De las informaciones sobre la marcha popular del domingo 27 de noviembre convocada por el Partido de Regeneración Nacional (Morena) puede inferirse que el obradorismo está dando el primer paso en pos de imponerse en las elecciones generales de 2024. Este primer paso puede calificarse como “ganar las calles”.
El conservadurismo, como bien se sabe, ya hizo un buen esfuerzo con este mismo propósito. Pero el resultado, sin ser desdeñable, quedó muy lejos de un “ganar las calles”, que no es lo mismo que ganar las primeras planas de los diarios o una abrumadora presencia en los medios electrónicos de información.
Pero si la derecha estuvo lejos de poder dominar las calles, tampoco le va bien en ese otro parámetro de presencia e influencia políticas que son las encuestas de opinión. En este campo también Morena y el obradorismo van mucho más adelante. Porque encuesta tras encuesta los resultados favorecen muy ampliamente a Morena.
Por lo que toca a los antecedentes electorales, el obradorismo, igualmente, se muestra muy superior. Los comicios generales de 2018 se saldaron con las siguientes cifras: 30 millones de votos para Morena contra 16 millones de la derecha pripanista que, habiendo ido separada, se dividió los sufragios así: 9 millones para el PAN y 7 para el PRI.
De modo que en 2024, unida o separada, en cualquier caso la derecha quedaría muy lejos de la cosecha obradorista señalada.
Estos guarismos y hechos indiscutibles han llevado al conservadurismo a una especie de resignación ante lo improbable que resulta ganar en 2024. Y la han llevado también a un cierto atrincheramiento en los tres ámbitos por ella dominados: los medios de comunicación, el Poder Judicial y los organismos autónomos.
Este atrincheramiento, sin embargo, no sirve para ganar elecciones, aunque sí es muy útil para estorbar, entorpecer y sabotear la obra de gobierno del obradorismo.
El entorpecimiento, si bien hace daño, no consigue aumentar la simpatía social en favor del conservadurismo. Y, por lo contrario, genera una mayor radicalización de los votantes morenistas que repudian con más fuerza posibilidad de un regreso de la derecha al poder presidencial.
Esto se observó con la marcha conservadora del 9 de noviembre pasado. Por un lado la derecha sacó sus peores cartas de presentación (Fox, la Gordillo, Madrazo), lo que aumentó la irritación popular contra el pripanismo. Y por otra parte incubó la contramarcha del próximo 27 de noviembre, la que será decisiva en la disputa por ganar las calles.
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