Without a Country.» [Un hombre sin patria] Es un libro brutalmente honesto en su desesperanza; en realidad pienso que es exageradamente desesperanzado, y a pesar de ello humorístico. Tal vez hasta sea desesperanzado para ser más humorístico. Vonnegut discute en el libro el uso de la tragedia para aumentar la risa. Pero no cabe duda de que el humor aligera el peso de abatimiento y desesperación que este libro descarga sobre nosotros con tanta levedad.

«Sé de muy pocos», escribe Vonnegut, «que sueñan de un mundo para sus nietos.» Más adelante escribe este epitafio para la Tierra: «La buena Tierra que podríamos haber salvado, pero fuimos demasiado ineptos y flojos.»
Vonnegut no se da por reconfortado con la fantasía de que nuestra destrucción de la Tierra forme parte de algún plan benévolo ajeno a nuestro saber, porque no cree en estupideces semejantes. «Mis padres y abuelos eran humanistas,» escribe, «a los que solían llamar librepensadores. Así que como humanista honro a mis antepasados, lo que según la Biblia es algo bueno. Nosotros, los humanistas, tratamos de comportarnos lo más decente, justa, y honorablemente que podemos sin esperar ni recompensas ni castigos en la otra vida. Mi hermano y mi hermana no pensaban que hubiera algo semejante, mis padres y abuelos tampoco lo pensaban. Les bastaba que estuvieran vivos. Nosotros los humanistas servimos lo mejor que podemos a la única abstracción con la que tenemos alguna familiaridad, o sea nuestra comunidad.»
Vonnegut no ofrece consuelos o alivios, pero tiene humor. Dice a continuación:
«Soy, a propósito, Presidente Honorario de la Asociación Humanista Usamericana, después de suceder al difunto gran escritor de ciencia ficción Isaac Asimov en esa capacidad sin función alguna. Tuvimos un acto conmemorativo para Isaac hace algunos años, hablé y dije: ‘Isaac está ahora en el cielo.’ Fue lo más divertido que podría haber dicho a un público de humanistas. Los hice revolcar de risa en los pasillos. Pasaron varios minutos antes de que pudieran restaurar el orden. Y si jamás muriera, Dios no lo permita, espero que ustedes dirán: «Kurt está ahora en el cielo.’ Es mi chiste favorito.
«¿Qué sienten los humanistas respecto a Jesús? Yo digo de Jesús, como lo hacen todos los humanistas: ‘Si lo que dijo es bueno, y gran parte es absolutamente hermoso, ¿qué importa si fue Dios o no?’
«Pero si Cristo no hubiese pronunciado el Sermón de la Montaña, con su mensaje de misericordia y piedad, yo no quisiera ser un ser humano.
«Preferiría ser una serpiente cascabel.»
Así que Kurt no tiene religión. Pero, ¿Por qué dice que no tiene patria?
Bueno, ahí está: «Yo, personalmente, siento que nuestro país, por cuya Constitución combatí en una guerra justa, podría igual haber sido invadido por marcianos y profanadores de tumbas. Algunas veces deseo que hubiese sido así. Pero lo que ha ocurrido es que hemos sido capturados mediante el golpe de estado más sórdido, de astracanada, de policías ridículos, imaginable.»
Kurt piensa que muchos de nuestros problemas resultan de una droga:
«¿Puedo decirles la verdad? Quiero decir, esto no es como las noticias de la televisión, ¿verdad? Pienso que la verdad es: Todos somos adictos a los combustibles fósiles en un estado de rechazo. Y como tantos adictos que están a punto de enfrentar el síndrome de abstinencia, nuestros dirigentes cometen ahora crímenes violentos para conseguir lo poco que queda de lo que los tiene enviciados.»
Y esto, desde luego, conduce a Vonnegut a la desesperación pero no a perder su sentido del humor:
«Sé que no hay ni la más mínima probabilidad de que USA se vuelva humano y razonable. Porque el poder nos corrompe, y el poder absoluto nos corrompe absolutamente. Los seres humanos son chimpancés que se emborrachan a fondo con el poder, Al decir que nuestros dirigentes son chimpancés embriagados por el poder, ¿corro peligro de destruir la moral de nuestros soldados que combaten y mueren en Medio Oriente? Su moral, como tantos cuerpos sin vida, ya ha sido despedazada a tiros. Los tratan, como a mí nunca me trataron, como juguetes que un chico rico recibió para Navidad.»
———-
Contactos con David Swanson: [email protected]
Enlace a noticia original:
http://www.counterpunch.org/swanson12272005.html