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Exposición de Michael Ruetz en el Goethe Institut de Barcelona. Hasta el 17 de diciembre

Los otros 68

Fuentes: Rebelión

ExposiciónMiércoles 12 de noviembre hastamiércoles 17 de diciembre de 2008Goethe-Institut BarcelonaC/Manso, 24-2808015 BarcelonaEntrada libre Si dicen que la memoria selectiva, se hacen una idea de lo que ocurre con la memoria histórica. Pongamos que digo: «mil novecientos sesenta y ocho», ¿qué les viene a la cabeza? A la mayoría, con toda seguridad, las barricadas de […]

Exposición
Miércoles 12 de noviembre hasta
miércoles 17 de diciembre de 2008
Goethe-Institut Barcelona
C/Manso, 24-28
08015 Barcelona
Entrada libre

Si dicen que la memoria selectiva, se hacen una idea de lo que ocurre con la memoria histórica. Pongamos que digo: «mil novecientos sesenta y ocho», ¿qué les viene a la cabeza? A la mayoría, con toda seguridad, las barricadas de mayo de los estudiantes en el Barrio Latino de París. A otros, pero menos, los tanques del Pacto de Varsovia recorriendo las calles de Praga. A los menos, las escasas imágenes de la matanza de la plaza de las Tres Culturas en México. La ofensiva del Tet o las protestas en Pakistán contra la dictadura de Ayub Khan, por citar sólo dos sucesos de los muchos otros que tuvieron lugar aquel año, no han recibido el homenaje del que han gozado franceses y checos. Parte de ello se debe al eurocentrismo (perspectiva dentro de la cual Francia se ve a sí misma todavía como potencia intelectual de primer orden), y parte, aún, a los prejuicios procedentes de la política de la Guerra Fría, según los cuales la revuelta en Praga tuvo un carácter limpiamente anticomunista y no se trató, como fue en realidad, de un intento por dotar al socialismo de un rostro humano.

Quizá a causa de todo lo anterior una fotografía de Michael Ruetz (Berlín, 1940) cobre un nuevo significado a cuarenta años vista. En ella un pequeño grupo de campesinos, con sus aperos al hombro, atraviesa en manifestación una densa niebla en dirección a la cámara, portando banderas rojas.


© Michael Ruetz

No es de extrañar que esta exposición sobre el mayo del 68 en el Goethe Institut de Barcelona (C/Manso, 24-28) empiece, entre otras, con esta fotografía. Los campesinos de Manifestación contra el ruido de los aviones en Hahn parece que vayan en dirección al espectador con el objetivo de decirle: «Nosotros también estuvimos ahí».

Hoy nadie parece acordarse, pero en los sesenta Alemania occidental fue un centro de agitación política que nada tenía que envidiar a París, si acaso a la inversa. Comparar la trayectoria del SDS (Sozialistische Deutsche Studentenbund, sindicato socialista de estudiantes) y de Rudi Dutschke con la del Movimiento 22 de marzo y Daniel Cohn-Bendit sólo puede hacer palidecer a los segundos, lo mismo en la teoría como la práctica. Considérese que en esta época no era extraño que los estudiantes interceptasen los envíos del diario Bild -un conocido tabloide conservador, propiedad del grupo Springer- y los quemasen. El fotógrafo alemán Michael Ruetz fue uno de los que marchó al paso del Zeitgeist (y no solamente por Alemania), documentando los momentos clave y los protagonistas más destacados de este momento histórico. Sus fotografías se publicaron en revistas como Time, Life, Der Spiegel y Stern. La Akademie der Künste, en colaboración con el Goethe Institut, ha seleccionado 44 de las mejores fotografías de su libro 1968. Die unbequeme Zeit para esta exposición titulada 1968: un temps agitat.

La exposición, que se extiende por las cuatro plantas del edificio, comienza en la planta baja, además de con la fotografía arriba mencionada, con la de un superviviente de los campos de concentración. El olvido consciente del pasado nazi fue una de las razones del 68 alemán: recuérdese que la oligarquía alemana en pleno fue juzgada en la segunda parte de los procesos de Nuremberg -los llamados «juicios subsiguientes»-, en los cuales Krupp, Flick y varios responsables de la IG Farben fueron condenados, pero prontamente absueltos, con sus empresas prácticamente intactas. Los supervivientes más recalcitrantes del III Reich fundaron el NPD (Nationaldemokratische Partei Deutschlands , Partido Nacional Democrático) y siguieron como si tal cosa hasta el día de hoy. Una de las fotografías de la exposición muestra a un joven zafándose de la policía en una manifestación contra el NPD. Otra, el jardín-atelier de Arno Breker, el escultor favorito de Hitler, que siguió trabajando hasta su muerte realizando bustos por encargo de los grandes empresarios alemanes.


© Michael Ruetz

Otra de las razones -que, ironías del destino, cuarenta años después se ha repetido- fue el abierto rechazo y profundo descontento por la Große Koalition entre formada dos años antes por el SPD y la CDU/CSU, que dejó fuera del parlamento al resto de fuerzas políticas a excepción de los liberales del FDP (Freie Demokratische Partei, Partido Demócrata-Liberal). Éstas se agruparon en la llamada APO (Außerparlamentarische Opposition; oposición extraparlamentaria), de la cual el SDS fue su cabeza y su corazón. Rudi Dutschke, su representante más visible y, con toda seguridad, el más preparado, fue víctima de un intento de asesinato en 1968. Recibió un disparo en la cabeza que le dejó graves secuelas físicas de las que nunca se recuperaría. La misma noche del atentado los estudiantes de toda Alemania reaccionaron interceptando la entrega del Bild-Zeitung -que había calificado a Dutschke de «enemigo público»-, quemaron los envíos y se manifestaron frente a las oficinas del grupo Springer. La policía cargó, la represión fue considerable: cuatrocientos estudiantes resultaron heridos y dos murieron.

Fue, en efecto, época de convulsiones. Muchas de ellas, fotografiadas por Ruetz y aquí expuestas: manifestaciones en apoyo al gobierno checo de Alexander Dub č ek (cuyo aplastamiento Ruetz cubrió como fotógrafo); ocupaciones de universidades como la de Dahlem, donde unos policías, curiosos, observan, ante la atenta mirada de su orondo oficial, a un estudiante sentado en el suelo leyendo un libro; guerrillas ocultas en oscuras selvas africanas. Todo ello fue documentado por Ruetz con rigor, y en ocasiones ironía, como puede verse en fotografías como la de la imposible pareja de baile del restaurante ‘Sächsische Schweiz’ o la de Matrimonio, fotografiada justo en el momento de despertarse . Nada falta en este dormitorio: desde los retratos de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg en la cabecera de la cama hasta el póster del SDS, pasando por la ropa que se quitaron antes de acostarse y que arrojaron en cualquier lugar y la máquina de escribir en el suelo con un escrito, seguramente muy revolucionario, a medio terminar. También las convulsiones fueron culturales: Ruetz retrata a Joseph Beuys boxeando en una de sus performances, al escritor Walter Kempowski asomándose, curioso, a una ventana, o al nunca lo suficientemente recordado dramaturgo Heiner Müller (quien con su epigrama » Me cago en el orden del mundo / estoy perdido » lo dejó todo dicho sobre lo que supone enfrentarse al poder), con su sempiterno cigarro en mano, trabajando de pie, inclinado sobre una mesa.

El estreno en Alemania de Der Baader-Meinhof Komplex (Uli Edel, 2008) ha hecho saltar de nuevo a la palestra la polémica de si el 68 alemán fue o no el preámbulo del terrorismo de la RAF, como según parece sostiene esta película. El argumento para desacreditar al movimiento estudiantil es por todos conocido, y cabe suponer que se trasladará a nuestra prensa cuando se estrene la película en España. En una de las fotografías de Ruetz unos militantes comunistas italianos escriben «A vitória é dificile» en una pared a orillas del mar. La pintada dice «difícil». No imposible.