1. La batalla más importante del México de hoy se está registrando en el estado de Oaxaca. Una lucha que se inició hace más de 20 años, pero alcanzó mayor presencia a partir de mayo del año pasado. Desde entonces van 14 meses en que los casi 60 mil profesores de la sección 22 del […]
1. La batalla más importante del México de hoy se está registrando en el estado de Oaxaca. Una lucha que se inició hace más de 20 años, pero alcanzó mayor presencia a partir de mayo del año pasado. Desde entonces van 14 meses en que los casi 60 mil profesores de la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), junto a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), integrada por varias decenas de organizaciones indígenas, campesinas y populares, vienen manifestándose contra el mal gobierno de esa entidad que, además no resolver los problemas de la población se ha dedicado a reprimir, encarcelar y asesinar a los dirigentes de las organizaciones. Durante esos 14 meses el gobernador ha recibido el apoyo de su partido (PRI) y del gobierno federal panista de Fox, luego de Calderón.
2. En los medios de información asoman problemas tales como el del chino/mexicano que puede ser fundamental para entender la red panista de corrupción y sus relaciones con el narcotráfico. También está muy presente la discusión de la reforma fiscal, la ley de ingresos y el presupuesto de egresos. Pero el que aún no termina es el problema de la militarización del país que camina rumbo a la colombianización por presiones del gobierno yanqui. Son problemas nacionales indudablemente importantes que deben ser ventilados por los legisladores, pero ninguno de ellos puede sustituir la atención de otros asuntos directamente ligados con la vida política nacional. La renuncia del gobernador represor de Oaxaca y la solución de las demandas de la APPO, así como frenar las llamadas reformas estructurales con la movilización, pasan a primer plano.
3. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), preparándose para su reunión internacional de Oventic, Chiapas, declaró el jueves (como lo ha hecho otras veces) su apoyo a la lucha del pueblo de Oaxaca. El pasado siete de julio, en el multitudinario mitin del Zócalo de la ciudad de México, López Obrador comprometió (como lo ha hecho otras veces) su apoyo a la lucha de los oaxaqueños. El mismo jueves el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) hizo público su boletín de apoyo combativo a la lucha de Oaxaca. Seguramente las organizaciones del Diálogo Nacional, intelectuales y muchos miles de ciudadanos han manifestado su apoyo moral. Está bien, pero, ¿para qué sirve el apoyo moral si no se da el apoyo directo? Pienso que el «apoyo moral» es un simple apoyo declarativo para salir del paso o para cumplir un requisito.
4. ¿Quiere la izquierda y los sectores progresistas resolver los problemas o simplemente prolongarlos para que la gente siga sufriendo hambre y opresión? En ningún «apoyo moral» hay algún emplazamiento o un plazo para que el gobierno resuelva los problemas. Todo mundo dice que apoya, que se solidariza, que el actuar del gobierno es injusto, etcétera, etcétera. ¿Por qué en vez de tantos apoyos morales las organizaciones del FAP, el EZLN, el Diálogo Nacional (electricistas, telefonistas, universitarios, IMSS, la CNTE, etcétera) no emplazan para un paro, bloqueos de carreteras e instituciones, tomas de embajadas y demás formas efectivas que obliguen al gobierno a liberar a todos los presos políticos, a la renuncia del gobernador de Oaxaca? Si no hay acciones contundentes el gobierno seguirá reprimiendo, encarcelando y asesinando.
5. A nadie, ni siquiera a los guerrilleros del EPR, puede decírseles que están fuera de la realidad o desesperados. Parecen estarnos demostrando que no hay otra salida. Lo extraño es que no hayan surgido muchos grupos más ante la burla del gobierno, de los medios informativos y de las llamadas instituciones de justicia, como la Procuraduría o la Suprema Corte. En México el 90 por ciento de la población no cree en ellas desde hace varias décadas. Nadie quiere saber de ellas y casi todos buscan arreglárselas solos. Solamente los grandes empresarios y los altos políticos usan esas instituciones porque están a su servicio. El fraude electoral de 2006, la represión contra Oaxaca, la persecución contra los mineros, la privatización lenta, el desempleo, la carestía, los asesinatos en el país, son muestras evidentes de que hay que actuar unidos, pero ya.
6. Las últimas convocatorias de la CNTE tomando algunas casetas de cobro y realizando algunos bloqueos viales dieron algunos resultados: pusieron en la calle a varios sectores de trabajadores pertenecientes al ISSSTE que no se había atrevido nunca a salir a protestar y obligaron a las autoridades a revisar sus reformas. Pero todo ha quedado pendiente por falta de fuerza y permanencia. Si la convocatoria a marchas, plantones, toma de carreteras, de embajadas e instituciones la hicieran el FAP, el zapatismo, el Diálogo Nacional, los universitarios y los mineros, paralizaríamos a una gran parte del país y nuestras demandas en tres días se resolverían. Demetrio Vallejo enseñó el camino en 1958. El primer día dos horas de paro, al siguiente día cuatro, al tercer día seis y así en adelante. El gobierno tuvo que solucionar el problema.
7. En todos los estados de la República hay secciones sindicales de telefonistas, electricistas, del IMSS, universitarios, de profesores, de investigadores, etcétera, que mediante acuerdos nacionales entre los organismos antes mencionados, fácilmente paralizarían en país organizando el bloqueo de instituciones: oficinas de gobierno, bancos, consulados, carreteras. Quizá los electricistas del SME o el Diálogo Nacional podrían jugar el papel más importante para unificar a todas las fuerzas y lanzar la convocatoria para antes de concluir este mes. Con ello se evitaría más represión, encarcelamientos y asesinatos, pero sobre todo esas acciones conjuntas ayudarían a que en todas las entidades de la República se inicie un proceso de unificación alrededor de demandas concretas. Esperemos un tiempo corto de la responsabilidad de la dirigencia de las organizaciones.