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¿Y la izquierda qué?

Sudestada y el desnorte político

Fuentes: Rebelión

En uno de los últimos números de Sudestada (diciembre-2012), salió un dossier por los diez años del kirchnerismo donde se interpelaba a diferentes intelectuales de izquierda sobre las «fortalezas y debilidades del modelo k» y «¿Por qué no pudo construirse una alternativa de izquierda?». Creo por las diferentes respuestas, de bajo y alto vuelo y […]

En uno de los últimos números de Sudestada (diciembre-2012), salió un dossier por los diez años del kirchnerismo donde se interpelaba a diferentes intelectuales de izquierda sobre las «fortalezas y debilidades del modelo k» y «¿Por qué no pudo construirse una alternativa de izquierda?». Creo por las diferentes respuestas, de bajo y alto vuelo y de poca o mucha originalidad, el artículo puede servirnos como puntapié para una reflexión sobre la posición de los Socialistas en esta coyuntura.

El dossier comienza con una presentación de Sudestada, que se vuelve una toma de posición abierta. Aunque retóricamente florida, la presentación aporta poco a vislumbrar un camino para la militancia de izquierda. Comienza en tono autocrítico, con una enumeración de las faltas de la izquierda. Se subraya sobre todo la limitaciones subjetivas, que serán el chivo expiatorio que se sostendrá a lo largo del artículo. En una larga enumeración, para Sudestada las características clásica de la izquierda argentina han sido: la fragmentación, el sectarismo, el caudillimo, la incapacidad para ejercer la autocrítica, la ceguera electoralista, el dogmatismo, etc.

Esta incapacidad del universo de la militancia de izquierda sería la causa del fracaso de la izquierda para posicionarse como una opción política en la sociedad argentina. Para solucionar estos «vicios» de la izquierda argentina, la solución es -inevitablemente- un vago voluntarismo que cae en referencias como «asumir discusiones vitales postergadas por la inmediatez de lo sectorial» o «esbozar y borronear nuevas herramientas de construcción». Por eso, más adelante, continúa el artículo señalando la necesidad «urgente» de la «construcción de una alternativa real» dado que, según el autor, comienzan a «observar signos alentadores» en la coyuntura nacional. Llama la atención, aunque responde a una lógica, que la alusión a las condiciones objetivas sean muy vagas. No hay una referencia, por ejemplo, a la economía mundial o a los cambios geopolíticos de Latinoamérica, ni siquiera a la diferencia de los desarrollos regionales al interior del país. Estos «signos alentadores», que en ningún momento detalla, siguiendo con las características clásicas del voluntarismo, se confunden entre factores subjetivos, observa el redactor que empiezan «pequeños intentos que procuran abrir el juego» dentro de la militancia de izquierda, con vagos factores objetivos, la caducidad del kirchnerismo como proyecto político.

Estos novedosos intentos, que suponen una elevación de la conciencia, no responden a una relación compleja con la coyuntura política. La vinculación con las condiciones particulares es para señalar la oportunidad de la izquierda, ante la inminente bancarrota del gobierno, para pasar a la acción. Así «ya no basta con la denuncia de un proyecto de gobierno», aunque sin explicar por qué condiciones (económico, político, etc.). Continúa el artículo con un largo párrafo descriptivo de los males del gobierno nacional: «carece de respuestas a la hora de resolver problemas críticos de los laburantes» o no «inquietó los intereses de las patronales», entre otras cosas. Luego, en el siguiente párrafo, describe en el mismo tono, los males de la (otra) derecha, a la que cataloga como «descabezada e irasible».

Ya para este momento es clara la exposición donde existen dos bloques de derecha: una derecha vieja, «descabezada», y otra nueva, el kirchnerismo, «que se apoya en el modelo extractivo sojero». Estos dos bloques parecen ser moralmente similares, aunque el combate parece ser contra la derecha gobernante; en los análisis -a trazo grueso- de la izquierda, el enemigo siempre es el Estado. Cayendo en la denuncia fácil, la nota no se pregunta en ningún momento qué implica para la izquierda la relación que el kirchnerismo tiene con las masas y por qué la tiene.

Volviendo al tono voluntarista de la nota, después de marcar los bloque de derecha, confunde -nuevamente- la necesidad (objetiva) con la aspiración (subjetiva), al exponer que: «No alcanza (con esto, los bloques de derecha en el escenario nacional, Nota de Autor). El objetivo estratégico de la izquierda ahora es -y lo será por un tiempo largo- la construcción de una herramienta política de los trabajadores». Para aportar a la ensalada retórica, el autor continúa nombrando las características que le parece que debería tener esta herramienta: «perspectiva emancipatoria y socialista, raíces guevaristas y latinoamericanistas, anticapitalista y antipatriarcal, con clara vocación de poder, de composición joven, etc.»

Esta melange política es una clara muestra del estado de la izquierda. Una predilección por el voluntarismo y una retórica florida, pero totalmente incapaz para hacer un análisis serio de la coyuntura que la atraviesa. A modo de síntesis podríamos decir que la confusión reina y la izquierda se mantiene sin norte. Llama la atención que, en la catarata sin hilo de características que debería tener la izquierda, no se haya advertido que, muchas de estas, son también revindicadas por el kirchnerismo. La caracterización de la puja abierta entre el modelo k y la oligarquía tradicional, como de dos bloques de derecha, es un reduccionismo que se paga caro. Esta definición no contempla la complejidad del kirchnerismo. Así, llama la atención que se revindique una «perspectiva emancipatoria» y «latinoamericanista» y no se haga alusión al uso que hace de esto -también- el kirchnerismo, su supuesto enemigo.

Para no extenderme más hago solo una pequeña alusión a que no hay una sola mención al sostenido apoyo que viene teniendo el gobierno de parte de los trabajadores. El artículo, en su jaula interpretativa del voluntarismo, presenta al campo popular como un campo virgen a la espera de alguien capaz de cosecharlo. La denuncia de los defectos, errores, omisiones, faltas, etc no está mal. Otra cosa es pretender hacer una reflexión profunda sobre la política y la izquierda, y no salir de la denuncia. Si la izquierda pretende construir una alternativa real de poder, más allá de si es correcto ir por fuera del kirchnerismo, tiene que necesita un análisis honesto: pensar y asumir los tabúes de su relación con el kirchnerismo, un gobierno que no se revindica de izquierda, pero que es ampliamente apoyado por el «campo popular».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.