En una clara demostración de anti imperialismo práctico, el Presidente López Obrador denunció públicamente los actos injerencistas e intervencionistas del gobierno de Estados Unidos contra México. Y con ello avisó a propios y extraños que no cedería al chantaje.
Primeramente, calificó al diario The New York Times de pasquín inmundo, es decir, de despreciable libelo. Y tanto a los autores del infundio publicado como a los editores del diario los calificó de calumniadores profesionales.
Desde luego, tanto los seudo periodistas como los directivos del periódico no esperaban una reacción así. Están acostumbrados al silencio de los chantajeados, a las evasivas, a las respuestas que no responden nada, en espera de que pase la cresta del escándalo.
Y mientras tanto los chantajeados comienzan a tender puentes con los chantajistas, en busca de un arreglo, de una negociación que evite una segunda andanada. Y acto seguido, ceder a las pretensiones políticas de los bandoleros.
Como los “reporteros” y editores del diario involucraron en el libelo a la agencia antidrogas del gobierno de Estados Unidos, el Presidente mexicano emplazó a la Casa Blanca a aclarar las cosas.
Y de inmediato Washington declaró públicamente que no existe investigación de ninguna índole sobre el Presidente y el gobierno mexicanos. Como se dice popularmente a los bandidos les salió el tiro por la culata.
Al respecto, vale la pena recordar la antigua sentencia del periodismo honrado: “Los hechos son sagrados, la interpretación es libre”. El periodismo honesto no debe tergiversar los hechos. Y menos debe inventarlos, como lo ha hecho ahora (y casi siempre) el periódico gringo.
Tras el fallido intento de chantaje, cabe preguntarse que pretendía en el fondo el imperialismo. ¿Estaba preparando o contribuyendo a crear las condiciones para un próximo golpe blando?
Así es, indudablemente. La mafia del poder estadounidense corriendo en auxilio de sus mafiosos colegas mexicanos en busca del derrocamiento del gobierno obradorista.
Sólo que los mafiosos de aquí y de allá toparon con pared. Con el muro de las convicciones patrióticas y verdaderamente anti imperialistas de López Obrador y su gobierno.
Si, como se ve, los mafiosos de aquí y de allá andan en preparativos de un golpe blando en México, ya falló el primer paso: la desestabilización mediática. Habrá, obviamente, nuevos intentos. Pero el pueblo mexicano comprende que hay que tomar al toro imperialista por sus imperialistas cuernos.
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