Las primarias de agosto consolidaron la democracia directa. El desafío de producir agro-alimentos. Desarrollar un nuevo concepto de ruralidad.
El próximo domingo 23 de octubre la ciudanía argentina concurrirá a las urnas para las elecciones presidenciales y legislativas. De cumplirse la tendencia marcada en las primarias del 14 de agosto pasado que le dieron el 50 % de los votos, la actual presidenta Cristina Fernández de Kirchner sería reelecta en la primera vuelta. Dándole continuidad no solo a su primer cuatrienio de Gobierno sino a los 8 años de proyecto «kirchnerista», que incluye también el período de su esposo el fallecido ex-presidente Néstor Kirchner (2003-2007). ¿Cómo explicar esta eventual reelección cuando apenas tres años atrás el país se debatía en profunda «crisis del campo» que pareció condenar la viabilidad de su proyecto? Una de las claves de interpretación «pasa justamente por las conquistas en el mismo campo» explica el ingeniero agrónomo Guillermo Martini, Subsecretario Nacional de Agricultura Familiar del ministerio del mismo ramo. Entrevista exclusiva.
P: De la crisis del campo del 2008 a la casi segura reelección… ¿Cuál es su lectura? ¿Cómo entender ese contradictorio proceso político?
R: En ese momento, la nueva presidenta que acababa de ser elegida con el 47 % de los votos intentó aplicar un sistema de derechos de exportación móvil a la comercialización externa de granos. En síntesis, aumentar los impuestos que deberían pagar las exportaciones. Los sectores concentrados de la economía y sus representaciones políticas encontraron la excusa que buscaban para frenar el proceso de desarrollo nacional con redistribución del ingreso que impulsaba el gobierno. Liderado por los grandes medios de comunicación monopólicos se instrumentó una campaña que logró consenso y que tuvo como objetivo latente la destitución de la Presidenta y el bloqueo de su modelo en desarrollo. Cortes indiscriminados de rutas, desabastecimiento a las ciudades, amenazas y agresiones directas fueron moneda corriente. Una operación orquestada por lo más conservador del agro argentino, heredero de la vieja oligarquía terrateniente y defensor de las dictaduras militares.
P: ¿Capitalizando sin duda, en ese momento, eventuales errores políticos del Gobierno?
R: Errores políticos y de comunicación por parte del Gobierno. Quien perdió temporalmente la batalla cultural y lo que había sido el distintivo del peronismo (NdR: movimiento en el que se inscribe el kirchnerismo) en la historia. Es decir la movilización en la calle y la iniciativa política. Lo que permitió a esos sectores convertirse en hegemónicos en el discurso y apropiarse del imaginario histórico- emotivo del pueblo argentino. Las movilizaciones y cortes de rutas estuvieron plagadas de banderas argentinas, el himno nacional se cantaba permanentemente, se desplegaban imágenes de la Virgen María etc. «Todos somos el campo» fue la consigna adoptada aún por algunos sectores urbanos.
Recuperación social
P: ¿Cómo se revirtió finalmente la situación?
R: Hubo varios factores. A nivel del campo, el Gobierno creó espacios institucionales específicos para la atención a los pequeños y medianos productores -muchos de los cuales habían apoyado a los grandes exportadores durante la crisis en una actitud suicida. En paralelo, muy rápidamente, la recuperación productiva y la capacidad adquisitiva general de la población llega al mundo rural junto con medidas redistributivas de fuerte impacto social. Entre ellas el aumento del salario real; la asignación universal por hijo que es una suerte de subsidio a los menores en edad de escolarización; el plan de pensiones para personas que no habían contribuido al sistema jubilatorio. El aumento significativo de las jubilaciones. El apoyo decidido a las producciones regionales. Todo esto, en un nuevo clima de diálogo, permitió desarmar el intento de «golpe» contra la presidenta. Y reconducir la situación favorable que indican ahora las encuestas…
P: Es decir…
R: Ese proceso de elecciones primarias abiertas y obligatorias que por primera vez se implementó en Argentina y que es casi una primicia en el continente latinoamericano, consolida formas efectivas de democracia directa. Mostró, además, un fuerte apoyo del mundo rural al actual modelo de producción diversificada, integrada nacionalmente.
P: ¿Cómo puede medirse, con cierta objetividad, ese apoyo que Usted menciona?
R: Dos datos que considero contundentes. En las zonas de economías regionales, básicamente productoras de alimentos, la Presidenta obtuvo un promedio del 65 % de los votos. En las zonas de la pampa húmeda, no menos de un 40%, cuando hace apenas tres años, el movimiento opositor del campo parecía llevarse por delante al Gobierno. En lo global quiero recordar que el 50,21 % de la fórmula presidencial dejó muy por detrás a los otros candidatos: el dirigente radical Ricardo Alfonsín obtuvo un 12.20%; el ex-presidente peronista disidente Eduardo Duhalde el 12,12%; el candidato socialdemócrata Hermes Binner en torno al 10% y otro dirigente peronista también disidente, Rodríguez Saá, apenas superó el 8 %.
Nuevos actores en el campo argentino
P: ¿Existen hoy otros actores sociales pro-gubernamentales en el campo que no estaban presentes hace tres años en la escena política?
R: Se da hoy un gran desarrollo territorial de una corriente político-sectorial nacida justamente en el 2008, compuesta por sectores vinculados al agro. La Corriente Agraria Nacional y Popular (CANPO) que coincide y apoya al Gobierno en el campo y que al mismo tiempo, aporta iniciativas y propuestas a las políticas oficiales. Enriquece, en una palabra, el debate nacional en este sector. La integran miles de productores, intelectuales, docentes, investigadores y funcionarios. En el acto de constitución más de 12 mil participantes entregaron al Gobierno propuestas para una nueva ruralidad. Es decir un proyecto que supere el rol histórico de Argentina como mero productor de materias primas y granos básicos para transformarlo en un productor de agro-alimentos, con valor agregado en el país mismo. Y que resuelva al mismo tiempo las necesidades de alimentación de la población y de Latinoamérica y el mundo pero garantizando también ese valor agregado imprescindible que es la generación de empleo y desarrollo local. Propuesta que es totalmente posible si pensamos que el PBI (Producto Interno Bruto) agropecuario aumentó un 321 % en el 2010 en relación al 2002. Y que la recuperación sostenida en el sector ha permitido pasar de 14 millones de hectáreas hipotecadas en el campo cuando Néstor Kirchner llegó al Gobierno a apenas 600 mil, en la actualidad. Lo que indica que el sector se ha ido reforzando luego de los tremendos años de desintegración neoliberal de las últimas décadas del siglo pasado y que explotó en toda su magnitud en la crisis del año 2000.
P: ¿Y las perspectivas de futuro en el agro?
R: En el marco de una bonanza económica sostenida con un crecimiento del 70 % en 8 años, el Gobierno convocó al conjunto de los sectores vinculados al agro para la discusión y elaboración del Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial 2010-2020. Un proceso participativo, federal, de consulta amplia, en el que participan las provincias, 53 facultades, 140 cámaras empresariales, 300 representantes del sector económico y social; mujeres agrarias; escuelas agro-técnicas y docentes. Un rico proceso en marcha que se perfila como un logro participativo más de la actual gestión.
Consecuencias graves de la agro-exportación
P: Para terminar, son significativas también las voces en Argentina que critican al Gobierno argumentado favorecer en el agro a los grandes sectores de la agro-exportación con las consecuencias ecológicas nefastas para los suelos y la biodiversidad. ¿Cuál es su visión?
R: Las situaciones de concentración económica y su impacto sobre el medio ambiente, producidas por el tradicional modelo agroexportador son reales. El modelo tecnológico predominante – uso intensivo de agroquímicos, variedades transgénicas y mecanización – está consolidado y produjo graves consecuencias sobre lo social y lo ambiental (éxodo rural hacia centros urbanos, desmontes indiscriminados, contaminación). Detener esta situación y revertirla pasa por poner límites legales a este modelo y profundizar el de la agricultura familiar productora neta de agro-alimentos en un esquema agroecológicamente sustentable, basado en la mano de obra local con agregado de valor en origen. Es mi tarea como subsecretario del sector. En ese sentido, se está trabajando sobre una ley de tierras, otra de arrendamientos rurales y leyes de uso de suelos y ordenamiento territorial.
Militante histórico
A sus 58 años, Guillermo Martini, Ingeniero agrónomo, Máster en Ciencias Sociales con especialidad en estudios agrarios ) es la expresión de una generación de militantes políticos y sociales perseguidos durante las dictaduras, excluidos en los gobiernos neo-liberales post dictatoriales, y protagonistas a parte entera desde la llegada de Néstor Kirchner al Gobierno en el 2003. Aún adolescente, el hoy Subsecretario de Agricultura Familiar inició su militancia en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) en la Universidad Nacional de Rosario, durante sus estudios de ingeniería agronómica. Preso político durante la dictadura, recorrió durante los cinco años de detención las cárceles de Rosario, Coronda y La Plata. En igual fecha pierde a un hermano también militante, asesinado por la dictadura. Tan pronto recupera su libertad, volvió a la militancia política y social. La nueva etapa que se abre con la llegada de Cristina Fernández de Kirchner al Gobierno le permite asumir diferentes funciones públicas. Previamente en el Ministerio de Trabajo y en el Instituto de Cooperativas. Actualmente, en el de Agricultura, desde donde participa, activamente, en tanto funcionario-militante en la coordinación nacional de la corriente CANPO.
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