La alienación social que naturalizó el ajuste empieza a quebrarse. Lo monstruoso se vuelve aberrante y lo público vuelve a nombrarse como lo que nunca dejó de ser, el lugar de los derechos.
Veto contra la educación y la salud
Los nuevos vetos del señor presidente a la Ley de Financiamiento Universitario a través del decreto 647/2025 y a la Ley de Emergencia en Salud Pediátrica del Hospital Garrahan con el decreto 651/2025 van mucho más allá de decisiones administrativas, son actos de clausura simbólica. El saber y la infancia, dos formas de lo común, son expulsados de un presupuesto que solo existe en las aciagas teorías económicas del topo que vino a destruir el Estado.
La realidad indica que la Ley de Financiamiento Universitario es apenas un parche económico como bien se demuestra en las principales disposiciones que se exponen en su texto:
Actualización de gastos de funcionamiento: Se exigía al Poder Ejecutivo Nacional la actualización de los fondos destinados a gastos operativos de las universidades al 1 de enero de 2025, basándose en la variación acumulada del Índice de Precios al Consumidor (IPC) desde mayo hasta diciembre de 2024. Adicionalmente, se establecía que estas actualizaciones se realizarían de manera bimestral a lo largo de 2025.
Recomposición y actualización salarial: La ley instruía la actualización de los salarios del personal docente y no docente para el período comprendido entre diciembre de 2023 y la fecha de sanción de la ley, con un porcentaje no inferior a la variación del Indice de Precios al Consumidor (IPC). Se especificaba que los aumentos salariales debían ser remunerativos y bonificables. Además, se exigía la convocatoria a paritarias obligatorias y la actualización salarial mensual, garantizando que no estuviera por debajo de la inflación publicada por el INDEC.
Incremento progresivo del presupuesto: Un punto fundamental de la ley era la propuesta de aumentar progresivamente la participación del presupuesto universitario en el PBI, pasando de un 1% en 2026 a un 1,5% en 2031.
Creación de fondos específicos: El proyecto también preveía la creación de un fondo anual de 10.000 millones de pesos para promover carreras estratégicas para el desarrollo del país, así como la ampliación progresiva del monto y número de becas estudiantiles.
Mientras que el texto de la Ley de Emergencia en Salud Pediátrica tenía como propuestas principales los siguientes puntos:
Declaración de emergencia: El Artículo 1 declaraba la emergencia sanitaria en la salud pediátrica y en las residencias nacionales de salud en todo el territorio argentino por un plazo de dos años.
Asignación de recursos: El Artículo 3 priorizaba la asignación inmediata de recursos para bienes, insumos críticos, mantenimiento de infraestructura, medicamentos, vacunas y personal para la atención pediátrica. El Artículo 7 establecía la prioridad de los programas de salud infantil y adolescente en la asignación y ejecución presupuestaria.
Mejoras salariales y exenciones impositivas: La ley preveía una recomposición salarial inmediata para todo el personal de salud y los residentes, que no podía ser inferior a los términos reales de noviembre de 2023. Además, un punto central era la exención del Impuesto a las Ganancias para el personal de salud en actividades críticas, horas extras y guardias.
La justificación de ambos vetos es, en esencia, la misma: la defensa del superávit fiscal y la sostenibilidad de las finanzas públicas. Sin embargo y de acuerdo con los repetidos discursos presidenciales el “no hay plata” es simplemente la pantalla de los verdaderos objetivos que están en la visión ideológica del señor presidente sobre lo público y en su obediencia a las políticas de vasallaje del Fondo Monetario Internacional profundizada por su obscena devoción colonial; su admiración patológica a Donald Trump y su deslumbramiento por la asesina de guerra, Margaret Thatcher, lo confirman.
Lo monstruoso como prefiguración, lo aberrante como despliegue
En noviembre de 2023, antes de la asunción presidencial, escribía en el artículo, Lo malo y lo monstruoso, que “el proyecto neoliberal intrínseco a la alienación y el fetichismo, para utilizar las categorías de Marx en cuanto a lo social y a la relación con el mercado es a lo que venimos asistiendo de manera tradicional, pero un objetivo aún más sórdido: la deshumanización total como nuevo horizonte teleológico con un feroz componente antisolidario es lo que se avecina, en nombre de la “libertad” de los antiderechos”.
De ahí que vuelvo a tomar ese concepto de lo monstruoso para el presente artículo, encarnado en Asterión, el minotauro de la mitología griega pero con el giro borgeano del relato “La casa de Asterión”, porque en este relato el minotauro es el narrador.
Lo monstruoso, en política, no es lo desconocido, sino lo que se naturaliza en nombre de la racionalidad contable; de ahí las expresiones de quien sería, un mes después, el señor presidente: “…el Estado es el pedófilo en el jardín de infantes con los nenes encadenados y bañados en vaselina…”, esa era una de las manifestaciones más claras (valga el oxímoron) de ese oscuro objeto del deseo mileiniano motorizado por su odio intrínseco a lo público, lo común, lo colectivo, como lo fuimos comprobando y lo continuamos haciendo desde el acto de asunción presidencial de espaldas al Congreso.
¡Valga la paradoja! El mismo Congreso que sirve de excusa para que la ministra Patricia Bullrich ordene a “sus” fuerzas de (in) Seguridad apalear jubilados y reprimir protestas, gasear manifestantes y periodistas como decisión de resguardarlo de quienes invocan su funcionamiento, el pueblo.
Encerrado en su palacio de eficiencia, el Minotauro redacta decretos, recorta presupuestos, cancela derechos. Como en el relato de Borges, el monstruo es el narrador. Se piensa a sí mismo como víctima, como genio incomprendido, como mártir de una libertad que exige sangre institucional.
Milei no representa, simplemente, una radicalización del neoliberalismo, sino una mutación simbólica: la estetización de la crueldad, la glorificación del despojo, la conversión del Estado en un campo de exterminio físico y simbólico.
La figura del Minotauro, retomada desde el relato borgeano, no es una metáfora decorativa, es una clave de lectura. El monstruo que narra su encierro, que justifica su violencia como libertad, que convierte el laberinto en dogma, anticipaba el veto como forma de gobierno. De clausura de lo común.
Hoy, con el veto a la Ley de Financiamiento Universitario y a la Ley de Emergencia Pediátrica lo monstruoso se vuelve aberrante. Es una práctica sistemática de desposesión. La aberración como método. Lo que en noviembre de 2023 era advertencia, hoy es archivo de prueba.
El laberinto se le vuelve contraescena
La política del monstruo no se sostiene solo por sus decretos, sino por las naturalizaciones que lo rodean. Durante meses, amplios sectores sociales aceptaron el despojo como destino, el ajuste como virtud, el veto como eficiencia. Esa aceptación no fue por convicción política, es producto de la alienación. Una forma de despojo simbólico donde lo común – la universidad, el hospital, la ley de discapacidad, las jubilaciones – se volvió ajeno.
Pero la alienación tiene límites. Y hoy, esos límites empiezan a quebrarse. La derrota electoral en Provincia de Buenos Aires, el revés parlamentario en la ley de discapacidad, las movilizaciones universitarias, el paro del Garrahan, las movilizaciones de los miércoles de los jubilados, las protestas que se multiplican por los despidos, los escándalos de corrupción que involucran a la hermana presidencial, todo indica que el monstruo ya no narra solo. Su relato se fragmenta. Su poder simbólico se erosiona.
Sin embargo, el sostenimiento del veto a la ley de aumento a las jubilaciones, logrado en Diputados con apoyo de sectores aliados, muestra que cierta normalización de lo monstruoso aún conserva capacidad de blindaje en un sector de quienes se dicen representantes.
La universidad, la salud, la discapacidad, la vejez, la educación pública son territorios de derecho y memoria. Se trata de la disputa por el sentido desde una trama colectiva, no desde la espera de un héroe.
Porque si el monstruo es el que narra desde el encierro, la política es la que escribe desde lo común, las calles, las plazas. Y en esa grieta, lo público vuelve a nombrarse como lo que nunca dejó de ser: espacio de lo justo, de lo posible.
En la Provincia de Buenos Aires, La Libertad Avanza pierde por trece puntos. En los pasillos del Estado, los casos de corrupción ya no se ocultan, se filtran, se exhiben, se banalizan. El minotauro sigue narrando, pero sus muros ya no son invulnerables. El laberinto se resquebraja. Y en ese resquicio, la memoria pública, la universidad y el hospital vuelven a nombrarse como territorios de resistencia y despliegue del poder público contra la ingeniería de destrucción estatal implementada por el señor presidente y su cohorte.
Fuente: https://huelladelsur.ar/2025/09/12/el-veto-de-milei-de-lo-monstruoso-a-lo-aberrante/
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