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Reseña del libro de Michael A. Lebowitz

Para seguir yendo más allá del capital

Fuentes: Revista Laberinto

Libro: Más allá de El CapitalAutor: Michael A. Lebowitz Prólogo: Marta Harnecker Editorial: Akal. Cuestiones de antagonismoEdición revisada y ampliada, 2005 (1ª revisión en castellano 2003) Además de agradecer a Laberinto la oportunidad de escribir estas líneas, he de advertir que éstas no son más que un comentario, de lo que me ha sugerido la […]

Libro: Más allá de El Capital
Autor: Michael A. Lebowitz
Prólogo: Marta Harnecker
Editorial: Akal. Cuestiones de antagonismo
Edición revisada y ampliada, 2005 (1ª revisión en castellano 2003)

Además de agradecer a Laberinto la oportunidad de escribir estas líneas, he de advertir que éstas no son más que un comentario, de lo que me ha sugerido la lectura de este libro. Antes de continuar quisiera dejar clara una valoración inicial, y es que nos encontramos ante un muy interesante libro, quizás de los más esclarecedores en el ámbito del marxismo de los últimos tiempos.

Si tuviera que sintetizar la impresión general que tengo de este libro habría de decir que devuelve la confianza en el marxismo a partir de la crítica de uno de sus baluartes, El Capital de Marx. Si antes de leer este libro, me hubieran preguntado sobre la posibilidad de desarrollar el marxismo, a partir de la crítica de la principal obra de Marx, me hubiera reído. Tras la lectura de este libro he de decir que eso es precisamente lo que ha conseguido Lebowitz.

Dejando al margen algo que considero secundario, como pueda ser la crítica de El Capital desde una perspectiva marxista, o incluso que dicha crítica tome como puntos de partida, y a veces de desarrollo, las propias ideas que Marx expone en los Grundrisse, quisiera destacar algunos contenidos que puedan dar idea de lo que se expresa en este libro. O por lo menos, exponer las líneas de pensamiento sin tener que hacer un resumen. De hecho el propio libro trae un resumen, elaborado por Marta Harnecker, que puede considerarse más que aceptable como iniciación.

Planteamientos principales

A pesar del título, y de buena parte de la exposición, el autor considera El Capital de Marx como un buen y actual estudio de la lógica del capital. Pero no del capitalismo, y sus leyes, como totalidad. Como tal sería unilateral e insuficiente. Y ello porque el trabajo asalariado, la otra parte del capitalismo como totalidad, estaría ausente del análisis de El Capital. Al menos, en el mismo nivel de análisis que la otra parte, el capital. Esto ya lo tuvo en cuenta Marx, cuando hizo el plan de análisis del capitalismo, pues uno de los libros que tenía pendiente era el del trabajo asalariado, pero nunca lo desarrolló. De aquí surge un primer desafío para el marxismo venidero, como nos indica Lebowitz, hacer el libro del trabajo asalariado, que hace más de 150 años Marx dejara planteado en los Grundrisse.

Nuestro autor también nos dice cómo iniciar la investigación del trabajo asalariado. Primero, plantea que para superar los déficits teóricos hay que recuperar el método de Marx, alejado del unilateralismo; hemos de volver al enfoque dialéctico y aplicarlo sin tabúes; hasta al propio marxismo.

Método dialéctico

En segundo lugar, hemos de partir de las necesidades de los trabajadores, desde las que se satisfacen bajo la forma mercancía (alimentos, vestidos, entre otras) hasta las que se satisfacen bajo otras formas (sanidad, educación, playa o medio ambiente, servicios del hogar). Solo este enfoque abre un amplio abanico de desarrollos teóricos. Lebowitz se detiene, por ejemplo, en el modelo de familia patriarcal y su correspondiente asignación de funciones en las tareas del hogar, y cómo esto influye en el trabajador varón, el sindicalismo que se hace y el tipo de reivindicaciones que de él se derivan. También explicaría las reticencias entre sindicalismo y feminismo. Esto a su vez permite ver al trabajador como ser humano sometido a muchos tipos de relaciones sociales; como ser humano plural y heterogéneo. Y a la Clase obrera como multidimensional.

En tercer lugar, vincular las necesidades que se satisfacen bajo la forma mercancía, y la permanencia del capital. El moderno poder del capital descansa en crear nuevas necesidades a los trabajadores, que los obligue a tener que trabajar más para poderlas satisfacer. Los trabajadores quieren liberarse de su condición de dominación «ganando más para consumir más y vivir mejor», y en realidad sólo consiguen adentrarse más en el foso de la dominación capitalista. Y esto aunque Lebowitz no lo desarrolla mucho tiene bastante que ver con el consumismo voraz e «irresponsable».

Necesidades del capital

En cuarto lugar, observar las luchas en curso como respuestas del trabajador multidimensional a las barreras que le plantea el capital; las luchas como vía para la satisfacción de las crecientes necesidades que experimentan los trabajadores. Si hemos visto que ganar más es una respuesta a la tendencia del capital a generar necesidades crecientes a los trabajadores, para ganar más hay dos opciones: o trabajas más o luchas por ganar más. La actividad sindical tiene mucho que ver con la regulación de ambas cosas. Pero, hay que ir algo más allá: se trata de saber si se lucha, contra quién y cómo se lucha. Porque esto condicionará el tipo de sujeto que se reproduce en la lucha.

Práctica revolucionaria

En quinto lugar, ver cómo responde el capital a las luchas en curso: produciendo más a menor precio; separando a la clase obrera, segmentándola, diferenciándola; mercantilizando más las necesidades, y por tanto eliminando ámbitos de la esfera no-capitalista. Son las soluciones dentro del sistema. Pero, también cómo responde la clase obrera a tales tendencias.

Reformas

Por último, entender las limitaciones que tienen las soluciones a las distintas problemáticas en el marco del capitalismo y abogar por la convergencia de los esfuerzos por ir más allá del capital, de aquí la importancia de las luchas ideológica y política.

Revolución

La falta de una investigación más detenida del trabajo asalariado tiene unas repercusiones teóricas, que nuestro autor centra en dos: explicar la durabilidad del capitalismo y explicar la pasividad de la clase obrera. Y también tendrá repercusiones prácticas: desprecio o subestimación de otras luchas de emancipación que no sean las directamente relacionadas con la clase obrera y el proceso productivo como puedan ser el ecologismo, el pacifismo, el feminismo, el nacionalismo, entre muchas otras; excesiva simplificación a la hora de tratar a la clase trabajadora al considerar a sus miembros personificación de la relación asalariada, obviando su consideración de seres humanos heterogéneos y plurales; y esto tiene que ver con el proceso a través del cual las personas que viven bajo el dominio del capital se convierten en luchadores contra el capital, con la práctica revolucionaria a partir de la experiencia cotidiana de cada cual.

Y parémonos un momento en este asunto, que puede no tener ninguna importancia o puede ser decisivo, para entender los procesos de lucha en curso así como su ausencia. No todos los que tienen conciencia de clase pueden ser delegados sindicales o dedicarse al sindicalismo. Por muchas razones: desde que estén parados, hasta que simplemente no les guste o tengan otros frentes como prioridad (comunidad de vecinos, barrio, ciudad, animales, plantas, sexo, tercer mundo, entre otros temas). No por ello estos ámbitos, y las luchas que en ellos se desarrollan, deben quedar al margen del proceso general de emancipación de la clase obrera bajo el capitalismo. Todos sirven para generar conciencia anti-capitalista, para producir sujetos revolucionarios y para luchar contra el capital. A modo de conclusión: no importa a qué te dediques -como luchador social- el capitalismo es el último responsable; unámonos y luchemos contra el capital.

Como se ve, para Lebowitz, el desarrollo del marxismo está muy vinculado a las luchas contra el capital, y rechaza cualquier interpretación del marxismo en la que la transformación de la realidad no exija sujetos que actúan con conocimiento y con voluntad. El determinismo, o cualquier otra forma de automatismo, que deposite en algo abstracto (sean las fuerzas productivas, las crisis o cualquier otro fenómeno) la autoría de la transformación social, es rechazada y criticada por nuestro autor.

Algunas cuestiones a destacar

Es un libro sobre El Capital, sobre Marx, sobre marxismo, sobre el capitalismo, sobre lo revolucionario y sobre el comunismo. Todos aquellos interesados en ir más allá del capital, encontrarán ideas sugerentes. Sin embargo, su lectura presupone algunos conocimientos en el ámbito de la teoría marxista.

En muchas cuestiones, objeto de amplias polémicas en el marxismo, resulta clarificador. La polémica entre fuerzas productivas y lucha de clases, el estado, la clase obrera como sujeto de la revolución, etc.

Pero, no es sólo un libro de cierre al responder a las polémicas citadas arriba, sino que se presenta principalmente como un libro de apertura, pues deja planteados algunos problemas indicando la necesidad de abordarlos. Sin ir más lejos, la principal tarea teórica que deja planteada es el análisis del trabajo asalariado.

Por su forma, en buena parte de su desarrollo, parece reiterativo y con un exceso de recurso a Marx, incluso para enfrentarlo al propio Marx. En esto no rompe con la mitificación por Marx: hasta para criticar a Marx ha de recurrirse al propio Marx, como si este hombre hubiera de haberlo dicho todo y sin margen de error. Así a determinadas afirmaciones de El Capital le opone las que hiciera Marx en otras obras, principalmente los Grundrisse.

El frecuente recurso a Marx, además de poner de manifiesto el conocimiento que tiene Lebowitz de su obra, viene a dejar claro que la crítica de Lebowitz es desde dentro del marxismo. Nuestro autor reivindica las obras de juventud de Marx, rechazando la ruptura epistemológica que propusiera Althusser.

Rescata el término humanismo para el marxismo y plantea «la preocupación por lo humano como el motor». También reclama una recuperación del socialismo utópico y la necesidad de empezar a ver el socialismo. Ya que no somos capaces de hacerlo, por lo menos imaginémoslo.

Algunas matizaciones

Esta espléndida obra tampoco se libra de la crítica negativa. Algunas cuestiones, que se podrían objetar son las siguientes.

La forma de diálogo entre diversos marxes, el Marx joven y el Marx de El Capital, si bien puede ayudar a dejar constancia de que es una investigación desde dentro del marxismo, dificulta la lectura, la hace más larga y quizás no permita centrar las ideas. Por otro lado, cabe preguntarse si esa forma de diálogo entre marxes pretende romper la resistencia que pudiera haber entre ambientes de un marxismo pretendidamente ortodoxo o excesivamente marxiano. Si ello es así solo cabe lamentarse de que el panorama teórico sea tan rígido. Pero, esta es otra cuestión.

Personalmente, y una vez leído, preferiría una exposición más lineal de los planteamientos, tanto de las críticas como de las nuevas ideas que surgen a partir de dichas críticas. Sin necesidad de mostrar que eso lo dijo o lo dejó de decir quienes fueran; o de demostrarme que Marx dice una cosa en El Capital, pero que en los Grundrisse la tiene más desarrollada y con un tratamiento más adecuado, por ejemplo.

Aunque también he de reconocer, que la forma de diálogo entre los dos Marx, y esa continua alusión a Marx, a pesar de la crítica de las ideas de El Capital, ayudan a acercarse al libro con más confianza y con menos recelo.

La lectura del libro presupone ciertos conocimientos de marxismo, particularmente de economía marxista. De tal forma que un lector que no tenga estos conocimientos, habrá de hacer un mayor esfuerzo para sacarle el máximo partido al libro.

A pesar de todo, de la insuficiencia y unilateralidad del marxismo, e incluso de los fracasos, el movimiento obrero dirigido por el comunismo ha librado luchas importantes, ha llegado a determinar las agendas políticas, ha contribuido a importantes transformaciones sociales, y alguna vez, pocas, ha hecho alguna que otra revolución social. Quiero decir, que tampoco el descubrimiento de Lebowitz se interprete con hacer tabla rasa, y sobre todo que no signifique dejar de reconocer los progresos pasados, sin olvidar ni madurar los errores, pero sin autoflagelación paralizante.

Antes de terminar quiero exponer uno de los temas que Lebowitz destaca, cual es el salario y el plusvalor relativo. Marx ya afirmó que una modalidad de extracción de plusvalor era el aumento de la productividad que hacía descender el valor de los medios de vida y esto a su vez el valor de la fuerza de trabajo, liberando más tiempo excedente para el capitalista. Lebowitz pregunta, dado un incremento de productividad, que reduce el valor de los medios de vida, cómo es posible que el excedente de valor entre el salario y el valor de dichos medios de vida se los apropie el capitalista sin que el obrero diga ni mú. Esto no lo explicó Marx, porque partió de que las mercancías, incluida la fuerza de trabajo, se venden por su valor, pero no dijo cómo ajustan el precio a su valor. Y esto en el caso de la fuerza de trabajo y su mercado tiene cierto interés. Desde el despido colectivo hasta la contratación más barata, hasta la aceptación de subidas inferiores a la inflación, o sea sin cláusulas de revisión salarial, pasando por la sustitución de fuerza de trabajo madura por joven, etc., son mecanismos. Me atrevería a decir que la inflación es también una posibilidad para extorsionar el excedente entre el salario y el valor de la fuerza de trabajo cuando se producen incrementos de productividad. Y qué me dicen de las subidas de precio a partir del descontrolado proceso de implantación del euro. La pérdida de renta real sufrida por la clase trabajadora tras la implantación del euro ronda el 20 por ciento. ¿Alguien se pregunta por los beneficiarios?
Este libro es muy apropiado para ser discutido entre personas que estén familiarizados con la teoría de Marx, sobre todo para aquellos que han considerado El Capital como casi el punto final del desarrollo de la teoría marxista, tras el cual no queda más que completar, y a lo sumo actualizar los contenidos de esta magna obra.

Me gustaría insistir en la importancia de esta obra y en la necesidad de que sea leída y conocida por los que se interesan por la emancipación humana, ya sea desde un enfoque marxista o desde cualquier otro que tenga el mismo fin. Porque no importa la trinchera, si está claro el enemigo; la tarea sigue siendo ir más allá del capital.

http://laberinto.uma.es