No son pocos los sectores sociales a nivel local, regional y mundial que realizan un profundo cuestionamiento, por múltiples y fundamentadas razones, al proceso civilizatorio que la dinámica capitalista y su modelo productivo ejercen sobre los pueblos.
Un modelo probadamente destructivo no solo del medioambiente, sino de cualquier forma de solidaridad social que cuestione su accionar.
Enmascarado en los procesos tecnológicos que prefiguran la sociedad estandarizada del siglo XXI y avanzando con procedimientos psicolingüísticos sobre el imaginario social en general y sobre el educativo en particular, las grandes corporaciones empresariales con sus fundaciones y ong, sumado a las “recomendaciones” de los organismos internacionales, que ellas mismas controlan; han conquistado, primero, las decisiones políticas y más tarde, consiguieron acelerar el proceso de endoprivatización educativa, sobre todo en este año pandémico.
Entendiendo por endoprivatización, la intromisión directa en las currículas, la decisión sobre los contenidos, los enfoques, las importancias, las exclusiones y las valorizaciones. Todo eso y más, con la máscara de los requerimientos y demandas de una entelequia que llaman “siglo XXI”.
Nada de lo que tenga que ver con las incursiones del sector privado en la apropiación de lo público es nuevo, pero sí, aunque tiene larga data, naturalizar que estamos frente al mercado educativo, donde el mundo corporativo además de hacer excelentes negocios con los estados-nación, impone su almibarado imaginario con el que se van apropiando de los sistemas educativos con el permiso y la admiración de los funcionarios gubernamentales, en especial de los ministros de educación.
Pasado un año de la asunción del nuevo gobierno no sólo no se advierten grandes diferencias ideológicas en las políticas educativas llevadas a cabo durante la gestión de Esteban Bullrich, durante el (auto)gobierno de Mauricio Macri y Nicolás Trotta en el actual; sobretodo en lo que hace a la macropolítica.
Sí, existen algunas diferencias en cuanto a la política doméstica en el tema de las computadoras, las becas, etc. Todas cuestiones que hacen a la micropolítica.
Hablando de las cuestiones domésticas, finalizada la reunión paritaria con los complacientes sindicatos nacionales, firmaron una actualización en torno al 10%, lo que lleva el piso salarial a $ 27.500, mientras son $ 49.911 el valor de la canasta (según lo dio a conocer el INDEC). Y las migajas del FONID, $ 4.840 en 4 cuotas de 1.210 a partir de diciembre.
Lo que deja a todas luces a la vista es que, frente al acontecimiento pandémico y todo el esfuerzo de les trabajadores de la educación para sostener el vínculo con sus alumnos y las familias, no es reconocido.
Así las cosas, que no son sólo producto de los ajustes propuestos por el FMI, sino una política que tiene continuidad en la precarización de los salarios docentes, producto de la macropolítica que se instala con la reforma desde hace más de 30 años y que no importa el signo político de los que han gobernado el país y las provincias, las estrategias de desposesión educativa se sostienen y acrecientan, alguna vez más desembozadamente y otras de manera más encubierta.
Solo para tomar dos ejemplos coyunturales, en Córdoba el gobierno provincial, lleva adelante modificaciones en el estatuto que pone en riesgo la continuidad laboral. En San Luis, los diferentes procesos de “charterización” precarizan aún más el trabajo docente.
Pero al mismo tiempo que las políticas de precarización salarial, condiciones laborales y abandono de la infraestructura construyen la crisis educativa, a la que se le suman las críticas a nivel mundial, regional y local a les docentes “por su formación, su falta de capacitación”, intentos de cierre de Institutos de Formación y algunos agregados aporofóbicos; aparecen en escena con despliegue filantrópico, las mismas corporaciones que concentran las riquezas mundiales, pauperizan y automatizan a sus empleados, impiden su sindicalización y generan la burbuja educadora en los “valores” del siglo XXI.
Con más de la mitad de la población mundial viviendo con 5,50 dólares al día y un tercio de ellos con 1,9, nos hablan con el cantar de las sirenas de la “sociedad del conocimiento”.
En Argentina el 48.7 de les estudiantes no tiene computadora y el 47.1 no tiene wifi en su casa (según el Observatorio de la Deuda Social).
Este es apenas un croquis muy pequeño, una breve e incompleta descripción de las obscenas desigualdades y orden de prioridades de los que vociferan por la niñez y la educación y éste es el contexto en el que también, obscenamente, el ministro de educación nacional, se muestra en un zoom junto a directivos de la multinacional, promocionando y celebrando el proyecto ProgramON, llevado a cabo por Coca-Cola junto a la ong, chicos.net, para capacitar a jóvenes de 17 a 24 años, que estén cursando el último año del secundario, en las “habilidades del siglo XXI”,
Y en la reunión del zoom, dijo el ministro Trotta:
“En la edad tan trascendente que están hoy en sus vidas, cuando se empiezan a bifurcar los caminos, siempre, ante la duda, pongan energías en el camino de la educación; aunque lleve mucho más tiempo, por más que cueste y uno tenga que entregar horas de descanso y encuentro con amigos y familiares (…) La educación es lo que nos hace mucho más libres, es la puerta que nos garantiza más derechos. [1]
¿Por qué el ministro participa y celebra que Coca-Cola tome el lugar del Estado, se entrometa en la educación pública, defina qué se enseña; qué deben saber les jóvenes y con qué endulzantes enfoques?
¿Acaso no suena ingenuo (por no decir, cínico), eso de “la educación nos hará libres”?
¿Qué educación? ¿La que les imparten los valores de los que precarizan y alienan a sus trabajadores?
Pero pareciera que esto se naturaliza y que serían importantes puntos de encuentro entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, puesto que en todo caso se disputarían para competir por cuáles son la corporaciones a quienes entregarles la educación de les niñes, adolescentes y jóvenes.
Cientos de ong y fundaciones han invadido la educación pública, han tratado de desprestigiar a les docentes de manera sistemática, formando parte de una política de Estado y viviendo de él.
Pululan las fundaciones, que obviamente usted celebra, ministro, como lo hicieron sus antecesores en el cargo. En este caso puntual de Coca Cola en su maridaje con chicos.net Siendo esta última aliada de Disney, con el programa Disney TinkerLab, que ofrece modelos de aprendizaje para “aprender a aprender para toda la vida:alfabetización digital, colaboración, creatividad, pensamiento crítico y comunicación”[2], la parte del relato colonial con que nos persiguen desde los ’90 y que, paradójicamente, la crisis educativa se agudiza más. Algo así como seguir las “recetas” del FMI para “tener crecimiento económico”, mientras le pagamos la usura y se genera más pobreza.
Este es el modelo educativo que se impone a nivel global y en especial para Latinoamérica. Un modelo estandarizado, vaciado de contenido, pletórico de habilidades y paulatinamente tercerizado.
No saber nada para ser en el mercado de trabajo; flexible y adaptable a los requerimientos del siglo XXI: autómatas estandarizados.
¡Un mundo feliz!
¡Porque Disney TinkerLab, ya pensó por vos, estimada/o facilitador y tiene los contenidos secuenciados para que vos no pienses, solo tenés que pertenecer y hacer pertenecer a tus estudiantes en la Cultura maker! ¡Con la participación especial de Google Classroom!
Esto no lo dice la página web pero está implícito.
En una de sus guías, Disney y el celebre ratón Mickey te indican las “actividades para trabajar en el aula, en la cual se encuentran todos los detalles y el paso a paso para implementar las experiencias maker. Los docentes podrán seguir la secuencia completa de actividades -que incluye tres etapas con diferentes desafíos cognitivos y ejes temáticos- o elegir los proyectos que sean de interés para ellos y el grupo de estudiantes”.
¡Fast knoweledge! ¡Listo para facilitadores!
Abríamos el artículo con los cuestionamientos al modelo productivo y al proceso civilizatorio en el que estamos inmersos; pues bien, es hora de decir NO al modelo educativo que se está imponiendo y naturalizando.
No es objetivo, no es ingenuo, no es neutral. Es un proceso de adoctrinamiento y desposesión, tan o más predador que la megaminería, que el monocultivo transgénico a base de agrotóxicos, que los desmontes y quema de humedales, que el fracking.
La actual política educativa es una variante más de los procesos extractivistas; es imposible que pase desapercibido o se naturalice que el ministro de educación continúe diciendo en el contexto del zoom de celebración con Coca-Cola:
“Es importante la articulación de todos los sectores de la sociedad. Entre todos podemos encontrar el camino para que Argentina pueda transitar un proceso que permita el desarrollo con igualdad de oportunidades”
Por todo lo escrito, no hay un “entre todos”, ministro, porque no se crean las condiciones de igualdad.
Porque siguen con las mismas políticas de tercerización; porque no es Coca-Cola, ni chicos.net, ni Disney, ni Open Society (de George Soros, con quien, también celebró convenio), las que deban sustituir al estado en sus funciones indelegables.
Ni las subsidiarias de Teach For América, es decir, Enseña por Argentina; ni Proyecto Educar 2050; ni Argentinos por la Educación (la fundación de Ceos empresariales) o la Varkey Foundation, con las que el (auto)gobierno de Mauricio Macri y su fiel escudero, Esteban Bullrich firmó acuerdos, que se pagaron con los dineros públicos que deberían haber estado en las escuelas, y/o designó como funcionarios públicos a algunos de sus titulares o directivos.
Claro es, que usted ministro, también viene de una fundación y del mundo privado de la educación. Tal vez sea por esa razón que naturalice el proceso de desposesión y pondere la endoprivatización del conocimiento en manos de las multinacionales.
¿Acaso, no se habla de estos temas en las reuniones paritarias con los dirigentes sindicales? ¿Nada tienen para decir esas dirigencias con representación nacional?
Este modelo de educación no sólo no nos hará libres, sino que reforzará la colonialidad interna con su proceso de estandarización del conocimiento en su versión instrumental.
El mundo de Disney es el mundo de la fantasía detrás de la cual se esconde uno de los mayores negocios del mundo a la vez que un maravilloso instrumento de penetración cultural, al igual que la azucarada y burbujeante bebida.
Cada vez se hace más imprescindible la nacionalización del sistema educativo, que repare la fragmentación y un cambio de gobernanza que permita una transformación profunda, con un consejo de educación nacional surgido desde las bases docentes y la convocatoria a un congreso pedagógico que siente los precedentes para un modelo que transite hacia una ecología de la educación que la saque de la variante extractivista de desposesión.
Antes de que el Pato Donald dé una charla TED por zoom sobre cómo ser un facilitador exitoso de la cultura maker, tomando un burbujeante refresco educativo.
Notas:
[2] https://compromiso.disneylatino.com/disneytinkerlab
Darío Balvidares. Profesor y Licenciado en Letras (egresado FFyL – UBA). Fue docente durante 30 años en la Escuela de Comercio 3 Hipólito Vieytes de la que se jubiló como Rector en 2015. Investigador en Política Educativa autor de La educación en la era corporativa, la trama de la desposesión (Editorial Herramienta – Contrahegemonía 2019) y La novela educativa o el relato de la alienación (Redes Cultura 2005), además de decenas de artículos. Productor periodístico y columnista del programa “La Deuda Eterna” (Radio La Retaguardia)