Promovido desde distintos medios, redes sociales y muy probablemente el gobierno estadounidense, pero desplegado sobre hechos reales e indicios sólidos, el escándalo ha llegado a los niveles más altos del gobierno y su partido Morena. No todas esas situaciones y noticias debieran ser tomadas con trascendencia, de no ser porque se han presentado en un entorno muy cercano al ex presidente López Obrador, quien durante muchos años de vida pública se presentó a sí mismo como un ejemplo y dechado de virtudes como la honestidad (“valiente”), austeridad e incorruptibilidad. Cualidades que presumía como propias también de sus colaboradores más cercanos y familiares.
Pero ahora es en ese primer círculo de poder de la que proclama ser la Cuarta Transformación, en su primer y segundo pisos, donde han brotado las incongruencias y probables hechos delictivos.
El señalamiento hecho por el Departamento del Tesoro estadounidense el pasado junio contra tres instituciones financieras mexicanas, CIBanco, Intercam Banco y Vector Casa de Bolsa por posible lavado de dinero proveniente del tráfico de fentanilo hacia los Estados Unidos, y su intervención en los días siguientes por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, abrió una grieta importante en ese círculo de poder, por ser Vector propiedad del empresario neoleonés Alfonso Romo Garza, que fue jefe de la Oficina de la Presidencia con López Obrador y su enlace principal con otros altos miembros de la oligarquía financiera del país. La CNVB impuso a las tres instituciones multas por 185 millones 223 mil pesos, al encontrarles irregularidades en el control contra el lavado de dinero, en un proceso que esperamos se continúe hasta esclarecer definitivamente el señalamiento del gobierno de Washington.
Ni Romo Garza, ni el ex presidente hicieron declaraciones públicas al respecto; pero la Fiscalía General de la República abrió una carpeta de investigación contra la casa de Bolsa por haber recibido millonarias transferencias de la empresa Prestadora de Servicios Murata, identificada como fachada del Cártel de Sinaloa, y específicamente del grupo encabezado por Joaquín Guzmán, El Chapo. La noticia reactivó los señalamientos hechos con anterioridad por investigaciones periodísticas —particularmente las de Anabel Hernández— sobre financiamiento recibido por AMLO de ese cártel para sus campañas presidenciales.
Ahora, un nuevo escándalo ha aparecido, cuando trascendió que desde febrero había una orden de detención en contra del ex secretario de Seguridad Pública de Tabasco, Hernán Bermúdez Requena, designado por quien fuera gobernador, y luego secretario de Gobernación, precandidato a la presidencia de la República (“corcholata”) con López Obrador y actualmente coordinador de los senadores del Morena, Adán Augusto López Hernández. Bermúdez, ahora prófugo, es identificado como jefe del grupo delincuencial La Barredora, que ha operado desde esos años en Tabasco y Chiapas por medio de tráfico de combustible robado (huachicol), extorsión y otros delitos, en asociación con el Cártel Jalisco Nueva Generación.
Al brotar el escándalo, se apresuraron los dirigentes de Morena a exculpar o justificar al senador a quien Andrés Manuel ha llamado muchas veces públicamente su “hermano”. El diputado Ignacio Mier dijo que “seguramente no tuvo indicios”; el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña espetó: “Es puro golpeteo”; y la presidenta Luisa María Alcalde atajó: “No es él [Adán Augusto López] quien tiene que aclarar, el que está investigado es quien era secretario de Seguridad”. Pero la presidenta Claudia Sheinbaum sí sugirió que “sería pertinente” que el ex secretario de gobernación y destacado morenista diera su versión. Cuando, en el Consejo Nacional del Morena el domingo, apareció públicamente el referido, ya había escrito en su cuenta de X que “Aunque no he sido requerido, estoy a la orden de cualquier autoridad que solicite mi presencia”. En esa reunión partidaria, Adán Augusto se vio marginado y abatido, aunque un grupo de delegados lo recibió coreando consignas de “no estás solo”.
El golpe, sin embargo, no es menor. Toca el corazón del lopezobradorismo, el llamado Grupo Tabasco, porque también exhibe la escisión entre el hermano putativo del ex presidente y el actual gobernador de ese Estado, Javier May, quien tiene como secretario de Gobierno al hermano consanguíneo, José Ramiro López Obrador, Pepín, que participa también en los señalamientos contra el coordinador parlamentario. Pero, sobre todo, exterioriza al país y el extranjero que el núcleo mismo del poder presidencial durante el sexenio anterior no fue inmune a la corrupción ni a la presencia del crimen organizado. Como propios y extraños lo han señalado, era imposible que el gobernador y luego secretario de Gobernación no supiera del papel de su colaborador Bermúdez en un grupo delictivo que ha puesto a Tabasco en los primeros lugares de criminalidad en el país. Por añadidura, el imperio de La Barredora se extendió también a Chiapas, donde gobernaba el cuñado de Adán Augusto López, el también morenista Rutilio Escandón Cadenas, actualmente cónsul de México en Miami, Estados Unidos.
La protección a López Hernández se está agotando, en lo que aparece como una estrategia diseñada desde el Palacio Nacional, con la anuencia del ex mandatario del país. Faltaría saber si forma parte también de los requerimientos del gobierno de Washington, y hasta dónde y a quiénes llegarán las indagatorias. Y ya hubo un intento de declarar a Bermúdez Requena muerto por un infarto en Panamá, lo que no fue confirmado por el gobierno de ese país. Todos ahí saben que Adán Augusto ha sido una pieza clave del entramado lopezobradorista y que, como en el juego de Jenga, una pieza que se remueva pone en riesgo a toda la estructura.
Pero quizá la crisis del Morena no es sólo política sino moral. La cercanía con el caudillo macuspanense no parece ser garantía de probidad ni de entrega al pueblo. Y hay que ver el efecto que ha tenido la filtración de fotografías del coordinador de los diputados Ricardo Monreal, el secretario de Educación y ex presidente partidario Mario Delgado Carrillo, el senador morenizado Miguel Ángel Yunes y, sobre todo, el secretario de Organización del partido Andrés Manuel López Beltrán vacacionando en destinos turísticos de Europa y Japón en hoteles cinco estrellas.
Las imágenes, probablemente capturadas por espías del gobierno estadounidense —lo que mostraría que las agencias de ese país siguen de cerca los pasos de los miembros de la casta gobernante mexicana— o por agentes del Centro nacional de Inteligencia al servicio del secretario de Seguridad Pública Omar García Harfuch, rompen de lleno con el discurso de austeridad franciscana y cercanía al pueblo que el moralista ex presidente siempre prescribió, y han impactado ha llegado hasta el Palacio Nacional donde se recomienda no vacacionar en los Estados Unidos para evitar un segundo caso Cienfuegos https://n9.cl/qamjs. Si bien todos los mencionados dicen viajar con sus propios recursos y que se han reducido los sueldos como legisladores y funcionarios, es un hecho que, al igual que las elites económicas y políticas convencionales, disfrutan de un estatus económico muy distante del pueblo llano.
El caso más significativo es el del hijo del ex presidente, quien, sin una trayectoria política significativa, puesto que durante el gobierno de su padre estuvo al margen de cargos públicos o partidarios, es hoy secretario de Organización del Morena, encargado de las estructuras internas del partido y segundo al mando del mismo. En las fotografías en Tokio, Andy aparece en compañía de Daniel Asaf Manjarrez, amigo muy cercano de la familia López Obrador, que fue jefe de ayudantía del presidente y actual diputado, y quien es visto por muchos como el enlace entre el rancho de Palenque y los legisladores morenistas en San Lázaro. El caso desempolva también el del tráfico de influencias entre los López Beltrán y su amigo Amílcar Olán, quien recibió contratos multimillonarios para abastecer de balastro la construcción del Tren Maya. En grabaciones telefónicas filtradas al portal noticioso Latinus, Olán menciona a Daniel Asaf y a Andrés López Beltrán como canales para sus negocios con el gobierno federal.
El caso mismo de Andy es significativo. Siendo hijo del jefe del Ejecutivo, se mantuvo al margen de la política durante el gobierno de su padre. Fundó, junto con su hermano Gonzalo una empresa de chocolates, la cual ha sido señalada de tráfico de influencias desde que el agrónomo y empresario Hugo Chávez Ayala fue nombrado director técnico del programa Sembrando Vida, uno de los emblemáticos del gobierno de AMLO. Chávez Ayala, cultivador de cacao en Tabasco y exportador, es amigo de la infancia de Andrés Manuel hijo, y era vecino de la familia López Obrador en el fraccionamiento Galaxia Tabasco 2000 en Villahermosa. Como integrante de Sembrando vida se encargó de promover el cultivo de cacao en ese Estado y en Chiapas, además de asesorar en la misma actividad a la finca El Rocío, propiedad de los López Beltrán, según lo reveló la investigación de variois medios periodísticos “Sembrando Vida y la fábrica de chocolates” https://n9.cl/q8wgt. Asimismo, serán cultivadores de Tabasco y Chiapas integrados a Sembrando Vida los que abastecerán de cacao al chocolate Bienestar, del gobierno federal, cuya planta productora se ubica también en Tabasco.
El punto no es, meramente, quién viaja de vacaciones a dónde, sino que se va revelando la permanente violación de la muy cacareada en el inicio del sexenio de AMLO separación entre el poder político y el económico. Es cada vez más visible cómo el primero sirvió para construir o fortalecer redes con negocios privados y un sistema de puertas giratorias entre ambas esferas. El primer círculo en torno a Andrés Manuel López Obrador terminó por ser algo muy parecido al famoso «Grupo Compacto» de Carlos Salinas: un núcleo unificado por cercanías, lealtades, intereses comunes y complicidades. Un grupo que en el pasado sufrió acoso político, como con el desafuero de 2005, fraudes electorales, guerra propagandística desde los gobiernos priistas y panistas y desde grupos empresariales. Con su aplastante triunfo electoral en 2018, ese círculo llegó a la presidencia con un enorme apetito de poder y desbordada confianza en la fuerza del caudillo. Así se sintió legitimado para disponer del aparato de Estado incluso para tejer redes de interés económico y, desde luego, político que les han hecho pensar que tendrán en sus manos el poder político del país por décadas y generaciones, incluso un milenio. No ha pasado un año del relevo en la primera magistratura cuando mucho de ello ya se empieza a deteriorar.
Eduardo Nava Hernández. Politólogo – UMSNH.
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