Una derecha radicalizada lejos de promover que la izquierda se plante firme en sus convicciones y apueste por políticas sociales más intensas y comprometidas con las clases populares, ha sido el mejor pretexto para promover su pereza y conformismo, lo mismo que se puede ver en Estados Unidos se aprecia en México.
La izquierda neoliberalizada ha cooptado a la izquierda electoral, la cual solo puede enfocarse en servir a los intereses de grandes grupos empresariales, y conformarse con proponer el mínimo básico elemental para un proyecto que se dice defensor de las clases populares.
En México, Morena puede aprovechar el espantajo que representa un junior hocicón como Ricardo Salinas Pliego, para conformarse con decir: miren ahí está el peligro de la ultraderecha, enfoquémonos en combatirlo y no en mi mal desempeño. Para seguir un camino de escaso compromiso con la clase trabajadora, por ejemplo posponiendo el debate de las 40 horas.
En Estados Unidos esa historia ya es conocida, a los demócratas no era posible exigirles nada más ante el riesgo del autoritarismo derechista de Trump, otro junior hocicón que no parecía nada más que un payaso ante los políticos profesionales, aquellos que han pasado su vida en Washington cabildeando por los intereses de los grandes empresarios.
Así podían llevar a cabo prácticas bastante coherentes con la derecha mientras aseguraban ser aliados de la clase trabajadora, aunque el grueso de los trabajadores no sentían que hubiera un beneficio efectivo para ellos tras los triunfos demócratas.
En México, para no variar, seguimos los pasos del vecino del norte siempre en los peores ejemplos. Un junior antipático para la mayoría de los mexicanos se presenta como un rebelde, alguien que es la alternancia.
De no ser por las redes sociodigitales y su changarro, el tipo no pasaría más que por un loquito sin posibilidad alguna, pero es el mismo partido Morena el principal interesado en que la imagen del millonario idiota prospere para seguir esforzandose el mínimo a cambio de presentarse como los aliados de las clases populares ante el riesgo que él representa.
Salinas Pliego no sabe que los bots no pueden votar y probablemente por ello piense que puede hacer carrera política. Es imposible que pueda obtener un apoyo efectivo, al menos no en los próximos años. Pero de mantener lo falso de su compromiso con el pueblo, Morena será el mejor promotor de este junior papanatas.
Tanto hablar de la ultraderecha y de los riesgos que ella conlleva, sobre todo para evitar críticas efectivas, es una pésima estrategia para la izquierda electoral, pero esto le evita tener que darle demasiado poder al pueblo y con ello garantizar que los recursos de las clases altas sigan fluyendo hacia su organización.
El público -aunque eclipsado (para utilizar la frase de John Dewey)- reconoce fácilmente la traición y ante la falta de opciones efectivas puede acabar votando por quien representa una alternativa, ya pasó con Fox, pero más radicalmente ha pasado en Estados Unidos con Trump, en Argentina con Milei, o en Brasil con Bolsonaro, siempre con pésimos resultados.
El falso juego de izquierda que está llevando a cabo Morena y la falta de resultados reales para sus electores podrían abrir camino a la derecha más reaccionaria y autoritaria posible, con funestos resultados para la democracia y para las libertades en general, situación muy acorde a los tiempos que vivimos globalmente.
Los demócratas no cesaron su apoyo a Netanyahu aún con un genocidio en marcha, pasarle a Trump esa antorcha pretendía liberarlos de responsabilidad directa pero no de su complicidad, otra cosa que comparten con la actual presidencia de México, que ni siquiera se atreve a mostrar un poco de dignidad y romper con el espurio Estado de Israel.
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