El vocero Manuel Adorni confirmó que presentarán una iniciativa para modificar la Ley de Educación e incluir penas para los maestros. Además, crearán un call center para que padres y alumnos denuncien la “actividad política” en las escuelas.
La iniciativa intentará modificar artículos la Ley Nacional de Educación (26.206) e introducir conceptos a medida del discurso de La Libertad Avanza (LLA), de modo tal que toda voz disonante a esa ideología sea perseguida y sancionada.
De esta manera, se le dará cumplimento al deseo del presidente Javier Milei de interferir en la narrativa educativa, el contenido curricular y las prácticas cotidianas de la comunidad escolar, como lo son la participación democrática y la organización comunitaria de cada institución.
Ya lo hizo cuando a principios de marzo volvió al colegio donde había estudiado y en su discurso hizo una larga exposición de los axiomas de la ideología “libertaria”. Entre algunas cuestiones habló de “los asesinos de pañuelos verdes” y se refirió al aborto como “un asesinato agravado por el vínculo”.
También se despachó contra el marxismo. Hasta dijo que “mencionar a los comunistas es tan peligroso que genera problemas siempre”.
El anuncio fue hecho por el vocero Manuel Adorni. “Se va a enviar un proyecto de ley para modificar los artículos 11 y 126 de la Ley de Educación Nacional con el objetivo de penar el adoctrinamiento en las escuelas”, dijo.
Además, adelantó que el ministerio de Capital Humano “se va a encargar de poner a disposición un canal para que los padres y alumnos puedan denunciar el adoctrinamiento y la actividad política que no respete la libertad de expresión”. Agregó que también podrán denunciar “cuando sientan que no se respeta su derecho a educarse”.
El vocero no dijo cuál ni cómo será la modificación que se hará a los artículos que mencionó. En rigor, esos artículos son una larga serie de incisos que lejos están de suponer “adoctrinamiento” alguno.
El artículo 11 refiere a los fines y objetivos de la política educativa nacional. Establece una “educación de calidad con igualdad de oportunidades”, y garantiza una educación integral que brinde formación ciudadana con valores entre los que incluye el “respeto a los Derechos Humanos”. Tal vez eso se interprete como el “adoctrinamiento” a derrumbar.
También habla de fortalecer la identidad nacional, “asegurar condiciones de igualdad”, garantizar “la participación democrática de docentes, familias y estudiantes”, concebir “la cultura del trabajo”, asegurar el respeto de identidad cultural a los pueblos indígenas, prevenir las adicciones y estimular los distintos aspectos de la educación humana e intelectual.
En tanto, el artículo 126 se refiere a “los derechos de los/as alumnos/as”. Defiende la “libertad de conciencia”, garantiza su protección contra toda “agresión física, psicológica o moral”, y aboga por “recibir apoyo económico” para completar la educación obligatoria.
También les permite “participar de la toma de decisiones” sobre la institución, tener edificios que “respondan a normas y salubridad” dignas e “integrar centros, asociaciones y clubes de estudiantes” en el marco de la vida democrática.
Ninguno de los dos artículos alude a valores digitados ni segmentados ni direccionados a una enseñanza que no sea libre, laica, democrática, integradora, solidaria, igualitaria y equitativa.
Salvo que la intención del gobierno sea, por ejemplo, prohibir los centros de estudiantes –algo que no hizo ni la última dictadura militar-, los detalles de la modificación a la ley no fueron informados.
Durante el gobierno de Cambiemos/Juntos por el Cambio, Mauricio Macri y María Eugenia Vidal impulsaron mecanismos de delación, como la línea 0800 que lanzó el entonces ministro Estaban Bullrich para “denunciar la intromisión política en las escuelas”.
La militancia macrista contra el supuesto “adoctrinamiento en las escuelas” tuvo como trasfondo el fomento de la persecución gremial contra los docentes que adherían a paros. También les abrió las puertas a los intentos de avances sobre contenidos como la Educación Sexual Integral (ESI) y el revisionismo histórico.
En rigor, el “adoctrinamiento en las escuelas” fue y es una larga e imprecisa denuncia que durante los últimos años desenfundaron los partidos de derecha y sectores más conservadores de la sociedad, cuando comenzaron a modernizarse los contenidos educativos.
El “adoctrinamiento” se le endilga al kirchnerismo. Pero, tal como lo hizo Milei en el colegio Cardenal Copello, el entonces presidente Macri había caído en contradicción con su propio discurso. Cuando durante un acto por el Día de la Bandera hizo cantar a los estudiantes presentes en el monumento de Rosario la consigna partidaria del macrismo: “Sí se puede, sí se puede”.
El derecho a la educación y a la libertad de pensamiento en peligro
Laura Marrone (CaBA-primaria y superior)
Hugo Iglesias (Tierra del Fuego media y superior)
Gabriela Ibarzabal (CaBA-primaria y especial)
Recientemente el vocero presidencial, Manuel Adorni, anunció la intención del gobierno nacional de enviar un proyecto de ley para sancionar a la docencia por adoctrinamiento. Lo curioso del anuncio (del cual nada se conoce en relación a su contenido) es que viene de un gobierno cuyo presidente dio una master class de burdo adoctrinamiento durante la apertura del ciclo escolar 2024 en el Instituto privado Monseñor Copello (único ámbito escolar en el cual hizo acto de presencia).
A esta amenaza se suman:
– El desmantelamiento del INFOD, Instituto de Formación Docente, que configuraba una de las pocas funciones del extinto ministerio de Educación desde la transferencia de escuelas en la era menemista: la de orientar la formación de todas las jurisdicciones, así como la producción de materiales de aula.
– El freno de la compra de 14 millones de libros que estaban previstos para enviar a las escuelas de todo el país con la excusa de que deberían revisar los contratos. En tanto, las clases comenzaron sin libros.
– La orden de bajar los materiales didácticos de apoyo a los contenidos curriculares que figuraban en la página web del ex ministerio.
– El cierre de Paka paka.
Es evidente que estas medidas no responden a la mera argumentación de que “no hay plata”. Están orientadas a lo que tanto el presidente Milei como su ministra de seguridad, Bullrich, y el PRO, hace tiempo vienen denunciando: la supuesta función de adoctrinamiento de la docencia hacia las nuevas generaciones. Por ello quieren hacer borrón y cuenta nueva de todas las elaboraciones curriculares a la fecha y del material didáctico que la sostiene.
En realidad, Milei forma parte de una derecha mundial que, como Bolsonaro en Brasil, Vox en el estado español o Trump en EE UU, ha emprendido una llamada “batalla cultural” contra la izquierda y el proyecto socialista de sociedad como alternativa a la crisis del capitalismo que vivimos. Esta ultraderecha tiene una percepción aguda de que la crisis es tan grande que no basta la precarización laboral de los trabajadores del mundo, el saqueo de los recursos naturales de los países semicoloniales, o las guerras en curso para mantener su dominación. Necesitan más: profundizar el control de todos los medios ideológicos que le permitan justificar un mundo injusto, desigual y en peligro de extinción por la crisis climática. Todo muy lejos de la libertad que pregonan.
La educación ha sido y es una poderosa herramienta en ese propósito de control. ¿Por qué, sin embargo, esta batalla? ¿Qué es adoctrinar? Es justamente lo que la escuela hizo históricamente y en gran parte en la actualidad: naturalizar ante las nuevas generaciones que el orden social, político y económico existente es el único posible y, sin problematizarlo ni contrastarlo con otras posibilidades, asumir su reproducción.
¿Quién adoctrina? ¿La docencia que no niega que en nuestro país se exterminó a los pueblos originarios y se los desposeyó de sus tierras o los manuales que durante generaciones inculcaron que hubo una campaña al desierto que solucionó el problema de las fronteras, borrando la presencia de seres humanos? Milei y su ministra Bullrich, esta última perteneciente a una de las familias beneficiadas de esa práctica, quisieran en cambio que la escuela siguiera reivindicando acríticamente a su ejecutor, Julio Roca, como lo han sostenido en reiteradas ocasiones.
¿Acaso es adoctrinamiento explicar en geografía la diferencia entre extracción de recursos naturales y extractivismo como práctica depredadora del ambiente?
¿Prohibirá el gobierno que la docencia no oculte que las empresas extranjeras se llevan los minerales dejando solo el 3% de su valor y en cambio pasivos ambientales irreversibles? A Caputo y a las empresas amigas de la megaminería, o el litio, en cambio, les gustaría que no se muestre esa realidad, Llegan incluso a financiar cátedras de universidades o realizar donaciones a escuelas escasas de presupuesto en la precordillera para que la silencien.
¿Se podrá en literatura seguir leyendo a María Elena Walsh, a Rodolfo Walsh o se vienen nuevamente los libros prohibidos y habrá que leer solo los clásicos españoles y justificar la colonización española como añoran algunos?
¿Cuál es la sanción prevista, la cárcel, el despido o qué, para quien se atreva en matemáticas a enseñar a calcular el interés financiero que paga nuestro país en concepto de deuda, superior a cualquier renta de una actividad productiva industrial o de servicios, y causal de una de las razones del crecimiento de la pobreza de nuestro pueblo?
¿Quieren prohibir que la docencia explique el derecho de las niñeces y adolescencias a conocer que la sexualidad es parte de su dimensión humana y su derecho a disfrutarla? ¿O prefieren volver a los tiempos de la ignorancia que desampara frente a las opresiones, violencias en las familias y perversiones ocultas en la sociedad?
A ninguno, y menos a Villarruel, les gustó que este 24 de marzo en las escuelas se siguiera denunciando que hubo una dictadura que ejerció terror de Estado, asesinó, torturó y robó bebés. Es que muchos de los integrantes del actual gobierno son hijos de quienes ejecutaron esa represión o de empresarios que se beneficiaron económicamente de la estafa de estatizar sus deudas para que las paguemos todes, como Macri.
El caso es que la realidad es tan brutal que se filtra por las ventanas y aparecen docentes, muchas veces sin grandes definiciones ideológicas o políticas, simplemente leyendo con sus propias herramientas los contenidos curriculares dejan entrever la realidad abriendo a un proceso de construcción de conocimiento y pensamiento complejos en sus alumnes, incentivando la creación de instrumentos de lectura e interpretación de la realidad propios y por supuesto, críticos. Es a causa de esa función, intrínseca de la profesión docente, objetivo escrito de los currículums desde la escuela inicial hasta la universitaria, donde los profesionales docentes faltan al mandato que de ellos esperan los sectores de poder: la reproducción y perpetuación del sistema. Porque abren las puertas de su aula al debate de sus estudiantes, a repensar el pasado, a problematizar el presente, y a asumirse como actores de cambio en el futuro.
La educación privada como garante del adoctrinamiento
Para este gobierno y sus aliados hablar de estos hechos de la realidad es adoctrinar. En realidad, añoran que la docencia realmente adoctrine. Es decir, que diga que todo lo que aconteció y acontece, está bien. Les incomoda la libertad de pensamiento. Censuran el conocimiento de las categorías marxistas en economía y filosofía. Anulan la perspectiva de género o imponen la teoría de los dos demonios. Por eso alientan la educación privada porque allí la ideología está predeterminada según el recorte que cada iglesia, o empresario seleccione como perfil de su institución educativa.
Estigmatizan los planes sociales, pero sostienen la subvención con fondos del estado de la oferta de casi el 70% de las escuelas privadas, lo que en algunas provincias significa uno de cada tres pesos de inversión efectiva en educación por estudiante. Mientras tanto, desfinancian a la educación pública. Ahora agregan algo más: subvencionan la demanda a través de los vouchers que empiezan a entregar a cada familia con ingresos menores a 1.500.000$. El cálculo aproximado es de 27.500$ por 2.000.000 de estudiantes mensualmente, lo que supone 495.000.000.000$ sin indexaciones en un año. Maliciosamente, al mismo tiempo, eliminan el Fondo de Incentivo docente que ya estaba sancionado en el desactualizado presupuesto 2023, lo que supone la rebaja de casi un 10% de salario según las provincias.
El voucher está pensado no sólo para retener la matrícula de las escuelas privadas que, frente a la inflación y los bajos salarios, amenaza con trasladarse a escuelas públicas sino también para ganar matrícula de la pública. El actual secretario de Educación, Carlos Torrendell, es miembro del Consejo de la Universidad Católica, promotor de la educación religiosa católica, cuyas escuelas parroquiales serían las más beneficiadas por este sistema. Muchas familias aspiran a una escuela privada no porque la educación sea mejor ya que muchas veces los docentes son los mismos pues trabajan en ambos sistemas. Es una triste manera de eludir el contacto con el 60% de la niñez y adolescencia pobre. Así se fue produciendo una fragmentación social de las escuelas que es nociva para la sociedad pues aumenta la discriminación y la incapacidad de generaciones de conocer la humanidad del otro, favoreciendo el crecimiento de la violencia social. Por parte de empresarios y sectores de poder, apoyar que el estado subsidie la educación privada seleccionando a la “gente de bien”, como dolorosamente discrimina el presidente a la población, es otra forma de “adoctrinar”, es decir de garantizar que la currícula de las escuelas privadas acentúe aquellos contenidos que reproduzcan la legitimidad del orden existente.
Para ello cuentan con una herramienta poderosa: el despido de la o el docente que se salga de esos carriles. La docencia privada no tiene derecho a la estabilidad en su trabajo. Cabe dejar aclarado que esto es lo que se busca en el ámbito del estado con el proyecto aún en bandeja de liquidar el estatuto del docente y que figuró tanto en la plataforma de la LLA como de Juntos por el Cambio. El miedo al despido es la forma más eficaz de garantizar el adoctrinamiento que pretenden los sectores de poder, así como, en sentido contrario, la estabilidad en el cargo es garantía de libertad de cátedra y de pensamiento crítico.
El derecho a la educación en cuestión
Por si todo esto fuera poco, desfinancian a la universidad pública al mantener el presupuesto sancionado en 2022 con una miserable recomposición inferior al 286,4% de inflación. No se animan aun a imponer aranceles, que es un proyecto histórico de la derecha para la que los pobres no tienen derecho a ir a la universidad. Al quitarle el sostén del estado favorecen a la privatización del nivel superior por pérdida de matrícula debido al cierre de cursos o carreras.
Pero, además, porque conducen a la búsqueda de fondos propios de las cátedras que terminan con subvenciones de empresas o bancos privados. Este peligroso camino erosiona la producción de conocimiento público, que es un cometido de la universidad pública, es decir, un conocimiento para la mejora de la calidad de vida de la sociedad toda y no para la ganancia de una empresa. El subsidio privado directo disciplina a las exigencias de investigación y producción de conocimiento de las empresas financiadoras.
Lamentablemente, este curso, otrora resistido por el ámbito universitario público, ha ya avanzado en muchas facultades y cátedras del país. Estas mismas empresas son las que claman por rebajar los impuestos, que es la forma que tiene el presupuesto de financiar la educación sin condicionamientos a la producción de conocimiento.
La frutilla de este plan siniestro la dio el ideólogo reconocido por el presidente Milei, el diputado Benegas Lynch, cuando divulgó algo que está en la plataforma política de la Libertad Avanza: “eliminar la obligatoriedad de la escuela. En su caso, fue más explícito en su propósito: “para que los padres tengan la libertad de no mandar a sus hijos a la escuela si necesitan que trabaje en el taller”, lo que es una desembozada defensa del trabajo infantil. La obligatoriedad de la escuela primaria fue un programa del liberalismo en Argentina del siglo XIX sancionada en la Ley 1420 de educación primaria gratuita y obligatorio, durante el gobierno del mismo Roca que ya mencionamos. Para Roca y su generación, en cambio, la escuela era necesaria para adoctrinar en la disciplina al nuevo estado que se estaba formando. Durante el siglo XX las luchas docentes y estudiantiles permitieron conquistar la obligatoriedad de la escuela media y el nivel inicial desde los 4 años, lo que implicaba la obligación del estado de proveer de los establecimientos y la docencia que los atendiera.
Milei tiene razón cuando dice que no es un liberal clásico. Su propuesta retrocede al Medioevo. No representa a la burguesía liberal de finales del siglo XIX que dice reivindicar o a la que desarrolló algún proyecto capitalista productivo en los 30 del siglo XX. Sus propuestas son las del sector más parasitario de la burguesía, la que está ligada a la usura financiera, como socios menores de los fondos de inversión imperialistas. Son las de la “casta financiera”.
La escuela que defendemos es lo contrario al adoctrinamiento, que sí quiere este gobierno. Defendemos el derecho de les estudiantes a acceder a un pensamiento crítico, donde pueda confrontar ideologías, en el debate, en el intercambio con otres en un espacio público, es decir abierto, sin discriminaciones sociales, religiosas o ideológicas. Seguiremos defendiendo el derecho a la educación de la niñez y de la adolescencia, así como a la educación permanente de los adultos. Sostenemos el carácter obligatorio de la escuela hasta la secundaria y gratuito en todos sus niveles incluso superior. Porque concebimos a la educación no como un mero componente de capacitación de mano de obra sino porque tiene la potencialidad de una práctica de libertad que nos humanice, nos haga crecer y disfrutar más y mejor de la vida humana en sociedad. Felizmente, estudiantes y docentes de todos los niveles han comenzado la marcha de esta defensa.
Buenos Aires, 9 de abril 2024
Por qué enseñar no es adoctrinar
Por Solana Camaño
Excombatientes de Malvinas que se retiran de un acto escolar por el repudio de una docente a los medios de la época y a la dictadura, familias escandalizadas porque sus hijes cantan “Pañuelito blanco” o por un profesor que cierra un discurso con la consigna “Nunca más”. Todas, fotos de una época en la que el gobierno nacional tilda de “adoctrinamiento escolar” la enseñanza de la Historia en clave de Derechos Humanos o cualquier experiencia pedagógica que cuestione el orden establecido.
Una actividad didáctica sobre el 24 de marzo, este año; aunque es obligatoria hoy la Historia, docentes y alumnes están en riesgo.
La maestra le acerca al niño de 7 años una caja con un cartel: “¿Qué hace única a esta persona?”. El chico se muerde los labios y la abre, nervioso por lo que va a encontrar. Se sorprende al ver un espejo en el que se mira la cara, acompañado de una guirnalda de luces azules y pequeñas que lo encandila. La docente se lleva el dedo índice a la boca para que no le revele el secreto a sus compañeros y compañeras. “Esta persona hace reír”, responde el niño en voz baja y le pasa la caja al de al lado.
La escena fue parte de una secuencia didáctica en torno a la identidad en una escuela de San Fernando, provincia de Buenos Aires. Lo que siguió fue un siluetazo: se le entregó a cada estudiante una figura con un nombre y la fecha de su desaparición, luego de haber recuperado lo acontecido en la última dictadura cívico-militar. Les niñes la colorearon e imaginaron cómo sería esa persona, de qué cuadro sería hincha, qué ropa o colores le gustaría, si tuviera o no hijos, los miedos que sentiría. Sus docentes llevaron las producciones el 24 de marzo a la Plaza de Mayo y las pegaron en las paredes de la calle. También les preguntaron a quienes marchaban qué les parecían los trabajos e hicieron un video para compartir las devoluciones con el grupo.
¿Será este tipo de actividades en las que piensa el gobierno nacional cuando propone penar el “adoctrinamiento escolar”? El jueves 4, el vocero presidencial, Manuel Adorni, anunció que el Ejecutivo enviará un proyecto de ley al Congreso para modificar la Ley de Educación Nacional con esa búsqueda. Se trata de los artículos 11 y 126: el primero apunta a los objetivos de la política educativa, mientras que el segundo alude a los derechos de alumnos y alumnas. A su vez, el Ministerio de Capital Humano abrirá un canal para que las familias denuncien situaciones de “actividad política” o aquellas que “no respeten la libertad de expresión” ni “el derecho a educarse”.
“En nuestra escuela siempre trabajamos desde la Educación popular, la pedagogía de la memoria y los Derechos Humanos, pero en este contexto de negacionismo y violencia, donde se vuelven a poner en discusión debates que creíamos saldados, hicimos el ejercicio de preguntarnos qué era importante trabajar este año. Entonces, pensamos en nuestro recorrido como militantes, cuándo nos acercamos a la Plaza por primera vez, cuándo el 24 se convirtió en una fecha innegociable. Y ahí nos dimos cuenta de que tenía bastante que ver con el sentir, además de comprender la historia. A nosotros nos atravesó porque nos conmovió, entonces reflexionamos sobre cómo podíamos generar eso en los pibes”, relata Bárbara, maestra a cargo de la actividad de la escuela de San Fernando.
El dilema es didáctico, pero también político: ¿qué tendrá la suficiente potencia para movilizar a las nuevas generaciones desde su presente y hacer de la memoria un ejercicio que valga la pena? ¿Cómo generar nuevos anudamientos y sentires sobre una historia colectiva en una época que mide la vida en términos de costos y beneficios personales? ¿Cómo discutir las acusaciones de “lavado de cerebro” del gobierno libertario y una buena parte de la opinión pública?
En una escuela privada del barrio porteño de Colegiales, un grupo de docentes se hicieron algunas de esas preguntas, y produjeron un podcast llamado “Grabado en la memoria”, a cargo de estudiantes de séptimo grado de primaria y varios cursos de secundaria. El proyecto consiste en entrevistas en un estudio de radio a Madres de Plaza de Mayo, hijos y nietos restituidos, activistas por los Derechos Humanos de escuelas y clubes. “Los testimonios orales en primera persona generan una cercanía con los estudiantes que les permite vislumbrar y recuperar, con sensibilidad, qué trazos dejó la dictadura en la vida de personas concretas hasta el día de hoy. Ponerles nombre, cara, voz”, indican.
Tanto el derecho a la identidad como el respeto por la democracia forman parte de los contenidos curriculares del nivel primario y secundario de las distintas jurisdicciones. Asimismo, están contemplados hasta el día de hoy en los Núcleos de Aprendizaje Prioritarios (NAP), que constituyen una base común para la enseñanza en todo el país, establecida a partir de los acuerdos entre el Ministerio Nacional y las jurisdicciones, alcanzados en el Consejo Federal de Educación.
Propuestas como las de estas escuelas no sólo recuperan la memoria de los 30.000 desaparecidos, y, con la de ellos, la de todo un pueblo; también les permiten a los y las estudiantes reflexionar sobre los aspectos que los hacen ser quiénes son, por qué la identidad es un derecho humano elemental y cuál es la importancia de cuidar la vida democrática. Se trata de aprendizajes que se explican por los cientos de experiencias gestadas al calor de la creatividad y el compromiso de los maestros y las maestras argentinas, ahora estigmatizadas oficialmente por el gobierno.
La persecución avanza
El video se hizo viral hace pocos días en redes sociales y fue retomado por Adorni como ejemplo de adoctrinamiento escolar. En Verónica, partido de Punta de Indio, provincia de Buenos Aires, excombatientes de Malvinas que eran homenajeados en una escuela se retiraron enojados por el discurso de una profesora, secretaria de Suteba de esa localidad. ¿Cuál fue el motivo de la ofensa? La alusión al rol de los medios, que convencieron a la sociedad de que “ir a la guerra estaba bien”, y la mención a los detenidos-desaparecidos. Una mujer se levantó de su silla y gritó: “Los combatientes murieron estando ahí y vos hablando de política. No es el día, no es el momento”.
Aunque los diseños curriculares permanezcan y sean una herramienta fundamental de lxs trabajadorxs de la educación para defender su propia tarea, hay nuevos vientos, innegables, que preocupan hace rato en los pasillos de las escuelas. Manuel Becerra, profesor de Historia en escuelas públicas, lo sintetiza de esta forma en un artículo del sitio educativo Gloria y Loor: “Hace algunos años los docentes que participamos más o menos activamente de alguna actividad vinculada a la Memoria, la Verdad y la Justicia tenemos la sensación de que sabemos cómo empieza la actividad, pero no tenemos idea cómo puede llegar a terminar. Filmaciones clandestinas, familias especialmente vigilantes de que la escuela no se aparte un milímetro de los valores enseñados en casa, adolescentes tomados por el terraplanismo libertario gritón enmarcan los ritos escolares de un aire asfixiante”. Según el docente, el gobierno no necesita ninguna nueva ley, ya que “esa guerra está planteada y en curso hace tiempo” y lo que busca es fomentar ese “clima irrespirable en las escuelas, incluso con viralización y escraches”.
“Me siento libre cuando juego”, escribe un niño bajo un pañuelo blanco de las Madres de Plaza de Mayo.
Hace años que el presidente de la Nación denuncia a la escuela como un centro de adoctrinamiento: “La educación pública es una maquinaria que lava cerebros y que forma a la gente en valores socialistas cuyos valores de fondo son el odio, el resentimiento, el trato desigual frente a la ley, el robo”, opinó en una entrevista en LN+. En el inicio del ciclo lectivo de este marzo volvió a su secundaria, el Colegio Cardenal Copello de Devoto, y sostuvo esa línea.
Gonzalo es profesor de Historia en escuelas privadas de Vicente López hace cuatro años. “Fue la primera vez que sentí que podía caer algún reclamo. Los discursos negacionistas, apologistas y anti-derechos están respaldados por cierta parte de la opinión pública y la postura institucional, entonces los pibes se animan a decir cosas que antes no”, dice. En ese sentido, varias docentes revelan que este mes apareció más que en otras oportunidades la pregunta por el número de los 30.000 y sobre lo que “realmente” ocurrió, en sintonía con el video presidencial en torno a la “memoria completa” publicado el 24 de marzo.
“Mis alumnos tienen la idea de que la cifra es falsa, entonces toda la dictadura podría serlo. Ahí es cuando los invito a pensar si sería menos terrible descubrir que fueron 8.955 casos. En ese momento comprenden que la cifra no es el problema de fondo. Con lograr desbaratar ese argumento ‘libertario’ me conformo”, cuentaCarlos, profesor de Historia en una secundaria de Rosario.
En un conocido cruce televisivo con Darío Lopérfido, ex ministro de Cultura de CABA, el escritor y profesor universitario Martín Kohan ilustró que la cifra de 30.000 es abierta en tanto interpelación al Estado y exigencia de respuesta. “No tenemos muertos, tenemos desaparecidos, no hubo cuerpos, los seguimos buscando. La cifra es abierta porque el Estado reprimió de manera clandestina e ilegal, sustrajo los cuerpos y no dio información, no solo porque ‘no sabemos’”, señaló.
La semana pasada circuló otra explicación del escritor en un video de la Universidad Nacional de las Artes (UNA). Esta vez, en relación al adoctrinamiento: “Para que funcione, hacen falta dos elementos: uno, la palabra autoritaria del docente. De ninguna manera justifica una caracterización general del estado de cosas de la educación argentina presuponer que todos los docentes son autoritarios. Lo segundo es que la cabeza del estudiante esté lo suficientemente hueca como para recepcionar pasivamente lo que dice el docente. Ninguna de esas dos cosas ocurre”.
Mientras que la doctrina —o “bajada de línea”— clausura, la enseñanza escolar busca generar aperturas. Las confrontaciones y las dudas se abren paso entre los bancos para encontrar frente al pizarrón respuestas con fundamentaciones científicas, fuentes legítimas o nuevos interrogantes. La escuela, una vez más, demuestra que la construcción del conocimiento requiere de tiempos más largos que los que priman en el vocerío rabioso de Twitter o TikTok.
“Creo que César era de Boca y le gustaba ir a la cancha. Nunca más”, la leyenda que imprimió un niño sobre la silueta de César Nieto, desaparecido el 14 de diciembre de 1976.
Sin embargo, la encrucijada no es solo semántica. Lxs docentes se topan con obstáculos para enseñar contenidos que se han vuelto controversiales. Estas situaciones pueden generar mecanismos de autocensura por temor a represalias, o precauciones nuevas que agobian una tarea ya de por sí desgastante. A una maestra de una escuela privada y católica del barrio de Saavedra, los directivos no la dejaron usar fotocopias con el dibujo de los pañuelos blancos porque “estaba haciendo política”. En otra similar en Martínez, Conurbano norte, las familias se quejaron porque los niños y niñas iban a cantar “Pañuelito blanco” de Canticuénticos, según cuenta Naomi, profesora de inglés. No tuvo mayor suerte, Federico, encargado de Pastoral en una secundaria de Almagro, CABA, que cerró el discurso del acto afirmando que fue un genocidio y que fueron 30.000, mientras alzaba, también, un pañuelo blanco con la frase “Nunca más”. Por este hecho, los directores recibieron correos con quejas de madres y padres.
Pero esa misma semana, varios adolescentes de la escuela del podcast de Colegiales, volvieron a sus casas y googlearon dónde está la estación de subte Rodolfo Walsh. Porque hubo una profesora que les leyó fragmentos de la Carta Abierta a la Junta Militar en voz alta, con el corazón en la boca, y les preguntó si imaginaban el valor de publicarla en medio del terror. Y aunque tal vez no lograran dimensionarlo, se fueron a dormir bajo el eco de esas últimas palabras: “Sin la esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido…”.
Sobre la batalla cultural, marxismo en las aulas y adoctrinamientos
Por Virginia Pescarmona
Porque enseñar no es adoctrinar y, como diría Rodolfo Walsh nos vamos a expresar “sin la esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido…”, pero convencidos y convencidas que les molesta que pensemos, opinemos, y que peleemos por una educación que reivindique y entienda que la crítica, el cuestionamiento y el debate han permitido los más grandes avances de la humanidad.
En la conferencia de prensa del jueves 4, en el marco de un paro nacional de CTERA y aniversario del fusilamiento del maestro Fuentealba, el vocero presidencial, Manuel Adorni, indicó que el Gobierno enviará al Congreso un proyecto para modificar la Ley de Educación Nacional (N°26.206) para penalizar el “adoctrinamiento” en las escuelas. Además, mencionó que el Ministerio de Capital Humano abriría un canal para que las familias denuncien este tipo de situaciones. Dedito acusar mediante, imponen la doctrina de la persecución.
“Por decisión del Gobierno se va a enviar el proyecto al Congreso para modificar los artículos 11 y 126 de la ley de educación nacional, con el objetivo de penar el adoctrinamiento en las escuelas”, dijo el portavoz. Como justificación de la iniciativa, Adorni mencionó que a los funcionarios los “entristece” ver “contenidos en aulas y actos teñidos con militancia”. Citó como ejemplo lo ocurrido en Verónica, Provincia de Buenos Aires, durante el acto por el aniversario de la guerra de Malvinas.
En un bombardeo de anuncios, discursos, campañas y medidas, incluso económicas como la implementación de voucher para la educación privada, el gobierno no cesa en su incansable batalla contra la educación pública. Esta Adorni vez anunció que enviará un proyecto: “por decisión del Gobierno nacional se va a enviar un proyecto de ley para modificar los artículos 11 y 126 de la Ley de Educación nacional con el objetivo de penar el adoctrinamiento en las escuelas”.
Una provocación montada sobre un montón de sentidos comunes y fundamentos falsos. Pero el caso es que se mostraron convencidos de perseguir, denunciar, señalar y castigar al que piense distinto a ellos.
Igual, nada nuevo. Ahora acusan a la educación pública de infiltración marxista (dictadura del ´30, ´43, ´55, ´62, ´66, ´76 dixit), pero durante la campaña electoral, Milei llegó a decir que en la Universidad de Buenos Aires (UBA) “adoctrinan a la gente para que robe”.
Nada nuevo, literal. El amigo de Milei, Jair Bolsonaro, había promovido su plan “Escuelas Sin Partido”, con el objetivo de imponer “neutralidad”. La neutralidad de Bolsonaro incluía desterrar a Freire, la diversidad sexual, la ideología de género, concepciones “izquierdistas”, entre otras definiciones.
Casualmente o no, se hace pública esta propuesta luego de la difusión de un acto en Punta Indio donde un grupo de excombatientes se retiró de un acto escolar por, supuestamente, sentirse agraviados por las palabras de una docente. Hablaron de ideologización, militancia y partidismo y cuestionaron que la docente se haya referido a la dictadura. ¿Acaso sería objetivo, neutro y sin ideología hablar de la Guerra de Malvinas sin hacer referencia al contexto del país?. Como expresó la pedagoga Guillermina Tiramonti: “el Gobierno parece creer que su deber es barrer una ideología en favor de la propia. Como el meme de los hombres araña, el gobierno señala y construye un fantasma con un único objetivo: tener el monopolio de la verdad y, con eso, «el derecho de imponerla».
Pero además no fue cualquier día, sino en el marco de un importante paro nacional convocado por la CTERA, exigiendo la restitución del Fonid, aumento de salarios, denuncia del ajuste en partidas para comedores, y todo en medio de una inflación de más del 270% interanual. Y no solo eso, si no reprimiendo con gases lacrimógenos a los y las trabajadoras de la educación que estaban en el Congreso Nacional.
Hasta Amnistía Internacional cuestionó esta iniciativa y expresó que era preocupante la “doble vara sobre la libertad”.
“Los contenidos que se trabajan en las escuelas están establecidos en los núcleos de aprendizaje prioritario y lineamientos curriculares. Las infancias tienen derecho a una educación que les permita conocer, comprender y ejercer sus derechos humanos”, expresó Amnistía Internacional Argentina, a través de X.
Al gobierno parece molestarle el derecho a la libertad de expresión, de cátedra, de organización y reunión. El problema que tiene es que son derechos que exceden la Ley de Educación, porque son constitucionales.
Sobre la modificación que proponen, se trata del 11 de la ley N°26.206 que establece los fines y objetivos de la política educativa nacional. Allí se habla de la importancia de los valores éticos y democráticos de la participación, la libertad, la diversidad cultural, la igualdad y el “respeto de las diferencias entre las personas sin admitir discriminación de género ni de ningún otro tipo”. El artículo 126 habla de derechos y deberes y hace referencia a una idea de educación integral e igualitaria y el respeto de la libertad de conciencia de los alumnos. Es decir, que legalmente establece criterios contra el adoctrinamiento.
¿Entonces?… Haz lo que yo digo…
Hipocresía mediante, este anuncio lo hace un gobierno, cuyo jefe de estado, dio un discurso en el inicio del ciclo lectivo en el colegio Cardenal Copello en el que habló de “asesinos de pañuelos verdes”, se refirió al aborto como “asesinato agravado por el vínculo”, y profirió insultos y cancelaciones al marxismo mientras se reía y burlaba a un estudiante que se desmayó durante el acto.
Es un gobierno que opina que está bien transmitir por streaming un acto a la medianoche desde Ushuaia en que ensalza los valores del capitalismo imperialista, entrega de soberanía, junto al Comando Sur, que promovió dictaduras en todo el Cono Sur, formando en métodos e ideología genocidas, torturadores y violadores. Eso no les alarma.
Mismo formato que la dictadura. Mientras prohibía y perseguía la actividad política y el debate y la libertad de expresión, desde el estado se daba una fuerte propaganda contra la “subversión” contra quienes no compartían los principios morales, éticos y estéticos de los militares.
Imposible no pensar en antecedentes históricos. Por ejemplo, los nazis que supieron llevar a cabo los “rituales purificadores”. Fue así que “la noche del 10 de mayo de 1933, miles de estudiantes miembros de la juventud hitleriana, profesores y hombres de las SS y las SA quemaron alrededor de 25 mil libros en una hoguera pública en Berlín, extendiéndose luego la acción a 20 ciudades más”. Hace 42 años, Los libros que la dictadura quemó
O la dictadura de Onganía y su Noche de los Bastones Largos. Y ni hablar de la última dictadura genocida llegó a prohibir libros de cuentos por “impartir ideología”:
“Un elefante ocupa mucho espacio” y otros textos fueron prohibidos por un decreto del 13 de octubre de 1977. Allí decían que se trata de un cuento “con una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria a la tarea de captación ideológica del accionar subversivo.” ¿Les suena? El negacionismo no viene solo.
Este gobierno actúa con la misma brutalidad e ignorancia que los milicos que prohibieron libros sobre Cubismo, por creer que hablan de la Revolución Cubana.
Pero incluso en la mayor de las persecuciones, censuras, clandestinidad y horror, resistieron los libros en sótanos, cambiando sus tapas, etc, y llegan a nuestros días. Incluso los cuentos circulaban igual, de la mano de maestras y maestros que se los presentaban a sus estudiantes.
¿El negacionismo no es adoctrinamiento?
En un conocido cruce televisivo con Darío Lopérfido, ex ministro de Cultura de CABA, el escritor y profesor universitario Martín Kohan ilustró que la cifra de 30 mil es abierta en tanto interpelación al Estado y exigencia de respuesta. “No tenemos muertos, tenemos desaparecidos, no hubo cuerpos, los seguimos buscando. La cifra es abierta porque el Estado reprimió de manera clandestina e ilegal, sustrajo los cuerpos y no dio información, no solo porque ‘no sabemos’”, señaló. El mismo Kohan estos días se hizo viral por un video en el que contundentemente debate contra la idea de adoctrinamiento en la Universidad
“Para que funcione, hacen falta dos elementos: uno, la palabra autoritaria del docente. De ninguna manera justifica una caracterización general del estado de cosas de la educación argentina presuponer que todos los docentes son autoritarios. Lo segundo es que la cabeza del estudiante esté lo suficientemente hueca como para recepcionar pasivamente lo que dice el docente. Ninguna de esas dos cosas ocurre”.
Muy pertinente. En pedagogía, suponer que hay alguien a “adoctrinar” y un otro que adoctrina no es neutral. Es una concepción de la educación en la que los sujetos no son tales, en que se aprende lo que nos dan sin proceso, sin historia. Es volver como hace siglos no se reivindica, a poner el centro de la escena en quien enseña y no quien aprende. ¿Robots adoctrinados? ¿Tábulas rasas? En términos teóricos atrasan más de cien años. La propuesta de una educación neutra, aséptica fue infinitamente superada por todas las corrientes de pensamiento. Vaya revolución la libertariana.
Como los dinosaurios…
Durante la campaña electoral también se escuchó a Victoria Villarruel expresar que “anularía la Educación Sexual Integral. Es un mecanismo por el cual se le deforma la cabeza a la gente”, dijo en un reportaje televisivo el postulante más votado en las PASO. “La queremos eliminar porque es adoctrinamiento nada más”,
Fue Myriam Bregman quien en el debate presidencial respondió: “Vamos a defender la educación sexual integral obligatoria, porque entre otras cosas sirvió para identificar numerosos casos de abuso en niños, niñas y adolescentes y también para respetar la diversidad sexual”. Educación sexual.
Para que se entienda de qué hablamos cuando sí hablamos de adoctrinamiento. Mientras la ESI ha sido una construcción no solo social, conquistada por lucha, debate, con aporte de especialistas, pedagogos, el poderoso movimiento de mujeres y es Ley, Marra hizo campaña pretendiendo ser jefe ded Gobierno porteño apuntando contra la ESI planteando que fomenta la pornografía, con el argumento de que “es como yo aprendí». Aberrante.
Justamente, para que no haya parcialidad ni visiones sesgadas por ideología (como la ESI que se imparte en escuelas confesionales) debe existir capacitación científica y que se derogue el artículo 5 de esa Ley, ya que establece que “la Educación Sexual Integral brindada por cada institución, puede adecuarse a las convicciones de cada institución”. Esto es imprescindible para que no haya desigualdad y que haya una verdadera Educación Sexual Integral, científica y laica, adecuada a cada edad y nivel de desarrollo y no perspectivas sin fundamentos científicos, de sentidos comunes, discriminatorias y no integrales.
El mismo Marra también hizo campaña apuntando al programa Paka Paka como usina ideológica, bajo el argumento tan científico y estudiado de «No sé, mi mamá, que es profesora de historia, me dijo».
Como ya dijimos acá “Desde Sarmiento que fomentó la educación pública a cargo del estado y de masas es un debate. ¿Acaso la formulación educar al soberano es inocua, inodora e incolora? “Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen”, supo decir el padre del aula. ¿Racista? ¿Violento? Pero se le rinde homenaje en todas las escuelas sin cuestionar. Un spoiler: eso si era adoctrinamiento”.
Acusar para ajustar
Detrás de toda esta campaña “antiroja”, antiderechos, negacionista, pro imperialista, está el plan de los egresados del supuesto antro marxista de la UBA: la facultad de Ciencias Económicas, Luis “Toto” Caputo o José Luis Espert: ajustar, para pagarle al FMI.
Para que no se cuestione, se pretende amordazar la crítica, la libertad de expresión, el debate de ideas. Pero eso no es educación y menos libertad. Porque eso de la libertad es que un docente exprese sus opiniones y también sus estudiantes. Que docentes y estudiantes sean sujetos de sus vidas y posturas.
Nosotros y nosotras aspiramos a una educación que cuestione, que no naturalice la violencia, la desigualdad, la vida de miseria que nos quieren imponer. Y esto es lo que no quieren, por eso la censura, la mordaza, el señalamiento a quien ose opinar distinto, cuestionar. Sin estas prácticas no hay futuro distinto, no hay futuro mejor.
Pretendemos una educación donde los trabajadores de la educación, la comunidad, especialistas, estudiantes puedan definir democráticamente, con fundamentos científicos, políticos, sociales, solidarios, qué es necesario enseñar y qué es importante aprender. Una educación científica, donde todo tenga fundamento, y nada sea porque sí, porque “lo dijo mi mamá”, porque “siempre fue así”, porque le molesta a tal o cual. Una educación que reivindique y entienda que la crítica, el cuestionamiento y el debate han permitido los más grandes avances de la humanidad.
Fuentes: Resumen Latinoamericano, Las 12, La Izquierda Diario.
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