El gran tema para las mujeres en la nueva etapa política en México es cómo se enfrentarán los problemas desde los espacios oficiales, para parar la violencia, hacer efectivos sus derechos y aplicar debidamente los recursos. Aunque todavía el Tribunal Electoral no dice la última palabra sobre la elección presidencial, el aparato y todos sus […]
El gran tema para las mujeres en la nueva etapa política en México es cómo se enfrentarán los problemas desde los espacios oficiales, para parar la violencia, hacer efectivos sus derechos y aplicar debidamente los recursos. Aunque todavía el Tribunal Electoral no dice la última palabra sobre la elección presidencial, el aparato y todos sus portavoces dan por hecho que las cosas no van a cambiar.
Andrés Manuel López Obrador todavía está reuniendo pruebas y el panorama en lo social señala que no hemos reunido las fuerzas necesarias para enfrentar esta situación improcedente: aguantar y dejar pasar, como si nada, hechos, cifras, implicados y lo peor, aceptar que hay una mayoría corrupta que soporta la compra y coacción del voto y que no hay remedio.
Sólo hay que escuchar a algunos disque periodistas, con espacios comprados, obviamente, cuya tarea desde sus tribunas es decir y repetir a la gente que no hay nada que hacer, que no existen las pruebas de los desvíos electorales y que ya ni modo.
¿Usted sabe cuál es el mérito periodístico de Ricardo Alemán? Un individuo a quien seguramente el poder le compró 20 minutos a la semana en Televisa para que promueva la idea de que no hay pruebas sobre los desvíos y no le parece importante nada sobre la compra de votos.
Su ética no lo altera en nada. Y ¿quién es? ¿Qué lo ha distinguido? Porque otros, de Televisa y otros medios, al menos son periodistas con trayectoria, que incluso pueden creer lo que dicen, por convicción. Pero el señor Alemán no tiene nada en su historia que lo haga periodista distinguido ni un reportaje con el que haya hecho raya, como dice mi madre. Y no tiene premios, ni una causa, ni periodismo de investigación, ni antiguo o reciente reconocimiento. Es un individuo que ha sabido trepar hasta la pantalla, sin nada que lo sostenga. Como él, hay otros personajes, pero éste ¿cómo le hizo para llegar a Televisa? Eso cuesta.
En fin, las cosas podrían quedar ahí. Y volver a empezar la lucha por la democracia, en la que una multitud de personas piensan que vale la pena.
En este orden, las mujeres comienzan a movilizarse. Una cuantas feministas llegarán o ya llegaron al congreso y están analizando con prontitud lo que sigue.
Hace unos días, Elena Tapia, ex delegada de Iztacalco, distinguida por su trayectoria feminista, ex dirigente y constructora del partido México Posible y militante del PRD, me contó que un asunto fundamental para las mujeres será participar y entrometerse con hondura, análisis y trabajo, en los cambios jurídicos que vendrán para los medios de comunicación, más allá de lo importante de la distribución de concesiones y legalidad para los servicios de comunicación múltiples, es hora de iniciar el análisis del contenido de los medios, del tratamiento de la imagen de las mujeres, de los mecanismos ideológicos que fortalecen la discriminación y violan sistemáticamente los ordenamientos en vigor.
Menuda tarea. Un grupo de mujeres se han empezado a reunir para revisar lo que hoy toca en la Cámara de Diputados, donde se ha legislado prácticamente todo lo que por ley podría garantizar la igualdad entre mujeres y hombres. Lo que falta es una tarea política para que las leyes sean realidad y se acabe con la impunidad que rodea la violencia contra las mujeres.
Igualmente, en Tabasco y Morelos ya se mueven las aguas. Los nuevos gobiernos de sello de izquierda tienen que abrirse a escuchar y resolver los graves asuntos de la falta de coordinación con las leyes generales, ponerse al día en los códigos penales y de procedimientos, armonizar su legislación y poner sobre la mesa, recursos y políticas que aseguren un cambio en positivo para sus poblaciones femeninas, para enfrentar la pobreza que ofende y otra vez la impunidad y la discriminación contra las mujeres.
En Morelos, quien es prácticamente el gobernador electo, Graco Ramírez, ha decidido que sean las feministas y del movimiento amplio de mujeres quienes decidan el rumbo de la política de género. Loable, si eso no significa soliviantar en nombre de la democracia a las mujeres de distintos feminismos. Lo importante es que sean, estas mujeres, capaces de darse cuenta que valdría la pena incidir realmente, porque en Morelos se arrastra una nube de crímenes contra las mujeres desde hace tiempo y hace falta capacidad para mirar juntas cómo entrar a un proceso, que aunque lento, vaya resolviendo.
Ahí, figura una mujer entrona y capaz. Se llama Adriana Mújica, ojalá se pongan de acuerdo para catapultarla. Luego le pediremos cuentas, sin duda. Pero ella, ex diputada y militante feminista, perredista y, como dije, entrona, sería una buena directora o presidenta del instituto de las mujeres.
Y en Tabasco lo más importante y algunas mujeres feministas, están preocupadas, es convencer al nuevo gobernador de comprender la importancia de una seria, posible y capaz política de género, puesto que las mujeres de la entidad hace años que padecen miles de discriminaciones y ataduras. Una visión liberal y comprometida podría ser fundamental. Ojala que las mujeres de Tabasco sean capaces de mirar con altura esta nueva oportunidad. Porque de eso se trata, de avanzar, de hacer efectivas todas las cosas ganadas.
Es importante porque si logran imponer el PRI y sus testaferros, como el dichoso señor Alemán, a Enrique Peña Nieto, que se ha declarado conservador, tiene a su lado, por interés, política acomodaticia, traición, a un grupo de mujeres que fueron integrantes del movimiento progresista de mujeres, algunas muy capaces, aunque se voltearon a la derecha, al poder y a la simulación.
Se las recuerda bien: Rosario Robles, ex jefa de gobierno del DF y quien entregó el PRD a la derecha; Patricia Olamendi quien en su juventud fue de izquierda y se unió al gobierno de Vicente Fox, y otras nombradas en su grupo como Laura Carrera, que últimamente fue panista, luego de que fue priista y tuvo encargos de altura, como la subdirección del DIF y la oficina de análisis y seguimiento de los feminicidios en Gobernación, en este sexenio que está por terminar.
En fin, junto a ellas otras mujeres, que no han tenido una clara identificación ideológica y que llegaron a puestos de poder a través de distintos partidos, pero que en momentos importantes han sabido manejar el lenguaje feminista. Esto es un ejemplo, quienes militan por los derechos humanos de las mujeres, con un fondo ético y convencido, van a recibir toda clase de invitaciones y no estarán exentas de los cantos de sirena, siempre presentes.
Porque en este país sin gobernabilidad democrática, con un gobierno en ciernes que al menos será juzgado por ilegítimo, bajo sospecha de haber manejado millones de pesos que nadie sabrá de dónde salieron, necesita una mirada de largo aliento, pensando que los derechos de las mujeres están en juego, que ya no podemos seguir simulando que hay políticas públicas a favor de las mujeres, y que muchas, muchas mujeres diputadas o senadoras, no garantizan lo que hoy requerimos.