Bolivia está cambiando para bien de la mayoría de sus empobrecidos habitantes que durante siglos han vivido en la miseria, la explotación y la discriminación social, y el principal protagonista de esos hechos es el presidente indígena Evo Morales. A un año de su instalación como mandatario de esa nación andina, los resultados económicos y […]
Bolivia está cambiando para bien de la mayoría de sus empobrecidos habitantes que durante siglos han vivido en la miseria, la explotación y la discriminación social, y el principal protagonista de esos hechos es el presidente indígena Evo Morales.
A un año de su instalación como mandatario de esa nación andina, los resultados económicos y sociales no pueden ser más halagüeños, aunque debe enfrentar retos sumamente peligrosos provenientes de Estados Unidos y los partidos políticos tradicionales que se encuentran en la oposición.
La primera medida adoptada fue la de nacionalizar los hidrocarburos, con lo cual las empresas extranjeras dejaron de controlar ese importante sector y se convirtieron en asociadas del Estado.
Antes de esa ley, anunciada en mayo de 2006, las transnacionales solo pagaban de renta petrolera del 18 al 21 % y ahora deben aportar el 85 % por ese concepto.
La nueva disposición también puntualiza que los contratos de operaciones vigentes impiden que Bolivia pueda ser sometida a arbitrajes internacionales y los litigios solo se dirimirán jurídicamente dentro del territorio.
Como se desprende, la legislación está en sentido completamente opuesto a los postulados e imposiciones de los Tratados de Libre Comercio auspiciados por Estados Unidos, los cuales dan todo tipo de facilidades a las transnacionales para que actúen en defensa de sus intereses contra cualquier Estado en las instancias internacionales.
En la actualidad, Bolivia recibe más de 1 500 millones de dólares por la venta de sus hidrocarburos (antes 300 millones) los que en su mayoría se destinan a mejorar el estatus social de sus habitantes.
En su constante gestión a favor de los más desfavorecidos, el presidente indígena sancionó la ley de Tierra, mediante la cual se han repartido centenares de hectáreas ociosas y otorgado ayuda técnica a los campesinos.
La alfabetización se extiende por la nación andina, con la asesoría y la ayuda cubana a través el método educacional Yo Si Puedo, y se espera que en un corto período de tiempo Bolivia pueda declararse territorio libre de analfabetismo.
La salud pública y la atención gratuita se impulsan con gran fuerza y se abren centros asistenciales y policlínicas donde por primera vez han sido atendidos miles de pacientes que nunca soñaron con visitar o curarse con un médico.
Las familias más empobrecidas se beneficiaron con la tarifa solidaria del consumo de energía eléctrica y se ha creado el Banco de Fomento para la pequeña y mediana empresa.
Pero esa política económica-social en favor del pueblo boliviano, (en 2005 el 70% de la población vivía por debajo del índice de pobreza y en las zonas rurales alcanzaba el 80%) no es del agrado de Estados Unidos, las transnacionales ni los partidos tradicionales capitalistas que antes se repartían las riquezas del país.
Esa oligarquía opositora está concentrada en departamentos claves de la zona oriental, donde se encuentran los grandes yacimientos de petróleo, gas y minerales.
Evo Morales y su Movimiento al Socialismo (MAS) enfrentan numerosas presiones, artimañas y conspiraciones encabezadas por los gobiernos de derecha de Santa Cruz, Cochabamba, Tarija, Beni y Pando con el beneplácito de Washington.
En ese sentido, las fuerzas opositoras han logrado empantanar la Asamblea Constituyente y la nueva Carta Magna que otorgarían al gobierno mayores poderes para continuar adelante con sus reformas sociales y económicas.
Los grupos adinerados han intentado desde los primeros momentos bloquear las acciones económicas de Evo Morales y hasta sacarlo del poder por diferentes vías.
El presidente indígena, por su parte, ha tratado de desmontar el modelo neoliberal introducido en 1985 que otorgó amplias facilidades a la entrada del capital foráneo, desmanteló empresas estatales desde los ferrocarriles, servicios de agua, electricidad y telefónicos, hasta el petróleo y el gas, y estableció los precios acordes a la economía de mercado.
La oligarquía, aunque poderosa económicamente, es minoritaria en el país, cuestión que conoce perfectamente Washington. Además, los momentos que vive América Latina no son propicios para llevar adelante golpes de Estado.
Lo cierto es que a un año de su investidura como primer presidente indígena de Bolivia, Evo Morales ha hecho más por su pueblo que lo realizado en décadas por otros mandatarios. La clave para llevar adelante las reformas continuará siendo el apoyo que le han brindado a su gestión las grandes mayorías de la nación andina.