China y otros países ya no quieren comprar los bonos del tesoro yanqui, porque EEUU atraviesa un declive de su poder económico y tecnológico, y tiene una enorme deuda y hay dudas sobre el futuro del dólar (los BRICS se amplían y hay una apuesta por un nuevo sistema monetario internacional). Trump ante esta realidad y para recuperar la hegemonía del poder político-militar, que ya es amenazada por la alianza chino-rusa que no tardará en alcanzar el mismo poder, el único camino que le queda, es que sus aliados, en particular la Unión Europea, debe pagar y financiar el rearme, o sea, la reindustrialización de los EEUU. Entonces, como los yanquis necesitan dólares, ordena que los europeos, a la cabeza de Alemania, se involucre en la guerra de Ucrania y compre armamento de los yanquis por miles de millones de dólares que necesita Trump para mantener su hegemonía militar. Además, que los sionistas después del genocidio contra el pueblo palestinos, ahora se embarquen en una guerra desigual contra Hezbolá, y después reinicie las agresiones contra Irán, todo con el afán de que la maquinaria de la guerra potencie al capitalismo yanqui.
Trump también despliega una guerra interna, ha militarizado cinco ciudades, entre ellas Los Ángeles y Washington, con el pretexto de una invasión de migrantes ilegales y criminales; al mismo tiempo, arengó a cientos de militares diciéndoles que “deben utilizar algunas de esas ciudades como campos de entrenamiento militar”. Más allá de castigar a la oposición demócrata en esas ciudades y tener más poder, Trump quiere seguir reforzando la contradicción nativos vs migrantes, y enarbolar la bandera identitaria para recortar derechos y criminalizar las protestas venga de donde venga. Lo mismo sucede con el “(re)despertar” británico, idea presente en la construcción de la identidad de los nazis, cuyo lema era “Alemania despierta”. En Italia la fascista Meloni libra una batalla cultural constante para conquistar hegemonía, y no pasa un solo día sin atacar a los valores antifascistas y reivindicar el “orgullo italiano”. Bukele ha penalizado como homicidio cualquier forma de aborto y según Democracy Now, el 90% de las mujeres presas están acusadas de homicidio por aborto; a esto se suma más de 80 mil presos que no tienen juicio, situación que se extenderá hasta el 2027 y que son acusados de criminales. Milei, la punta de lanza y aliado estratégico de los yanquis en América del Sur, ha recibido una ayuda inédita de 20 mil millones de dólares en swap, una rebaja en los aranceles para que Argentina exporte a EEUU, todo a cambio de que Milei rompa con China y subaste las tierras raras y el uranio a la inversión yanqui. Lo que llama la atención del kirchnerismo y su aparato mediático es que proclaman a los cuatro vientos que respetarán el período constitucional de Milei y descartan toda movilización o revuelta o rebelión que se oriente a derrocar en las calles al mileismo, apostando vergonzosamente con alargar el sufrimiento del pueblo argentino.
Pero los yanquis tampoco se olvidan de lo que consideran su “patio trasero”, y con el pretexto de luchar contra el narcoterrorismo en Venezuela o llamar “líder del narcotráfico” a Petro, solo revela que además de cambiar gobiernos que no le gusta a Trump, van a la captura de los recursos naturales de los pueblos venezolano y colombiano. Sin embargo, ahora se prendió una luz con la elección de Mamdani como alcalde de Nueva York, y lo hace con una política no de conciliación sino de ruptura, con un discurso no de etiquetas sino de realidades, todo para invertir el sentido común: congelar los alquileres para dos millones personas, transporte rápido y gratuito, guarderías gratuitas, ampliar los derechos laborales, más impuestos a los ricos, o sea, reivindicaciones de clase. Ya veremos con el tiempo si Mamdani es coherente consigo mismo y está a la altura de la gente trabajadora neoyorquina, pero nos enseña algo importante, que para derrotar al enemigo de clase es imperioso desmantelar las condiciones que le permiten tener poder, en otras palabras, disputar la economía política; y, que en política todo pasa si hay un cuerpo que arriesga, y Mamdani lo entendió porque participo ene huelgas de hambre junto a trabajadores, en mítines al lado de madres con hijos pequeños, así siendo uno mas de las bases, provocó que los cuerpos activen emociones y afectos…haciendo realidad lo que hacía el Ché: “aventurero, sí, pero de aquellos que arriesgan su pellejo para demostrar su verdad”.
De 194 países en 37 gobierna la ultraderecha, o sea el posfascismo, y en 43 países tienen representación parlamentaria y son segunda fuerza política. Esta ultraderecha ha conquistado el poder dentro de los marcos de la democracia para después pervertirla y vaciarla, provocando una metamorfosis política y semántica porque han cambiado tanto los conceptos y la política, el posfascismo lucha por la libertad, es la revolución y ocupa las calles, y esto es también producto de nuestra derrota, porque nuestro imaginario político (consignas, canciones, referencias ideológicas) no explican lo nuevo, ni seducen a las mayorías populares, ni a la juventud. La juventud se educó en “un modelo antropológico neoliberal: individualismo, competición, privatización de las utopías, propiedad, incapacidad de pensar en el futuro; se formaron en una democracia vacía, y es incoherente decir vamos a luchar en contra del fascismo y defender la democracia” (E. Traverso)
“Toda revolución conserva parte de su energía utópica” E. Bloch
Los resultados de las elecciones de agosto están dando lugar a análisis sobre si esa derrota electoral es el fin del ciclo abierto el 2006 o es el fin del MAS-IPSP, y según la tendencia ideológica de los analistas cada uno quiere llevar agua a su molino. Comencemos por un dato concluyente, el espectro político electoral boliviano se derechizó, porque su caudal alcanza el 80% de los votos válidos, y el lugar que ocupa la izquierda es residual, y no se sabe a quién sirvió el voto nulo de Evo, porque tal como venía la coyuntura política, solo un milagro iba a detener el avance de la derecha.
Este único dato da lugar a una sola interpretación, que está referida a determinar las causas de la derrota del MAS, y estas causas se expresan en palabras como: voto nulo, crisis económica, división, descomposición, alejamiento de las bases, acusaciones de corrupción, disensos internos, pugnas por el poder, agotamiento de su programa, cansancio de sus bases ante el egocentrismo de sus dirigentes, prebendalismo, etc.; y esos analistas que se posicionan en estos marcos, proponen que las salidas son: recomenzar un trabajo político desde las bases; que el evismo consolide su poder territorial en las subnacionales y volver al poder después; recomponer la unidad y redefinir el proyecto; que las organizaciones marquen la ruta con su líder indiscutido Evo; esperar las condiciones objetivas para el rearme de las clases subalternas; las organizaciones recuperen sus organizaciones y la izquierda rearticule sus unidad; etc. etc. el orden de estas salidas no importa, lo que interesa es que, como estamos viendo, esas propuestas no conducen a superar el fracaso o la derrota o lo que estamos viviendo.
Desde mi punto vista estas salidas nos volverán a conducir a otras derrotas, y sería fértil vincular las causas de la derrota a la memoria histórica, porque la mayoría de analistas que hablan de corrupción, traición, división, etc. como causas de la derrota, solo están revelando ya una perversión de un proceso político, una perversión que solo refleja, como dicen el Comité invisible, “quien tiene relaciones de mierda, solo lleva a cabo una política de mierda”.
Hay muy poca gente que habla que esta derrota comenzó con el referéndum y otros hablan del declive a partir del 2009, año en que concluyó una etapa épica del proceso de cambio. Según mi punto de vista, la derrota está vinculada con las guerras del agua (2000) y la guerra del gas (2003), que expresaban la contradicción democracia neoliberal vs proceso destituyente; pero lo que se impuso después fueron las elecciones y un partido que no había jugado un rol preponderante en esas rebeliones, nos referimos al MAS, condujo las rebeliones a fortalecer la democracia formal, de la cual el mismo MAS se benefició.
Si la derrota se origina el 2000 y el 2003, con esto quiero referirme a un problema fundamental en la política emancipatoria, cual es, el concepto de traducción política de Gramsci. La traducción política, según Gramsci, tiene que ver con tres ejes, el primero, responde a la pregunta, ¿dime cómo has desarrollado tu ideología y teoría política y te diré hasta dónde quieres avanzar? Cuando el MAS asumió el gobierno, y no tomó el poder, apostó fuerte por la democracia liberal, sus “intelectuales orgánicos”, nunca tuvieron la voluntad política por fortalecer la democracia y la economía comunitarias, cuando una de las demandas fue la democratización política, pero ideológicamente los intelectuales estaban por detrás del campo popular. De esta idea se deriva el segundo eje: donde convergen las ideologías y teorías políticas de los intelectuales orgánicos y de los movimientos sociales. El 2006 cuando Evo asume el gobierno, los movimientos sociales estaban más maduros o avanzados que los “intelectuales orgánicos”, y este desencuentro se resolvió por la tradicional y fracasada práctica cultural de la “vanguardia”, en esa época hubo la propuesta de crear el estado mayor del pueblo que controle y plantee acciones al gabinete, sin embargo, nuevamente se mostró que había un desarrollo ideológico dispar entre intelectualidad del gobierno de Evo y los movimientos sociales, y la “vanguardia” impuso formas y contenidos políticos que condujeron a lo que vivimos ahora. Y, por último, está el eje donde tienen que encajar: liderazgo-mensaje-movimientos sociales; aquí la “vanguardia intelectual” se contentó con que el líder sea Evo y no el Mallku, que sí tenía un bagaje histórico-político-cultural, y era el que mejor podía traducir las demandas de los de abajo.
Este eje es vital de analizar porque nos remite a ver si la insurrección, o sea las guerras del gas y del agua, son imposibles o no, tal como ocurrió con los más de 200 puntos de bloqueos en agosto del 2024; y aquí lo que pesó más fue la tradición, porque se impuso el deseo de que más vale que esas guerras sean imposibles, ya que si seguían y vista la correlación de fuerzas (en particular las militares), serían inevitablemente aplastadas. Entonces cómo explicar que las guerras del agua y del gas, los 200 puntos de bloqueos de caminos, se hayan dirigido a recurrir al sufragio universal. La única explicación es que sus “lideres” buscaban legitimidad, un factor importante, sobre todo para ser reconocido por la “opinión pública internacional”, o sea, presidentes influyentes, instituciones internacionales, mercados, a los que hay que tranquilizar.
En este sentido por las señales ideológicas que envía el gobierno de Paz, reuniones con Marco Rubio, presencia de Milei, Noboa y representante de Bukele, nos indican que está subiéndose al carro de la ultra derecha; por tanto, estamos obligados a crear nuevos marcos de interpretación y de pensamiento, advertidos del consejo del psicoanálisis, que “fundar las bases de un nuevo marco de pensamiento es una experiencia espantosa para el fundador”.
¿Derrota estratégica del campo popular o victoria estratégica de la derecha reaccionaria?
El 2005 el pueblo boliviano optó por elegir a Evo en su búsqueda de nuevos rostros y nuevas ideas, pero también para reivindicar una identidad cultural; con la elección de Paz-Lara hay gente que afirma que hubo una votación de identificación étnica con el “indio blanco”, que daría lugar a una recomposición del bloque popular-indígena, esto es muy cuestionable porque nos llevaría a errores y derrotas posteriores.
Sin olvidarnos que el uso de la idead del “indio blanco” junto al retorno de la biblia y la cruz, el retiro de la wiphala, la marginación de los movimientos sociales, nos muestra que este gobierno no es nada nada más es una cáscara vacía; y que la victoria electoral de toda la derecha (Paz, Tuto, Doria Medina, Reyes Villa) no es estratégica, esta victoria electoral le pertenece a la internacional ultra derechista, por eso la reacción rápida del secretario de estado yanqui y la presencia de las puntas de lanza de Trump en el país, que nos demuestran que Paz y compañía van a estar manejados por intereses externos, ya que ellos ni siquiera tienen una idea clara, un proyecto político, de qué quieren hacer en el país, y esto será el inicio de su gran derrota política.
Generalmente la identidad sociológica nunca coincide con la identidad política, la identidad política supone una ruptura con la identidad sociológica, porque significa dejar de ser lo que la realidad nos obliga a ser (ser obrero, maestra, ama de casa, aymara,…), y abandonar los lugares a los que simplemente pertenecemos (fábrica, escuela, hogar, altiplano,…); en otras palabras, nos obliga a inventarnos, a resignificarnos, con las otras y con los otros y hacernos ciertas preguntas radicales, a buscar colectivamente soluciones estructurales a nuestros problemas biográficos o personales. En el caso de Lara el “indio blanco”, que pide la libertad para los policías y militares involucrados en las masacres de Senkata y Sacaba; que plantea día trabajado, día pagado; que impone a su mujer como diputada; que viste en su juramento como policía y diga que lo hace como un homenaje a una institución en la que la sociedad la señala como la más corrupta junto a la justicia; reafirma que quiere reproducir una identidad sociológica y no política.
El filósofo D. Tatian decía que el “nosotros (la identidad) no es un lugar al que se pertenece, sino un espacio al que se ingresa para construirlo”, entonces hablar del voto de esa supuesta identidad popular-indígena, es hablar de una identidad sociológica, porque los hechos nos demuestran que ese voto popular-indígena no ingresa al espacio político del nuevo gobierno para construir sino para ser un adorno más. Como muestra estas cuatro acciones políticas de Paz: repitió que nunca iba a recurrir al FMI y antes de jurar ya se arrodilló y lo hizo, dizque, por la patria; lo mismo pasa con la promesa de reiniciar relaciones con los yanquis, argumentando que lo consultó con los sectores populares; y, ya mostrando su rostro autoritario, amenazó diciendo que “aténganse a las consecuencias, porque la libertad tiene sus condiciones y no abusemos de libertad”, pero calla ante la libertad de Jeanine Añez, al menos autora intelectual de las masacres de Senkata y Sacaba. La pregunta pertinente es si en estas decisiones participo esa supuesta identidad popular-indígena, o fue un simple espectador de los deseos cumplidos del nuevo mandamás en la plaza Murillo; y, por último, jurar reivindicando “dios, patria, familia”.
Ahora, así como Banzer Suárez en las elecciones de 1985 triunfa en algunos centros mineros, Paz-Lara triunfan en sectores populares e indígenas. ¿Cómo explicar estos hechos? En ambas situaciones el país pasaba por una crisis económica, a la que se sumaba una crisis referencias y lealtades, de creencias y valores en las organizaciones sociales y el pueblo, o sea, se atravesaba una crisis cultural, una “forma de vida” manifestada en un malestar; una energía ambivalente donde la extrema derecha, como ocurrió en ambas situaciones, llevó a su feudo ese malestar. Atrás quedaron las ideas de que la centralidad minera, irradiadora de ideología socialista o el MAS-IPSP el más grande partido de la historia boliviana, sirvieran como “cortafuegos” del ascenso general de la extrema derecha como vemos en todo el mundo. Esto fue un error político gravísimo.
El único antídoto contra la derechización de un país es canalizar el malestar hacia arriba, contra la oligarquía cruceña, la banca privada, los cooperativistas mineros explotadores de gente humilde, contra los privilegios de los militares, etc. Cosa que no hicieron ni Evo ni Lucho, pero no se puede pensar esto como una vacuna milagrosa, eterna y que funcionase de una vez por todas. Los antídotos hay que renovarlos, actualizarlos, para mantener vivos sus efectos. Y eso es lo que no ha ocurrido. Por todo esto, sostengo que el resultado electoral de agosto es una derrota estratégica de formas y contenidos de hacer política; en otras palabras, es el fracaso de una cultura política (adoctrinamiento, prebendalismo, dedazos, caciquismos, etc.) y de programas (rentismo, extractivismo, concesiones a la oligarquía cruceña y la banca privada, la ejecución de bonos sociales que alimentan desigualdades en lugar de creación de derechos a una salud y educación de calidad, etc.)
Todo esto es agua pasada. Lo que venga como nueva politización se llamará de otro modo y tendrá otra forma, porque habrá nueva gente; pero es muy importante entender bien qué fue. Si Paz quiere restringir la libertad, es que no ha comprendido la historia de este país, donde solo la revuelta, el conflicto, la rebelión ensancha la democracia y es capaz de unir lo que normalmente está dividido, por distintos intereses, identidades, ideologías, para nuevamente desencadenar nuevos procesos. No será fácil porque la lucha que viene lo definirá las calles, las universidades, las minas y las fábricas, el campo donde muere el minifundio, las mujeres que levantarán su puño ante el exterminio y un machismo que cohabita con la derecha, y las regiones olvidadas con la propuesta de Paz del 50-50, además que este gobierno reaccionario no tiene con quién negociar, porque no hay nada ni nadie, e impondrán sus intereses, sus deseos y sus proyectos.
Como la derecha nunca ha enarbolado proyectos colectivos compartidos, habrá temblores, que, si no los escuchamos, no los sentimos, los negamos o les tenemos miedo, y, por lo tanto, los neutralizaremos, no tendremos de dónde sacar la verdadera materia prima para buscar y/o crear salidas donde no las hay. No se trata de querer que las cosas sean como nos gustaría, peor en la situación que atravesamos; las cosas son lo que van siendo, y a partir de ahí construir nuevas alternativas, dejando de ver desde los escritorios lo que sucede y luego analizar, porque, a fin de cuentas, como nos recuerda el Comité Invisible: “no es el pueblo el que produce el levantamiento, es el levantamiento el que produce su pueblo”.
Jhonny Peralta Espinoza exmilitante de las Fuerzas Armadas de Liberación Zárate Willka
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