1. El domingo, mientras López Obrador celebraba su mitin con Zócalo lleno en la ciudad de México -según pude constatar durante hora y media- me dirigí al Congreso del Frente Popular de la Ciudad de México que se desarrolló en cuatro mesas y una plenaria en el sindicato de telefonistas. Nunca he tenido dudas de […]
1. El domingo, mientras López Obrador celebraba su mitin con Zócalo lleno en la ciudad de México -según pude constatar durante hora y media- me dirigí al Congreso del Frente Popular de la Ciudad de México que se desarrolló en cuatro mesas y una plenaria en el sindicato de telefonistas. Nunca he tenido dudas de que en el DF -como capital del país con unos 16 millones de habitantes- ha sido desde que fue Tenochtitlan y desde que fue conquistada en 1521, el centro de las principales actividades políticas de la nación. De allí la preocupación del Frente Popular y de más de 500 organizaciones y partidos, que tengan su sede central en la capital.
2. No pensé que AMLO llenara el Zócalo por la enorme campaña que la clase dominante ha hecho contra él, pero también por los muchos silencios y falta de actividades masivas de él y sus seguidores contra el fraude electoral de 2012, contra la reforma energética y leyes privatizadoras, así como contra la desaparición y asesinatos de campesinos en Tlatlaya, Michoacán y estudiantes de Ayotzinapa y demás causados por los gobiernos federal y locales. Y aunque en el mitin exigió la aclaración de esas decenas de asesinatos y se deslindó de las acusaciones del PRI respecto a Guerrero, AMLO no ha dejado de pensar en que lo electoral es el único camino.
3. Contrario al electoralismo de López Obrador, corrientes como la de Javier Sicilia, el EZLN, la CNTE, el Congreso Social, el Frente Popular, no ven que por ese camino haya alguna oportunidad para que la situación cambie de raíz en México. Se habla muy poco de movimientos armados o guerrilleros para enfrentar al ya muy grande ejército de la burguesía, pero se extiende la convicción de que sólo grandes movimientos de masas en las calles y plazas, con ocupaciones y bloqueos, pueden desarrollar la conciencia y entendimiento de la lucha de clases. Por ello la burguesía está editando leyes contra las manifestaciones y bloqueos.
4. La clase gobernante y empresarial -en nombre del «combate contra la delincuencia»- ha contratado a otros cientos de miles de militares. Desde el 2 de octubre de 2013 comenzó a encapsular o acordonar las manifestaciones bloqueando calles y avenidas con militares, perros y caballos y el uso indiscriminado de gases lacrimógenos, balas de goma y de metal. Camiones, camionetas y tanques militares parecen estarse multiplicando para detener a los estudiantes y anarquistas más valientes y destacados. Según varias confesiones de estudiantes no solo se llevan a dos o tres sino a 43 como en Iguala, a 50 o a 100 en una sola jalada.
5. Escribió por ahí hace muchos años un poeta que en el Norte de México (con seis estados colindantes con EEUU) se trabaja; que en el Centro (en particular con el DF) se piensa y que en el Sur del país (con Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Yucatán) se sueña. Evidentemente son muy generales esos juicios, sin embargo pienso que no se alejan de la realidad. Podría ser el gran defecto de la definición fácil en el México sencillo de aquellos tiempos, aunque hoy sea mucho más complicado; hoy quizá tendría que decir que en el sur se lucha, aunque en el sureste se siga soñando con el petróleo, el turismo y «Peregrina».
6. En el Norte se trabaja porque la gran burguesía norteña -en estrecha asociación con socios yanquis- ha consolidado industrias mediante un intenso trabajo de explotación terrible a los trabajadores y creándoles sindicatos blancos al servicio del capital. La poderosa burguesía norteña, particularmente la de Monterrey, estableció una fuerte competencia con la gran burguesía del Centro. Recuerdo los enfrentamientos de los presidentes burgueses Echeverría Álvarez y López Portillo con aquella burguesía norteña a la que se acusaba de reaccionaria y proyanqui que provocó en parte la devaluación del peso en 1976 y luego la de 1982.
7. El poeta señaló que en el Centro se piensa porque allí (en el DF, como capital del país) se concentran todos los poderes políticos, sindicales, las universidades, las actividades culturales, sobre todo, las grandes batallas políticas entre los partidos y los grupos de oposición. Los análisis, las discusiones, las propuestas, incluso la mayoría de las organizaciones centrales, arreglan sus acuerdos en el Centro para desde allí promover la difusión en la República. La ciudad de México -como dice el congreso del Frente Popular- es prioritario; aunque Zapata y Villa -dirigentes campesinos revolucionarios muy arraigados en su región- no comprendieron.
8. Cuando el poeta reflexionó diciendo que «en el sur se sueña» seguramente se refería a las canciones guerrerenses, veracruzanas y yucatecas; no tuvo en cuenta las grandes batallas de los pueblos de Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Michoacán que en los últimos 50 años han puesto a temblar a los terratenientes y explotadores de esa región. Y aunque las batallas muchas veces aisladas en esas regiones han sido derrotadas por la burguesía, el descontento crece y sólo falta coordinarlas para lograr una fuerza imparable del pueblo. El gobierno nunca ha sido el poder, ha sido sólo el instrumento y la máscara. El poder del pueblo debe estar siempre en las calles, en la toma de instituciones, fábricas y tierras.
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