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Un año de Macri en la ciudad

Fuentes: Rebelión

Introducción En los días que corren -entre apurados festejos previos a la navidad- se han cumplido doce meses del arribo a la jefatura de gobierno de la ciudad capital de nuestro país por parte de la gran esperanza blanca de la neoderecha ¿nacional?, Maurizio Macri. El play boy neoliberal había ocultado en ocasión de ser […]

Introducción

En los días que corren -entre apurados festejos previos a la navidad- se han cumplido doce meses del arribo a la jefatura de gobierno de la ciudad capital de nuestro país por parte de la gran esperanza blanca de la neoderecha ¿nacional?, Maurizio Macri. El play boy neoliberal había ocultado en ocasión de ser electo, con cierta habilidad, su verdadero rostro reaccionario tras una inteligente campaña diseñada por el experto publicitario ecuatoriano Jaime Durán Barba. Se presentaba como ascético vendedor de un pensamiento eficientista y pre-ideológico; por fuera de la conflictividad que resulta consustancial de modo inevitable al juego político. De tal modo construyó una nada desdeñable mayoría que superó levemente el 60% de los sufragios en el ballotage del 2007. Pero no dejo pasar ni siquiera la noche triunfal para mostrar sus auténticas intenciones.

En efecto, desde el propio festejo emplazó al gobierno nacional a propiciar la impunidad para el genocidio cometido por la dictadura 1976-1983, circunstancia que en modo alguno puede calificarse como casual. Es que S.O.C.M.A. (Sociedades Macri), el grupo creado por papá Franco, fue uno de los conglomerados empresarios más beneficiados durante el trágico período. Se puede decir sin exageraciones que grandes fracciones de las ganancias del holding -como de otros núcleos de negocios- están teñidas con la sangre de los compañeros desaparecidos. La solidaridad de Macri con los asesinos, violadores, torturadores y secuestradores de niños tiene -como diría Karl Marx- una indudable base material. Los militares cegaron vidas para que empresarios activaran y engordaran sin posibilidad de hartazgo sus cajas registradoras, sus cuentas on y of-shore, se comprasen lujosos automóviles y viviendas, realizaran suntuosas fiestas y podríamos detallar mucho más. Pero la presente no es una nota de las revistas dedicadas a exaltar los modos de vida del jet-set, por lo cual no abundaremos en semejantes detalles menores.

Además, la misma noche apoteótica que lo ungió para el cargo que detenta – luego de ensayar una ridícula danza desde el escenario- cambió su rostro sonriente de vendedor de ilusiones para responsabilizar a los maestros y docentes en general por las dificultades de la educación. Todo aquel observador que deseare contemplar la esencial coincidencia entre tal discurso y lo repetido hasta el hartazgo por el menemismo en la nefasta década del ’90, puede. Pero a condición de que no piense que se trata de una coincidencia fortuita. Más bien el PRO – la alianza que sustenta al Macrismo- es la actualización política, doctrinaria y práctica para el retorno al poder del estado de la peor derecha; bien que no ocupa tal sitial en exclusividad. Lo comparte con la Coalición Cínica (llamada por ciertos ingenuos y por algunos otros hipócritas Cívica), los restos mortales de la U.C.R., el peronio-duhaldismo, el peronio-menemismo, el peronismo puntano (y fiestero) de los Rodríguez Saa y más formaciones muy menores.

En rigor el triunfo de Macri no podía achacarse exclusivamente a la eficiencia en su labor desplegada por el mencionado publicitario ecuatoriano. Coayudó a ello la ineficacia en la gestión desplegada por gran parte de los anteriores gobiernos, la crisis generada por la tragedia de Cromagnon y la posterior fragmentación de los espacios progresistas. No menor por cierto es el desplazamiento hacia la derecha de vastas capas de las clases medias, dato inocultable que no sólo acontece en la Argentina. Es – por desgracia- parte de la realidad económica y social en la casi totalidad de las áreas más ricas en toda nuestra América Latina.

Che Macri: La ciudad no es tu empresa

No podía pasar desapercibido para ningún conocedor serio de la política que el nuevo jefe de gobierno se conduciría en su nueva función con los modales propios del más despótico patrón de estancia; o sea al modo con que los empresarios nativos o radicados en nuestro territorio conducen los destinos de sus emprendimientos y de los trabajadores que allí laboran. Por otra parte, la figura de Macri cuenta con una rara ventaja: llega por igual a los estratos más poderosos – lo cual es casi natural, ya que no se le cae idea ninguna que no los favorezca- y a los humildes, pasando por vastos sectores medios ansiosos de orden y mano dura.

Pero lo descripto, que son condiciones excepcionales para ganar una elección, se vuelve una dificultad compleja de solucionar puestos a gestionar acciones de gobierno; ya que no es posible cumplir del mismo modo con las expectativas de coalición tan amplia y variopinta. No es un secreto para nadie que observe la realidad con mínimo detenimiento y una pizca de rigor ciéntifico: Macri optó por su compromiso orgánico con los núcleos más concentrados del poder económico; al punto que sólo faltaría cambiar el nombre institucional del cargo que detenta. En caso de realizarse la transformación pasaría de jefe de gobierno de la ciudad autónoma de Buenos Aires a Super gerente general de inmobiliaria financiera Macri de Buenos Aires. Los núcleos más pobres de la población deberían conformarse – a perpetuidad- con una serie de estampitas del play boy y su vice jefa de gobierno, Gabriela Micheti, manifiestamente alejada de los primeros planos a fin de no dar cuanta de tanta promesa incumplida. Por de pronto, realizaremos un mínimo e incompleto análisis de sus primeros meses de gobierno.

A poco de asumir mostró claramente su orientación al vetar la ley que permitía en la ciudad la elaboración estatal de (más baratos) medicamentos. Faltaba más, no fuera cosa que disminuyan los negocios de los laboratorios medicinales (monopolios). Luego, pretendió dejar un tendal de desocupados entre los trabajadores municipales. En tal ocasión quedó demostrado una vez más que la tan cacareada calidad institucional – una bandera hiperamplificada por la derecha contra el gobierno nacional- es sólo un slogan hipócrita. Es que Macri se refregó los diversos mandatos en su contra de la justicia por sus diversas partes pudendas; tanto traseras como delanteras. Por cierto que no existe auténtico imperio de la ley sin estricta separación de poderes. Por lo cual la siguiente pregunta es precedente: ¿Y la calidad institucional? Por allí mismo. La sinceridad del PRO en la búsqueda de una institucionalidad transparente lo manifiesta la sesión en la legislatura de la ciudad del 4 de diciembre del 2008. En tal ocasión, los diputados Macristas Oscar Moscariello y Silvia Majdalani votaron por dos de sus colegas de bancada que no estaban presentes en sus lugares; escándalo que fue silenciado por la gran prensa, cómplice discursivo inefable e infatigable de la derecha telúrica, latinoamericana e universal. Sólo les faltó decir que interpretaban cabalmente el pensamiento de los curules no presentes. Es que si eran Macristas, no votarían de ninguna manera en contra de su propio proyecto.

Los grandes massmedia y el Pro (y la derecha en general) constituyen lo que bien puede definirse como asociación (por ahora) lícita para ocultar la verdad y desorientar al pueblo en la percepción de cuales son sus verdaderos enemigos. Un ejemplo de lo que decimos es el hecho que con el pretexto de transparentar el sistema de compras y suministros de los hospitales de la ciudad se modificó el mismo. El resultado: los nosocomios quedaron completamente desabastecidos de medicamentos (en algunos establecimientos se denunció que se rebajaban con agua, de modo que no surtían efecto), gasas, vendas y comidas. Mientras esto ocurría, nada quedaba reflejado en la T.V, la radio o los grandes diarios. Imaginemos por un instante lo que hubiere acontecido si la responsabilidad de semejantes desatinos hubiere correspondido al ejecutivo nacional. Hasta el día de hoy y por varios años más, los Lanata, Morales Solá, Gelblung, Gonzalez Oro, Grondona, Tenenbaum, Nelsones Castros o Magdalenas nos hubieran agotado con sus descarados lamentos por la salud pública. Pero nada dicen de las circunstancias que describimos, así como la pretensión de Macri de impedir la atención hospitalaria a los ciudadanos provenientes de la provincia o países limítrofes.

El presupuesto dedicado a la educación fue sub-ejecutado, especialmente en los rubros destinados a le mejoría edilicia en las escuelas más carenciadas. Tal vez Macri piense – en ademán sarmientino- que si los alumnos sufren mucho frío, tal circunstancia incentivará el aprendizaje. Lo propio puede referirse a pasar hambre. En aplicación de tan estrafalario principio, se les redujo el componente calórico y proteico a los suministros para los comedores escolares. Además, se provocó una fuerte disminución en la entrega de becas destinadas a los más débiles. Indudablemente, que los pobres sufran trabas, limitaciones y dificultades para estudiar es PRO. Por otra parte y contando con recursos como para otorgar un incremento salarial a los docentes el jefe se negó a otorgarlo buscando consolidar por medio de ademanes de fuerza su base de apoyo electoral, fuertemente refractaria a la protesta social. Con las huelgas docentes, el coro mediático difamador repetía incansablemente que los niños no podrían completar su aprendizaje por culpa de los paros: Su complicidad les impidió instalar el debate acerca si docentes (muy) mal pagos son una precondición para una educación de excelencia. Y nada se dijo en los grandes medios de un indudable logro PRO: varias escuelas lindantes con el conurbano mostraban cargos sin cubrir. La razón: los docentes escogían la provincia de Buenos Aires – jurisdicción donde el salario de maestros y profesores en nada se acerca al dorado primer mundo- antes que el magro haber porteño.

No puede obviarse que los recursos dedicados a talleres culturales y ayuda social fueron reducidos o eliminados y pesa sobre la escuela Isauro Arancibia – dedicada a niños de la calle- la amenaza de cierre. La complicidad del Macrismo con la dictadura llega a tales extremos que la institución escolar referida lleva el nombre de un docente desaparecido por los genocidas y Macri aspira a clausurar la iniciativa educativa al tiempo que inmortaliza a los asesinos en nombres de calles, plazas, colegios y avenidas.

De las promesas en pro de la vivienda popular lo único que puede apuntarse el descontento de los habitantes de la villa de Retiro, que debieron cortar la autopista para que al menos fuera oído su reclamo. Complejos habitacionales destinados a los sectores carenciados se construyen en Michetipolis, el reino imaginario de la ladera del jefe. Pero en la realidad de la sociedad sólo crecen torres de lujo, pisos en barrios suntuosos u oficinas futuristas en Puerto Madero.

El PRO- como el conjunto de la derecha – suele agitar y utiliza la problemática de la inseguridad (¿Qué estado en el orbe le puede garantizar a sus ciudadanos que podrán vivir garantizadamente seguros?) para asegurarse rédito político; prédica que le brindó cierta cosecha electoral. Pero puestos a gobernar, el armado de la futura policía de la ciudad quedó en manos de cavernarios PRO (cesistas) expertos en seguridad. El resultado está a la vista: la política anti-delictiva del Macrismo se reduce a denuestos contra el gobierno nacional y a la segura comisión de atentados contra los derechos humanos, cuando dispongan de los resortes para ejercer la vigilancia pública.

Hemos realizado un incompleto recorrido por las áreas más sensibles de la gestión Macrista. Sólo hemos realizado una somera fotografía. En caso de desmenuzarla exhaustivamente el resultado sería el mismo: gobernar en beneficio del pueblo no es PRO. En lo que resta de la nota, analizaremos las perspectivas político-electorales para el año próximo.

2009, elecciones y después…

Pese a las sobradas muestras de la orientación consustancial y marcadamente antipopular de su gobierno, el PRO ganará la próxima compulsa electoral en la Capital a favor de la dispersión del espectro nacional y progresista; mas el peso inocultable de la reaccionaria derecha porteña, oscilante en un duro y recalcitrante tercio del electorado. Al menos es lo que surge de los diversos oráculos encuestadoriles. En rigor, las mejores perspectivas devienen del hecho que la derecha presentará al menos dos formaciones (el Macrismo y el Carrioismo o Coalición Cínica) y que la fuerza del jefe de gobierno carece de candidatos aglutinantes de voluntades y de sufragios.

Por nuestra parte, las perspectivas son poco halagüeñas. El Kirchnerismo pejotista le achaca al progresismo Ibarrista la defección del ex jefe de gobierno, durante el pasado conflicto contra la reacción (urbana y) agropecuaria. Mientras que desde campamentos cercanos al incendiado en Cromagnon se pasa la factura por el hecho que la deposición de Ibarra sólo fue posible con el guiño de algún sector Kirchnerista. Nada de esto se dice en voz alta, por lo cual el elector anti-Macrista del común carece de elementos para darse una composición de lugar sobre las causas de la suicida dispersión que presentamos. A tales divisiones hay que sumar la de algunos movimientos sociales ex K (Libres del Sur), del espacio Pinosolanista o del Partido Socialista de la ciudad de Buenos Aires. Sería ideal que fueran depuestas las grandes y pequeñas miserias que nos fragmentan; en pos de construir una coalición electoral con posibilidades para dar pelea a la barbarie PRO. Pero tal situación es tan factible de ser realizada como esperar un gesto de piedad y solidaridad en una reunión cuyos integrantes fueren George W Bush (arbusto), Condolezza Rice (arroz) y Donald Rumsfeald aquejados por añadidura de diversas insatisfacciones. Más fácil es esperar que una piedra emita pensamientos filosóficos que semejantes sádicos y genocidas pudieran prorrumpir sentimientos fraternales. Por lo tanto, las perspectivas oscilan desde el cauto pesimismo hasta la total desesperanza. Mientras tanto podamos gestar fuerza política para discutir el mando en la ciudad, quienes resistimos al Neoliberalismo PRO debemos seguir diciendo con todas nuestras fuerzas desde la lucha de calles que tanto incomoda al jefe: Macri, la ciudad no es tu empresa.

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Raúl Isman. Docente. Escritor. Miembro del Consejo Editorial de la Revista Desafíos y colaborador del periódico socialista El Ideal. Director de la revista Electrónica Redacción popular