En los últimos años ha sido enorme el caudal de beneficios sociales y económicos que han recibido millones de ciudadanos empezando por los adultos mayores, las personas con alguna discapacidad, estudiantes, madres solas y trabajadores del campo y las ciudades. Todo esto son hechos y no simple propaganda oficial. Y, como dicen los abogados, contra los hechos no caben los alegatos.
Desde luego no toda la población está de acuerdo con los programas de apoyo a la economía familiar. Ese desacuerdo se concentra en el bloque conservador. Y se amplifica y magnifica en la mayor parte de los medios de comunicación.
Pero cómo convencer a la población de que esos programas son malos e inconvenientes para el país. Ya no sirve ni se usa el argumento de que no hay dinero y que esos beneficios son insostenibles. Bastó con cerrar la llave de la gran corrupción para hacer palpable la falsedad de ese alegato.
La falacia ha caído por su propio peso. Pero aún así, obviamente, no cejan los ataques y las descalificaciones a la política socioeconómica del gobierno obradorista.
Son ataques y descalificaciones masivos y directos. Pero también hay críticas soterradas, indirectas, elípticas. Y éstas han resultado más dañinas, y peligrosas. Es el caso del Poder Judicial, en general, y de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en particular. Estas dos instituciones del Estado ya, y desde el principio, han tomado partido por el bloque conservador. Y no hay día en que no aparezcan ataques y descalificaciones con el disfraz del respeto al marco jurídico.
Es el caso de los juicios de amparo y de la inmensa mayoría de resoluciones de los jueces. Y no se mira en el horizonte que esta conducta del Poder Judicial vaya a cambiar en lo futuro.
Para que esta actitud pueda cambiar es necesaria una reforma a la Constitución. Y con la actual correlación de fuerzas en el Poder Legislativo esto no es posible.
Es necesario contar con mayoría calificada, es decir, dos tercios del total de ambas cámaras. Y tal cosa sólo será posible si Morena logra en los comicios generales de 2024 llegar a esa meta.
Mientras tanto seguirán ataques, bloqueos y descalificaciones cada día más rabiosos e irracionales. Sólo que la rabia y la irracionalidad no significan necesariamente eficacia. Y hasta ahora es evidente que esa eficacia ha brillado por su ausencia.
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