1. El próximo domingo 20 se realizarán las esperadas elecciones en Yucatán. Serán las primeras después de que Felipe Calderón (el presidente usurpador) se hizo cargo del gobierno. Aunque las campañas políticas de los candidatos del PAN, del PRI y de los demás partidos han servido para conocer algunas maniobras particulares, en los general han […]
1. El próximo domingo 20 se realizarán las esperadas elecciones en Yucatán. Serán las primeras después de que Felipe Calderón (el presidente usurpador) se hizo cargo del gobierno. Aunque las campañas políticas de los candidatos del PAN, del PRI y de los demás partidos han servido para conocer algunas maniobras particulares, en los general han sido exactamente lo mismo que lo observado por lo menos desde 1988, año en que se descubrió que el PRI podría perder la Presidencia de la República. Lo que más llama la atención es que vuelve a repetirse el rumor (como durante décadas sucedió) de que el triunfo de un candidato ha sido «acordado» o «negociado» tras bambalinas: Que el presidente Calderón entregaría la gubernatura de Yucatán al PRI si los legisladores de este partido firmaban el compromiso de votar con los legisladores del PAN las reformas estructurales: privatización de la electricidad, del petróleo y de la ley del trabajo.
2. Aunque parezca increíble la existencia de semejantes acuerdos, porque Yucatán es una plaza plenamente identificada con el PAN y el conservadurismo (y porque al parecer Calderón no se resignaría a perderla), es indiscutible que si llegaran a existir esos acuerdos el PAN gozaría de la gran oportunidad que ha buscado: imponer las llamadas reformas estructurales con los votos del PRI y del PAN en el legislativo y así el gobierno estaría en camino para consolidarse. Sin embargo creo que ya no les daría tiempo porque esos partidos van parejos en la campaña. Si estuviera el acuerdo ya le habrían dado la orden al PAN de desacelerar y frenar su campaña y el PRI ya estaría inyectándole más millones para asegurar el voto. Pienso que en estas alturas se podrían provocar algunas escisiones en ambos partidos. Pero todo puede suceder en el país de las «concertacesiones» o negociaciones a escondidas, donde la legalidad vale poco.
3. Los «acuerdos políticos secretos» en México, que nulifican cualquier legalidad, han sido y son muy comunes; se esconden pero años después se conocen por confesión de alguna parte. Se hacen para intercambiar cargos políticos, para otorgar presupuestos, para construir una obra pública, para que el poder judicial determine o para aprobar leyes en las Cámaras. A políticos, legisladores o jueces sólo corresponde, cuando sea necesario, hacer la justificación correspondiente. Parece que es sólo una manera de demostrar que en capitalismo todo se puede intercambiar con dinero o con su equivalente. Ejemplos: Pacto para desaforar y luego quitarle la Presidencia a López Obrador, acuerdo para que Ulises Ruiz no deje la gubernatura de Oaxaca, negociación entre partidos para aprobar leyes contra las pensiones del ISSSTE, intercambio de la gubernatura de Yucatán por votos a favor de la «reformas estructurales».
4. Muchos dirían sin pensarlo que lo mejor es «aplicar la ley» y «respetar el voto de los electores». Lo que se olvida es que las leyes se interpretan de acuerdo a los intereses del poder económico y del gobierno, y que los votos (con excepción del pequeño porcentaje de «voto duro») también se inducen por los medios de información, los regalos, las promesas, las encuestas y el dinero. Sabiendo la clase dominante que la población no sabe diferenciar racionalmente entre uno u otro, ni se interesa por proyectos, programas, principios éticos o ideología, despilfarra muchos millones en propaganda para difundir consignas, frases e imágenes. Aprovechándose del desempleo, de la pobreza y miseria económica de la población, los políticos de todos los partidos se dedican a buscar dinero para competir con spots en la TV, en la radio y en la repartición de regalos. Ningún partido se preocupa por la educación política, porque nadie lo escucha o le hace caso.
5. En México, en particular en Yucatán, la política no le interesa a la gente; es sólo para los políticos. Es un estado con enorme miseria, desempleo y subempleo, donde su población hace ya muchas décadas que no cree en la política, aunque sí mucho en su religión. Pareciera decir que la política es un negocio más donde ella nada tiene que hacer. La gente ve a los políticos, hace como que los oye, pero no cree en que algo puedan resolver. Se acerca a ellos para pedirles, pero sabe que todo se quedará en promesas. Como respuesta, la gente también se burla de ellos después de hacerles creer que los escucha y apoya. No se emociona, no participa, acepta de cualquier partido o político lo que le ofrecen. Mientras el político habla la gente quizá bloquea su mente pensando en otras cosas. El político que no tiene el menor grado de dignidad siempre actúa con alto grado de cinismo prometiendo mucho para lograr un voto.
6. Los panistas están en la gubernatura de Yucatán desde hace seis años y en la alcaldía meridana desde hace16. Cuentan con el apoyo del gobierno federal, de los empresarios y de la iglesia. En la campaña para nuevo gobernador, diputados y presidencias municipales, lograron la Alianza de la profesora Gordillo; compiten con el PRI para llevar delantera en los medios y en todo. Los dos partidos han dilapidado muchos millones de pesos en espot televisivos y por radio. Además el PAN está repartiendo despensas y muchos regalos, apuntalándose en programas de funcionarios del gobierno del estado. Los empleados del gobierno se encargan de hacer la campaña, además los citan para asistir a los actos del candidato Xavier Abreu quien, por cierto, no tiene simpatías porque no sabe hablar. Se ha acusado al PAN de estar manejando mucho dinero del gobierno federal, estatal y de los empresarios; incluso del narcotráfico.
7. Los priístas, que gobernaron Yucatán hasta 2001, se aliaron con el Verde Ecologista y son más de lo mismo: los mismos políticos, los mismos funcionarios, los mismos aliados que durante décadas se aliaron al panismo y los empresarios. Sin embargo Ivon(ne) Ortega, para Yucatán, parece haber sido una buena candidata a la gubernatura. Por lo que se ve y se oye, parece ir a la par con el PAN; nadie puede demostrar quien va adelante. Los priístas nacionales, en particular los gobernadores de la región: de Quintana Roo, Campeche, Tabasco y Oaxaca, parecen apoyarla ampliamente. Los espots de la candidata le funcionan bien en TV y radio, pero con poco menos tiempo que el pagado por el panismo. Faltando sólo 7 días para las elecciones el priísmo aún no se puede decir quién ganará. Salinas de Gortari, dicen, parece ser la figura que está tras la candidata del PRI. Si gana, indudablemente será una aliada de Calderón.
8. En conclusión: La competencia está entre el PAN y el PRI. Si gana el PAN la derecha y el alto clero seguirán avanzando y Calderón habrá ganado otra batalla para consolidarse. Si gana el PRI, que no ha cambiado un ápice de lo que fue antes, de todas maneras Ivón Ortega tendrá que alinearse, tal como lo está el priísmo nacional. El FAP (PT/Convergencia) se presentó muy debilitado y el PRD yucateco, además de dividido no contó con financiamiento a tiempo. Los poquitos izquierdistas del estado dedicaron su tiempo a las protestas contra la visita de Bush y a la defensa de los 48 jóvenes que fueron encarcelados (18 de ellos casi dos meses y seis aún no recobran su libertad) Éstos han seguido en contacto con las luchas del pueblo de Oaxaca, con los dirigentes del Diálogo Nacional, ayudaron a la Convención Democrática y apoyando batallas del zapatismo por la liberación de sus presos. Pero sobre todo buscando puntos de unidad para extender la lucha social entre campesinos, estudiantes y sectores populares.