El gobierno de Estados Unidos, al priorizar su lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y la producción de hojas de coca en la región andina y el gobierno de Bolivia al marcar una clara defensa de las hojas de coca y una política antiimperialista, han definido claramente las líneas de acción en su política internacional […]
El gobierno de Estados Unidos, al priorizar su lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y la producción de hojas de coca en la región andina y el gobierno de Bolivia al marcar una clara defensa de las hojas de coca y una política antiimperialista, han definido claramente las líneas de acción en su política internacional para los próximos años.
Barack Obama y Evo Morales representan ambas trincheras del tablero.
Es por eso que, más allá de las buenas intenciones y de los discursos conciliadores de sus seguidores y de los analistas e, inclusive, más allá del origen social, cultural y étnicamente discriminados y excluidos en sus contextos respectivos, las orientaciones políticas y los intereses a los que representan y defienden son antagónicos y se manifestarán indefectiblemente en los próximos meses, los que estarán marcados por fuertes tensiones políticas y económicas regionales.
Se trata de dos personalidades de altísima importancia en el contexto internacional: Juan Evo Morales Ayma, primer Presidente aymara de Bolivia, país con mayoría indígena y elevados niveles de pobreza, y Barack Hussein Obama Jr., primer Presidente negro de ascendencia africana de la primera potencia militar mundial, Estados Unidos.
EXPULSIÓN DEL EMBAJADOR GOLBERG
La consigna «kausachun coca, huanuchun yanqui» («viva la coca, muera el yanqui») se ha convertido en política oficial del gobierno boliviano, no solamente porque Morales proviene de los sectores de productores cocaleros del Chapare, al centro del país, sino porque, en sus discursos, ha marcado en los últimos años una clara posición antiestadounidense y ha determinado, el 10 de agosto último, expulsar al embajador de Estados Unidos en Bolivia, Phillip Golberg, y restringir el trabajo de USAID y retirar a la DEA del país.
A su vez, el gobierno norteamericano ha tenido una posición reactiva al respecto, condicionando al gobierno boliviano con la ayuda económica, el cierre de mercados de manufacturas y la expulsión del embajador boliviano en Washington, Gustavo Guzman.
Las señales del norte, a pesar de la cobertura de la gran sobre los rasgos humanos y personales de Obama, son muy claras porque no solamente el vicepresidente de Estados Unidos, Joseph Biden pertenece a la elite de la diplomacia internacional norteamericana, sino porque debe poner orden y mantener su tradicional política sobre América Latina, en particular sobre las regiones consideradas prioritarias para su dominio regional.
TERRORISMO Y NARCOTRAFICO
Mas aún, el tema del terrorismo y el narcotráfico fueron impuestos en la agenda internacional tanto por los gobiernos demócratas como republicanos de Estados Unidos como fueron los de Jimmy Carter y Ronald Reagan hasta el presente, y no por sus características personales sino porque se trata de perfiles institucionales del poder norteamericano en su política mundial.
La presencia de la administración norteamericana en la política interna de Bolivia ha sido una constante en los últimos cincuenta años. No solamente la presencia de marines norteamericanos en el asesoramiento a las Fuerzas Armadas, sino en su control sobre los fiscales, el Poder Judicial y la Policía Nacional han sido evidentes.
En muchos casos, durante las últimas dos décadas, los Ministros de Gobierno debían recibir el visto bueno del Embajador de Estados Unidos y «tener visa» de ingreso al país del norte para ser nombrados oficialmente por el Presidente de la República.
Solamente en la gestión del actual Jefe de Estado, estas prácticas han cambiado de manera radical sobre la base del cuestionamiento que hizo y hace Evo Morales a las acciones de dominación regional de Estados Unidos en América Latina.
El tema central de esta confrontación, que se vislumbra durante la gestión de Barack Obama, es el de la coca y el narcotráfico que, por determinación unilateral de Washington, han sido vinculados al terrorismo y los peligros que acecharían a la seguridad nacional norteamericana.
EL PRESIDENTE COCALERO
Evo Morales, por su condición de alto dirigente de los productores de hojas de coca del Chapare y de las seis Federaciones del Trópico de Cochabamba y por haber avanzado desde la lucha sindical y política en la defensa de los cocaleros hasta la Presidencia de la República está identificado con este arbusto natural
En el alto cargo que ocupa actualmente ha llevado adelante grandes campañas nacionales e internacionales por la legalización de la hoja de coca en el comercio mundial, bajo la consigna de que la coca no es cocaína y que son mas bien las potencias capitalistas las grandes consumidoras de drogas y las que han convertido a esta hoja milenaria en cocaína.
Asimismo, su adhesión a la posición antiimperialista, compartida con el gobierno de Cuba de Fidel y Raúl Castro y de Venezuela del comandante Hugo Chávez, junto al fortalecimiento de UNASUR, la coordinación independiente de Fuerzas Armadas a iniciativa del gobierno del Brasil y la búsqueda de formas alternativas de comercio a través del ALBA y el TCP, han hecho del gobierno de La Paz un punto de alarma roja para el gobierno estadounidense.
INTERESES Y INTENCIONES
El gobierno boliviano, en los últimos meses a través de los Ministros de Gobierno y de la Presidencia, ha denunciado nuevamente la ingerencia de USAID, la agencia de ayuda de Estados Unidos, y la DEA, la agencia de lucha contra la droga, en la política interna de Bolivia, apoyando a los sectores de la oligarquía y los terratenientes del oriente que enfrentan a Morales y han anunciado el separatismo de Bolivia para convertirse en «protectorado» de alguna potencia extranjera.
En este contexto general, el más alto representante del Departamento de Estado para América Latina, Tomas Shanon, ha visitado Bolivia en dos oportunidades en los últimos meses buscando explicaciones sobre las posiciones bolivianas, sin conseguir flexibilizar la posición «evista».
Los dos países al haber expulsado mutuamente a sus embajadores y congelado sus relaciones, se encuentran en el punto mas bajo de toda la historia de la diplomacia boliviano-estadounidense. Al parecer, los rasgos sociales y antecedentes de los dos Jefes de Estado no serán suficientes para cambiar el actual rumbo de las enfrentadas relaciones entre Washington y La Paz.