El Vicepresidente nos recibe en Palacio de Gobierno. La entrevista tenia que ser realizada en la Vicpresidencia pero el presidente Evo Morales lo habia convocado a un acto imprevisto. Es sábado por la mañana, finales de noviembre. Con unas salteñas y unos jugos, Alvaro García Linera pasa casi dos horas con Le Monde Diplomatique-Bolivia. Piensa […]
El Vicepresidente nos recibe en Palacio de Gobierno. La entrevista tenia que ser realizada en la Vicpresidencia pero el presidente Evo Morales lo habia convocado a un acto imprevisto. Es sábado por la mañana, finales de noviembre. Con unas salteñas y unos jugos, Alvaro García Linera pasa casi dos horas con Le Monde Diplomatique-Bolivia. Piensa cada respuesta, incluso se pasa casi un minuto de reloj, en silencio, con la vista en el horizonte de un gran salón, buscando el concepto adecuado. Hace autocrítica. Se levanta y se va a su despacho a buscar el dato exacto. Usa «mis hermanos» para dirigirse a los entrevistadores. Ni se brinda ni se excusa sobre su candidatura a vicepresidente en 2014. «El auto de Evo es el único en competencia, ¿para qué cambir de carro o de chofer?», dice. Recibe un par de mensajes en su celular que no contesta. Ya es la hora del almuerzo. Posa para la tapa de diciembre con el retrato de Evo en hojas de coca del artista boliviano Gastón Ugalde. Nos vamos. El Palacio luce en silencio.
LMD: 11 años después, acaba de realizarse el Censo 2012. ¿Qué temas de importancia deberá debatir el país, producto de sus resultados?
Lo más importante del Censo de Población es que nos permite una detallada mirada geográfica de las condiciones de vida de las familias bolivianas, es decir, una lectura georeferenciada de la satisfacción y carencias de servicios básicos, de la situación laboral, de la situación migratoria y la estructura familiar. El Censo nos dice «aquí falta inversión en servicios básicos»; «allí estamos bien»; «en ese otro lugar falta luz o educación»; y de acuerdo a ello, el Estado, en sus tres niveles, municipal, departamental y Plurinacional, puede establecer estrategias de inversiones inmediatas que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos.
Un efecto colateral del Censo, que es importante para las élites locales, es el tema de la distribución de los recursos de la coparticipación y el número de los asambleístas. Pero reducir a eso el Censo, es una mirada mezquina y estrictamente política. Un diputado más no le llega al plato de comida de la gente, ni da salud de los niños, ni garantiza los servicios básicos de la población. Incluso, una mayor o menor coparticipación tributaria por disputas de límites regionales no es una garantía para la satisfacción de necesidades básicas. Hoy, los municipios apenas han ejecutado el 35% de su presupuesto de inversión y así es año con año. Las obras de mayor impacto social en los municipios vienen de la mano del gobierno central y entonces lo que se requiere es una delimitación muy clara de cuales regiones necesitan mayores inversiones concurrentes para resolver las necesidades de la población.
LMD: Si bien el censo ha sido motivo de conflicto entre el gobierno y la oposición, en los últimos tiempos el mayor conflicto se ha dado en torno al TIPNIS. ¿Qué balance hace el Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia de esta cuestión?
En la Amazonía, a diferencia de lo que ha sucedido en tierras altas, aún no se ha dado una revolución, una insurgencia indígena campesina, capaz de modificar las viejas estructuras de poder de predominio hacendal-patronal. Desde el Estado hemos dado pasos importantes para liberar la energía popular capaz de desmontar el poder despótico-patronal, como por ejemplo reducir la tenencia de la tierra de los grandes hacendados de 49 millones de hectáreas a poco más de 4 millones. Hemos desmontado el patrimonialismo que fusionó la administración estatal a la gran propiedad hacendal y, cuando quisimos sentar presencia del Estado en la territorialidad amazónica, tarde comprendimos que allí hay una tenebrosa alianza entre patrones de la tierra, empresarios que procesan las materias primas, gobiernos y empresas extranjeras que desde hace 30 años atrás han creado una especie de soberanía extraterritorial sobre una parte importante de la Amazonía.
LMD: ¿Podríamos decir que en el fondo lo que sucedió en el tema del TIPNIS ha sido la confrontación entre el patrimonialismo y poderes extraterritoriales enfrentados a la presencia del Estado?
Sin duda. Y en eso hemos tenido que regresar a las viejas tragedias del siglo XIX y principios del siglo XX cuando para trasladar a nuestros soldados hasta el Acre tardábamos un año, y cuando llegábamos, los otros ya estaban en su segundo cultivo de yuca, ya habían construido sus hospitales, habían hecho sus calles y habían cambiado el nombre de las escuelas, por lo que cuando llegaba el ejército boliviano ya estaba en otro país.
Lanzamos una iniciativa de presencia estatal en el TIPNIS sin saber a profundidad la trama de intereses de poder local y transnacional que iba a ser afectada y que iba a movilizarse; no llegamos a vislumbrar la dimensión del conflicto, de los poderes empresariales internos y externos que íbamos a enfrentar allá. Si hay una autocrítica que hacer es esta, no haber medido, no haber comprendido en su totalidad este entramado de patrimonialismo, de estructuras tradicionales de dominación hacendal, empresarial y de intereses extranjeros, de países y de empresas, que se escondían detrás de la supuesta «preservación de la Amazonía». Hemos ido aprendiendo sobre la marcha.
LMD: ¿Se ha dado, por tanto, un encuentro entre el Estado y la Amazonía?
Sí, y ahora podemos teorizar, lo que podemos denominar dimensiones y velocidades de la plurinacionalidad. Las experiencias de poder de la plurinacionalidad son diferenciadas geográficamente y, por lo tanto, los ritmos en la construcción de la plurinacionalidad también son diferentes. La experiencia de poder de los aymaras es muy diferente de la experiencia de poder de los mosetenes o yuracarés; no sólo por la densidad demográfica sino por la acumulación histórica. Nuestra visión de la plurinacionalidad se ha enriquecido mucho tomando en cuenta esta diversidad de experiencias geográfica y nacionalitaria de la autodeterminación de cada pueblo, pero ha costado. ¿Quién nos iba a dar una hoja de ruta? Lo más cercano a este tema son los debates de los austro marxistas, los debates de Lenin y Stalin sobre el tema de las nacionalidades, o los debates kataristas sobre especies de federalismos entre indígenas y no indígenas y, dentro de los indígenas, cómo se trataba el tema de los faccionalismos internos. Es decir, son debates de hace trescientos, ciento cincuenta o cien años, pero que no ayudan a marcar una hoja de ruta práctica hoy. Hemos tenido que ir aprendiendo sobre la marcha, como toda revolución, y en ello recuperar señas y atisbos que alumbren futuro. Han sido meses de gran aprendizaje sobre el modo real de la construcción geográfica de la plurinacionalidad, eso podemos sacar como lección final del conflicto del TIPNIS.
LMD: ¿La consulta previa es una herramienta de construcción de la plurinacionalidad?
La consulta ha ayudado mucho a superar a esta capa de dirigentes e intermediarios políticos vinculados a negocios de madera y de cuero, que eran hasta el momento los únicos interlocutores. Los subalternos hablaban a través de los dirigentes y Oeneges; pero nunca hablaban los verdaderos subalternos del TIPNIS. En el caso del Altiplano encontramos una amplia rotación de la dirigencia que permite que permanentemente se estén renovando las dirigencias locales, mientras que en las regiones amazónicas se da una construcción más vertical y más reciente de estos niveles de representación que habían embargado la voz de las comunidades y es con la que ahora el Estado se ha encontrado. Este encuentro con la voz de los subalternos se ha dado comunidad por comunidad, para bien o para mal, para que nos riñan, para que nos exijan o para que nos recomienden. Así ha sido el encuentro de un Estado con las estructuras comunitarias. El Estado, cuyo único anterior lenguaje era la persecución o la expropiación de tierras, por primera vez llega a conocer la Amazonia de a pie, sus ríos, sus necesidades, su lógica y su temporalidad. Y llega para dar, no para expropiar nada. El Presidente lo ha podido resumir de una manera contundente cuando decía que los lugares de mayor abandono y de mayor desamparo social no están en las zonas altiplánicas, sino que están ahí en la Amazonía. La consulta ha sido eso, mas allá de recoger necesidades y demandas en el tema de la carretera, ha sido un encuentro necesario de un Estado que durante siglos no había tomado en cuenta la Amazonía y la había dejado en manos de los patronos, de los hacendados, de las iglesias y luego de las ONGs.
Esta consulta ha sido toda una pedagogía de construcción territorial del Estado y además sus resultados son muy claros. Las comunidades están demandando que quieren Estado, que han vivido durante siglos sin Estado y no quieren seguir viviendo como viven, teniendo que sacar a sus enfermos del estómago durante cuatro días de navegación para llegar a una pequeña posta sanitaria o comprarse una bolsita de sal 20 veces más cara que la que compran en Trinidad o en La Paz. Los indígenas del TIPNIS quieren Estado: el propio; el poder donde ellos se benefician y ayudan a decidir. Y esa es la plurinacionalidad en marcha.
LMD: La proyectada represa de Cachuela Esperanza, esta sí parte del proyecto IIRSA, ¿podría convertirse en el próximo TIPNIS?
En el caso del TIPNIS había todo tipo de poder menos el estatal, todo el mundo ahí mandaba menos el Estado, pero en el caso del Beni, de la parte norte del Beni, la cosa ya es diferente. Entre las cosas por las que se va a recordar al presidente Evo en los libros de historia escritos de aquí a treinta, va a ser porque es el primer Presidente indígena en un gobierno de los movimientos sociales. Pero además porque fue el arquitecto de la construcción de la estatalidad en la totalidad de la territorialidad patria. El primer Presidente que construyó Estado en territorialidades del norte amazónico que hasta su llegada estaban privatizadas y extranjerizadas.
Sobre la represa, fuimos muy claros cuando loa anunciamos en Trinidad: está el diseño final pero faltan los recursos. Cuando consigamos los recursos lo diremos y la población estará obligada a asumir un debate interno de qué le conviene. Nunca lo vamos a plantear como un proyecto que se vaya a imponer sí o sí. Es nuestra responsabilidad decirles «aquí está el proyecto, aquí están los recursos»; es una buena posibilidad de convertir al norte beniano en una zona de irradiación económica tomando en cuenta las estructuras comunitarias y societarias y la preservación del medio ambiente. En ese momento serán los compañeros los que debatan y en función a ese debate regional beniano y amazónico, el gobierno nacional dará el siguiente paso.
LMD: Precisamente en enero el departamento del Beni elegirá a su gobernador o gobernadora. ¿Qué se está jugando en esta elección? ¿Cómo podría leer el país esos resultados?
La Amazonía en general pero en particular el departamento del Beni es un departamento de predominio centenario de un poder local conservador. Esto es clave; no estamos hablando de las elecciones en un departamento de insurgencia popular como La Paz o Potosí, sino de un departamento donde las estructuras de dominación local hacendataria, si bien han sido afectadas pero aún son dominantes. Allí no mandan ni los indígenas ni los obreros ni los campesinos. Mandan los patrones porque el sistema productivo y comercial, siguen en manos de sectores empresarios conservadores. Por ejemplo, en los territorios indígenas el poder del intermediario -el comprador de madera, de cuero, de castaña o del hacendado que provee los alimentos- no se ha quebrado. Sigue controlando la producción indígena; sigue controlando los medios de comunicación; sigue controlando el sentido común y el imaginario regional.
Por ello, el Beni no puede ser colocado como una radiografía del país; al contrario, Beni presenta una excepcionalidad, incluso respecto a Santa Cruz. El Beni es como el último territorio de contención donde las fuerzas más reaccionarias y decimonónicas con apoyo externo se han atrincherado para preservar el poder regional. Entonces la batalla es dura, ahí para la izquierda incrementar la votación en un 1% es una victoria; y creemos que tenemos muy buenas posibilidades para dar sorpresas. Pero hay que trabajar muy intensamente. En cierta medida el Beni es como la última torre asediada del viejo sistema político y del viejo sistema económico patronal. Lo que se va a poner en juego en esta elección es en qué medida la revolución que está pasando en el país logra expandirse también al Beni o, en qué medida en el Beni seguirán sus élites patronales conteniendo la democratización.
LMD: Más allá del Beni, ¿cómo va a afrontar el gobierno el ciclo electoral 2013-2014?
Con dos pies, en dos ejes. El primero es la consolidación y expansión del modelo económico social productivo que se fue sembrando desde el 2006 y que ahora, de manera gradual, va comenzando a dar sus primeras cosechas: reducción de la extrema pobreza, reducción del desempleo y las desigualdades, transferencias económicas a los sectores más vulnerables e inicio de los procesos de industrialización que ya comienzan a adquirir cuerpo después de tantos problemas y maduraciones previas. Todo lo anterior se muestra ya en la transformación gradual de la microeconomía de las personas en términos de su vivienda, en términos de la escolaridad de sus hijos, de ahorro, de la mejora de la alimentación. Hemos comenzado a tener los resultados de lo que fuimos sembrando y si mantenemos este ritmo de inversión en lo económico, ese bienestar cotidiano de las personas tendría que duplicarse al mismo ritmo que las inversiones grandes. El segundo eje junto al modelo económico es lo político, la construcción de la plurinacionalidad y saber entender las «velocidades diferenciadas» y las experiencias diferenciadas en la voluntad de poder de las distintas naciones al interior del Estado boliviano. Entonces, ¿qué hay que hacer en estos dos años?, más gestión, más inversión en industrialización, más distribución del excedente emergente de esos procesos de industrialización que se traduzca en mejores condiciones de vida de las personas y mayor democratización con plurinacionalidad.
Es decir, se trata de expansión del modelo nacional-productivo y la profundización de la plurinacionalidad con la convicción de que fuera de eso no hay nada que puede proponer la derecha. Qué puede decir la derecha, ¿que le falta más apoyo al sector privado? Lo estamos haciendo, pero sin los privilegios exclusivos de antes, cuando lo tenía todo y no daba nada a la sociedad. Hoy son parte de la construcción de la economía boliviana pero ya no es el privilegiado ni el mimado de antes. Qué más dice la derecha, ¿mayor eficiencia? Sin duda siempre se puede ser más eficiente, pero ¿quién tiene autoridad para pedirnos eficiencia?, desde luego no el Movimiento Sin Miedo que tiene de inversión pública acumulada en 2012 (datos del mes de octubre) del 26% en la municipalidad de La Paz, además de empresas públicas deficitarias y un burocratismo paquidérmico de servicio al usuario. Por supuesto que se puede mejorar siempre, pero el modelo de desarrollo económico y el modelo de desarrollo político y social que está haciendo el gobierno en función de la Constitución es el único que hay en el escenario boliviano; no tiene su contraparte. Algún día lo va tener, no está bien que sea el único, siempre es bueno tener como un referente dónde contraponer tus virtudes y tus limitaciones, pero ni eso ha sido capaz de construir la derecha que no tiene ninguna clase de proyecto político que proponga un modelo de economía, de Estado y de sociedad al pueblo boliviano. Y ahí uno dice, si este es el único carro en competencia y lo está haciendo bien, para qué cambiar de chofer que a su vez es su mecánico constructor…
LMD: Y si el chofer debería ser el mismo en las elecciones presidenciales de diciembre 2014, ¿significa eso que el candidato a copiloto del carro será el mismo? ¿Va a ser de nuevo candidato a Vicepresidente?
Es muy temprano para ese debate, quedan todavía dos años. Ahora lo importante es correr y correr en la gestión, en la industrialización y la distribución de la riqueza. Para qué adelantarnos a ese debate. Ahorita hay muchas cosas que hacer y al final, como siempre, quienes definirán cualquier cosa serán los movimientos sociales. Siempre ha sido así y siempre será así. Cualquier decisión sobre mi futuro político será tomada por el Presidente Evo Morales y los movimientos sociales bolivianos.
LMD: ¿Qué tan importante es para el gobierno boliviano la Agenda Patriótica 2025?
Bolivia tiene por primera vez en la historia una agenda estatal a largo plazo. Los gobiernos siempre veían hasta donde alcanzaba su barriga, o su mirada, o el patrimonio de la familia o la próxima elección. Ahora, sin embargo, estamos viendo una generación entera para adelante y la Agenda Patriótica 2025 nos está permitiendo planificar en función de los siguientes diez o doce años, y el Presidente está pidiendo a todos los ministros y a la sociedad entera planificar así, establecer sus metas para los siguientes años. Entonces por primera vez una generación se plantea su horizonte de vida, sus sueños, su destino de una manera práctica, realista y con medios económicos garantizados.
LMD: ¿En todos estos retos, en una mirada corta hasta 2014, y en una mirada larga hasta 2025, qué importancia tiene el MAS como partido de gobierno?
El Movimiento al Socialismo, más que un partido, es una voluntad histórico- estatal; más que un planificador de gestión, es un planificador de Estado, y el Presidente Evo simboliza ese movimiento de época. No siempre es así; no siempre se dan este tipo de situaciones, sólo cuando se presentan las revoluciones, la historia permite mirar más allá del horizonte. Tendrá que pasar una década, o más, para que surjan contrapartes, miradas distintas diferenciadas que no sean simplemente maquillajes a lo que este movimiento colectivo de época ha logrado alumbrar. Por ello, lo que se está confrontando hoy en Bolivia, es una mirada histórica de Estado bajo la conducción de Evo, frente a miradas particulares de facciones de élite, de resentidos, de angustiados, de bien pensantes atribulados que no logran articular nada, y sólo ofrecen la nada como proyecto. Hoy no existe un proyecto político alternativo al del MAS. Sólo hay variantes más escritas o parcialidades mal digeridas de lo que la Constitución y el MAS ha propuesto a Bolivia y el mundo. Tan fuerte es esta mirada de economía, Estado y sociedad que tiene el MAS que es un programa de época, que alumbra sin competidor todo el escenario de la siguiente década. En ese sentido, hay una especie de fusión entre el horizonte del Estado boliviano y el proyecto del gobierno del MAS.
LMD: ¿Cuál es la caracterización que haces del proceso de cambio, cómo se construye lo político en Bolivia?
Aunque Laclau tiene una bonita definición de populismo que quienes la usan aquí en Bolivia evidentemente no conocen en profundidad, no me gusta ese concepto porque entra todo ahí; es como una especie de muletilla para describir lo que no se conoce ni entiende. Nadie que haya usado la categoría de populismo aquí en Bolivia la ha sabido explicar bien. No va por ahí, no me resulta a mi útil en el debate contemporáneo. ¿Qué puede resultar útil?, el concepto de revolución democrática y cultural es bastante preciso, el más preciso en mi opinión. Una revolución política y descolonizadora, para mi sería la manera más académicamente precisa para definir lo que está en marcha actualmente en Bolivia. De hecho, el segundo componente, el de la descolonización, es el más fuerte: indígenas en el poder. Independientemente lo que pase después, ya en sí mismo, es una victoria histórica y una revolución cultural y simbólica tan poderosa, que nada va a ser igual en la vida cotidiana de indígenas y de no indígenas en Bolivia hacia futuro. Los indígenas han experimentado el poder y ni mil masacres podrán extirpar esa experiencia corporal de la victoria.
Es un cambio irreversible de la historia. Venga lo que venga para los siguientes siglos, los indios han tomado el poder, los indígenas se han vuelto poder y lo viven no solo en palacio, en los ministerios, el parlamento, la justicia y las leyes; lo experimentan también en cosas tan sencillas como caminar en la calle, que es un modo también de ciudadanía plena expansiva. El saber que tienes derechos, antes prohibidos por el color de tu piel o por tu pollera o por tu apellido. Ahora en cambio, la plebe empoderada se siente fuerte, reclama lo que cree que es suyo; y a veces sale a bloquear, pero es pues su lenguaje de multitud, su manera inicial de gestionar el poder del cual se sienten parte, por mucho que a veces caiga en el particularismo de la demanda corporativa. ¿Cómo exigir a cada instante universalismo después de más de quinientos años de aplastamiento absoluto? No me espanto de la conflictividad, tan previsible, tan necesaria y oxigenante de la vida; ni de los particularismos localistas. Luego viene y vendrá la pedagogía plebeya de lo universal. Pero es paradójico, que algunos les exijan comportamiento ético a quienes habían marginado de cualquier función ética en la sociedad, usando así la mirada kantiana de las cosas. Ese es el componente descolonizador de la revolución, revolución que, además, es política porque es un cambio en las estructuras de poder de nuestro país, en la composición de las clases sociales dirigentes del Estado y en la naturaleza social de la institucionalidad estatal.
Ahora la pregunta es si esta revolución política y descolonizadora puede dar lugar a una revolución económica. Sí puede, y hay elementos para tal afirmación. No es que no haya una nueva economía; quizás no hay un nuevo modo de producción todavía, pero sí hay un nuevo modelo económico, que no es el neoliberal y que tampoco es el capitalismo de Estado como tontamente balbucean algunos remanentes del pseudo-izquierdismo sobornado por el gonismo. La nueva economía plurinacional trabaja con las reglas de la economía del mercado (que existen desde tiempos babilónicos) e introduce otras reglas de la economía comunitaria, e introduce reglas de valor de uso en la distribución de los excedentes y en la priorización de inversiones. Entonces ahí existen tendencias de no-capitalismo, sin ser todavía un nuevo modelo de producción. Por eso en uno de mis últimos textos escribía que el socialismo es un espacio de guerra y no un nuevo modelo de producción; es un espacio histórico de lucha entre la predominancia de la lógica del capital, de la acumulación privada, y espacios nuevos que van emergiendo de una economía no-capitalista de la mano de las comunidades agrarias en cuestiones como la gestión de recursos comunitarios o en temas de aguas y bosques, y de la mano del Estado que impulsa la redistribución del excedente económico entre la población o a través de las subvenciones que priorizan el valor de uso en determinadas políticas. Un escenario de guerra, en el que en medio de un predominio planetario del capitalismo, van surgiendo en sus intersticios, tendencias, actividades no-capitalistas, post-capitalistas, que se expanden, que retroceden, que dan un viraje, se caen y vuelven a levantarse a la espera de su articulación planetaria con otras experiencias post-capitalistas. La nuestra es una revolución política que quisiéramos que deviniera en una revolución económica.
Pero lo importante en todo ese proceso es que se mantenga el poder estatal por parte del nuevo bloque social popular-indígena-obrero. Recurriendo a Lenin se puede decir que el poder estatal de los movimientos sociales puede dar más o menos concesiones a otros sectores según las necesidades, pero con la condición de que el poder estatal lo retengan los movimientos sociales. Para todo revolucionario del mundo en cualquier época, el tema del poder es el tema fundamental de toda revolución verdadera.
LMD: ¿Qué propuestas emergentes pueden plantear Latinoamérica y Bolivia frente a la crisis mundial del capitalismo? Es decir, ¿cómo pueden el país y el continente mirar hacia el mundo actualmente?
El capitalismo mundial está atravesando una crisis estructural que no significa que sea terminal; puede devenir en terminal si la voluntad política de la sociedad planetaria así lo asume o puede ser un momento de su renovación, pero es estructural porque pone en juego sus cimientos. Y eso es así porque la principal manera de acumular capital, de generar dinero lo está haciendo por la vía de la especulación, de los bancos de los fondos de pensiones, pero no por la vía de la producción real, no mediante su capacidad industriosa. Y ¿por qué está pasando eso?, porque el actual soporte material de la producción, que es un tipo de tecnología , no ha sido sustituida por un nuevo soporte material capaz de garantizar un tasa de ganancia media a las empresas fundamentales del capitalismo. Los actuales descubrimientos no han logrado generar un soporte tecnológico capaz de universalizarse en las principales ramas de la economía capitalista dominante y de relanzar a la producción nuevamente a un liderazgo con tasas de ganancia que hagan regresar de la especulación a los capitales.
La economía crece del lado de la especulación y no por el lado de la producción; se forman estas burbujas financieras que hacen sentir bienestar y mejora a la economía por uno, dos, tres, cuatro, cinco años; luego se derrumba y, con ello, arrastra a miles de millones de pobres y privatiza recursos del Estado a favor de los ricos. Es lo que Europa está viviendo recientemente. Pero este escenario tiene una virtud, que es que las economías emergentes como China, India, Corea, y América Latina por ejemplo, sí pueden aun expandir su actividad productiva industriosa con el viejo patrón tecnológico, entonces, tienes un continente con mayor capacidad de integración, con mayor capacidad de definición de políticas soberanas en torno a su horizonte económico, y que le está permitiendo escoger de mejor manera sus mercados. Si a eso se suma a alianza con el Pacífico, con Corea y ante todo con China y con la India, de alguna manera se está generando un bloque regional económicamente muy importante que va a influir en el conjunto de la economía mundial en las siguientes décadas. Y como continente se reafirma la base material de la soberanía de cada país, al tiempo que la integración regional ya deja de asumirse como solo un deseo voluntarioso de nuestros protomártires y se convierte en una necesidad práctica para salvarse como región, para aprovechar lo mejor que se pueda de esa crisis, y para poder definir de mejor manera sus alianzas y sus relaciones internacionales para las siguientes décadas.
LMD: ¿En este marco de integración estatal-continental, dónde y cómo se ubica el histórico diferendo marítimo entre Bolivia y Chile?
El tema que tiene pendiente con Bolivia con Chile es un robo, un saqueo fruto de una invasión, de una agresión armada, y de un tratado impuesto a punta de bala, de garrote y de sangre. El tratado de 1903 que el gobierno de Chile lo exhibe como una biblia, en realidad es un tratado que chorrea sangre de una invasión; chorrea abuso, es un borbotón de injusticias y de imposiciones conquistadas con muerte y destrucción. El tratado de 1903 es un monumento a la muerte provocada por un Estado contra otro.
Esperemos que las elites chilenas, que hacen gala de una impostada modernidad del siglo XXI, dejen de apoyarse en la brutalidad y la injusticia de unas prácticas del siglo XIX que obstaculiza la necesaria integración del continente. Mientras no se resuelva la salida soberana al mar, el continente y Chile seguirá anclada en la infamia y la sangre del siglo XIX. Chile está perdiendo una gran oportunidad de ser el vehículo mediante el cuál se canalice la mirada de Bolivia hacia la pujante economía del pacifico; pero también la mirada del Paraguay, de Argentina y Brasil. En ese sentido, hoy el gobierno de Chile está jugando un rol anti-histórico y retrogrado; está bloqueando el desarrollo del continente; en los hechos, esta agrediendo una vez más a todo el continente latinoamericano.
Lo paradójico es que la salida soberana al océano pacifico de parte de Bolivia iría en propio fortalecimiento a la economía chilena, porque Chile por sí mismo no es nada ante China, pero Chile con su riqueza importante, más la riqueza de Bolivia, más la riqueza de Brasil, más lo que se puede viabilizar a través de Bolivia que viene de Brasil, más lo de Argentina a través de Chile, mirando al Pacífico, se vuelve algo que ya tiene peso, que tiene influencia mundial. Y si mejoran los mecanismos de vinculación energética y de transporte entre nuestro continente lo que el trabajo en conjunto puede retribuirle a Chile es infinitamente mucho más de lo que por sí mismo puede hacer.
Hoy Chile es un mal vecino, con todos los países a su alrededor; se ha dedicado a pelearse con todos, aislándose y eso le hace daño a Chile, le hace daño al continente en su conjunto. Esta mirada tan ambiciosa que tenemos del continente como estado-continental, con la capacidad de influir en el curso de la economía mundial tiene ahí un clavo, un freno, que es la actitud decimonónica de Chile que se niega a sumir el siglo XXI de manera realista, no simplemente discursiva y eso evidentemente pasa por el acceso al mar de Bolivia, por una resolución acordada de este diferendo. Entonces, en cierta manera Chile se está colocando como un freno al desarrollo de la historia del propio continente, de su integración y de su empoderamiento como un continente con capacidad de influencia a nivel planetario.
LMD: ¿Cuál es el camino que Bolivia piensa seguir para afrontar este problema irresuelto?
Nosotros hemos comprendido de manera práctica que la política del gobierno de chile es una sola: generar expectativas sobre posibles soluciones, pasar el tiempo en torno a ellas, desinflar las expectativas, enfriar las relaciones, y luego nuevamente distender el ambiente con una nueva insinuación. Cada ciclo de estas historia dura alrededor de 30 años, y en ello se han ido toda una generación que dará lugar a una nueva que retomara el camino de ilusiones y frustraciones ya conocido.
Por ello es que como gobierno hemos diseñado una ruta critica de ruptura de este callejón sin salida: posesionar abiertamente a nivel internacional en todo foro el carácter inamistoso y brutal de la postura del gobierno chileno. Mostrarlo como un vecino agresivo, pendenciero incapaz de construir una relación de buena vecindad. En segundo lugar, direccionar geopolíticamente la estructura productiva del país alejándolas gradualmente de puertos chilenos: ya sea el transporte de gas, el desplazamiento de mercancías, la construcción de caminos, la exportación de minerales, las nuevas vías férreas interoceánicas, la construcción de sistemas de energía, etc. Insistir en el encuentro y convencimiento con el pueblo chileno, con sus organizaciones, con sus referentes sociales, en una larga campaña de pedagogía histórica, de justicia y de inevitable integración regional de la que Chile no puede apartarse riesgo de convertirse en un Estad paria. Y utilizar tribunales internacionales que diriman en justicia nuestro diferendo.
Ricardo Bajo es director de la edición boliviana de Le Monde Diplomatique y Katu Arkonada colaborador habitual de Le Monde. Entrevista editada por Verónica Rocha, Rebeca Peralta y el propio Katu Arkonada