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Reivindicar nuestra lucha, recordar nuestra historia

A 40 años de la Rebeldía

Fuentes: De Igual A Igual

Cuando en la tarde noche del 29 de mayo se proyectó el documental El Tucumanazo en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Tucumán, se hicieron tiempo presente dos imágenes del documental muy entrelazadas. Por una parte la rebelión estudiantil por las mismas calles de la facultad. Una foto: unos estudiantes sacan del […]

Cuando en la tarde noche del 29 de mayo se proyectó el documental El Tucumanazo en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Tucumán, se hicieron tiempo presente dos imágenes del documental muy entrelazadas. Por una parte la rebelión estudiantil por las mismas calles de la facultad. Una foto: unos estudiantes sacan del edificio de la propia Facultad de Derecho una mesa para contribuir con los elementos necesarios para la barricada allí construida. Parafraseando a Galeano: «la barricada que cerraba la calle, abría el camino». La segunda imagen tiene que ver con la situación actual que vive nuestra postergada provincia: la de los niños pobres en las villas miserias en imágenes que se funden con las caras de la abundancia, los Macri y las Fortabat. ¿Qué contribuyó entonces para que la lucha de aquellas barricadas por cambiar la sociedad fracasara y tengamos hoy una sociedad cada vez (y si, cada vez) más desigual? En parte la desmemoria. Entre el olvido oficial y el olvido de los propios intelectuales tucumanos. De izquierda y derecha.

De Troscos y Chinos tucumanos, solo recordamos el Cordobazo

Patológico olvido el nuestro, el de los tucumanos. Dos episodios me han ocurrido esta semana dignos de ser narrados y que dan cuenta del olvido casi enfermizo de nuestros intelectuales de izquierda. Mientras esperábamos noticias sobre el paradero de Orlando Argentino González, conversaba con un militante del Partido Obrero en las escalinatas del Juzgado Federal. Me pregunta asombrado: «¿Por qué 40 años del Tucumanazo? ¿Acaso no faltan unos meses?» Por un momento pensé que me tomaba el pelo, pues este amigo no solo había visto el documental sino que había escrito un artículo para el periódico Prensa Obrera sobre él. Al momento de explicarle / recordarle que, paralelo al Cordobazo, en mayo del ’69 Tucumán vivía su primer Tucumanazo y que aún antes de mayo del ’69 el interior de la provincia «Ardía», en las zonas de los ingenios cerrados por el régimen.

Ese mismo día recibo un mail de una distinguida profesora universitaria, referente de la izquierda maoísta de Tucumán, quien también había visto el documental y conocía su línea argumental, amén de conocer la historia allí narrada. Me expone entonces la siguiente cuestión: «creo que es original haber elegido el 29 (de mayo) para conmemorar nuestra lucha, supongo que el cordobazo estará presente esa noche.» A continuación expresa: «de todos modos, entre el público habrá quien lo recuerde…o quizás podrías agregarle una notita al afiche que diga algo así como: el tucumanazo, surgido del Cordobazo…». Y nuevamente mi indignación. En primer lugar es casi natural hablar del Cordobazo cuando nos remontamos a los años ’70. Lo que no es tan natural, es que ni siquiera para nosotros, los tucumanos, hablemos de nuestras luchas y de nuestra historia. Yo no debía hablar del Cordobazo. Nadie, en la proyección del 29 en Tucumán esperaba hablar del Cordobazo o que hiciéramos mención al mismo. Los asistentes fueron a ver y a conocer la historia del Tucumanazo. Nuestra historia. Una historia que no surge de otra historia ajena a nuestra realidad. El Tucumanazo no surge del Cordobazo. Es producto de la realidad que vive la provincia desde 1966 con el cierre de las fábricas azucareras, la intervención en las universidades y el conculcamiento de las libertades civiles y políticas de la población. Un error histórico es el considerar al Tucumanazo como fenómeno emergente del Cordobazo, error grave que uno pudiera esperar de ciertos historiadores porteños que hablan del proceso de los «azos» como si fuera uno solo y todo lo mismo.

Esta semana, y tras estos episodios comprendí nuestro olvido patológico que vive el llamado Jardín de la República. Por derecha nos obligan a olvidar. Por izquierda nos ayudan a olvidar. Y yo, desde mi humilde posición de historiador, me niego a aceptar esta realidad. Porque mientras olvidamos nuestra propia historia y nos negamos a reivindicar nuestras luchas, las caras de los pibes hambrientos en las villas miserias se siguen multiplicando. Aún bajo un gobierno que se autodenomina progresista y heredero de las luchas de los años ’70.

40 años después y todo sigue peor

Han pasado 40 años de aquel primer Tucumanazo. Luego vinieron otros dos. Uno en noviembre de 1970 y el llamado Quintazo en junio de 1972. Sin embargo las condiciones de pobreza y miseria que vive la población han ido empeorando en los últimos lustros. Como afirman los curas tercermundistas, los hermanos David y Amado Dip en el documental, acerca de la violencia generada en los sucesos del Cordobazo: «las causas no han sido quitadas». Pero ¿cómo revertir esta situación estructural de pobreza y miseria de una región que parece siempre postergada? Negando nuestra historia seguramente no hallaremos las claves del cambio. Entonces se hace necesario y urgente volver a nuestra historia, a reivindicar nuestra lucha y a comprender que los tucumanazos de los años ’70 no solo no surgieron del Cordobazo sino que el clima de rebeldía obrero estudiantil se nutrió de la propia realidad local. No se puede entender a los Tucumanazos sin comprender el cierre de las fábricas azucareras, sin comprender la desestructuración social que ese hecho ha provocado, no se puede comprender por qué hoy estamos como estamos sino comprendemos que nuestra historia, amén de la realidad nacional, tuvo que ver con la situación que vivió la provincia desde junio de 1966. No es casual entonces que la feroz represión de la última dictadura militar se implantara con mayor crudeza en Tucumán, no en Córdoba, justamente. Si la derecha quiere hacernos olvidar nuestra historia y seguir postergando a la provincia en la miseria de una mayoría para favorecer el mantenimiento de los privilegios de una minoría, es papel de la izquierda y sus intelectuales responder con memoria y con la reivindicación y el reconocimiento de nuestra propia historia. No se trata de negar al Cordobazo la magnitud y lo que ha representado en lo real y en los simbólico a las luchas de aquellos años, pero si se trata, de reconocer, desde la propia provincia de Tucumán nuestra historia. De lo contrario volverán a pasar otros 40 años y seguiremos reivindicando una historia que nos condena a la miseria del olvido.